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La Copa de la Superliga comenzó con una controversia que promete tener muchos capítulos

Es un momento muy particular el que vive el mundo, azotado por la pandemia del coronavirus que mantiene en vilo a la humanidad. Una enfermedad que comenzó en diciembre, en principió se creyó que se la controlaría y cuatro meses después genera angustia, miedo y preocupación. Se ha propagado a Europa, y de allí a todo el planeta porque el viejo mundo es un epicentro turístico insoslayable. Millones de personas de América, Asia y Oceanía viajan en busca de placer y paseos; miles de africanos lo hacen en búsqueda de un futuro más alentador. Y a eso hay que sumarle el intenso movimiento interno del continente. En Europa se vive como en un gran país, donde las fronteras son flexibles, la moneda casi única y las vías de transporte como rutas, ferrocarriles y aviación son amplias, numerosas y eficaces. Entonces, allí hay un movimiento humano constante; desde allí, la propagación del virus fue rápida. Y el mundo se ha detenido; el deporte no fue la excepción, y casi todas las actividades se suspendieron.

Muy pocos son los espectáculos que se mantienen. Algunos partidos del Super Rugby, algunos de la Super Liga Americana de Rugby, y por supuesto, la Copa de la Superliga Argentina de Fútbol. Nuestro amado y bendito fútbol, que parece vivir en eterno estado de sobresaltos, cambios y autonomía con respecto a lo que pasa en el mundo. El fútbol argentino es, casi por antonomasia, un lugar donde todo es diferente, donde existen sus propias leyes, códigos, temperaturas, climas y razones. Rozado por la política (la propia del mundo del fútbol y la nacional), la pelota se mueve al compás de los intereses de cada protagonista. Y como estos no siempre coinciden, entonces el baile es permanente e impredecible. El mundo detuvo del deporte: Tenis, Basquetbol, Atletismo, Automovilismo, y hasta el fútbol en casi todo el planeta ha entrado en un paréntesis. Pero acá, sigue.

Y en ese contexto, asomó la política otra vez. River, bajo una decisión de cuidar la salud de sus jugadores en una comunicación comprensible y razonable, tomó una medida unilateral, sin consultar ni promoverlo en el resto de la dirigencia: decidió no presentarse a jugar el partido ante Atlético Tucumán, por la razón de proteger la salud. Aunque muchos ven también una jugada política, pues está afuera (y enfrentado) con la AFA, no se siente parte de esta conducción, no comulga con ella y no vió con buenos ojos la determinación de poner fin a la Superliga y crear un nuevo ente (Liga Profesional) bajo la tutela de la AFA. River quería continuar el camino comenzado en 2017. El resto de los clubes eligió retrotaerse a las formas anteriores. Y muchos ven en esta determinación del club de Nuñez una respuesta política.

En el medio, y mientras se especula con las sanciones que le podrían caber a los “Millonarios”, la pelota rodó en el resto del país.

San Lorenzo ganó en Paraná. Lo hizo con justicia, ante un Patronato que se adelantó en el marcador con un magnífico tiro libre, pero luego se vio superado por el conjunto azulgrana. Empató Adam Bareiro tras una corrida veloz, lo dio vuelta Oscar Romero a los 83′ tras una buena maniobra individual de Adolfo Gaich por izquierda, desborde y centro atrás y cerró la cuenta otra vez Oscar con un golazo desde atrás de mitad de cancha. Robó un balón en posición defensiva, vio adelantado al arquero del equipo local Matías Ibáñez y sacó un tiro largo, fuerte y muy preciso, que atravesó la noche de Entre Ríos y cerró la cuenta en 1-3 para el conjunto de San Lorenzo de Almagro.

Un rato antes, Gimnasia y Esgrima igualó en La Plata frente a Banfield 0 a 0. En Avellaneda, Independiente le ganó a Vélez por 1 a 0 y comenzó una suerte de reconstrucción.

Boca viajó a Mendoza a defender su corona de íltimo campeón y se encontró con una ventaja rápida por el gol de Buffarini cuando iban 7′ de juego.

Después empató Godoy Cruz con un cabezazo de Badaloni a los 29′ luego de un muy buen centro desde la derecha, pero el equipo de Russo no sintió el golpe, salió con convicción y enseguida volvió a desnivelar con un gol de Salvio, tras una buena jugada colectiva. Iban 31′ y Boca se volvía a poner en ventaja.

El visitante retomó el resultado y se fue tranquilo al descanso porque sentía que el partido se había encarrilado.

En el complemento reflejó la superioridad en el marcador. Supo manejar el tiempo del local, cuando Godoy Cruz empujado por la necesidad fue al ataque y equilibró la imagen. Pero el gol de Izquierdoz a los 67′ amplió la ventaja a 1-3 y desde allí Boca dominó el juego y controló el desarrollo.

A los 88′ un cabezazo del colombiano Campuzano cerró la cuenta en 1-4 para la visita. Se había cerrado una noche movida, de partidos a puertas cerradas, goles gritados por televisión y una disputa enorme en el seno de nuestro fútbol que promete ser un primer capítulo de una larga novela.


