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La mejora no fue suficiente y se sumó otra derrota

Los Pumas no pudieron ante Escocia en Edimburgo. En un partido sumamente cerrado, el marcador terminó 14-9 a favor de los locales. Por un lado, el clima perjudicó al equipo argentino, la pelota se resbaló muchas veces de las manos de los jugadores (aunque también afectó al seleccionado escocés). Pero la derrota tiene mayor explicación si uno tiene en cuenta que, ante infracciones a favor de Argentina, la tendencia fue pedir palos, y no hubo eficacia. Nicolás Sánchez fue el encargado de ejecutar seis penales, de los cuales logró concretar tres, y Emiliano Boffelli erró otro. Pero más allá de estas imprecisiones, el rendimiento fue superior al que se mostró en los partidos pasados y Escocia se llevó la victoria por una distracción argentina.

Hubo rendimientos individuales para destacar. Para empezar, el primera línea Santiago Medrano realizó un gran partido, al poner tackles positivos y, con la pelota en sus manos,  al lograr avanzar sobre la defensa escocesa. Guido Petti y Rodrigo Bruni, quien tuvo su primera aparición como titular, también hicieron una gran labor. El capitán Pablo Matera fue otro que se destacó.

Por el lado de los backs, Gonzalo Bertranou ha tenido incomodidad para despejar con el pie, pero distribuyó rápido la pelota y no cometió errores. Para destacar es la participación de los centros, Jerónimo De la Fuente y Matías Moroni. Ambos jugaron con mucha concentración y agresividad desde el primer minuto. Matías Orlando, quien reemplazó a Moroni, no se quedó atrás y también jugó un buen partido.

La victoria, o por lo menos el empate, estuvo cerca del seleccionado argentino. Una gran combinación entre Nico Sánchez y Boffelli, quien apareció por el interno, luego pudo haber derivado en try, pero la pelota se le cayó a De la Fuente cuando estaba cerca del ingoal rival.

Si bien el resultado es frustrante, el desempeño de Argentina en el partido fue positivo. Las claves pasaron por no ser eficaces en los penales, y por los knock on que se debieron en gran parte a la llovizna en Edimburgo. Ahora queda el reto ante Barbarians en Twickenham, sobre el cual el entrenador Mario Ledesma manifestó que posiblemente tengan minutos aquellos jugadores que han tenido poca participación en esta gira por Europa.

 

Martín O’Donnell 

Los Pumas van por la recuperación

Los primeros dos partidos de esta ventana de noviembre no culminaron como se esperaba. El seleccionado fue derrotado por Irlanda y por Francia, y volvió a generar dudas. Ahora acumula cuatro derrotas consecutivas, arrastraba dos de los últimos compromisos en el Rugby Championship 2018 (ante Nueva Zelanda en Buenos Aires y la increíble remontada de Australia en Salta), y se le sumó este par en las últimas jornadas. La preocupación toma más peso al saber que Francia será rival de grupo en la Copa del Mundo del próximo año, y que el scrum argentino haya vuelto a tener falencias.

Este sábado, Argentina buscará corregir los errores de los últimos partidos y volver a la victoria, cuando se enfrente desde las 11.30 a Escocia en Edimburgo. El historial entre ambos seleccionados denota que hay cierta igualdad: se enfrentaron en 20 ocasiones, y cada equipo suma 10 victorias. De cualquier manera, el recuerdo más reciente no es favorable. En el último partido de Daniel Hourcade a cargo del seleccionado nacional, el equipo escocés dominó en Resistencia y la diferencia se vio reflejada en el marcador: 15-44.

Mario Ledesma planificó pocas modificaciones en el XV inicial con respecto al partido pasado, ante Francia en Lille. Guido Petti volverá a la segunda línea, tras la innovación de jugar como ala, e ingresará por primera vez como titular Rodrigo Bruni, jugador de San Luis.  Además, saldrá del equipo Matías Orlando, quien le dejará su lugar a Matías Moroni.

Así será la formación titular que buscará vencer a Escocia en el estadio Murrayfield: Boffelli; Delguy, Moroni, De la Fuente, Moyano; Sánchez; Bertranou; Ortega Desio; Bruni, Matera; Lavanini, Petti; Medrano, Creevy, García Botta.

