Real Madrid, y su eterno romance con la Copa de Campeones

Duelo de punteros en el Grupo “C”. Nápoli y Real Madrid, dos candidatos naturales, habían ganado su primer compromiso y el choque en el Estadio “Diego Armando Maradona” era una propuesta más que interesante para seguir en esta nueva jornada de UEFA Champions League. por supuesto que también existían los interrogantes por algunas dificultades que atraviesan ambos equipos, más en el entorno que en la actualidad futbolística, que es buena en ambos casos. Pero el conflicto que la entidad generó con Víctor Osimhen, quien se vio afectado por algunas publicaciones en la cuenta oficial de Tik Tok del club, y las bajas de Courtois, David Alaba y Eder Militao en el equipo español, también trajeron nubarrones antes del partido.

Pero a la hora del juego, hubo mucho para ver. Un partidazo de punta a punta. Con dominio alternado, un marcador cambiante, y el final que encontró, una vez más, a Real Madrid vencedor. Como una constante en este torneo, que nació como Copa de Campeones y el tiempo, el marketing y el dinero, la transformó en la UEFA Champions League.

Nápoli formó con Alex Meret; Giovanni Di Lorenzo, Ostigard, Natan y Mathias Olivera; André Zambo Anguissa, Stanislav Lobotka y Piotr Zielinski; Matteo Politano, Víctor Osimhen y Khvicha Kvaratskhelia.

El conjunto de Carlo Ancelotti comenzó con Kepa; Daniel Carvajal, Antonio Rudiger, Nacho y Eduardo Camavinga; Federico Valverde, Aurelien Tchouameni, Toni Kroos y Jude Bellingham; Vinicius y Rodrygo.

El comienzo fue a todo ritmo, y en ese contexto las estrellas del Madrid brillaban en el firmamento napolitano. Vinicius, Rodrygo, y Bellingham atacaban y asustaban, hasta que en una llegada clara, el local tuvo una chance que no iba a desaprovechar.

Iban 18′ cuando llegó el centro hacia la izquierda, el cabezazo de Natan pegó en el travesaño, y Ostigard apareció como una tromba para poner, de cabeza, el 1-0 para el Nápoli.

Parecía que el local tomaba el control. Sin embargo, bastó que Bellingham hallara un error en la salida de Di Lorenzo, para asistir a Vinicius que, de modo sutil, puso el empate, 1 a1, a los 26′ de juego.

Y una gran jugada individual de Jude Bellingham le permitió a Madrid pasar al frente; 1-2, cuando el partido había llegado a los 33′.

Hubo, entonces, un ataque sistemático d la visita, que estuvo al borde de liquidar el partido. Fueron cinco minutos de atropello, pero Nápoli resistió, y cerró el primer tiempo con la esperanza de mantenerse a tiro en el partido. A los 38′ Osimhen sacó un tremendo tiro que desvió Kepa con un vuelo, y a los 40′ Politano enganchó y remató, pero otra vez apareció el arquero visitante.

En el segundo tiempo crecieron las emociones. Nápoli llegó a la igualdad tras un penal por mano de Nacho, que ejecutó Zielinski, para poner el partido 2-2, a los 53′ de juego.

Fue el momento del local. A los 55′ Khvicha Kvaratskhelia sacó un tremendo disparo que pasó muy cerca. Luego, a los 56′, fue Zielinski el que remató y desvió Kepa.

Entonces, a los 63′, Ancelotti hizo dos variantes en el Madrid. Luka Modric reemplazó a Toni Kroos, y F. Mendy ingresó por Eduardo Camavinga, cuando iban 63′. En el local, el primer cambio fue a los 69′: Eljif Elmas entró en lugar de Matteo Politano.

Y el partido volvió a pasar a manos del Real Madrid. Vinicius hizo revolcar a Meret a los 73′. El ataque visitante empezaba a ser pesado, una vez más. Raspadori entró por Zielinski, en el local, y Joselu ingresó por Rodrygo, en la visita, cuando iban 74′ de juego.

A los 77′ llegó la gran explosión. Un disparo de lejos, fuerte y exacto, de Federico Valverde, volvió a revertir el marcador. La pelota pegó en el travesaño, rebotó en la nuca de Meret y se metió en el arco local, para que Real Madrid pasara a ganar por 2-3.

Dani Ceballos entró por Vinicius, a los 83′, en la cuarta variante de la visita.

Rudi García, el entrenador del equipo local, decidió hacer los tres cambios que le quedaban en su tercera ventana permitida. Jens Cajuste entró en lugar de S. Lobotka; Giovanni Simeone ingresó por A.Z. Anguissa, y Mario Rui reemplazó a Mathias Olivera, a los 87′.

