Archivo de la categoría: Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022

¡Argentina Campeón del Mundo!

Fue el grito desahogado, el que estaba a flor de piel. El que se presumía desde hace un buen tiempo, cuando la selección Argentina comenzó un ciclo ordenado, prolijo, con un cuerpo técnico que no reunía experiencia en la conducción de un plantel internacional, pero sí reunía vivencias y acumulaba centenas de partidos internacionales, de haber sido jugadores en los Seleccionados desde los juveniles hasta los mayores. De haber disputado Mundiales de todas las categorías: Sub17, Sub 20, y los grandes. Ese grito final con el penal que convirtió Gonzalo Montiel, liberó angustias, aflojó tensiones, y llevó a la Argentina a ganar la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022, la tercera de su rica historia, que se suma a las ganadas en Argentina 1978 y México 1986.

Argentina había sido más a lo largo de los ciento veinte minutos de juego, pero este juego tiene tantas sorpresas escondidas, que debió ir al alargue y luego a la serie de remates desde el punto del penal. Y tuvo que llegar a ese tiro final y decisivo, para celebrar y gozar. El penal decisivo, el que cerró una tarde de locos.

Crédito: media.afa.org.ar

El mundo se había paralizado. Faltaban dos horas para que la Argentina y Francia jueguen la Final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022, y no había otra actividad en el planeta que no estuviera vinculada al partido. Las plazas de la República Argentina se llenaron de gente que pretendía ver el partido en pantalla gigante y compañía de compatriotas, para gozar y sufrir juntos. Habían proliferado las reuniones familiares, abrieron bares para llenar de bebidas y pasión en las mesas. Otros prefirieron cerrar para darle a sus empleados el día libre y que lo vean como quieran. Las bocinas y los gritos dominaron la mañana argentina, hasta que se empezó a acercar la hora del partido, y la tensión, la angustia y la expectativa jugaron su partido. Así, en cada rincón del mundo; cada vez que hay un acontecimiento de semejante magnitud. Claro que en muchos lugares la vida siguió igual, pero ese efecto que vivimos los países finalistas, se reflejó en cada aldea en la que se respira fútbol.

La ceremonia de Clausura, la música y el color. Las leyendas en los palcos de la FIFA, con estrellas de todas las épocas. Ex campeones del mundo. Figuras del espectáculo, de la dirigencia deportiva, líderes políticos. Todos, en esa inmensa galería de vanidades y egolatrías que es un palco de una tribuna deportiva.

La Argentina comenzó con Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Nicolás Tagliafico; Angel Di María, Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister; Lionel Messi y Julián Álvarez.

El equipo de Didier Deschamps formó con Hugo Lloris; Jules Koundé, Raphal Varane, Dayot Upamecano, y Theo Hernández; Tchouameni y Rabiot; Dembelé, Antoine Griezmann y Kylian Mbappé; Olivier Giroud en el centro del ataque.

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Y cuando la pelota empezó a rodar, se acabaron las especulaciones. Francia no fue el equipo que mostraban sus antecedentes. Cauteloso, dubitativo, con llamativos errores en el manejo de la pelota. Errático Theo Hernández cuando pretendía salir por izquierda, desprolijo y falto de ubicación Griezmann, livianos Varane en defensa y Olivier Giroud en ataque, sólo la fuerza y determinación de Dayot Upamecano sostenía al equipo. La Argentina, en cambio, se mostraba concentrada, atenta, y cuando olió sangre, fue a buscar el partido. Hizo sentir el rigor de los centrales, Cristian Romero y Nicolás Otamendi, metió fuerte en el medio, Mac Allister supo darle buen destino al balón y Messi empezó a surcar la cancha, con buena ubicación y excelente lectura del juego.

A los 22′ Angel Di María encaró por izquierda, superó con un buen enganche a Dembelé, entró al área, y se cayó ante un contacto del propio Dembelé. El árbitro Szymon Marciniak sancionó el penal, y Leo Messi ejecutó con frialdad, para poner el 1-0 a favor de Argentina.

Fue el momento en que la selección se afirmó en el partido. Lo interpretó. Cedió unos metros de terreno, se agazapó y esperó que Francia intentara algo, para salir rápido de contragolpe. Así llegó el segundo gol. Una escapada por derecha, el contraataque veloz que empezó en de Paul, siguió en Messi, después Julián Álvarez, el balón cruzado para Di María, y Angelito resolvió con un remate cruzado, ante la salida de Hugo Lloris, a los 35′ de juego, para poner el partido 2-0 a favor de la Argentina.

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Argentina era la dueña del partido, Francia no hallaba ningún camino para equilibrar el partido. Era un equipo perdido y superado por un rival motivado, que, aún con errores en el manejo del balón, tenía la “manija” del partido.

Didier Deschamps hizo una lectura correcta de la situación, y a los 40′ decidió hacer “cirugía” en su equipo. Sacó a Dembelé y a Olivier Giroud, que habían hecho una muy pobre actuación, y puso en su lugar a Kolo Muani y Thuram. Este último fue de extremo izquierdo, y Mbappé pasó al lugar del centro del ataque.

El segundo tiempo fue parecido al final del primero. Argentina estaba bien parada en la cancha y controlaba los ataques, aislados, de Francia. A los 63′ Lionel Scaloni efectuó un cambio: Marcos Acuña ingresó en lugar de Angel Di María, que había aparecido por la derecha en los primeros minutos del complemento.

Argentina amenazó con un par de llegadas que pudieron liquidar el partido. Pero le faltó un poco de precisión en la puntada final. Y, de a poco, Francia comenzó a animarse un poco más. Sobre todo cuando se aproximaba el final y surgieron algunos olés anticipados de la tribuna. Es que parecía liquidado el partido, pero aún faltaba lo mejor. A los 70′ Didier Deschamps volvió a meter mano en su equipo; Comavinga entró por Antoine Griezmann, de buen Mundial pero de mal partido en la final, y Comán ingresó en lugar de Theo Hernández, también de buena Copa en general, y deslucido partido final.

Creció el equipo europeo. Parecía perdido, pero encontró una soga que le dio vida. A los 78′ se escapó Kolo Muani por izquierda, se metió en el área y Otamendi lo derribó, penal que ejecutó Kylian Mbappé, a los 79′, para poner un poco más ajustado el marcador. La Argentina quedaba adelante por 2-1, y aún restaban unos minutos por jugar.

Y enseguida llegó la igualdad, con una buena jugada colectiva que Mbappé coronó con un golazo, a los 80′ de juego. 2 a 2, y un final increíble, cuando parecía que la Argentina lo tenía resuelto. Hasta hubo una falta dentro del área de Romero a Thuram que el juez no advirtió, y sancionó con amarilla al delantero francés.

Gonzalo Montiel entró por Nahuel Molina para comenzar el alargue. A los 94′ Fofana reemplazó a Rabiot, que alternó buenas con malas. A los 99′, Leandro paredes ingresó por Rodrigo de Paul, y Lautaro Martínez entró en lugar de Julián Álvarez. El cansancio se acumulaba y el agotamiento llegaba a los futbolistas.

Terminó sin novedades el primer tiempo de la prórroga, y llegaron más emociones, porque Messi convirtió, tras una cesión de Lautaro Martínez, que puso el 3-2 a los 108′ de juego.

Los festejos fueron largos, los abrazos, los gritos de los relatores…parecía el final feliz del cuento, porque faltaba poco y Francia parecía agotar fuerzas, cuando Varane sacó un balón al lateral y pidió el cambio, agotado y acalambrado. Lo reemplazó Konaté, a los 112′. Después, Scaloni quiso cerrar la defensa e hizo ingresar a Germán Pezzella en lugar de Alexis Mac Allister. El tiempo se agotaba, Argentina estaba otra vez adelante en el marcador, pero una vez más los duendes del fútbol entraron a la cancha.

Una mano de Montiel, a los 118′, determinó un penal agónico para los europeos, que Kylian Mbappé convirtió en gol, para igualar 3-3 el partido.

Lo pudo ganar Francia, sobre el final, con una entrada de Kolo Muani que Emiliano Martínez tapó con su pierna izquierda. A los 120′ Disasi entró en lugar de Koundé, mientras que a los 120+1′ Paulo Dybala reemplazó a Nicolás Tagliafico, con la misión de ejecutar uno de los penales, en la serie de definición que se aproximaba.