Por otra parte, Escocia presenta nueve cambios con una novedad: el talentoso apertura Fin Russell jugará de primer centro, y Adam Hastings, que hasta el momento tiene seis presentaciones con el equipo nacional, portará la camiseta número 10.

Sin dudas es un partido atractivo, en el que Los Pumas deberán demostrar nuevamente si están al nivel de una selección de esta magnitud, como lo han hecho en algunos partidos del Rugby Championship, o si siguen sin resolver las dificultades que se le presentan en el desarrollo de los partidos, como sucedió en las últimas presentaciones.

 

Martín O’Donnell 

 

Los Pumas inician una gira exigente

El seleccionado se medirá el próximo sábado ante Irlanda, en el primer compromiso que tendrá en una ventana en la que lo esperan otras selecciones de alto nivel. Luego del partido en Dublín, jugará ante Francia en Lille, después visitará a Escocia en el Murrayfield, y finalizará el recorrido por el viejo continente con el partido ante Barbarians en el histórico Twickenham.

El equipo viene de hacer una aceptable participación en el Rugby Championship, edición en la que alternó aspectos positivos con falencias, pero en la que logró revertir la imagen. Logró imponerse ante Sudáfrica y Australia, y mostró un nivel que hace tiempo no se veía, quizás desde el Mundial 2015.

Pero ahora Los Pumas tienen la tarea de volver a demostrar que están al nivel de estas importantes selecciones. Es la oportunidad de dejar atrás las derrotas en las ventanas de junio de este año y de noviembre del año pasado, para dar un  paso adelante y seguir creciendo con la Copa del Mundo Japón 2019 en el horizonte. Se trata de una preparación acorde al potencial de este plantel, que pudo hacerle frente a los Springboks y a los Wallabies, por momentos también a los All Blacks, y que tendrá a Pablo Matera como flamante capitán para este nuevo rumbo, con Mario Ledesma como Head Coach, y la inclusión de juveniles en el conformado de la lista.

En la capital de la República de Irlanda será el primer reto en esta serie de amistosos, y ante nada más y nada menos que el campeón del último 6 Naciones. Como primer examen, una prueba muy exigente.

 

Martín O’Donnell 

 

Los Pumas renuevan las ilusiones

A pocas semanas del debut de Los Pumas en el Rugby Championship 2018, Mario Ledesma fue anunciado como el nuevo Head Coach en reemplazo de Daniel Hourcade. El exitoso semestre de Jaguares bajo su conducción, su experiencia en Australia, y la necesidad de que el seleccionado nacional vuelva a ser aquel que supo triunfar ante selecciones de alto nivel han sido factores fundamentales para que Ledesma asumiera como entrenador. Y de inmediato tendría la responsabilidad de mejorar la imagen de un equipo que en los últimos años fue irregular. Porque luego de tener una gran participación en el Mundial de Inglaterra 2015, en el que terminó cuarto y eliminó con autoridad a un importante seleccionado como Irlanda, Los Pumas se vieron superados en los amistosos que disputó posteriormente, y también en los Rugby Championship disputados en 2016 y 2017.

La conformación del plantel del Seleccionado Argentino debió adaptarse a las nuevas normas. Los rugbiers que continuaron su carrera en Europa no podían ser convocados para los partidos con la camiseta nacional. Ello implicó la ausencia de piezas claves para el equipo, y la necesidad de que surjan jugadores locales que se adapten a ese nivel. A partir de la participación de la franquicia argentina en la destacada competencia del hemisferio sur, el plantel de Jaguares era prácticamente idéntico al de Los Pumas. Y las primeras dos temporadas han sido difíciles para el equipo argentino, algo lógico al tratarse de una competencia nueva, que además implica realizar viajes largos.

Pero en la temporada 2018 se mostró una versión distinta, y más positiva, de Jaguares. Tras dos temporadas bajo la conducción de Raúl Pérez, la llegada de Mario Ledesma como entrenador se tradujo en importantes cambios tanto en el juego, como también se vio reflejada en los resultados. El equipo argentino logró su mejor participación hasta el momento, y alcanzó por primera vez los playoffs, en los que llegó hasta cuartos de final.

