Toda la mística de Wembley, la “Catedral del Fútbol”. Toda la pasión de un pueblo futbolero por excelencia, orgullosos de ser los creadores del “beautiful game”. Toda la expectativa de una semifinal de EURO, el torneo de selecciones más atrapante después de la Copa Mundial de la FIFA. Toda la alegría de un estadio lleno de gente, de música y color a la epsera de un choque vibrante. El local, Inglaterra, con el peso de la historia, la obligación de jugar en casa y la ilusión que despierta un equipo que desde la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018, no para de crecer. Y Dinamarca, otra vez con el traje de cenicienta, como en aquel verano del ’92, cuando accedió a la EURO-Suecia 1992 por la deserción de Yugoslavia, que debido a su inestable situación política no pudo participar, y Dinamarca fue designada sustituta por haber terminado segunda en el mismo grupo de la fase de clasificación de la EURO. Entonces, siempre se lo recordó así, entró por la ventana, y salió por la puerta grande de los vencedores. Esta vez, en una semifinal ante el local, los boletos estaban todos comprados en favor de su rival. Pero el traje de héroe siempre les gustó a los daneses.
La confianza en Inglaterra estaba por las nubes. 4 a 0 a Ucrania en los cuartos de final, un equipo ensamblado, al margen de la decisión de Southgate de reemplazar a Sancho por Saka, y la ilusión de jugar una final en Londres. Todo estaba dado para un gran partido.
Y el primer tiempo fue vibrante. Inglaterra salió a jugar a toda velocidad, con la dinámica de Phillips en la mitad de la cancha, la apertura por los costados a través de Saka y Sterling y el enlace de Mount con Harry Kane para generar peligro. Pero ese furor duró unos diez minutos; hasta que Dinamarca se pudo acomodar, con tres centrales firmes, Christensen de mayor salida que sus compañeros, y Kjaer para respaldar a todos. Stryger y Maehle buscaban alinearse con los volantes medios, Hojberg y Delaney, en tanto los tres delanteros, Braithwaite, Dolberg y Damsgaard se juntaban con los volantes cuando Inglaterra atacaba. porque el equipo danés no tenía prejuicios; si el balón era del local, se replegaban los laterales para formar una línea de cinco, los hombres de costado, Braithwaite y Damsgaard se metían en la línea media y solo quedaba Dolberg como punta de lanza. 5-4-1, para desplegarse a la hora de conseguir el balón.
Y así tuvo un par de llegadas, hasta que abrió el marcador. A los 24′ Damsgaard probó con un tiro cruzado y el balón pasó por delante del arco inglés. Y a los 29′ el propio Damsgaard metió un fabuloso tiro libre que se metió bien arriba, lejos del alcance de Pickford, que significó el 0-1 para Dinamarca.
A Inglaterra se le llenó el cuerpo de preguntas. Confundió juego con velocidad, y apuró el ritmo, aunque encontró en Kane un toque de serenidad para armar las jugadas que lo llevaran al empate. Y así ocurrió a los 39′, con un desborde de Saka por derecha, el centro al borde del área chica, la aparición de Sterling casi bajo el arco y Kjaer, que en su afán de despejar, metió el balón contra su valla. 1 a 1, y fin de la primera parte.
Inglaterra fue otra en el complemento. Se despertó y lo jugó con todas sus luces. Más dinámico fue el local a partir de la levantada de Phillips, el volante de Leeds que se adueñó del centro del campo y organizó el juego, con la habilidad de Mount, la potencia de Kane y las trepadas de Shaw y Walker por los costados. A los 54′ tuvo una chance muy clara, con un centro de Mount, un cabezazo potente, certero y bajo de Maguire y Schmeichel tapó bien con una estirada fenomenal.
Repitió Mount a los 63′ y tapó el arquero danés. A los 66′ se vivnieron tres variantes en la visita; Poulsen entró por Damsgaard, Norgaard ingresó en reemplazo de Dolberg y Wass en el medio campo entró por Strygger. Southgate, en tanto, determinó su primera variante a los 68′, cuando el habil Jack Grealish ingresó en reemplazo de Saka.
Y creció el local hasta sostener unos veinte minutos finales de dominio exclusivo del juego. Manejó el balón, volcó el trámite al campo danés y acumuló situaciones de gol.
A los 72′ remató Mounty Schmeichel sacó al corner. A los 79′ Phillips probó desde afuera y su remate se fue alto. Dinamarca metió otro cambio a los 87′ cuando Jensen ingresó por Delaney. Y al final hubo otro cabezazo de Maguire que controló bien el arquero visitante, a los 90+4′ en tanto a los 90+6′ Kane no pudo conectar un centro de Grealish que al final despejó Kjaer.
El alargue volvió a tener a Inglaterra como principal protagonista desde el inicio. A los 94′ llegó muy bien Harry Kane por derecha y su disparo fue sacado por la pierna derecha de Schmeichel, y a los 95′ vinieron dos cambios muy importantes para el local: Henderson entró en lugar de Rice y el joven Foden reemplazó a Mount. Y ambos se mostraron muy activos; se metieron bien pronto en el partido, sobre todo Foden, que se convirtió en el socio de Grealish para la creación.
Así, a los 98′ Foden habilitó a Grealish quien sacó un tremendo disparo que Schmeichel sacó con un golpe de puños. A los 103′ llegó la jugada (controvertida) del partido. Sterling se metió por derecha, entró al área y cuando iba a sacar el centro, ante una pierna cruzada de Vestergaard, se dejó caer. No se observó falta, pero el árbitro entendió que sí y sancionó el penal que Harry Kane ejecutó Schmeichel rechazó y Kane, de rebote, a los 104′ marcó el 2 a 1 para Inglaterra.
Dinamarca, enseguida, metió su última variante: Wind por Vestergaard, a los 105′ de juego. Para el comienzo del segundo tiempo de la prórroga, Southgate hizo otro cambio: Trippier por Grealish, para sumar marca y lucha en la defensa.
El segundo período de la prórroga fue otro partido. Inglaterra se refugió en su campo, se ordenó hacia atrás y le cedió el control a Dinamarca. Con Henderson y Phillips en el patrullaje de la mitad de la cancha, Inglaterra se sostuvo a partir de ese orden y la inteligencia de Kane para aguantar la pelota en cada ataque.
Dinamarca sintió el paso de los minutos y apostó al pelotazo. Con el sacrificio de Maehle, Braithwaite, Poulsen y Wass, intentó con más vergüenza que fútbol. Y el local jugó a la posesión los últimos cinco minutos del alargue. Toque y toque para sostener el resultado, ante un Wembley exultante.
La verdad estará el domingo en la gran final ante Italia. Inglaterra celebró la clasificación con fervor, en un partido que mereció ganar con claridad, pero que, con el tiempo, deberá hacer olvidar ese penal cuestionable.
Hernán O’Donnell