Hernán O’Donnell

La espíritu de la vieja Copa Libertadores revivió en el clásico gaúcho

Se puso “picante” desde el principio y terminó con una batalla entre todos los protagonistas. Comenzó con alguna pierna fuerte, varios reproches, un entrevero, y finalizó con empujones, golpes, corridas, trompadas, participación de los suplentes y 6 expulsados, tres por cada equipo, más un suplenete de cada bando, para totalizar 8 hombres que vieron la tarjeta roja.

El clásico “Gaúcho”, el derby de Porto Alegre, el que más se asemeja a las rivalidades del Río de la Plata, concluyó con un empate en cero, varias acciones vibrantes, tiros en los postes y travesaños, y un montón de rispideces que concluyó con un final de 8 jugadores por lado (en realidad, 7 de campo) que se asemejó más a un partido de Papi-Fútbol que a un partido internacional de Copa Libertadores de América.

El inicio fue favorable al equipo local. Gremio impuso condiciones, bien manejado por Matheus Henrique y la potencia ofensiva de Everton y Diego Souza, el local apretó, y tuvo una clara situación. Un estadio, el “Arena do Gremio”, repleto, empujaba y a los 4′ un corner desde la derecha fue bien aprovechado por Diego Souza quien metió un cabezazo fuerte y bajo, pero las manos de Lomba, el arquero visitante, mandaron la pelota al corner.

Inter llegó a los 12′ con un remate desde afuera del área de Edenilson, que el arquero Vanderlei envió al corner. De a poco, a la presión del local, Internacional le opuso resistencia, empezó a tener la pelota y dejó una buena imagen sobre el final de la primera parte.

Ya habían habido varias escaramuzas, pero el inicio del complemento sugería que los ánimos ya estaban más tranquilos y los equipos se dedicaban más a jugar, a buscar, que a pelearse.

Jean Pyerre, que había ingresado en el segundo tiempo, sacó un tremendo remate a los 63′ que fue bien controlado por Lomba, un arquero que crecía con el correr de los minutos. Y la intensidad seguía. Edenilson remató desde afuera y su disparo pegó en el poste. Iban 68′ y el que se salvaba era el local.

Pero volvió a responder Gremio, en un partido que tenía idas y vueltas.

A los 70′ Pepe, que había ingresado en el local también en el complemento armó la mejor y más linda jugada del partido. Gambeteó en diagonal de derecha a izquierda a 4 futbolistas de Inter y cuando entró al área sacó un tiro bien detenido por Lomba.

El visitante respondió con una gran jugada colectiva. Andrés D’Alessandro, que también se sumó en el complemento, combinó con Paolo Guerrero, el peruanotrazó una “pared” con Boschilia, y este ingresó libre por derecha para ramatar al arco, pero su intento pegó en el palo izquierdo de Vanderlei.

A los 83′ se fue sólo Luciano y cuando Lomba salía y todo parecía concluir con la conversión del local, el delantero “picó” el balón y su remate se fue arriba del travesaño. Era un partidazo, por la intensidad, la dinámica y las llegadas claras a los arcos. Pero todo iba a terminar mal.

Faltaban cinco minutos para el final del juego y en una jugada sin demasiadas perspectivas, un lateral para Gremio, comenzó una discusión entre el defensor visitante Moisés y el delantero Luciano. Palabra va, palabra viene, la cosa tomó temperatura y de la discusión se fueron a las manos, se metieron otros jugadores, se sumaron varios suplentes de cada lado y todo derivó en una gresca general, con corridas, golpes, patadas, empujones y todo tipo de bravuconadas. Una pena. Pepe, Luciano, Caio Henrique y Paulo Miranda fueron expulsados en el local. Edenilson, Moisés, Víctor Cuesta y Bruno Conceição Praxedes fueron sancionados con la tarjeta roja en el visitante.

Después del escándalo, el partido siguió con 7 jugadores de campo y el arquero por bando. En esa desnaturalización Gremio impuso condiciones y por diez minutos fue superiror. Tuvo un remate de Geromel que Lomba sacó al corner y un tiro sobre el final de Lucas que pegó en el travesaño. Era la prueba de que si querían jugar al fútbol, había condicones para derrochar buen juego. Pero eligieron otro camino.

Era la primera vez que se enfrentaban por la Copa Libertadores de América los dos grandes de Porto Alegre y el partido, que bien pudo ser una fiesta porque de hecho cuando se dedicaron a jugar hubo emociones a granel, terminó como las viejas batallas de la Copa, cuando cada encuentro se dirimía entre golpes, bravuconadas y pierna fuerte.


Hernán O’Donnell

Peñarol quiere volver a enamorar a América

Es un gigante del fútbol sudamericano aunque hace ya tiempo que no domina el continente. Tiene una historia copera enorme, con 5 Libertadores conquistadas y otras 5 finales jugadas. Un palmarés envidiable, que se une a las 3 Copas Intercontinentales ganadas y 2 finales más perdidas. Un grande del mundo, en realidad.

Peñarol quiere volver a ser. Ese sueño que se alimenta con obras, como el Estadio reciente que le da una localía valorable, la modernización del club, la apuesta por un ídolo de la casa a cargo de la dirección técnica como Diego Forlán, y el fervor permanente de su gente.