Superó con claridad a muchos oponentes como local, y de visitante también se obtuvieron victorias importantes. El equipo mostró un gran nivel de juego, pero que contrastaba con el desempeño de los mismos jugadores con la camiseta argentina. Daniel Hourcade, que realizó una gran labor en el aspecto ofensivo del seleccionado y condujo al cuarto puesto en el Mundial 2015, dio un  paso al costado tras no encontrar un buen funcionamiento del equipo y tras la acumulación de resultados negativos.

Mario Ledesma fue apuntado como su reemplazante, en busca de que pudiera trasladar aquel buen juego que mostraba Jaguares, a Los Pumas. Su primer compromiso al frente del equipo fue el Rugby Championship 2018, edición en la que el seleccionado mejor se desempeñó desde que participa en el torneo. Tras una derrota ante los Springboks como visitante la primera fecha por 34-21, se tomó revancha en la segunda cuando en Mendoza superó con claridad al seleccionado sudafricano por 32-19. Luego cayó ante los All Blacks como visitante por 46-24, pero el fin de semana siguiente se recuperó al superar 23-19 a los Wallabies, un emocionante triunfo en el que resistió hasta el final para lograr algo que el seleccionado no conseguía desde hacía 35 años: derrotar a Australia como visitante. Sin embargo, las últimas dos presentaciones ante los neozelandeses y los australianos como local no permitieron cerrar la participación de la mejor manera.

Los All Blacks fueron superiores en ambos encuentros a pesar de que el seleccionado argentino jugó bien por momentos. Por otra parte, el último partido ante los Wallabies, disputado en Salta, tuvo un resultado totalmente inesperado luego del excelente primer tiempo de Los Pumas. El seleccionado sometió a los australianos desde el primer minuto, mostró un buen ritmo de juego y se fue al descanso con el marcador 31-7 a favor. Sin embargo, en el complemento se invirtieron los roles y fueron los Wallabies quienes se impusieron, convirtiendo tres tries en los 12 minutos iniciales de la segunda parte, luego anotarían dos ensayos más y un penal convertido, mientras que Los Pumas apenas sumaron 3 puntos más por un penal convertido, y el marcador terminó 34-45 a favor de Australia. El partido estaba encaminado a una histórica victoria, pero no se sostuvo la intensidad del primer tiempo y terminó en desilusión.

De cualquier manera, Los Pumas estuvieron a la altura ante rivales de enorme nivel y lograron por primera vez dos triunfos en una misma edición del Rugby Championship. Ante Nueva Zelanda pudo hacerle frente en varios momentos del partido, y eso es importante teniendo en cuenta la jerarquía del oponente. Los triunfos ante Sudáfrica y Australia demuestran que pueden estar a su altura, y el primer tiempo ante los Wallabies en Salta también es un indicador de esperanza para el futuro del equipo con vistas al Mundial de Japón 2019. Porque si bien hay aspectos por mejorar, la participación del seleccionado en este certamen dio otra imagen, renovó las ilusiones y permite mirar con optimismo los encuentros de la ventana internacional de noviembre, y por qué no, el desafío del Mundial Japón 2019.

 

Martín O’Donnell

Fue un tropezón, que no sea caída

La derrota de Los Pumas ante los All Blacks por 17-35 en Vélez Sársfield, fue un golpe a la ilusión, quizás demasiado elevada, de creer que esa tarde noche el golpe tan esperado se iba a dar. Que el triunfo tan soñado podía tomar forma. Pero no, no hubo chances. Nueva Zelanda jugó un partido brillante, con una vocación ofensiva determinante, con sus conocidos atributos, y una vehemencia en lo físico que por momentos rozó la incorrección, pero cuyo principal sosten fueron las habilidades y  destrezas de sus jugadores, puestas al servicio de la estrategia del equipo.

El partido arrancó con la postura del visitante en formación ofensiva. Atacó siempre, obtuvo pelotas de formaciones fijas adversarias (scrum y line fueron dos argumentos demoledores) y combinó con velocidad y apoyo en cada ataque. Así llegaron los primeros tries, que marcaron el rumbo del partido. Si bien Los Pumas abrieron el maracdor con un penal de Nicolás Sánchez a los 5 minutos, enseguida llegaron las visitas de All Blacks al in goal local. Entonces, el wing Rieko Ioane apoyó dos veces, y la tercera conquista fue de Naholo. Todos convertidos por Barret, lo que le dió una ventaja de 3-21 a Nueva Zelanda.

