Para bien o para mal, esta Copa América Centenario USA 2016 perdurará en la memoria de los aficionados al fútbol; es decir, a una inmensa población que lo sigue y lo respira en Sudamérica, en Centroamérica, en México y, cada vez más, en Estados Unidos. Una Copa que se jugó a lo largo y ancho de un territorio inmenso, que tuvo partidos por todos lados, repartidos en la superficie que equivale a un continente y que constó de buenos partidos, goles vibrantes, sorpresas, decepciones, grandes figuras y dos equipos que sobresalieron del resto y se encontraron en la final.
Perdurará en la memoria de la gente de Panamá, que hizo una buena Copa, le ganó a Bolivia, sufrió con Argentina y siempre desplegó un fútbol vistoso. Perdurará en las intenciones de Colombia y la madurez que empieza a alcanzar Venezuela.
Perdurará en Perú, que se acomodó a lo que pretende Gareca y crece. También quedará en la memoria de Brasil; un fracaso rotundo, porque más allá de golear a Haití por 7 a 1, quedó afuera en la primera ronda. Y eso es grave para un seleccionado de tamaña riqueza e historia.
Quedará en la memoria de los amantes del fútbol nacidos en Estados Unidos, que aún son minoría en el país, pero que crecen y cada vez, de a poquito, suman más. Una encuesta reciente publicada por The Wall Street Journal, dice que entre los jóvenes de 12 a 24 años, el “soccer” ya es el segundo deporte.
Quedará en la memoria de Ramón Díaz: el primer partido, ante Costa Rica en Orlando, le quitó todo el aire y buena parte de las chances de clasificación. Empató 0-0 bajo el calor sofocante de la tarde de la Florida y tras esos dos puntos perdidos el equipo no pudo recuperarse y Ramón dejó su puesto.
Perdurará en la memoria de Chile. Empezó de menos a más. Fue superado por Argentina en el primer partido, pero el gol que marcó en el descuento para cerrar la derrota por 1-2 le dio un empuje que se tradujo en la seguidilla de victorias siguientes ante Bolivia (con un penal discutido y un arbitraje polémico), Panamá, la goleada 7-0 a México, la victoria en semis ante Colombia 2 a 0 bajo el diluvio de Chicago y el triunfo por penales ante la Argentina por 4 a 2.
Chile llegó como candidato y tuvo la madurez y la claridad para respaldar esa candidatura.
Quedará, como un martillazo doloroso, en la memoria de la Argentina futbolera. El torneo que se construía de a poco, que enhebraba victorias y buenas actuaciones, que edificaba la ilusión de cortar 23 años de sequía, se derrumbó como un castillo de arena en la tanda de los penales de la gran final.
La Argentina jugó por momentos bien, pero siempre estuvo muy encima de sus adversarios (hasta las semifinales) más por la jerarquía de sus futbolistas que por el rendimiento colectivo. No fue una maquinaria de fútbol. Fue, más bien, la supremacía de sus futbolistas por encima de los jugadores rivales. Luego de vencer a Chile, le ganó en fila a Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos. Todos equipos entusiastas, con algunas virtudes más destacadas en unos que en otros, pero ninguno tiene la estatura futbolística que pueda exigir a una selección de primerísimo nivel. Y el equipo de Martino los superó más con superioridad técnica que con juego colectivo.
Ante Chile, la selección mereció ganar. Ahí tiene razón el “Tata” Martino. Tuvo varias situaciones que le pudieron dar la ventaja. Pero no mostró superioridad de conjunto. Y hasta sufrió algunas contras que salvó “Chiquito” Romero.
No pudo la Argentina. No pudo convertir en 120 minutos, no pudo doblegar la férrea defensa chilena, no pudo entrar el cabezazo de Agüero al final, no pudo en los penales…
Perdurará en la memoria porque se perdió en otra noche triste, porque no se cristalizó lo que se veía tan factible y porque luego de la caída llegó un golpe más fuerte y contundente: Leo Messi declaró que el seleccionado se había terminado para él. Y duele, claro porque aún tiene muchísimo para dar. Puede ser una declaración “en caliente” y que pasado un cierto tiempo, más frío y sereno, revea esa decisión. Pero perdurará esta Copa América Centenario USA 2016, también por eso: porque a la pena por la caída en la final, se le sumó una despedida que, de concretarse, será mucho más dura de sobrellevar.
Hernán O’Donnell
(Enviado Especial a New York City, New York, USA)