Frente a Jorge Wilstermann se jugó una parada brava. Con un primer tiempo duro, pegajoso, donde no pudo encontrar la fórmula para desequilibrar a un equipo que le planteó batalla en el primer tiempo.

Fue duro y complejo el primer tiempo y la segunda parte no comenzó mejor, porque a los 50′ fue expulsado el zaguero central Rodrigo Abascal. Pero el local sacó fuerzas de esa supuesta flaqueza y metió como marca su historia. Empujó y acorraló a Jorge Wilstermann, que ya no se sostenía en la pelea, retrocedía e intentaba llegar de contragolpe. Y Peñarol iba, por los costados, por el medio.

Así llegó el grito tan esperado. Un desborde del lateral González por derecha, el centro rasante y pasado para la entrada del español Xisco Jiménez, quien no pudo conectar, pero el defensor visitante, Alejandro Meleán, en su afán por rechazar, convirtió en contra de su valla, a los 68′ para marcar el 1 a 0.

Tras el gol, el reacomodamiento. Cuatro en el fondo, una segunda línea de cuatro volantes y Xisco arriba, de punta. El equipo boliviano mejoró con el ingreso de Arrascaita, quien mostró dinámica y habilidad para buscar en ofensiva; se asoció con el argentino “Pochi” Chávez, y Wilstermann progresó en el campo, ante un local que se ordenó para defender la ventaja con un hombre menos.

A los 86′ tuvo una gran chance el visitante cuando un tiro libre de Chávez se estrelló en el travesaño; Wilstermann sentía que podía. Había ganado en la primera fecha ante Colo Colo por 2 a 0 y quería sumar. Pero enfrente estaba un grande, que apelaba al orgullo y a la lucha para defenderse. Porque los minutos finales fueron de la visita, que apretó al local,lo atacó por los costados y lo llenó de centros.

Algunos merodearon el arco, otros fueron rechazados por la defensa y por momentos pareció que se metían los duendes que hicieron grande a Peñarol. Para sostener la diferencia, lograr los primeros tres puntos y soñar con volver a enamorar a América.


Hernán O’Donnell

La Aplanadora Alemana trituró a Tottenham y avanza en Europa

Es un equipo fantástico; tiene velocidad, transiciones rápidas, vértigo e inteligencia. No le sobran estrellas ni tiene nombre rimbombantes, pero ha peleado (y aún pelea) la Bundesliga ante el gigante Bayern Münich y acaba de dar cuenta del subcampeón de la Champions League de la temporada pasada. Tottenham sufrió el paso de RB Leipzig, la Aplanadora Alemana.

Con una línea de volantes superlativa, Mukiele, Laimer, Sabitzer y Angeliño, el equipo local sometió al visitante, porque tuvo manejo, dinámica y muchas llegadas por los costados. Mourinho pensó bloquear los laterales con Aurier y Sessegnon, pero no fue suficiente para la resistencia, porque se juntaban los volantes locales con los delanteros Nkunku, Schick y Timo Werner, y en esa superioridad numérica encontraba espacios y futbolistas para controlar el balón. El conjunto inglés respondía con el juego asociado de Lo Celso, Lamela y lucas Moura, pero era más el Leipzig. Y a los 9′ llegó la apertura del marcador. Una buena maniobra por derecha, el centro y el remate de Sabitzer para sellar el 1 a 0.

El equipo de Nagelsmann sacaba ventajas. A partir de ahí, se comportaba con comodidad, con tranquilidad. Tottenham se adelantó en el campo y buscó llegar, pero RB Leipzig se mostraba firme. Y en una contra rápida, volvió a golpear. Pelotazo largo para Angeliño, llegada al fondo por la banda izquierda, centro al borde del área chica y entrada limpia de Sabitzer para someter de cabeza a Lloris. 2 a 0 a los 20′ del primer tiempo.

Con el control de los tiempos, el juego y el balón, RB Leipzig cerró un primer tiempo muy positivo, en el que sacó distancias cuando llegó, supo facturar en ataque y resolvió con seguridad cuando el equipo de Mourinho lo atacó.

En el complemento se mantuvo el ritmo del partido. El local no se metió atrás. Fiel a su estilo, mantuvo la búsqueda, la propuesta ofensiva. Y lo tuvo Timo Werner en una jugada por izquierda a los 47′. De salida, apuró Lucas Moura, pero Klostermann supo cubrir con eficacia. De ida y vuelta y sin tregua.

La lesión de Mukiele a los 54′ asustó a todos. Entró Tyler Adams para ocupar su posición. Y se metió rápido en el juego, para asociarse con Laimer y proponer la salida por derecha. Incluso generó una propuesta rápida con pase a Sabtizer y habilitación a Schick quien elevó muy alto su tiro. Enseguida, el segundo cambio local: Haidara por Nkunku. Un volante por un delantero, para tener más espacios para la contra que salió enseguida con una formidable carrera de Timo Werner y también su fuerte remate se fue un poco alto.