Los Pumas crecieron en el segundo tiempo. Con mucha decisión fueron en busca del campo visitante; llegó un try de Tuipulotu covertido por Barret, que estiró la cifra a 3-28, pero Tomás Cubelli ingresó con mucha detreminación y logró un try convertido por Sánchez que achicó a 10-28. El Try de Bofelli que convirtió el tucumano Sánchez puso un marcador más aceptable: 17-28. Decoroso y aceptable, más allá de que el equipo no funcionaba en algunos aspectos, y All Blacks era una amenaza constante.

Cuando entró Mo’unga se encendió una corriente en el estadio propia del medio apertura de Crusaders, figura del último campeón del Super Rugby. Le dio al equipo aceleración en los 20 minutos finales, movilidad y una sensación de que podía hacer daño. A los 72′ el try de Lienert-Brown, y el gol de Mo’unga estiró el marcador al 17-35 final.

Con el punto bonus, Nueva Zelanda se aseguró el primer puesto y celebró una nueva conquista de The Rugby Championship. Es el mejor equipo de la región, es el mejor equipo del mundo.

Pasó por Buenos Aires y mostró todas sus credenciales. Un rugby potente, dinámico y arrollador. Cuando tiene que apelar a algún recurso en el límite o fuera de él, lo hace. porque para ellos la competitividad está primero. Y sueltan un montón de factores que los hacen, por ahora, inalcanzables.

Los Pumas buscaron su partido. No encontraron los caminos, pero el clásico orgullo de nuestro seleccionado lo llevó a apretar el marcador en un momento del segundo tiempo. Después, se volvió a ampliar. Quedan las ganas, la voluntad y la inteligencia de convertir esta derrota en una nueva enseñanza y que este tropezón no se convierta en una caída al crecimiento del equipo.

 

Hernán O’Donnell 

Gonzalo Quesada y el desafío de los Jaguares

Tiene el tono moderado, tranquilo, sereno. No alza demasiado la voz, pero transmite mucha capacidad, conocimientos y experiencia. Se formó en Hindú Club, debutó en Primera División en 1992 y siguió allí hasta 1999. Luego se fue a vivir la experiencia del rugby profesional en Francia, donde actuó en Narbonne (1999-2002), Beziers (2002-2004), Stade Francais (2004-2005), Pau (2005-2006) y Toulon (2006-2007). Entonces decidió retornar a Hindú, y allí se retiró.

En 2008 comenzó su carrera del otro lado de la línea de cal: fue entrenador de pateadores y asistente de Marc Lievremont en el seleccionado de Francia, con el que logró el subcampeonato de la World Cup Nueva Zelanda 2011.

Estuvo en Racing Metro entre 2011 y 2013. Siguió como Head coach en Stade Francais de 2013 a 2017, y ganó el Top 14 de la temporada 2014/15 y luego logró la Challenge Cup. Su último club fue Biarritz.

Ahora, Jaguares.

“Sentí que este era el momento de regresar y hacer mi aporte al rugby argentino y a la UAR. Es un rol muy prestigioso estar a la cabeza de Jaguares”, declaró. “Hay mucho de lo afectivo y emocional en esta decisión de integrarme a Jaguares. Es una gran aventura humana que quiero vivir a fondo y tengo muchas ganas de atravesar“.

Hay que destacar lo bueno que hizo Raúl Pérez y luego Mario Ledesma en esta última temporada. Hay buenos recursos y la UAR seguirá aportando para que el equipo siga creciendo”.

Destacó el desafío de encontrar nuevas alternativas al puesto de medio apertura, posición que conoce de modo profundo; que hay alternativas, y que la salida de Nico Sánchez lo invita al desafío de encontrar las respuestas.

Está contento, tranquilo y entusiasmado. Colaborará, es posible, con el staff de Ledesma de cara al rugby Championship, pero tendrá tiempo para preparar a la franquicia que volverá al Super Rugby en enero del año que viene.

Con su andar sereno, su notable experiencia y todas las ganas del mundo, Gonzalo Quesada vuelve a ser parte del rugby argentino.

 

Hernán O’Donnell

Una nueva etapa para Los Pumas

En pocos días más comienza una nueva edición del The Rugby Championship, y otra vez Los Pumas deberán medirse ante los equipos más fuertes del mundo, en una prueba que representa un examen durísimo, exigente y motivante.

