En el Challenger de Buenos Aires, Ignacio Monzón ganó la batalla del día

El ATP Challenger Tour llegó a la semana de Buenos Aires, y el lunes ofreció una variedad de partidos interesante, mientras se espera la presentación de las principales figuras, en tanto el peruano Juan Pablo Varillas debió darse de baja por lesión.

Pero, como siempre sucede en los torneos de tenis, hay encuentros variados, distintos desarrollos, triunfos claros, otros más ajustados, y partidos que reflejan la batalla de este deporte. Largos, cambiantes, imprevisibles. Cada día hay una batalla de ese estilo, y en este lunes de inicio de semana, Ignacio Monzón fue protagonista principal de un triunfo duro, comprometido, que estuvo cerca de perder ante Franco Egea. Fue un partido de casi 3 horas, donde Egea fue dominante en el primer set, desde el game inicial que quebró el servicio de Monzón.

En ese lapso, Egea mostró variedad en su juego, y buena definición con drop shots, luego de un intercambio de “palazos”. Así, en menos de 40′ se llevó la primera manga por 2-6.

Reaccionó Monzón en el segundo set, defendió su saque, quebró y se puso adelante por 3-0. Sin embargo, se recuperó Egea e igualó 3-3.

Pero ya estaba Monzón en partido, conservó su servicio, quebró y se adelantó por 5-3. Pero no pudo sostener su saque, entonces aprovechó su rival para ponerse 5-5. Monzón se apoyó en su servicio, 6-5, y después ganó cuatro puntos consecutivos para quebrar a su adversario, y llevarse el segundo set, por 7-5.

El tercero fue vibrante, intenso y muy cambiante. Cada uno defendió su servicio; en el tercer juego Egea quebró y se adelantó 1-2. Pero Monzón se jugó a puro “palazo”, quebró a su rival e igualó 2-2 el tercer set.

Pero la tarde era cambiante, y apareció la “muñeca” de Egea, para quebrar y ponerse 3-2; sostuvo su saque, volvió a quebrar y el score le quedó 5-2, con su servicio a favor. Fue el momento en que Monzón había perdido el foco, estallaba con algún nervio, y parecía que se le escurría el partido. Hasta tuvo que pedir atención médica en ese momento delicado del partido.

Cuando Egea sacó para ganar, y se adelantó 30-15, Monzón se jugó un punto clave, con mucha garra y decisión golpeó profundo y fue a la red a definir. La devolución de Egea se quedó en la red. 30-30 y todavía había una luz de esperanza. Fue consistente en las dos pelotas siguientes, la última Egea la dejó en la red, y Monzón achicó a 3-5, y ahora con su saque a favor. Tiró todo adentro, erró mucho Egea, y el match se achicó a 5-4, otra vez tenía Egea su saque para el partido. Y allí llegó otro punto clave, sobre todo en lo anímico. Con el game igualado en 40, Monzón salvó una pelota difícil con una derecha de “palomita”, y luego ganó el punto con un fantástico globo. Estalló en aplausos la cancha 3 del “Racket Club”, y Monzón sintió que la tarde estaba a su favor.

Igualó en 5, sacó con más tranquilidad, se puso muy pronto 40-0, y se adelantó 6-5.

Franco Egea tenía la posibilidad de recuperarse con su servicio, pero ya estaba golpeado. No encontró respuestas tenísticas, y enseguida quedó 0-40 abajo. Monzón lucía tranquilo, recuperado de sus contratiempos y muy confiado en su juego, a puro palo desde el fondo. Erró el sacador, con una pelota ancha, e Ignacio Monzón se llevó el encuentro por 2-6, 7-5 y 7-5.

Dejó la raqueta en el suelo, saludó a su rival y rebosó de alegría. Había superado sus propias dudas, algún momento de insatisfacción, y había revertido un partido que estuvo muy cerca de escaparse. Estaba cerca de perder, y pudo sobreponerse.

Había ganado una dura batalla, cambiante y compleja, en un torneo que se disfruta desde el primer día.

Hernán O’Donnell