Tottenham tenía un problema: no podía agarrar la pelota. le costaba hacerse de ella, cada vez que intentaba tener el balón lo perdía rápido y después corría detrás de él con impotencia. Leipzig se hacía fuerte en la tenencia, donde se destacaban Laimer y Sabitzer. La ventaja que había conseguido en Londres le había dado un plus al equipo alemán. y los dos goles de local ampliaban esa diferencia.

La llegada más clara Tottenham la logró a los 73′ cuando Lucas Moura se fue por izquierda a toda velocidad, desbordó y lanzó un buen centro para Dele Alli, quien envío un remate al medio, bien controlado por Gulacsi.

Leipzig dominaba y controlaba el juego. Y a los 84′ elaboró otra maniobra de alto vuelo, con la proyección del central Upamecano, quien hizo una doble pared, llegó al área y si bien Lloris llegó antes al balón, fue desplazado con violencia por Tanganga, en una jugada que debió ser sancionada con penal. Pero no se preocupó el local, porque enseguida llegó el tercero, que sentenció la serie. Desborde de Angeliño por izquierda, centro y tras un rebote la capturó Forsberg (quien acababa de ingresar por Sabitzer), quien convirtió a los 86′. 3 a 0 y 4 a 0 en el global por el resultado de Londres.

Ya en el descuento, en el último minuto agregado, Timo Werner tuvo una nueva posibilidad, con un remate cruzado, bajo y fuerte, que pudo ser bien retenido por Lloris. Hubiera sido un golpe catastrófico por José Mourinho y su equipo, que luchó con dignidad, pero que nunca pudo controlar ni tener respuestas ante la propuesta superadora de Julian Nagelsmann, el arquitecto de esta aplanador alemana, que sorprende a Europa y ya se metió en los cuartos de final de la fabulosa Champions League.


Hernán O’Donnell

Boca dio el golpe final y se quedó con el título de la Superliga

Festejó el campeonato con una gran explosión de júbilo y alegría; lo celebró aún más que los torneos locales anteriores, un poco mezclados con las frustraciones de las Copas. Lo celebró hasta la emoción, las lágrimas y los gritos como hacía tiempo no sucedía. Boca venció a Gimnasia y le arrebató la punta del campeonato en la última fecha a su acérrimo rival deportivo, River Plate, y por eso sintió que había depurado un poco las heridas de los últimos enfrentamientos con su clásico adversario, donde le tocó perder en la final de la Supercopa Argentina, la final de la CONMEBOL Libertadores y la semifinal de la Copa del año pasado. Esta vez, le tocó ganar. Y arrebatarle el título a River en la última jornada, tras varias fechas de correrlo desde atrás. Entonces, el hincha de Boca sintió que llegaba su tiempo de revancha. Y lo celebró como no lo hacía desde hace tiempo.

La jornada se vivió con una semana de anticipación. Desde el momento en que River igualó de local ante Defensa y Justicia el país futbolero se metió en una definición caliente entre los dos equipos más populares. La distancia ya no era de 3 puntos, sino de uno, entonces a River no le alcanzaba el empate en Tucumán. Debía ganar para asegurarse el título, de lo contrario dependería de lo que iba a suceder en la Bombonera. Y había una remota posibilidad de llegar a un partido de desempate, pero para eso River debía perder en Tucumán frente a Atlético y Boca sólo empatar en su casa. Pero pasó. Durante un rato, River y Boca iban a una final. Cuando Javier Toledo marcó el gol de cabeza y Atletico Tucumán se adelantó 1 a 0, la definición se trasladaba una semana a una Gran Final. Boca igualaba y hasta los 35′, es decir durante 16′, se pensaba en un encuentro único y decisivo. Cuando Suárez igualo para River, todo quedaba equilibrado y hasta el gol de Tévez, el campeonato era de River.

Pero llegó el remate de Carlos Tévez, cuando ya se jugaban 72′ y las estructuras se movieron. Explotó la Bombonera en una expresión de desahogo y alegría. Porque la gente sentía que Boca debía hacer su parte: Ganar. Vencer a un Gimnasia que pelea la permanencia en la categoría en su cancha casi era una obligación. Si luego River ganaba, era otra cosa. Pero debía hacer su parte, no podía resignar el título si River empataba afuera y no lograba derrotar al “Lobo” en la mítica Bombonera. Hubiera sido un golpe casi tan doloroso como las finales perdidas. No, dos empate no se hubieran soportado. Boca debía cumplir su parte, ganar y luego esperar un resultado favorable del equipo de Ricardo Zielinsky.

Los veinte minutos finales fueron a puro nervio, angustia e impaciencia. Las noticias que llegaban de Tucumán mostraban un equipo que rondaba el área local pero no tenía situaciones claras. No disponía River de oportunidades, pero el juego, lógico se volcó hacia el arco de Luchetti. Mientras Boca intentaba salir y buscaba ampliar el resultado, pero Gimnasia no se entregó. Y contó con un par de cabezazos que se fueron muy cerca del arco de Esteban Andrada. Los corazones parecían detenerse en cada maniobra de ataque del equipo de Diego Armando Maradona, pero los duendes de la alegría empezaron a aparecer en la Bombonera.