El sábado 18 de agosto, ahora nomás, Los Pumas deberán enfrentarse a Sudáfrica en un test que marcará el inicio, mientras Australia recibirá a Nueva Zelanda.

El campeonato, con toda su complejidad, trae aparejado el inicio de un nuevo ciclo en el seleccionado nacional de Rugby: Mario Ledesma ayera fue presentado como head Coach, entrenador principal del equipo. Un hombre de muchísima experiencia, ya que como jugador se desarrolló en el rugby local en su club Curupaytí, y en los equipos de Europa que integró Narbonne, Castres y Clermont, todos de Francia. Disputó 84 test matches con la camiseta de Los Pumas, en una etapa que duró 15 años, entre 1996 y 2011.

Como entrenador, fue colaborador de Michael Cheika en el Stade Francais en 2011. Luego, en 2012 se integró al staff de Fabien Galthié, en Montpellier.

Junto a Michael Cheika, en 2015 se unió a Waratahs y luego acompañó a Ceika en el staff de los Wallabies, donde lograrían el título del Personal Rugby Championship. Ese mismo año, saldrían subcampeones de la Rugby World Cup England 2015.

Luego de esta temporada en Jaguares, llega a Los Pumas.

“Me llena de orgullo ser el capitán del barco. No es una presión, ni algo que me intimide; es un vértigo lindo; y creo que es un momento para ser socialmente responsables, trabajar y planificar. Estamos ante un enorme desafío.”

Y señaló: “Queremos buscar la excelencia; los procesos que nos lleven a los resultados. Nos basamos en el trabajo, sin sacarle un gramo a la creatividad y a la espontaneidad. La pasión y la locura, las tenemos, y con orden y organización, buscar la excelencia.”

Hacia allí van Los Pumas. Con la historia detrás, con el legado de tantas generaciones de jugadores que han escrito sus páginas memorables y con un desafío por delante que exige mucho, pero que también permite darle vuelo a la ilusión y soñar…

 

Hernán O’Donnell  

Una tarde de cielo marrón…

Hay que ver esas lágrimas que caen por las mejillas de los cincuentones; hay que sentir ese palpitar fuerte de los que pisan los 40; hay que apretujarse y saltar, y cantar, y gritar, como lo hacen los jóvenes y adolescentes de “la 16”; hay que tomarse un avión y venirse desde Francia como lo hizo Lisandro Arbizu para vivir este domingo que puede ser de gloria; hay que compartir una tarde soleada de inmenso calor rodeado de grandes, chicos, adolescentes, jugadoras de hockey y alentar y aplaudir, y vivir la tarde soñada tanto tiempo; hay que emocionarse como Alejandro Galli, que agita los brazos y mira conmovido a la tribuna mientras el partido se juega en el otro lateral y falta muy poco para que termine…

Hay que entender la historia de un club enorme, que supera de largo modo el siglo de vida, que se arraigó en un barrio de Buenos Aires y supo cobijar a generaciones y generaciones de deportistas y soñadores; que fue puntal enorme en el desarrollo de muchísimos deportes en la Argentina: Fútbol, Rugby, Natación, Tenis, Cricket…Un club que salió tres veces campeón de la Liga de Fútbol, que luego se quedó con el rugby ya que adoptó la decisión de no profesionalizarse; un club que generó nadadoras como Jeanette Campbell, Medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936; que tuvo grandes tenistas, conjuntos de hockey sobre césped que regaron de esfuerzo los campos naturales y hoy lo hacen el sintético; equipos de rugby que fueron históricos, grandes campeones que en la década de los ’60 alumbraron con grandes conquistas, que en 1968 cerraron la puerta por melancolía…Hay que entender todo esto para poder ver, sentir y disfrutar la mágica tarde del sábado 15 de octubre de 2016…Vamos, subamos a la vieja tribuna del Atlético de San Isidro, apretemosnó, agarremos fuerte la bandera y vamos a vivir una jornada que promete ser memorable…

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Belgrano Athletic salió decidido a ganar el partido. Sabía que enfrente había un rival durísimo, un equipo sólido, serio y ganador; que sólo había perdido un partido en el año y que en el Top 14 había llegado a la final invicto. Un equipo, Hindú Club, que no regala nada, juega todos los partidos con la mayor seriedad y no se lo puede dar nunca por perdido. Hasta el último segundo mantiene la presión y la concentración para ganar un encuentro; lo prueba la semifinal el sábado anterior, frente a Newman.