Y fue una serie que pasó más rápida que los nervios pudieron jugar su partido. Convirtió Mbappé, luego igualó Messi. Martínez le atajó el tiro a Comán, Paulo Dybala convirtió con un tiro al medio, y la Argentina quedó 2-1 arriba. Desvió Tchouameni, Paredes ejecutó con éxito, y la Argentina quedó adelante por 3-1. Ya estaba. En la cuarta serie Kolo Muani hizo el gol con otro tiro fuerte y al medio. 3-2, Argentina. Tenía que patear Gonzalo Montiel, si lo hacía, Argentina era campeón…Y no hubo ni tiempo de pensar, porque Montiel tomó carrera, Lloris fue para el otro lado y se desató un festejo interminable…

Argentina, otra vez, Campeón del Mundo. En un partido tremendo, cambiante, intenso, Argentina sacó la diferencia en la serie de remates desde el punto del penal. Había sido mucho mejor en el primer tiempo, lo pudo liquidar al comienzo del segundo, se quedó al final y en una ráfaga se lo igualaron, casi lo pierde al final en la jugada de Thuram, sacó ventaja en la prórroga, se lo igualaron cuando todo parecía concluir, lo salvó “Dibu” Martínez en la agonía, y lo volvió a salvar en los “penales”, amén de la certera ejecución de los pateadores.

Crédito: @FIFAWorldCup

¡Argentina Campeón del Mundo! Como en 1978, como en 1986, ahora en 2022 suma la tercera estrella, que además están acompañadas por las finales jugadas, que aún sin tener el resultado deseado, valen como lo que son, una medalla de plata. Por eso, también el recuerdo honorífico a los subcampeones de Uruguay 1930, Italia 1990 y Brasil 2014.

¡Argentina Campeón del Mundo! El grito que resuena en todo el planeta, de punta a punta, que envuelve y emociona, pero que también nos invita a ver el presente de nuestro deporte, de su coyuntura, de lo que hay y de lo que falta. Las victorias sirven, siempre y cuando se las entienda como lo que son, un guiño del destino, pero lo que vale es todo el camino hecho para llegar a ellas. ¿O, si se hubiera perdido en la serie de “penales” se hubiera invalidado todo el camino recorrido? ¿Nada hubiera servido? ¿Solo habría críticas y nada para elogiar? Seguro que igual hubiera habido mucho por celebrar y festejar. Por eso no debe confundir el éxito, ni tampoco nos hubiera confundido una derrota. Al cabo, el mismo impostor.

¡Argentina Campeón del Mundo! Que sea el primer paso para el crecimiento, la organización, y la transparencia de nuestro querido fútbol argentino.

Hernán O’Donnell

Croacia llegó al tercer puesto, tras un partido jugado como una final

Lo jugaron como una final, y eso es muy elogiable. Croacia y Marruecos se tomaron el partido por la Medalla de Bronce con total seriedad, lo jugaron con ambición, vocación ofensiva y hasta un alto grado de intensidad que incluyó roces y protestas durante el tramo final del partido. Un bálsamo, al cabo, una reconciliación con el Fútbol, luego de haber visto tantos partidos por el tercer lugar, tanto en los Estadios como por TV, en donde, en algunos casos, se jugaron a desgano, o como si fuera una exhibición, un partido homenaje, o algo similar. Recuerdo aquella tarde en el Rose Bowl de Pasadena, California, Estados Unidos de América, cuando la goleada de Suecia a Bulgaria tuvo más ribetes cómicos y divertidos, más semejantes a un show que a un partido por los puntos, donde el fin de los equipos pareció entretener a la gente. O, más allá en el tiempo, pero como contraposición, recuerdo la muy fría tarde del 24 de Junio de 1978 cuando era un chico de 11 años en las plateas del Estadio de River Plate, y Brasil e Italia se tomaron mucho más en serio el partido, y lo jugaron con la grandeza que indica su historia.

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Hubo muchos otros que quedaron en el olvido. Por el desinterés que muchas veces embarga a este encuentro en los Mundiales, incluso para quienes lo protagonizan. Esta vez, por suerte, Croacia y Marruecos fueron por la gloria del tercer lugar.

Croacia formó con Livakovic en el arco; Stanisic, Sutalo, Gvardiol e Iván Perisic; Luka Modric y Kovacic; Lovro Majer, Kramaric, y Orsic; Livaja. Marruecos lo hizo con Bono en la valla; Hakimi, El-Yariq, Dari y Allah; El-Khanouss, Amrabat y Sabiri; Hakim Ziyech, Youssef En-Nesyri y Sofiane Boufal.

Lo dicho, salieron a todo ritmo y a los 6′ Coracia abrió el marcador. Tiro libre ofensivo, el balón que llegó al sector izquierdo, Iván Perisic cabeceó hacia adentro con un gran giro de cabeza, y la pelota fue hacia el área, para que la aprovechara Gvardiol, quien con un tremendo cabezazo puso el 1-0 para los europeos.

Ni tiempo hubo de acomodarse en el sillón, que llegó otra emoción. Tiro libre a favor del conjunto africano desde la derecha de su ataque, la pelota llegó al área, y Sari, con un buen cabezazo cruzado puso el empate, 1 a 1.

Fue un gran partido, porque ambos buscaron sin ningún tipo de especulación. Luka Modric sacó un tremendo remate, cuando iban 23′, que Bono rechazó con justeza. Respondió Marruecos, a los 36′, con un tiro de esquina de Ziyech, que cabeceó En-Nesyri, y la pelota salió muy cerca del palo derecho del arco de Livakovic.

Y a los 41′, tras una excelente jugada colectiva, Orsic clavó un remate desde la izquierda, que cruzó el área, dio en el palo y se metió a pesar del vuelo de Bono, para que Croacia se adelantara por 2-1.

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Marruecos salió a jugar el segundo tiempo con una variante: I. Chair entró en lugar de A. Sabiri. El partido mantuvo el espíritu, y se hizo más “picante”. No aflojaron los equipos, al contrario, buscaron con mayor fervor la victoria. A los 55′ llegó el segundo cambio marroquí: Ounahi reemplazó a Khanouss.

En Croacia, la primera variante se produjo a los 59′ de juego; Vlasic ingresó en lugar de Kramaric. El agotamiento físico empezaba a jugar su partido, y la acumulación de encuentros, la alta exigencia en cada uno de ellos, el cansancio mental, la fatiga y el stress, también comenzaron a aparecer en los minutos finales del anteúltimo encuentro de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022. A los 63′ se retiró lesionado Dari, y lo debió reemplazar B. Benoun, mientras que A. Zaroury ingresó por S. Boufal, en Marruecos.

Enseguida, a los 65′, llegaron el segundo y tercer cambio en Croacia. Pasalic entró en lugar de Majer, y Petkovic reemplazó a Livaja. A los 66′ Amallah reemplazó a El-Yamiq, en la quinta modificación del equipo marroquí.

Fue una seguidilla de cambios, muchos de ellos producto de lesiones, fatigas, molestias musculares, y muchas cuestiones ligadas al agotamiento físico de un Mundial muy exigente.

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Pudo definirlo Croacia, a los 86′, con un tiro de Kovacic, desde buena posición, que salió apenas desviado. También tuvo una chance Marruecos, a los 90+3′, con un centro cerrado que descolgó Livakovic. A los 90+4′ Jakic ingresó por Orsic en el equipo europeo. Y al última oportunidad de la igualdad la tuvo Marruecos a los 90+5′, cuando llegó un centro desde la izquierda y el cabezazo de En-Nesyri salió apenas arriba del travesaño.

Hubiera sido lindo ver un poco más de fútbol, pero la victoria de Croacia no se discute. Al cabo, convirtió dos golazos y sacó esa necesaria luz de ventaja, en un partido en el que los dos respetaron al fútbol y lo jugaron como una verdadera final.

Hernán O’Donnell

Francia llegó a la Final tras superar a un difícil Marruecos

Otro partidazo, de punta a punta. Lleno de emociones, vibrante, incierto, como el buen fútbol. Francia derrotó a Marruecos por 2-0 y accedió a jugar la Final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022 ante la Argentina. Pero no fue una victoria cómoda ni sencilla, tuvo momentos de dominio y superioridad, pero también sufrió durante varios lapsos del partido, y al final tuvo un poco de tranquilidad, cuando pudo establecer la diferencia en el marcador y tuvo el control del juego.