Y el equipo creyó, creció y se solidificó. lo que había mostrado ya con la conducción de Gustavo Alfaro, una solidez defensiva más marcada, con Miguel Russo creció el optimismo y la confianza lo hizo buscar los partidos. En esos minutos finales y decisivos se vio un equipo convencido. River gastaba sus energías como quien apela al tanque de reserva, pero parecía que no le alcanzaba. Y no le alcanzó.

El final los encontró en el mismo momento; uno festejó, el otro se resignó por la oportunidad perdida.

Boca celebró con un grito de desahogo el campeonato, casi como una revancha ante las caídas recientes frente al Millonario. Esta vez, los duendes del fútbol le sonrieron y le permitieron birlarle el campeonato a su clásico rival con una arremetida final y los dos resbalones de River en las dos últimas jornadas. esta vez, la alegría viajó para la Boca y su gente lo celebró como un desquite que se hizo esperar.


Hernán O’Donnell

Colonia trepa en su ilusión y le dió un empujón mas a Paderborn

La Bundesliga es tan atractiva que no hay partidos que uno pueda resistir o descartar. Al igual que la Premier League ingles, en Alemania los equipo se prodigan por igual, tienen intenciones, ambiciones y estilos destacables y cada partido es una fiesta de buen fútbol. No se limita a los choques entre los grandes o entre aquellos que pelean en lo alto de la tabla, como sucede en otras competiciones. No, acá cada partido tiene un brillo propio, un vuelo alto. Más allá de los protagonistas.

Paderborn marcha último en la tabla de posiciones. Parece difícil revertir su situación o su destino. Logró el ascenso a la Bundesliga luego de estar en la Bundesliga 2 y juega con el mayor de los atrevimientos, sin especulaciones, con espíritu ofensivo y ganas de encarar cada partido con una propuesta ambiciosa. Así lo encaró ante Colonia, y durante la primera media hora fue un encuentro equilibrado, sin diferencias. Después, a los 28′ llegó el gol de Jorge Meré y Colonia no sólo se adelantó por 0 a 1, sino que tomó el control de las acciones.

El visitante, Köln en su nombre original, fue más a partir de entonces, porque asumió el control del balón, fabricó espacios y supo desbordar al Paderborn. Incluso lo obligó a alguna entrada fuerte. Y en el momento exacto, le aplicó un segundo golpe impactante: una jugada bien elaborada por izquierda, la aparición hacia adentro de Jonás Héctor y la definición exquisita del lateral que se destacó en la selección alemana, con un tremendo remate de afuera del área y al ángulo que se transformó en el 0-2 a los 35′. Con dos estiletazos, Colonia vencía al local y sacaba una ventaja importante al terminar el primer tiempo.

Con el aliento incondicional de su gente Paderborn salió a jugarselá en el complemento. Claro que Colonia era un equipo ya más solidificado, un conjunto que había crecido mucho tal como se había superado en el torneo. De un comienzo errático y lleno de dudas, a un presente más auspicioso, con una posición más expectante en la tabla y la aspiración de poder llegar a las competiciones continentales europeas. Colonia hacía valer esa recuperación y empujaba aún más en el segundo tiempo.

Paderborn no perdió la línea. Aún superado, mantuvo el estilo abierto, esa vocación optimista que tiene en cada encuentro. Ingresó Ritter para tener más presencia en ataque y a los 72′ encontró su premio. Un pelotazo cruzado a la derecha, el centro preciso de Pröger y la aparición de Srbeny para marcar el 1-2. Un estallido del público le daba esperanza al local.

Salió el visitante y se lo perdió Modeste sólo ante el arco; su tiro cruzado se perdió por el fondo y así desperdició una buena chance a los 77′. El partido mantenía una vibración y suspenso de alto voltaje.

La ausencia de Mamba ya no se sentía; Srbeny era una inquietante presencia para la defensa visitante, y por los costados aparecían Jans y Collins, que provocaban situaciones. A los 86′ un tremendo remate de tiro libre de Sabiri fue desviado por el arquero visitante Horn, quien evitó el empate.

Los minutos finales fueron de una gran emoción y vértigo. Paderborn se la jugó, apretó a Colonia y merodeó el empate. Le faltó la puntada final, y el visitante se sostuvo en su arquero y en la defensa, bien sostenida por la zaga central de Meré y Leistner.

Con esas torres, Colonia apoyó la victoria, por la que había hecho méritos en la primera etapa, en el comienzo del complemento y al final la supo defender.


Hernán O’Donnell

River tropezó en la altura y ya piensa en Tucumán

En realidad piensa en el parido frente a Atlético en Tucumán desde que terminó su encuentro con Defensa y Justicia el último sábado 29 de Febrero en el Monumental. Desde ese preciso instante, la mente, el cuerpo y el corazón de River Plate viajó a la provincia del Norte argentino para empezar a jugar lo que su entrenador, Marcelo Gallardo, definió como “una final”. Aunque en verdad es el último partido del campeonato, la última fecha. No es “una final” pues aún si River pierde le queda una posibilidad de jugar (ahí sí) una final (de verdad) ante Boca, siempre y cuando el equipo de Russo empate ante Gimnasia y Esgrima La Plata.