Pero la gente del “Marrón” sentía que era su tarde. Que esta vez no se iba a escapar. Un aura de mágico optimismo rodeaba el ambiente y el público lo entendió desde que se logró el pase a la final. La semana se vivió con una mezcla de mesura y ansiedad, pero todos sabían que el club estaba ante las puertas de la gloria. Y se la esperó y acunó durante todos esos días, matizados entre los entrenamientos y los preparativos para el gran día. Por eso, por 80 minutos, Belgrano se mudó de barrio. Coparon San Isidro, metieron gente en la general hasta convertirla en un racimo asfixiante de cantos, bombos, banderas y apretujones. Se desparramaron por el sector opuesto, llenaron las plateas y desbordaron cada una de las tribunas. Y el equipo respondió. Desde la entrada en calor se veía la fiereza y la concentración de un equipo que transmitía mucha confianza.

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Desde el inicio empujó a Hindú contra su in goal; lo maniató con los forwards, empujó y tuvo buena defensa cuando evitó un try en un contragolpe que hubiera cambiado la historia del partido. No pudo aprovechar dos penales desde el centro (uno pegó en el palo), pero fue determinante su vocación, su tackle a destajo y el sacrificio de los forwards, donde una vez más se lució Francisco Gorrisen.

Los dos tries de Ferronato convertidos por Lopez Isnardi, y el descuento de Díaz Bonilla de penal cerraron un 14-3 para Belgrano que presagiaba un buen augurio. Pero Hindú nunca se rinde y salió más decidido en el segundo tiempo. Así llegó al try de Faraone que lo acercó: 14-10 para el que hacía de local. Y reaccionó Belgrano. Con un penal importantísimo de Lopez Isnardi se puso 17-10; el try de Arizaga a los 26 minutos trajo la tranquilidad: 22-10 y una diferencia grande para empezar a dejar correr la ilusión…

Y los minutos finales! Ese penal que aumentaba a 25-10!! La defensa heróica, la sangre de los forwards, ¡el temperamento de Tomás Filipuzzi!, la serenidad de Tomás Rosati, ¡lo que contagia el “Oso”!!, el ingreso del benjamín “Juanchi” Lando, el símbolo “Panchito” Cubelli y los abrazos de todos en el banco de suplentes que festejaban esas últimas imágenes de un partido que, ya sin presiones, podía durar mucho más; esos momentos difíciles de ver con nitidez, pues se nublaban los ojos y la vida se paseaba como un carrousel melancólico; porque quedaban sepultados 48 años de angustias y frustraciones, porque se metían en el cuerpo y alma de toda la familia marrón los momentos vividos, el descenso del ’82, el regreso en 1983, el surgimiento de figuras increíbles como Lisandro Arbizu o Tomás Cubelli, firmes en la tribuna para alentar a su club…

Esos minutos finales deberían quedar para siempre. Para la eternidad. Una final ganada con autoridad, sin sufrimiento, con ese último tramo que uno pedía que se detuviera allí como una foto, que no se terminara nunca, que el tiempo se congelara en ese instante, porque la victoria lucía asegurada, porque nada podía impedirla y porque invitaban al goce por un título tan esquivo, un final que permitía emocionarse y festejar, gritar y reir, cantar y llorar, y mirar al cielo, que dicen que es celeste, pero para nosotros, tal vez porque tenemos la vista inundada de emoción, hoy se tiñó de marrón…

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Hernán O’Donnell

 

Los Jaguares se despidieron con un triunfo

Fue una buena victoria, valiosa, merecida. No se había jugado bien en el primer tiempo, al menos no se pudieron disimular las fallas, y cada error se pagó caro. pequeños errores, que a veces pasan inadvertidos, en esa primera parte se tradujeron en puntos para los Lions. Y el acierto a los palos, la mente puesta siempre en sumar, en mantener el partido a tiro, en saber que si había una mínima chance, un penal, por ejemplo, siempre era mejor sumar de a tres que buscar un hipotético try.

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Los Jaguares entendieron que el partido significaba mucho en cuanto al futuro. La despedida, el cierre, el saber que la última imagen iba a perdurar hasta el año que viene, cuando otra vez se abra esta competencia y el Super Rugby esté en el calendario internacional.