El equipo de Didier Deschamps formó con Hugo Lloris; Jules Koundé, Raphael Varane, Ibrahima Konaté, y Theo Hernández; Aurelien Tchouameni y Youssouf Fofana; Ousmane Dembelé, Antoine Griezmann y Kylian Mbappé; Olivier Giroud.

Marruecos salió con Bono; Achraf Hakimi, Jawad El Yamiq, Naif Aguerd, Romain Saiss y Noussair Mazraoui; Hakim Zyech, Azz-Edine Ounahi, Sofyan Amrabat y Sofiane Boufal; Youssef En-Nesyri.

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A poco de iniciarse el partido, Francia abrió el marcador. Iban 4′ cuando Raphael varane metió un pase exquisito y profundo para Antoine Griezmann, este sacó un buen centro, Mbappé remató, pegó en un dfenesor, y el balón le cayó llovido a Theo Hernández, pero este se elevó y en un gran esfuerzo sacó desde lo alto un tiro que puso el 1-0 para Francia.

Amanecía el partido y ya había emociones, que iban a perdurar hasta el final. A los 9′ avisó Marruecos con un disparo de Ounahi que desvió Hugo Lloris. Después atacó Francia, y a los 16′ Giroud encabezó un contragolpe que terminó con un tiro en el palo derecho de Bono.

Sobre los 20′, Walid Regragui, el entrenador de Marruecos, debió efectuar la primera modificación, por la lesió de Romain Saiss, quien no estaba en buenas condiciones físicas, y debió dejarle su lugar a Amallah.

A los 35′ volvió a llegar Francia con peligro. Primero, Mbappé, tapó Bono, Tchouameni cedió a Giroud, quien de media vuelta sacó un disparo que se fue apenas desviado. A los 39′ Griezmann ejecutó un corner desde la derecha, Raphael Varane pateó al arco, pero el tiro se fue afuera.

El cierre del primer tiempo dejó una clara situación para el equipo africano, porque El-Yamiq conectó de chilena, y entre Lloris y el poste derecho le negaron el tanto de la igualdad.

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Fue el anuncio de lo que sucedió en los primeros veinte minutos del complemento. Allah entró por Mazraoui en un Marruecos que volcó el juego a su favor. Se adelantó en el campo y lo metió a Francia en su área, que entendió que era el momento de ponerse el overol y defender el partido. Griezmann fue el abanderado de esa labor, en un rol de volante defensivo que no se avergonzaba si tenía que meterse en su área a marcar.

Didier Deschamps entendió que debía darle velocidad al contragolpe, y a los 64′ Thuram entró en lugar de Olivier Giroud. Mbappé se corrió al c entro del ataque, y Thuram se paró de extremo por izquierda.

A los 65′ llegaron dos modificaciones más en el equipo africano; A. Hamdallah ingresó en lugar de Y. En-Nesyri, y Z. Aboukhlal reemplazó a S. Boufal.

Francia, de a poco, empezó a salir del sosiego en que lo había metido Marruecos. A los 70′ tuvo un tiro libre a favor que Konaté cabeceó y salió muy cerca. A los 73′ Thuram encabezó un contragolpe que Fofana terminó con un remate desviado. Luego, a los 76′ vino la última variante de Marruecos: A. Ezzalzouli entró por S. Amallah. Y cuando iban 77′ Didier Deschamps realizó la segunda y última modificación en su equipo; Kolo Muani ingresó por Dembelé.

Entró tan bien el delantero de Eintracht Frankfurt que la primera pelota que tocó, fue gol. Mbappé armó una jugada bárbara dentro del área, pasó a tres hombres, sacó un tiro que se abrió a la derecha del ataque de los Galos, y por allí surgió Kolo Muani para poner el 2-0 a los 78′ de juego.

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Ahí respiró el equipo europeo. Llegaba el final del partido y encontraba el sosiego, después de haber tenido un partido muy intenso, luchado y bien jugado, con un rival que supo ponerlo en aprietos durante un lapso largo del segundo tiempo.

Marruecos intentó lo último a los 90+2′, con un tiro de Ounahi que pegó en Konaté y fue al corner, y luego, a los 90+3′, con una gran jugada de Ounahi, el centro atrás y un tiro que salvó sobre la línea Konaté.

Francia celebró la clasificación a la final. Ganó un partido durísimo, que fue intenso y atractivo de principio a fin, y ahora estará frente al otro mejor equipo del torneo, Argentina, para jugar una final que será para alquilar balcones.

Hernán O’Donnell

Con convicción, seguridad y eficacia, la Argentina llega a la Final del Mundo

Media hora duró el partido. Después, llegaron dos mazasos que Argentina le propinó a Croacia y dio por terminada la contienda, aún cuando restaban más de un tiempo por jugar. Pero lo cierto es que hubo poco más de treinta minutos de paridad, de juego, de fuerzas equilibradas y de incertidumbre por el resultado. Luego, la Argentina, con la monumental conducción de Leo Messi, tomó el control físico, deportivo y psicológico, ante una Croacia que fue más por inercia y obligación que por entereza colectiva.

En esa media hora Argentina jugó un partido inteligente. Supo esperar a su rival, dejar que tomara el balón y a partir de tres cuartos de cancha, neutralizarlo. Por eso fue útil jugar con cuatro medio campistas, para ganarle esa zona de la cancha, y a partir de allí sacar contragolpes rápidos, que pudieran lastimar, mientras sostenía una defensa sólida. Por eso Lionel Scaloni modificó una vez más la formación y varió el esquema. El equipo arrancó con Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Enzo Fernández, Leandro Paredes y Alexis Mac Allister; y adelante, Leo Messi y Julián Álvarez.

Croacia comenzó con Livakovic al arco; Juranovic, Lovren, Gvardiol y Sosa; Luka Mocric, Marcelo Brozovic y Mateo Kovacic; Mario Pasalic, Andrej Kramaric e Iván Perisic.

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En ese lapso del juego, los europeos intentaron manejar la pelota, darle buen destino y progresar con triangulaciones por las bandas. Sobre todo, por el lateral izquierdo, por el buen talante de Perisic. Los volantes, Modric, Brozovic y Kovacic, se vieron obligados a desdoblarse en el esfuerzo físico para poder dominar un sector en el que la Argentina tenía mayor cantidad de jugadores. Y el trabajo de neutralización de los muchachos de Scaloni dio resultado, porque más tarde o más temprano, recuperaban la pelota, al tiempo que desgastaban a los croatas en un esfuerzo desmedido. Y cuando tenían espacios, con la conducción de Messi, arrancaban en contragolpes de sumo peligro.

Así llegó el pelotazo largo a Julián Álvarez, la desinteligencia de Lovren en la marca, la salida desprolija del arquero Livakovic, el toque de Álvarez, el choque con el arquero, y el penal que Lionel Messi transformó en el 1-0 para la Argentina, a los 34′ de juego.

No se terminaron de acomodar en la reanudación del juego, que enseguida volveó a golpear la “Albiceleste”. Y, esta vez, sería un mazaso definitivo.

Iban 38′ cuando Julián Álvarez aprovechó un buen pelotazo hacia él, burló la salida de Lovren, después volvió a obtener el rechazo suave de Juranovic, Borna Sosa pifió el despeje, la pelota le volvió a quedar al delantero argentino que definió ante la salida del arquero croata para poner el 2-0 a favor de la Argentina.

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Dos cambios realizó Croacia para comenzar el segundo tiempo; M. Orsic entró en lugar de Borna Sosa, de pobre primer período, y N. Vlasic ingresó por M. Pasalic.

Pero no le dio demasiado resultado; para colmo, a los 49′ se lesionó Brozovic, y debió dejarle su lugar a Petkovic. Croacia sumaba delanteros, pero ya estaba muy desdibujado en el campo de juego. Lionel Scaloni metió rápido, a los 60′, a Lisandro Martínez por Leandro Paredes. La intención era armar una línea de tres centrales para jugar contra los dos centro atacantes de Croacia, Kramaric y Petkovic, mientras se abrían por las bandas Nahuel Molina y Nicolás Tagliafico. El partido estaba controlado, pero el entrenador argentino no quería pasar sobresaltos y se apoyó en un esquema muy usado en estos tiempos, de tres centrales y dos laterales que puedan desdoblarse entre defender y pasar al ataque.