Más allá de esas disquisiciones, lo cierto es que River vive el partido del sábado con una semana de anticipación. Lo dicho; ni bien terminó su encuentro de local frente al equipo de Hernán Crespo, para River Plate no existió (ni existe) otra cosa que ese juego. Ahí están todos los cañones puestos.

Ayer pasó un mal trago en la altura de Quito. Se encontró con un equipo rápido, dinámico, que sabe jugar por las bandas y que encontró rápido los caminos del gol.

A los 15′ Franklin Guerra conectó de cabeza un corner que venía desde la izquierda y se la cruzó a Bologna al palo más lejano. Se acomodaban en el juego y Liga ya se ponía 1-0 arriba.

Con el cuarteto atacante, el local se hizo fuerte y desbordó a River. Entre Caicedo, Borja y Quinteros, armaron las mejores jugadas. Para River la altura era un problema y le costaba progresar en el juego.

Una buena maniobra combinada por izquierda le permitió llegar al centro al medio y Cristian Borja concetar en el borde del área chica y marcar el 2 a 0 a los 36′. Y quedó allí la sensación que el partido se había acabado.

Quedó el complemento con el esfuerzo para correr y tratar de emparejar, la expulsión de Bologna, el ingreso de Lux, el penal por mano de Zucculini y la conversión de Junior Somoza a los 76′ para sellar el 3 a 0 definitivo.

River llegó remendado al final del partido, con heridas de Copa que el tiempo dirá si le costarán caro o no. A la hora de la clasificación, este encuentro habrá que tenerlo en cuenta, aunque hoy parezca poco importante, haya parecido más una molestia hacia la obsesión que significa el título local, que un escalón, el primero, de la soñada Copa. Pero habrá que ver como resulta y como influye en la zona de grupos de la Libertadores. Ayer, hoy y mañana para el mundo River fue casi una anécdota en medio de la semana que se juega por su asignatura pendiente.


Hernán O’Donnell

Con la cabeza en la Superliga, Boca arrancó en la CONMEBOL Libertadores

Es tan importante el partido del sábado, es tan trascendente la definición de la Superliga, es tanta la rivalidad entre River y Boca, que la definición del próximo fin de semana de la Liga doméstica se puso por delante del inicio de la LIbertadores. Casi como una obligación los dos equipos afrontaron el debut en el exterior, pero en cuerpo y alma están metidos en la definición y en una final, que parece poco probable, pero en el fútbol las seguridades no existen. Y como es un final de bandera verde, los dos se quieren quedar con un premio grande, claro está. Y por eso, por primera vez en muchos años, el debut en la CONMEBOL Libertadores pasó casi inadvertido para el gran público; por lo menos, con pocas repercusiones.

En medio de las horas cruciales del fin del Campeonato, Boca viajó a Venezuela para medirse ante el local, Caracas Fútbol Club. Un partido que traía más complicaciones por lo que lo rodeaba que, a priori, por el encuentro en sí mismo. Un viaje largo, un país con dificultades sociales y económicas, una logística grande y la necesidad de terminar lo mejor posible, sobre todo por los centrales, pues no tiene demasiados para el partido ante Gimnasia: Izquierdoz suspendido, Lisandro López lesionado, entre Junior Alonso y Zambrano estarían los titulares del sábado, pero también se los necesitaba en la Copa…todo eso estaba en la cabeza cuando arrancó el juego y se profundizó cuando Abila convirtió el gol de apertura del partido, a los 25′ tras recibir una buena habilitación. Boca se adelantaba 0-1 y la mente volaba hacia el futuro.

Boca se sintió cómodo con el manejo de “Bebelo” Reynoso, con la presencia de Marcone en la mitad de la cancha y la velocidad de Sebastián Villa en ataque.

Dominó el primer tiempo y no asomaban contratiempos, hasta que en la segunda parte un tremendo tiro libre de Robert Hernández a los 55′ se transformó en el empate: 1 a 1 y Boca, que había viajado a Buenos Aires, sentía el golpe y volvía a la realidad.

Allí se complicó el partido; con más entusiasmo que vuelo futbolístico, Caracas se animó. Russo decidió el ingreso de Pol Fernández para tener más claridad y de Junior Alonso por Zambrano, reservado para el choque del sábado. Y el equipo creció. Volvió a meterse en el juego, apretó a Caracas y tuvo una buena oportunidad en los pies de Capaldo.

Al final, lo tuvo Caracas con un buen contragolpe, pero Ramírez no advirtió la entrada libre de Blanco por el centro, quien estaba bien posicionado para convertir. Y en el último suspiro, Ramón Abila enganchó en el área y su remate cruzado pasó muy cerca del poste izquierdo del arco local. Fue la ultima y muy clara.

Boca arrancó la Copa con la cabeza en la Superliga. Dejó dos puntos por el camino, que tal vez en el futuro pueda añorar. Por ahora, sólo piensa en la definición del próximo sábado.


Hernán O’Donnell

La creciente Major League Soccer abrió una nueva temporada

Es una Liga joven, nueva, que recién llegó a los 25 años de vida, pero que desde su fundación en 1996, no ha parado de crecer. De aquel comienzo con sólo 12 equipos a esta realidad de 26 franquicias y la posibilidad de llegar a 30 en un par de temporadas, ha corrido mucha agua bajo el puente.