Fue el Nápoli, pero recién tuvo su chance en el final, cuando iban 90+5′, y Ostigard recibió en el área para sacar un tiro que controló Kepa.

Fue un partidazo, de ida y vuelta, con dominios alternados. Pero, al margen de los momentos del partido, el resultado, al final, se quedó con el Madrid, como un guiño del destino que tiene este club con la añeja y célebre Copa de Campeones.

Hernán O’Donnell

Un clásico intenso y emotivo, al que sólo le faltó el gol

Fue un canto al esfuerzo, a las ganas, al ímpetu y al alma puesta en un clásico. Platense y Argentinos Juniors se brindaron al máximo en el último de los partidos interzonales que cerraban la séptima fecha, produjeron un partido entretenido, al que sólo le faltó el gol. Un poco mejor el “Calamar” en el inicio, superior Argentinos en el complemento, donde generó más situaciones, fue más profundo y se acercó a la victoria. Pero falló en la definición, entre la falta de justeza y la actuación de Ramiro Macagno, el arquero local, que lo privó de una victoria posible.

Platense formó con Ramiro Macagno; Raúl Lozano, Ignacio Vázquez, Gastón Suso y Juan Infante; Leonel Picco; Ciro Rius, Franco Díaz, Nicolás Castro y Agustín Ocampo; Ronaldo Martínez.

El “Bicho” comenzó con Alexis Martin Arias; Marco Di Césare, Miguel Torrén y Lucas Villalba; Javier Cabrera, Alan Rodríguez, Federico Redondo y Román Vega; Leonardo heredia, Luciano Gondou y Francisco González Metilli.

Lo dicho, el “Marrón” salió muy decidido, dispuesto a presionar a un Argentinos que siempre intentó jugar desde el fondo. Por abajo, y dispuesto a asumir riesgos. En ese juego, llegó el “Bicho”, a los 21′, con un tiro de Heredia que sacó Macagno. Respondió el local, a los 27′, con un buen disparo de Franco Díaz que dio un rebote, que lo tomó Juan Infante, pero su tiro salió desviado.

A los 32′ volvió a avisar Platense, con un disparo de Juan Infante que Martin Arias sacó arriba, cuando se le metía junto al travesaño, y a los 35′ un tiro libre de Ocampo dio en el poste, en otra situación para el local.

Argentinos tuvo una gran maniobra de contragolpe, a los 35′, que terminó con una habilitación de Gonzalez Metilli a la derecha, donde apareció sólo Leonardo Heredia, pero su tiro salió afuera. Y a los 41′ Gondou elevó el remate, en una oportunidad clara.

Creció mucho la visita en el complemento. A los 49′ Macagno sacó al corner un tremendo disparo de González Metilli. Cuando iban 51′ Gondou le ganó la posición en el área a Nicolás Castro, cedió a Cabrera, y el remate del extremo visitante, salió alto.

La primera variante del equipo de Pablo Guede fue a los 59′; Santiago Montiel reemplazó a Román Vega.

El “Bicho” tuvo una chance clara a los 60′, pero Macagno le tapó el tiro a Heredia y el rebote de González Metilli lo sacó al corner. Era el momento de Argentinos; a los 63′ desbordó Javier Cabrera por derecha, largó el centro y el tiro de Leonardo Heredia fue muy bien tapado por Macagno.

Martín Palermo decidió, entonces, hacer tres cambios para el local. Iban 65′ cuando Miguel Jacquet entró por Gastón Suso; David Zeineddin reemplazó a Ronaldo Martínez, y Luciano Ferreyra ingresó por Nicolás Castro.

En la visita, se lesionó Miguel Torrén, a los 67′, y lo reemplazó Jonathan Galván.

El encuentro seguía bajo la misma tónica. El control de Argentinos y el orden de Platense, que buscaba salir de contragolpe. A los 74′ Iván Rossi entró en lugar de Agustín Ocampo. Más marca y lucha para la recuperación del local, en reemplazo de un hombre de ataque.

Ya le empezó a costar al “Bicho” armar más llegadas profundas, y Guede hizo su tercer cambio a los 89′. Alan Lescano reemplazó a Leonardo Heredia, mientras que también hizo una variante el local. Gerónimo Cacciabue ingresó por Leonel Picco, en el quinto y último cambio permitido.

El final llegó con un ataque que ilusionó a Platense, pero que no tuvo consecuencias. Argentinos había hecho mayor recorrido y había tropezado con las intervenciones de Macagno. El clásico se cerró con la misma intensidad que había comenzado, y el grato sabor de haber pasado una buena noche de fútbol.

Hernán O’Donnell