Por eso la decisión de sumar de cualquier forma y lugar, para irse con la victoria. Para que la gente que pobló la helada noche de Buenos Aires se vaya del Estadio “José Amalfitani” con una sonrisa. La primera parte se sufrió con dos tries en contra, pero el acierto en 4 penales nos llevó a un parcial de 12-15 y un marcador ajustado, para sentir que el equipo estaba en el partido.

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Una duda en la marca en el comienzo del segundo tiempo le permitió a los visitantes visitar el in goal por tercera vez y sumar con la conversión, lo que les dio un parcial de 12-22.

Allí apareció la garra de los argentinos. La vergüenza deportiva y la decisión para revertir la situación. Facundo Isa fue el abanderado; lo siguió Lavannini y Petti, que buscaron poner siempre al equipo en ataque. Montoya no estuvo preciso en los lines, pero fue duro en el choque y en los rucks. Hernández supo utilizar con precisión su pie y Cordero aportó su habitual audacia. Los Jaguares crecieron y se superaron.

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Entonces llegó el try de Isa: el público se levantó y el marcador quedó 17-22. Otra vez estábamos cerca.

Y si el line no funcionaba, sí lo hacía el scrum. A los 17 del complemento el try penal convertido por Sánchez permitió revertir el marcador: 24-22 para los locales. Enseguida el try de Alemanno, también convertido por el tucumano Sánchez. Entonces el marcador quedó 31-22. El estadio ya vibraba con gritos y los argentinos no cesaban en el tackle y la búsqueda ofensiva.

Se jugaba en terreno visitante, que nunca pudo frenar el avance de los Jaguares. Poco quedó del equipo ofensivo y habilidoso del primer tiempo. Los Lions sufrían una amonestación y en inferioridad numérica fueron superados. Otro penal de Sánchez selló el 34-22 final.

Un triunfo justificado en el segundo tiempo, a partir de la decisión de ir a buscarlo. Los Jaguares querían despedirse de su gente, que siempre fue fiel en el acompañamiento, y en el último encuentro, tuvo su recompensa.

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Hernán O’Donnell

Una noche de lluvia, barro y emociones

Fue el reencuentro con la victoria y con la satisfacción del deber cumplido. Los Jaguares elaboraron un triunfo amplio y merecido, y se reencontraron también con su gente, que fue reducida por las inclemencias del tiempo, pero fiel en la presencia y en el apoyo a los jugadores.

Los Jaguares hicieron pie en el barro del Estadio “José Amalfitani”. Sobrellevaron el penal en contra y muy rápido Nico Sánchez puso el 3-3 con un penal. Después llegó el try convertido para ponerse 10-3 y el try de Creevy donde todos empujaron para establecer el 15-3 parcial. Descontaron los Bulls con un penal y nos fuimos a refugiar de la lluvia y el viento tras un primer tiempo auspicioso: 15-6

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El segundo tiempo se jugó con más ritmo y fiereza. Crecieron los argentinos por la garra de Creevy, el empuje de Lavannini, el talento de Sánchez, la capacidad de Tuculet y la audacia de Cordero.

Un penal de Nico Sánchez, y 18 a 6. Buen momento para desarrollar las facetas del juego. Tackle y creatividad. Y garra y corazón. Otro empuje coordinado, otra avalncha de peso en una banda y otro try del capitán Agustín Creevy, muy parecido al del primer tiempo: 23-6, ante un rival duro y peleador.

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Un try de Bulls achicó la diferencia a 23-11 y otro penal de Sánchez la volvió a estirar a 26-11.

Enseguida, otra vez el tucumano Sánchez acertó un penal a los palos y los argentinos se adelantaron 29-11.

Llegó el momento del rugby desplegado, abierto, duro e intenso. Los Bulls no se achicaron y pelearon el partido. Con más vergüenza que rugby fueron a buscar el descuento. Los locales contestaron con tackles y propuestas de contraataque. Fueron cinco minutos, los finales, donde se vio un rugby de nivel, jugado con honor e intensidad.

Y con toda la alegría de volver a cantar victoria, ante un público fiel y una tormenta permanente que regó de esfuerzo y sacrificio la victoria de los Jaguares.

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Hernán O’Donnell