Pero si alguien creía que el destino del partido se podía modificar, Leo Messi se encargó de dejarle en claro que todo estaba dicho. Por eso elaboró una jugada espléndida por derecha, burló dos veces la marca de Gvardiol, llegó al fondo, se metió en el área, y sacó un centro exacto para la definición de Julián Álvarez. La argentina quedaba 3-0 arriba a los 68′ de juego, tras una maniobra excelsa de Messi y una definición contundente de Julián Àlvarez, quien tuvo una actuación descollante.

Exequiel Palacios reemplazó a Rodrigo De Paul, a los 73′, mientras que Paulo Dybala entró por Julián Álvarez.

Argentina ya había acabado con el partido. La diferencia en el score era muy grande, y en cada estocada parecía que llegaba un vuevo gol. lo tuvo Dybala en una apilada personal, lo tuvo Alexis Mac Allister en un balón al que no pudo entrarle bien y se le fue al lado del palo izquierdo del arco rival. Croacia se rpetía con centros que cortaban las salidas de Emiliano Martínez, un disparo de Orsic que se fue apenas alto y un intento de Modric que no prosperó. Y cuando salió el propio Luka Modric, a los 80′, agotado y extenuado, reemplazado por Majer, la rendición se firmó en modo incondicional. Es cierto que tuvo, a los 84′, una situación tras un tiro de esquina, el cabezazo cruzado y Dejan Lovren no llegó a definir, pero el match estaba escrito.

A los 85′ llegaron otros dos cambios en la Argentina: Juan Foyth entró por Nahuel Molina, y Angel Correa ingresó en reemplazo de Alexis Mac Allister.

Todo había concluído un largo rato antes. Con solvencia, autoridad y una alta autoestima, la Argentina había nocqueado a Croacia y llega llena de confianza a jugar la Final del Mundo, la sexta de su historia, que no se detiene.

Hernán O’Donnell

En un duelo de gigantes, Francia sacó una luz de ventaja

Fue un gran partido. Casi a la altura de las enormes expectativas que se habían generado, al punto de definirlo como una “Final” anticipada. Fue muy bueno, muy rico en los matices que cada partido de fútbol nos ofrece. No tuvo la intensidad que sus antecedentes prometían, ni se llenó de espectacularidad, pero ofreció un alto nivel de juego, jerarquía en las acciones, y una enorme riqueza conceptual.

Francia sacó una luz de ventaja sobre Inglaterra, porque fue un poco más preciso a la hora de definir, tuvo un poco más de frialdad para manejar el partido, y cada situación la aprovechó al máximo. No quiere decir que estuvo muy por encima del rival. De ninguna manera; Inglaterra jugó un buen partido, tuvo momentos de mayor dominio, y en definitiva, un penal que no pudo convertir lo dejó en desventaja mínima y, al cabo, eliminado.

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El equipo de Gareth Southgate formó con Pickford en la valla; Walker, John Stones, Harry Maguire y Luke Shaw, en la defensa. Jordan Henderson, Rice y Bellingham en la media cancha; Zaka, Harry Kane y Phil Foden en el ataque.

El entrenador de Francia, Didier Deschamps, puso a Lloris al arco; Koundé, Varane, Upamecano y Theo Hernández; doble pivot con Tchouameni y Rabiot; por delante Dembelé, Antoine Griezmann y Killian Mbappé; y de centreforward, Olivier Giroud.

La cautela de ambos dominó el inicio del juego. No se metieron atrás, pero avanzaron con precauciones, sin arriesgar ni forzar demasiado el juego en los diez minutos iniciales. Luego, se empezaron a soltar. A los 10′ se escapó Dembelé por derecha, lanzó el centro al medio, y Olivier Giroud metió un buen cabezazo que desvió Pickford.

En su segundo ataque a fondo, Francia abrió el marcador. Upamecano recuperó un balón con una mínima falta sobre Zaka, cedió a Mbappé, este encabezó un gran contragolpe, combinó hacia el medio y apareció Tchouameni para sacar un potente tiro desde fuera del área y poner el 0-1 para Francia.

Ahí cobró ritmo el partido. El equipo británico se adelantó en el campo, aunque le costaba perforar el cerrojo que le planteaban los galos, porque se atrasó unos metros Giroud para tomar al volante central inglés, Rice, y detrás de él escalonar las marcas. Entonces le costaba a Inglaterra, pues Stones y Maguire, los jugadores libres, no conducían ni armaban jugadas. Buscaban con largos pelotazos a los costados, para Zaka y Foden, y a partir de allí, generar peligro.

A los 21′ Harry Kane metió un buen tiro que desvió Lloris. Volvió a rematar Kane, a los 28′, y otra vez surgió Lloris para sacarla al corner.

Francia cerró el primer tiempo con una buena jugada de tiro libre, bien armada y ejecutada, con centro de Hernández y el remate final de Mbappé, elevado.

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Inglaterra avisó desde el inicio del segundo tiempo con un exquisito y potente tiro de Bellingham que Lloris sacó al corner, cuando iban 46`de juego. Enseguida, a los 51′, llegó el penal de Tchouanemi a Zaka, que tras las discusiones habituales, fue ejecutado a los 53′, por Harry Kane, quien con un tiro cruzado y a media altura, puso el 1-1 en el partido.

Y la temperatura subió aún más en Catar, porque Rabiot se encontró con un balón a la salida de la defensa inglesa, sacó un gran disparo y Pickford respondió muy bien para desviarlo, cuando se jugaban 54′ del partido.

Fue Inglaterra, a los 59′, con Harry Maguire, combinó con Zaka, y apareció el arquero Lloris. A los 69′ Maguire metió un gran cabezazo tras recibir un centro de la derecha, que pasó muy cerca del poste derecho del arquero francés. A los 71′ Shaw hizo un buen centro desde la izquierda, remató Zaka y el balón se fue afuera. Era el momento de Inglaterra, pero allí apareció otra vez su adversario.

A los 76′ Olivier Giroud recibió un centro casi al borde del área chica, sacó el tiro y Pickford desvió con una gran reacción. Enseguida vino el centro de la izquierda de Antoine Griezmann, cabeceó Olivier Giroud, y marcó el tanto de Francia, que lo puso 1-2 arriba en el marcador, cuando iban 77′ de juego.

Southgate movió el banco; a los 78′ puso a M. Mount por Jordan Henderson, y a Sterling por Zaka, mientras que Didier Deschamps hizo su primera y única modificación: Comán ingresó en lugar de Dembelé.

Llegó pronto el penal de Hernández a Mount, que el árbitro brasileño, Sampaio no advirtió, y el VAR lo invitó a revisar la jugada. Iban 83′ cuando Harry Kane se dispuso otra vez a ejecutar la pena máxima, y esta vez elevó su remate por encima del travesaño, con lo cual el marcador no se movió. Francia seguía adelante por 1-2, y ya el final se aproximaba. Una carta más se jugó el técnico inglés, con el ingreso de Rashford por Phil Foden, a los 84′ de juego. A los 90+5′ se lesionó John Stones y lo reemplazó Jack Grealish, en el último intento británico.

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Con lo último fue Inglaterra, y a los 90+9′ tuvo una última oportunidad con un tiro libre de Rashford que se fue apenas arriba del travesaño.

Francia celebró con alta algarabía el triunfo. Fue apenas por 1-2, ajustado, apretado, sufrido por momentos. Tuvo una luz de ventaja en la certeza frente al arco, en cierto aplomo para afrontar un duelo de semejante calibre, y la fortuna que le sonrió en ese penal que Harry Kane tiró por arriba del travesaño.