A no asustarse con la cantidad de competidores; es verdad que 30 parecen muchos y que no existen en casi ninguna liga de fútbol del mundo (en la nuestra, la argentina, ya sabemos como fue la experiencia), que la FIFA aconseja torneos de 20 a 22, pero hay que tener en cuenta el tamaño del país, la cantidad enorme de estados y ciudades, y la lógica que sigue a las organizaciones de los deportes más populares en Estados Unidos: todas ellas cuentan con 30, 32 o más equipos. Así sucede con el Baseball (MLB), Football (NFL), Hockey sobre hielo (NHL) y Basketabll (NBA). La MLS sigue esa lógica para abarcar un país que es casi un continente. En defintiva, es como una liga de Sudamérica, de hecho podemos asimilarla a la CONMEBOL Libertadores o a la Sudamericana: más de 30 conjuntos compiten en cada una de ellas.

Para Estados Unidos el número es el indicado para satisfacer a un mercado que no para de crecer. De aquella vieja North American Soccer League (NASL), que intentó impulsar el “soccer” con figuras famosas, pero con un recorrido ya hecho en el fútbol y a una edad avanzada para este deporte como fueron los casos de Pelé, Giorgio Chinaglia, Franz Beckenbauer, Neeskens o George Best, la política de la MLS es diferente: contratar jugadores jóvenes, con proyección, con futuro, que le den dinámica y emotividad a sus partidos y que incluso tengan valor de reventa a mercados más grandes y aún más poderosos, ya establecidos y tradicionales, como el europeo. Un ejemplo fue el del veloz paraguayo Miguel Almirón, quien fue comprado a Lanús cuando aún era joven y destacado, brilló en Atlanta United y fue transferido al Newcasttle, de la Premier League de Inglaterra.

Esta política es la que acompaña a un torneo más atractivo, con estadios amplios, seguros y construidos, la mayoría de ellos, para el fútbol en exclusividad. Así, ya no se ve, como en los viejos tiempos, el césped pintado con las líneas y números del Football Americano, ni medidas distintas (en el Football el ancho del campo de juego es menor, lo cual lleva a tener áreas grandes muy cerca de la línea lateral y cambia la medida y proporción de la cancha) u otros factores que “ensuciaban” el escenario de juego.

Hoy la Liga no tiene nada que envidiarle a las más desarrolladas en cuánto a infraestructura y organización. Aún le falta crecer en el contenido, al cabo lo esencial de la industria: el nivel de juego, los equipos, las estrategias y las cualidades técnicas individuales. Pero está en el buen camino.

Este año se suman Inter Miami y Nashville Soccer Club, en la capital del estado de Tennessee. Y pronto habrá más.

Carlos Vela promete ser la principal figura de la Liga. También hay nombres de peso como Maximiliano Moralez, Sebastián Blanco, Javier “Chicharito” Hernández, Rodolfo Pizarro, Nicolás Figal, Alan Pulido, Cristian Pavón, Tomás Martínez, Jozy Altidore, Cristian Espinoza, Zdenek Ondrasek, Thiago Santos, Ezequiel Barco, Josef Martínez (quien sufrió una dura lesión en su rodilla en la primera fecha), Gonzalo “Pity” Martínez, Frankie Amaya, entre otros.

En Los Angeles se jugó sobre el cierre de la jornada del domingo, uno de los partidos más esperados de la primera fecha. Los Angeles Fútbol Club, candidato a pelear en las instancias finales, recibía a Inter Miami, uno de los debutantes que traía consigo toda la fama que acompaña al gran ex futbolista inglés David Beckham, Director Deportivo de la franquicia, y la nueva fanaticada que se empieza armar alrededor del conjunto por su ubicación en una zona de densa población latina y muy futbolera, por cierto.

El local fue más profundo en el primer tiempo, con el peso de sus figuras, Carlos Vela y Rossi, dos de los más destacados. Miami mostraba voluntad y ganas de adaptarse rápido a la categoría.

La supremacía se confirmó a los 44′ de juego cuando el mexicano Carlos Vela trazó una excelente maniobra individual, se fue de derecha al centro por el borde del área y al ver al arquero visitante adelantado, sacó un remate de emboquillada que se transformó en el 1-0 para Los Angeles FC.

El primer tiempo se había cerrado con un justo 1 a 0 para el local. Y el complemento fue un calco de la primera parte. Incluso, se profundizó el dominio del conjunto local. De entrada tuvo una situación que no pudo ser convertida, y empujó a Inter Miami contra su campo. Vela, Rossi y Rodríguez eran una pesadilla para un equipo que recién se empieza a armar y realiza su debut absoluto en la Liga. Se preveía un encuentro duro, y lo fue. El dominio del equipo de California fue total en el segundo tiempo donde el arquero visitante Luis Robles tuvo ¡nueve! atajadas decisivas para impedir la segunda caída de su valla. Una jugada aislada del argentino Pellegrini cuando promediaba el complemento fue la más clara de la visita.