Hernán O’Donnell

Con orden, sacrificio y efectividad, Marruecos llegó a las semifinales

El Mundial avanza y llega a sus partidos definitorios. La euforia domina y las pasiones crecen. Argentina ha llegado a las semifinales y la intensidad de los hinchas, lógica, razonable, y natural, ha ganado también a muchos periodistas, que son quienes más deberían conservar la calma, analizar el juego y tener una mirada objetiva, racional. La pasión de los hinchas, de la selección o de cualquier club, es la razón de ser de este deporte. La que le da color y sentido, incluso la que sostiene el negocio, aunque no lo vean con claridad. Sin hinchas que consuman, no hay negocio. Así de claro. Pero el periodismo ocupa otro lugar. Es difícil, porque el sentir social colectivo “obliga” a subirse al carro de la euforia, el triunfalismo, y el sentirse “parte del equipo”, cuando en realidad el periodismo siempre está, o debería estar a un costado, como narrador de los hechos, con la mirada que mejor pretenda, pero sin ser parte del equipo ni de la hinchada. Para ser integrante del equipo, hay que estar adentro de la delegación oficial. No hay otra. Por más cercano que se sienta, por más amigo que crea ser de los jugadores o el entrenador. Y para ser parte de la hinchada, hay que estar allí, con ella. En la tribuna. El palco es para periodistas, en un Mundial o un partido del Ascenso, de cualquier categoría. Aún con el cariño por una camiseta o una selección, que nunca se pierde, es cierto, pero debe quedar a un lado a la hora de trabajar. Pero todo se ha mezclado, los roles se desdibujaron, y se ha perdido el sentido profesional.

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De esto se trata. De mantener el profesionalismo, de creer en lo que uno hace, realizarlo con honestidad, y sostenerlo contra viento y marea. El Mundial es un Campeonato de Fútbol, el máximo sin dudas, pero un Campeonato de Fútbol al fin, como el Campeonato de Primera “D”, el Torneo Federal, o la Liga de Chipre. Y como tal lo vemos, lo gozamos, lo analizamos y lo disfrutamos. Sin perder de vista a cada equipo, cada jugador, cada planteo y cada innovación táctica. Por eso disfrutamos tanto cada partido, tanto el de nuestra selección como el resto de los países. En este caso, el de Marruecos y su enorme sacrificio para vencer a Portugal y llegar a las semifinales, con una enorme expectativa e ilusión.

Portugal presentó una novedad, que en el fondo dejó de ser tal. Cristiano Ronaldo, su jugador emblemático, su figura más taquillera y más famosa a nivel mundial, ha quedado, otra vez, en el banco de suplentes. Una decisión táctica del entrenador Fernando Santos, que hizo lo más importante de un entrenador: tomó una decisión.

El equipo de Walid Regragui se presentó con Bono en el arco; Hakimi, El Yamiq, Romain Saiss, y Yahia Attiyat Allah; Ounahi, Amrabat, y Amallah; Hakim Ziyech, Youseff En-Nesyri y Sofiane Boufal.

Fernando Santos determinó que Portugal comenzara con Diogo Costa en el arco; Diogo Dalot, Pepe, Ruben Días y Raphael Guerreiro; Bernardo Silva, Ruben Neves y Otávio; Bruno Fernándes, Goncalo Ramos y Joao Felix.

Y salió un partidazo. Con un equipo, el africano, con un esquema muy claro. Línea de cuatro, Amrabat de volante central por delante de esa línea, los internos, Ounahi y Amallah más adelantados y a veces en línea con los extremos, Ziyech y Boufal, y Youssef En-Nesyri como centrodelantero.

Portugal se paró de manera bien ofensiva. Con las trepadas de Dalot por derecha y Raphael Guerreiro por izquierda, la habilidad de los extremos, Bruno Fernandes y Joao Felix, que hicieron un gran partido, más el aporte de Ramos, buscó desde el inicio. A los 4′ tuvo una llegada con un cabezazo de Joao Félix que Bono sacó al corner. El extremo portugués daba una señal del partido importante que iba a jugar, mientras que el arquero Bono también hacía su primera intervención de una tarde llena de brillo.

Respondió Marruecos con un cabezazo de Youssef En-Nesyri a los 6′, que salió por arriba del travesaño. El partido cobró temperatura muy rápido, y se hizo atractivo.

A los 30 volvió a tener una chance clara Portugal, con un tiro de Joao Félix que se desvió en un defensor, y el balón salió al corner.

Hasta que a los 41′ llegó el gol de Marruecos. Una centro desde la izquierda, el arquero Diogo Costa salió a destiempo, detrás incluso de la cobertura de Rubén Días, y por delante de ellos se metió Youssef En-Nesyri, para anticiparse y de cabeza poner el 1-0 a favor de Marruecos.

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Portugal salió más apurado a jugar el segundo tiempo, y volcó el juego hacia el área rival. Cuando iban 50′ hizo sus primeras dos modificaciones. Joao Cancelo entró en lugar de Raphael Guerreiro, mientras que Cristiano Ronaldo reemplazó a R. Neves. En Marruecos, a los 56′ Dari debió ingresar por el lesionado Saiss.

Tuvo una gran chance el equipo luso a los 57′, con un cabezazo de Goncalo Ramos que salió apenas desviado. Luego, a los 63′, llegaron dos variantes en el equipo africano; W. Cheddira ingresó por S. Amallah, y B. Benoun ocupó el lugar de Y. En-Nesyr.

El partido ya tenía un argumento muy claro. Portugal lanzado al ataque, los africanos más replegados. Cuando iban 68′ llegaron el tercer y cuarto cambio del equipo europeo; Rafael Leão entró por G. Ramos, y V. Ferreira ingresó por Otavio.

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El empuje de los lusos era fuerte y constante, pero todo terminaba en las manos de Bono. A los 78′ realizó su quinto y último cambio; Ricardo Horta entró por Dalot. Bruno Fernandes se ubicó de lateral derecho y Horta fue de extremo. Y se mantuvo el dominio de Portugal.

A los 80′ Aboukhal debió entrar por el lesionado Ziyech, mientras que Jabrane ingresó en lugar de Boufal, en la ventana en que Marruecos hizo su cuarto y quinto cambio.

Joao Félix tuvo un tiro extraordinario, a los 82′, que Bono sacó al corner con un vuelo tremendo. A los 90+1′ Cristiano Ronaldo se escapó de contragolpe y sacó un disparo rasante que desvió Bono, el arquero de Sevilla. Era un final a toda orquesta, con Portugal jugado en ataque y los marroquíes agazapados, a la espera del contragolpe.

Fue expulsado Cheddira, a los 90+2′, por doble amonestación. Y a los 90+5′ se escapó de contragolpe Aboukhal, solo, y Diogo Costa le tapó el remate con el pecho.

Hasta allí llegó el partido. Las lágrimas conmovedoras de Cristiano Ronaldo, que poco pudo hacer en el tiempo que jugó. La alegría de los marroquíes, que abrazan una semifinal histórica. Y el Mundial de Fútbol, que nos regala partidos vibrantes, atractivos y emocionantes que nos recuerdan que el juego está por encima del show, el colorido, el negocio, y las figuraciones de quienes buscan un protagonismo que está fuera de juego.

Hernán O’Donnell

Francia e Inglaterra reviven un Clásico Mundial

Son dos grandes equipos, con una historia muy rica, llena de éxitos, gloria, y también algunos sinsabores. Pero además, con una larga relación de enfrentamientos, un clásico que tiene su origen en la misma historia de los países, casi desde su nacimiento. Y de ese surgimiento como naciones, de luchas y recelos, se volcó al deporte en general, y al fútbol en particular, una rivalidad muy fuerte. Un “Clásico” del fútbol mundial.

Inglaterra y Francia ganaron con cierta holgura sus partidos de octavos de final, y ahora deberán verse las caras el sábado 10 en el Estadio Al-Bayt para dirimir un semifinalista de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022. Los “Galos” ganaron con autoridad a Polonia por 3-1, los ingleses se impusieron a Senegal 3-0.

Francia dominó su partido de principio a fin. Con una formación plagada de estrellas, salió desde el inicio a tomar el control del partido. Hugo Lloris en el arco; Koundé, Raphael Varane, Dayot Upamecano y Theo Hernández en la defensa. Tchouameni y Rabiot en el medio; por delante, Dembelé, Antoine Griezmann y Kylian Mbappé; Olivier Giroud como referencia de ataque.

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Tuvo media hora sostenida de presión y ataque. Con el equipo volcado hacia el campo polaco, no pudo abrir el marcador porque falló en algunas definiciones, y en otros casos porque el arquero rival, Wojciech Szczesny respondió a la altura de sus antecedentes, esos que demuestra de modo habitual en el arco de Juventus. Detuvo un remate muy potente de Tchouameni, en otra ocasión Giroud falló en la definición tras un centro de Dembelé, hasta que el propio Olivier Giroud definió con su enorme jerarquía un pase que había recibido en profundidad, para poner el 1-0 a favor de Francia a los 43′ de juego.

Polonia había tenido una ráfaga antes de ese gol, cerca del final del primer tiempo, ya salió con mayor determinación en el complemento, pero bastó un enorme contragolpe de Francia para liquidar el partido a los 73′ de juego. Todo nación en un despeje de Griezmann tras un corner del rival, Giroud paró con enorme categoría el balón que bajaba de lo alto, abrió a la derecha para la corrida de Dembelé, este cruzó el balón a la izquierda para la llegada de Mbappé, quien paró el balón ya en el área polaca, se acomodó y sacó un tremendo bombazo que se transformó en el 2-0 para Francia.

A lo largo del complemento, Didier Deschamps, el entrenador francés, realizó modificaciones para dosificar fuerzas y desgaste de sus futbolistas. Así, Y. Fofana entró por A. Tchouameni a los 65′; luego, a los 75′ M. Thuram reemplazó a Olivier Giroud, y K. Coman ingresó por O. Dembele; en tanto a los 90+1′ A. Disasi ocupó el lugar de J. Kounde.

A los 90+1′ llegó el tercer gol de Francia, una exquisitez de Mbappé que amagó en el área, y sacó un disparo bombeado, que se metió en el ángulo superior izquierdo de Szczesny, y marcó el 3-0 para Francia.

El largo tiempo agregado le dio la posibilidad a Polonia de contar con un penal a favor, a partir de un advertencia del VAR por una mano. Iban 90+8′ cuando remató Robert Lewandowski y detuvo Lloris, pero se había adelantado antes de que ejecute el delantero. Se repitió el remate, y esta vez sí convirtió Lewandowski, para dejar el marcador final 3-1 para Francia.

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Inglaterra ganó con autoridad ante Senegal. También fue un partido en el que salió a imponer condiciones desde el principio. Con Pickford en la valla; Kyle Walker, John Stones, Harry Maguire y Luke Shaw en la línea de fondo. Jordan Henderson, Declan Rice y Jude Bellingham en el medio campo. Y adelante, Bukayo Saka, Harry Kane y Phil Foden, el equipo de Southgate tuvo una muy buena performance. Sostenido en la inteligencia de Henderson para manejar la pelota, darle le destino más aconsejable en cada pase, la dinámica de Rice, los movimientos en el frente de ataque de Harry Kane y la habilidad de Foden, Inglaterra superó a Senegal, que se sostuvo en la garra de Koulibaly y la voluntad de Mendy en el medio campo, pero que no pudo sostenerle el ritmo al equipo inglés.

La resistencia duró poco más de media hora. Una hermosa jugada por izquierda culminó con una notable definición de Jordan Henderson, a los 38′, que puso el 1-0 a favor de Inglaterra.

Y sobre el final del primer tiempo, un contragolpe letal, donde Foden cedió con inteligencia y precisión a Harry Kane, este resolvió con un excelente remate para poner el 2-0 para Inglaterra cuando iban 45+2′ de juego.

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Senegal intentó revertir la desventaja con tres cambios en el entretiempo. P. Gueye entró en lugar de P. Ciss, A.B. Dieng reemplazó a I. Ndiaye, y P. Sarr ingresó por K. Diatta.

Pero casi no pudo hacer efecto esas variantes, porque a los 57′ Saka resolvió con categoría un buen centro de la izquierda y puso el 3-0 para Inglaterra.

El equipo británico jugó con el reloja para hacer los cambios y manejar el partido. A los 64′ M. Rashford entró por B. Saka, y Jack Grealish reemplazó a Phil Foden; cuando iban 75′ Mason Mount ingresó en lugar de J. Bellingham, y E. Dier ocupó el lugar de John Stones; y sobre el final, a los 81′ K. Phillips entró por Jordan Henderson.

Fue una actuación convincente del equipo de Gareth Southgate. Con un rendimiento colectivo sólido, aceitado, prolijo. Audaz. Y con actuaciones individuales muy destacables. Henderson, Kane, Foden, Rice, Bellingham…

Inglaterra dejó una buena imagen, igual que Francia, y ahora deberán medirse en lo que promete ser uno de los más grandes partidos del Mundial.

Hernán O’Donnell

Argentina mezcló fútbol y overol para vencer a Australia y avanzar en el Mundial

El abrazo final de Nicolás Otamendi y Lisandro Martínez junto al arquero Emiliano Martínez, que abrazaba la pelota como al amor que se escapaba, sobre el cierre del partido y el delantero egipcio Garang Kuol, de apenas 18 años, metía el remate que detenía la respiración de un país abrazado a un triunfo agónico y apretado frente a Australia, fue la síntesis que mejor reflejó la victoria de la Argentina para arribar a los Cuartos de Final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022.

Fue la fotografía que resumía la noche en Doha. Sangre, sudor y lágrimas. El equipo de Lionel Scaloni jugó con inteligencia, supo esperar sus momentos, aprovechó las fallas del rival, y se puso el overol cuando hizo falta para trabajar y pelear el partido.

La “Albiceleste” comenzó con Emiliano Martínez en el arco; línea de cuatro con Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Enzo Fernández de volante central; De Paul, Alexis Mac Allister y Alejandro Gómez; Lionel Messi y Julián Álvarez en el ataque.

Australia presentó al arquero Mat Ryan; Degenek, Souttar, Rowles y Behich, laterla izquierdo que cumplió un gran partido. Mathew Leckie, Keanu Baccus, Aaron Mooy, y Riley McGree; Mitchell Duke y Jacson Irvine.

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El primer tiempo no tuvo un volumen alto en cuanto a intensidad y juego. Argentina tenía la pelota, pero no se desesperaba en la búsqueda de la apertura, no forzaba los ataques, sino que más bien la manejaba con paciencia, para que el gol apareciera sólo, por decantación. No se impacientaba, aún cuando Australia se mostraba cerrada en la defensa y amenazaba con alguna contra, o con el cabezazo de Souttar, a los 29′, que fue despejado en el área por De Paul.

Y esa paciencia la llevó a abrir el marcador. Iban 34′ cuando Messi ejecutó bien un tiro libre, el rebote le quedó a Alejandro Gómez quien volvió a abrir para Messi, este cedió a Mac Allister, cuyo pase fue a Otamendi, quien intentó controlar el balón y se detuvo cuando vio que le quedaba a Messi. Y para Leo fue un obsequio caído del cielo, esa pelota que está libre en el área y la arremete para entrarle de lleno, rasante y fuerte, con un poco de “rosca” para que se le haga muy difícil al arquero Mat Ryan, y se convierta en el 1-0 a favor de Argentina.

Así se cerró el primer tiempo. Con un partido que se asemejaba a un ajedrez atlético; más pensado que jugado.

En el complemento Australia adelantó un poco sus líneas y fue a buscar el empate. Lionel Scaloni tomó nota del partido que se le venía, y a los 50′ decidió que el defensor Lisandro Martínez reemplazara al volante Alejandro Gómez. Argentina pasó a jugar con tres centrales, Romero, Otamendi y Lisandro Martínez, Molina por el carril derecho, Acuña por el izquierdo y en el centro del campo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, con Messi y Álvarez en el ataque.

El equipo se disponía a ponerse el overol, pero también mostraba su capacidad y sagacidad para aprovechar cada error del adversario. Ese “saber” y “entender” el juego, tan típico del futbolista argentino. Iban 56′ cuando Australia demoró una salida desde el fondo, entre toques laterales e intentos de manejar el balón, desaconsejables para un equipo que no tiene la riqueza técnica que tenía el Barcelona de Guardiola, modelo de esa forma de salida desde su campo. Los equipos que han intentado jugar de esa manera, con la asunción de riesgos extremos en su propia área, han fracasado. Admirar a aquel Barcelona no significa que todos lo puedan o deban hacer. Porque los errores se pagan muy caro, como le salió al arquero Mat Ryan, quien intentó gambetear en su campo a De Paul y a Álvarez. Supereó al primero, pero la presión del segundo lo llevó a perder el balón, y Julián Álvarez convirtió con facilidad para poner el marcador 2-0 a favor de Argentina. Muy difícil de remontar. Aquel Barcelona jugaba con aquel riesgo por dos razones: la inmensa riqueza técnica de sus futbolistas, que le permitía salir con pases desde la línea de gol de su arco, y porque si fallaban y les convertían, sus delanteros y mediocampistas, estaban capacitados para convertir la cantidad de goles necesarios que repararan aquel error.