Rodolfo Pizarro, volante creativo de Inter Miami, se soltó sobre el final y armó un par de jugadas interesantes, pero no encontró eco en sus compañeros y le costó prosperar. La verguenza deportiva de Miami lo llevó a empujar en los minutos de prórroga y a ilusionarse con la igualdad, pero no tuvo resto para alcanzarla. Fue caída en el debut ante uno de los mejores equipos de la Liga.

Arrancó la MLS. La competición que faltaba en este 2020 cargado de fútbol. Un torneo que crece sin parar y que abre las puertas al mundo.


Hernán O’Donnell

El fantasma del descenso trajo un festival de goles en la Bundesliga

La Bundesliga arde en los dos extremos. La mayor atención del público está puesta en la parte superior de la tabala, donde Bayern Münich, RB Leipzig y Borussia Dortmund se dividen el protagonismo del campeonato. Pero en el fondo la lucha también es cruel y es mucha porque el descenso acecha, hay dos caídas directas para quienes ocupen los puesto 17 y 18 y una promoción para quien finalice en la 16º posición ante el tercero de la Bundesliga 2. Entonces hay que pelear para salir del fondo, y si es posible, de la famosa “promoción”.

Fortuna Düsseldorf fue a bsucar el partido desde el inicio, con mucha decsisión y determinación para salir de la posición de “promoción” y olvidarse del descenso. Encontró el primer gol muy rápido, con un pelotazo largo que sorprendió a la defensa visitante y Karaman convirtió a los 5′. 1 a 0 ante un Hertha Berlín que ya mostraba lagunas defensivas.

Y cuando los dos quería acomodarse a la nueva realidad que marcaba la apertura del tanteador, el local volvió a sacudir la red con el gol de Thommy a los 9′ que puso el 2 a 0.

Hertha Berlín sintió el cachetazo y de a poco fue a la búsqueda del descuento. La más clara la tuvo el delantero polaco Krzysztof Pjatek quien entró sólo para convertir y el arquero local Kastenmeier le tapó el remate cuando disponía de una gran posibilidad a los 29′.

Pero el local no se replegaba en demasía; fiel a las costumbres de la Bundesliga, donde la búsqueda del arco contrario es una religión, Düsseldorf atacaba en cada espacio y oportunidad que se le abría, y la amenaza del tercer gol rondaba el área visitante. Fortuna proponía con las proyecciones de Thommy, la dinámica de Stöger y Berisha, la presencia de Bodzek y la amenaza de sus delanteros.

A los 45′, cuando se cerraba la primera etapa, una joyita para aumentar el resultado. Un cambio de frente de Thommy para Zimmermann, de lateral a lateral, la entrada por derecha y el centro atrás para la aparición libre de Karaman quien marcó el 3 a 0.

El primer tiempo se cerró con una hermosa jugada colectiva, que selló la superioridad del local ante un Hertha Berlín que tuvo fallas en defensa y no supo convertir las dos ocasiones claras que se le presentaron.

Hertha Berlín salió un poco más decidido en el complemento. Adelantó líneas, metió al delantero Marius Wolf por el volante Lukebakio y el defensor Mittelstädt por el volante Dilrosun. Más equilibrio por las bandas y más presencia en ataque.

A los 63′ pudo descontar el Hertha Berlin: un centro que parecía no tener destino, THommy se la llevó por delante y convirtió en contra de su valla. El partido quedaba 3 a 1 para Fortuna Düsseldorf y el encuntro tomaba otra vez interés. Y a los 65′ Cunha maniobró entre dos defensores, sacó un remate desde afuera del área y la puso contra el palo izquierdo del arquero local. En dos minutos, el visitante se acomodó. Ahora el resultado quedaba 3 a 2 para el local.

Pero había más. A los 74′ Piatek se escapó solo , entró al área y fue derribado por la salida desesperada del arquero Kastenmeier. Penal y gol del propio Piatek. El partido quedaba 3 a 3. ¿Partido? Partidazo.

Fortuna Düsseldorf estaba aturdido. Hasta estuvo cerca de ver como su valla caía por cuarta vez. La catástrofe impensada rondaba por su valla. Y de salida, hasta pudo volver a marcar. Un partido de locos, que rompía todos los criterios de línea de juego. El local, dueño del primer tiempo, estaba ahora groggy y cerca del knock out. Las salidas de Karaman y Berisha se pagaban caro. El equipo ahora se veía asombrado de todo lo que había perdido cuando sentía que lo tenía asegurado.

El espacio final quedó abierto. Como esas peleas en que los pugilistas dieron todo, compartieron el dominio y en el último round ofrecen lo que les queda. Un poco, a la búsqueda del golpe definitivo para cerrar el combate. Y otro poco, algunos recaudos para no perder el empate que tenían. Pero había más. Y se lo perdió Stoger a los 88′. Pudo haber sido para Fortuna. A los 90′, Cunha clavó un remate en el poste. Lo pudo ganar el visitante. Un final para todos los gustos. Y un empate increíble.

El fantasma del descenso se paseó por Düsseldorf y en lugar de presentar un partido dramático, áspero y peleado, como suele suceder bajo estos cielos, desparramó goles y emociones de principio a fin en la estupenda Bundesliga.


Hernán O’Donnell