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Lo cierto es que el equipo de Scaloni se puso arriba en el marcador, y tuvo un pasaje de serenidad para liquidar el partido. Australia hizo dos cambios de manera inmediata. Craig Goodwin ingresó en lugar de Riley McGree, y Ajdin Hrustic reemplazó a Baccus, cuando iban 57′ de juego.

El equipo de Oceanía se volcó a un mayor ataque, Argentina arremetía con veloces contragolpes que amenazaban con liquidar el match.

A los 70′ Lautaro Martínez ingresó en lugar de Julián Álvarez, y Nicolás Tagliafico reemplazó a Marcos Acuña. En esa ventana, a los 71′, Graham Arnold, el entrenador de Australia, hizo tres modificaciones: Jamie Maclaren ingresó por M. Duke, G. Kuol entró por M. Leckie, y F. Karacic reemplazó a M. Degenek.

Parecía que Argentina controlaba el partido, pero el fútbol siempre tiene una sorpresa y Goodwin sacó un remate fuerte que tenía destino de control de Emiliano Martínez, pero se desvió en Fernández y cambió su recorrido para ser el gol de Australia, a los 76′. El encuentro quedaba 2-1 para la Argentina.

Decidió volver a mover el banco Scaloni, y a los 78′ Exequiel Palacios ingresó en lugar de Alexis Mac Allister, y Gonzalo Montiel reemplazó a Nahuel Molina.

El epílogo fue un sufrimiento para la Selección. Porque sufría en su campo y desperdiciaba oportunidades en sus contragolpes, como la que se le fue alta a Lautaro Martínez tras una buena jugada de Leo Messi; y a la vez, a los 80′, el lateral australiano Behich trazó una excelente jugada individual por izquierda, que fue cortada por el cierre de Lisandro Martínez. Mientras, la Argentina no podía lograr el tanto de la tranquilidad. A los 90+1′ lo tuvo otra vez Lautaro Martínez, pero el arquero Ryan le tapó el remate. A los 90+2′ fue Messi el que probó y su tiro salió desviado. A los 90+4′ el arquero Ryan volvió a ahogar el grito de Martínez. Argentina no podía liquidar el juego, y de pronto llegó esa jugada final…

Iban 90+6′ y el partido se acababa. Australia fue con la última esperanza, el balón llegó de izquierda a derecha, Koul giró en el área, se acomodó para la mejor ubicación y sacó un tremendo tiro que Emiliano Martínez tapó con su brazo izquierdo extendido.

Ahí quedó tras atrapar esa endemoniada pelota. Con los defensores arrojados sobre él. Con la respiración entrecortada y la angustia reflejada en ese gesto desesperado. Con la alegría contenida y desatada con el silbato final. Argentina ganó en octavos de final un partido muy duro ante Australia. Por momentos ofreció fútbol; en otros, se puso el overol. Le alcanzó para ganar y mantener viva la llama de la ilusión.

Hernán O’Donnell

Países Bajos tuvo altura para entender el partido y avanzar a los cuartos de final

Fue un muy lindo partido; con dos equipos virtuosos, ricos, competitivos. Quizás con mayor experiencia Países Bajos, con ese saber que le permitió entender el juego, como se planteaba el encuentro y la sagacidad de su entrenador Louis Van Gaal para plantearlo de la manera que más le convenía. Con una actitud encomiable por parte de Estados Unidos, que siempre se prodigó por el ataque, aún cuando daba algunas ventajas en el retroceso ante cada contragolpe naranja. Fue un gran partido, y el ganador tiene credenciales como para considerarlo un rival de cuidado.

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Países Bajos comenzó con Andries Nopper en la valla. Tres centrales, Jurrien Timber, Virgil Van Dijk y Nathan Aké; Denzel Dumfries como lateral derecho, Marten de Roon y Frenkie de Jong como volantes centrales y Daley Blind como carrilero izquierdo; y adelante, Davy Klaasen, Cody Gapko, y Memphis Depay.

El conjunto de Gregg Berhalter se presentó con Matt Turner en el arco; Sergiño Dest, Walker Zimmerman, Tim Ream y Antonee Robinson; Weston Mckennie, Tyler Adams, y Yunus Musah; Timothy Weah, Jesús Ferreira, y Christian Pulisic.

El inicio del partido tuvo el control de Estados Unidos. Bien adelantado en el campo, con las trepadas de Dest y Robinson, la dinámica de Tyler Adams y la habilidad de Pulisic, el conjunto de Berhalter llevó el juego hacia el campo “naranja”. Pero se encontraba con una defensa cerrada, firme, donde sobresalían Nathan Aké y Virgil Van Dijk, amén de los carrileros, que salían rápido de contra. Así fue como aprovechó un contragolpe de izquierda a derecha, con la abertura a Denzel Dumfries, quien envió un centro atrás, y sobre el punto del penal surgió Memphis Depay para convertir con un remate fuerte. Iban 9′ y Países Bajos se adelantaba por 1-0.

El juego continuó con el mismo argumento. Un equipo, el norteamericano, que buscaba en ataque con buen trato del balón, y otro conjunto, el europeo, que era muy práctico para cortar en su campo y aprovechar los amplios espacios para amenazar de contragolpe.

Sobre el cierre de la primera etapa volvió a llegar Estados Unidos; remató Weah a los 42′, y respondió Noppert. A los 44′ fue Sergiño Dest el que armó una buena jugada individual por derecha, pero no pudo rematar cuando entró al área. Y el equipo de Van Gaal volvió a usufructuar su oportunidad.

Ya se jugaban 45+1′, y Dumfries envió un centro similar al del primer tano, esta vez surgió Blind por el centro del área, y sacó un disparo seco que se transformó en el 2-0 para Países Bajos.

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No estaba conforme el célebre Louis Van Gaal, entrenador de Países Bajos, con el rendimiento de su equipo a pesar de la ventaja de dos goles, y por eso decidió hacer dos modificaciones para comenzar el segundo tiempo.  T. Koopmeiners ingresó por D. Klaassen, mientras que S. Bergwijn entró en lugar de M. de Roon. Bajó unos metros Gakpo, y el equipo empezó a tener un poco más la pelota. Gregg Berhalter, en tanto, decidió comenzar el segundo tiempo con una variante en el equipo americano; Giovanni Reyna ingresó por Jesús Ferreira.

Y creció más el partido. A los 48′ llegó Estados Unidos, con una arremetida de Ream que salvó Gakpo sobre la línea, tras un tiro de esquina desde la derecha. Países Bajos contestó a los 49′, con un centro de la derecha que intentó conectar Memphis Depay, y Matt Turner tapó en una notable reacción.

Entonces, el partido se hizo de ida y vuelta. Iban 53′ y Estados Unidos volvió a tener una buena llegada. Giovanni Reyna cedió a McKennie, este sacó un buen tiro que se fue por arriba del travesaño. Y otra vez respondieron los europeos, con un disparo de Memphis Depay que Matt Turner desvió al corner, cuando se jugaban 60′ del encuentro.

A los 64′ llegaron el segundo y tercer cambio del equipo de Berhalter; Brenden Aaronson ingresó por Timothy Weah, y Wright entró en lugar de McKennie.

A esta altura, ya era otro partido. Con más llegadas y dominio repartido. Salvó Turner a Estados Unidos en una doble tapada a los 70′ de juego. A los 74′ le quedó el balón a Wright, pero su control fue defectuoso, se abrió mucho para superar al arquero de Países Bajos y su tiro fue tapado por Timber, quien sacó el balón al corner.

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A los 75′ Yedlin entró por Sergiño Dest, en el cuarto cambio de los americanos. Y del tiro de esquina vino el remate defectuoso de Wright que sorprendió a la defensa europea y se metió junto al ángulo para que Estados Unidos achicara la diferencia. El partido quedaba 2-1 a favor del equipo naranja.

El entusiasmo americano iba a durar poco. A los 80′ Blind tomó un balón por izquierda, amagó tres veces, hasta que sacó el centro pasado para Dumfries, tal vez descuidado por Robinson, pero ahí es el arquero, Turner, el que debe hablar, ordenar, y avisarle a sus compañeros por las marcas. Turner tenía la jugada y el campo de frente, debió ordenar a la defensa y advertir a sus compañeros que un rival llegaba libre por el costado derecho.

Dumfries hizo su trabajo, y con un remate cruzado, puso el 3-1, a los 80′, que iba a ser definitivo.

Sintió el golpe Estados Unidos. Lo sintió Robinson, tal vez se sintió responsable por esa jugada, y enseguida no pudo controlar una pelota accesible. Pero sería injusto caerle al lateral, que jugó un gran partido y un buen Mundial, en una jugada que debía contar con la ayuda del arquero para ordenar a la defensa.

A los 82′ Simons reemplazó a Depay en el equipo naranja, mientras que a los 90+1′ entró el delantero Jordan Morris por el lateral Robinson, en la última apuesta de Gregg Berhalter. Su colega, Louis Van Gaal hizo dos cambios a los 90+2′ para el conjunto europeo: Matthijs de Ligt reemplazó a N. Ake, de muy buen partido, y W. Weghorst ingresó en lugar de C. Gakpo.

Fueron las últimas anotaciones de un gran partido, que se disputó entre los dos equipos que empelaron sus mejores armas. Estados Unidos, con su crecimiento constante. Países Bajos, con la mezcla valorable de calidad individual con experiencia y conocimiento táctico, para interpretar bien el partido y dar el paso adelante en la clasificación.

Hernán O’Donnell

Japón se clasificó primero en su zona, producto de un trabajo largo y la confianza en su potencial

Para aquellos que ven fútbol cada cuatro años, cuando llega el Mundial, se sorprenden ante la aparición de nuevos equipos, resultados inesperados y rendimientos llamativos. Son los “Fan” del Mundial, que se acuerdan de la pelota cuando llega la fiesta máxima, pero que no siguen con asiduidad a este deporte, que de manera ininterrumpida nos nutre de jugadores, equipos y partidos para seguir, analizar y descubrir. Si no mantienen una mirada constante en el fútbol, sobre todo en el internacional, llegan al torneo con un cierto desconocimiento de la actualidad del juego, producto de esa falta de seguimiento en esos años previos a cada Copa del Mundo. Y esa falta de información les hace creer que solo las potencias tienen posibilidades, que los “nombres” ganan por sí mismos, y que no hay cambios ni evoluciones en el fútbol. Casi no ven fútbol durante cuatro años, y llegan desactualizados a la Copa del Mundo, más preocupados en sumar “presencias” que en el conocimiento del juego, el análisis del mismo y disfrutarlo. Entonces, se sorprenden con Japón. Porque no han visto el trabajo del seleccionado ni tampoco a las individualidades que se destacaron en las ligas mayores de Europa, como la Bundesliga o la Premier League. Por supuesto que el fútbol siempre esconde sorpresas, y que está habitado por duendes que todo lo modifican, pero en esas “sorpresas” siempre hay una base que sustenta su resultado. Japón, como cualquier equipo que a un espectador lo pueda sorprender, siempre tiene una base, un argumento, una historia, un proyecto. Algo que lo sostenga. Un equipo improvisado es muy difícil que de una sorpresa. Tiene algún fundamento. Lo que pasa es que muchas veces no lo conocemos, entonces le decimos “sorpresa”.

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Japón derrotó a España de una manera similar a la que había vencido a Alemania en la primera ronda de la zona. Algo quiere decir. Con un primer tiempo cauto, pasivo, espeso. Con un esquema que cada vez se usa más en el fútbol, 5-4-1, sobre todo en nuestra Liga Profesional, donde muchos equipos plantean ese sistema. Japón intentó dormir el juego en el primer tiempo y lo desató a todo vértigo en el complemento. tal como lo hizo ante Alemania. Y le dio el mismo resultado. Perdía 0-1, ganó por 2-1.

El equipo oriental salió con Shuichi Gonda en el arco; Junya Ito, Kou Itakura, Maya Yoshida, Shogo Taniguchi y Yuto Nagatomo; Takefusa Kubo, Ao Tanaka y Daichi Kamada; Daizen Maeda de centro atacante.

El conjunto de Luis Enrique se alineó con Unai Simón; Azpilicueta, Rodri, Pau Torres y Alex Balde; Gavi, Sergio Busquets y Pedri; Nico Williams, Alvaro Morata y Dani Olmo.

La primera llegada fue del equipo asiático. De izquierda a derecha, el balón llegó a Ito, quien definió con un tiro que salió cerca, a los 7′ de juego.

España se hizo de la posesión del balón, jugó bien adelantado y enseguida abrió el marcador. Una buena combinación en ataque terminó con un centro preciso de Azpilicueta, y el cabezazo de Álvaro Morata puso el 0-1 cuando iban 11′ del partido.

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A partir de ahí, el encuentro ingresó en un monólogo. La Roja dominaba, controlaba la pelota y sostenía el partido en campo japonés. A los 22′ llegó Morata, pero Gonda respondió con seguridad. Y cerró el primer tiempo con un disparo de Williams que se desvió en un defensa y salió al corner.

Para el inicio del complemento, Hajime Moriyasu, entrenador de Japón, efectuó dos variantes: Doan reemplazó a T. Kubo, mientras que K. Mitoma ingresó en lugar de Y. Nagatomo; mientras que Luis Enrique hizo una modificación: Daniel Carvajal entró por Azpilicueta.

Fue el momento en que Japón aceleró. Fue a apretar bien arriba, y España demoró una salida; primero la retuvo demás Unai Simón, lo que generó una presión alta japonesa; luego, el arquero le dio un pase comprometido a Balde, este controló hacia adentro y perdió la pelota ante la presión del lateral, y Doan sacó un remate fortísimo que puso el encuentro 1-1 a los 48′.

Y tal como en el partido frente a los germanos, enseguida metió el segundo golpe. Una pelota que parecía perderse por el fondo, el centro atrás y la entrada de Tanaka para poner el 2-1 a favor de Japón, certificado por el VAR a los 52′, tras dos minutos de revisión.

España estaba al borde del precipicio; para colmo Costa Rica le ganaba a Alemania por 2-1 y eso clasificaba a los “Ticos” y eliminaba a la “Roja”.

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Luis Enrique realizó la segunda y tercera modificación a los 56′; Asensio por Álvaro Morata, mientras que Ferrán Torres entró en lugar de Williams. España necesitaba empatar, por lo menos, y otra vez empujó a su rival en su campo, mientras sostuvo su idea de juego. Iban 61′ cuando Asano reemplazó a Maeda en el equipo de Hajime Moriyasu.

A los 67′ el entrenador cerró su ventana de cambios: Ansu Fati entró por Gavi, en tanto que Jordi Alba ingresó por Balde. En Japón, a los 68′, Tomiyasu reemplazó a Kamada.

Los goles de Alemania, que revirtió el marcador frente a Costa Rica para adelantarse 4-2, le trajeron tranquilidad al equipo español, que siguió con su estilo y su propuesta de juego, sin entrar en la desesperación. Endo en lugar de Tanaka fue el último cambio japonés, cuando iban 86′ del partido.

Y al final, España llegó con dos chances muy claras. A los 88′ Asensio sacó un remate violento y respondió Gonda. Luego, a los 89′ fue Dani Olmo quien surgió por el carril derecho, probó con un tiro cruzado y otra vez el arquero japonés tapó el disparo.

Fue lo último. España debió aguardar unos minutos el final de Alemania-Costa Rica, porque ese partido podía condenarlo. Claro está que para que ello sucediera, Alemania debía hacer cuatro goles más, o Costa Rica convertir tres y revertir el resultado. Sólo quedaba esperar dos minutos, y luego sí, el alivio llegó al equipo español.

Japón llegó con sus armas. Jugadores que actúan en grandes ligas, un equipo que suma años de trabajo, una experiencia olímpica reciente más que interesante, un esquema de juego aceitado y un entrenador muy capaz. Que sea una sorpresa, solo para los incautos.

Hernán O’Donnell