André Ward se despide de los cuadriláteros

Y un día, el “hijo de Dios” decidió poner fin a su carrera…

Nació en San Francisco, una de las ciudades más bellas del mundo, allí donde California abre una de sus ventanas más hermosas al Océano Pacífico. La bahía de San Francisco, alimentada por los ríos Sacramento y san Joaquín, con aguas que bajan desde las montañas de Sierra Nevada, es protagonista y testigo de miles y miles de historias, que se vieron reflejadas en el arte, en el cine, en el deporte…

Allí nació Andre Ward. Fue un 23 de febrero de 1984, cuando el invierno empieza a doblar el codo para darle lugar a temperaturas más benignas. El país era gobernado por Ronald Reagan y la guerra fría estaba en uno de sus puntos máximos. El joven André hizo una vida parecida a la de millones de chicos de Estados Unidos: escuela y fútbol americano. El boxeo llegaría después.

Tuvo una infancia dura, complicada. Hijo de madre de color sudafricana y un padre blanco, su primera lección que tuvo que aprender fue la mezcla de su identidad, y lo complejo que eso era.

“Los blancos me consideraban negro –dijo en un documental de HBO- mientras que para la gente negra yo no era como ellos de modo total, no era negro de manera suficiente”.

Fue su padre, Frank, un pugilista amateur quien lo inició en la actividad cuando era pequeño.

En la preadolescencia ingresó en un gimnasio en Oakland y ya no se iría nunca más de ahí. Empezó a moldear su carrera. A los 9 años ingresó a un gimnasio y su mundo cambió para siempre: “Fue un amor a primera vista; vi el ring y me dije a mí mismo: esto es lo que quiero hacer!”.

La vida no era sencilla. Recordaba a su padre regresar del trabajo muy cansado, encerrarse en su cuarto y al cabo de un rato salir. Pero ya era otra persona. Diferente. Como si un efecto causara cambios en su conducta…

Conoció a Virgil Hunter, su coach a partir de ese momento y hasta ahora. Allí comenzó sus entrenamientos, a los 17 comenzaba a definir su perfil, y a los 20 años ganó la medalla dorada de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

El fallecimiento de su padre, Frank, lo llevó a aferrarse más al gimnasio y a Hunter, que ya no sólo fue entrenador, sino que a partir de ese entonces, se convirtió en tutor y consejero.

Su debut profesional llegó el 18 de diciembre de ese año 2004 y venció por KOT 2 a Chris Molina, en el mítico Stapless Center de Los Angeles. Y sería el primer paso de una fructífera carrera, que se vio interrumpida casi por tres años, ya que un conflicto con su ex promotor, Dan Goosen lo llevó a una larga inactividad: entre septiembre de 2012 y junio de  2015 realizó apenas un combate.

Antes, hilvanó triunfos en cadena hasta llegar a la noche del 20 de junio de 2008 ante Jerson Ravelo para ganar el título semi pesado de la OMB.

En septiembre de 2014 falleció su ex promotor  y un tiempo después llegó a un acuerdo con los familiares, que manejaban la empresa Goosen Promotions. Era el momento de empezar a recuperar su carrera y su libertad.

“Maduré mucho en ese tiempo. No fue divertido. Aprendí a valorar lo que hago porque se siente un tremendo vacío cuando no puedes hacer lo que sabes para ganarte la vida y lo que te gusta hacer”.

Fueron 19 meses de inactividad, y en ese lapso se deterioró su carrera deportiva. Estuvo mucho más ocupado en los trámites legales que en su entrenamiento físico y sus días pasaron más cerca de oficinas y tribunales que en los gimnasios.

En ese tren de la recuperación, siguió con su costumbre: Sólo conoció victorias. En una trayectoria impactante, extraordinaria, incomparable, con el triunfo ante Sergei Kovalev, añadió un eslabón más de una cadena invicta que ya lleva 23 años: comenzó cuando tenía 14 y pesaba apenas 60 kilos.

Y aunque su carrera se desarrolló en los supermedianos, el salto a los semipesados lo condujo al combate del año: ese enfrentamiento con Sergei Kovalev fue largo, duro y esperado. Se habló mucho en la previa, y Ward afirmó antes del combate que “Tendré que cuidarme, mantener la distancia y trabajar durante cada asalto. Mi trabajo será mantener la guardia arriba y estar muy concentrado.” Tras los años de conflicto, el californiano afirmó que llegaba al desafío en el mejor momento de su carrera.

El 19 de noviembre de 2016 empezó a dar sus pasos definitivos hacia la galería de los más grandes, de los mejores (aunque él se considera el mejor), libra por libra. Fue la primera de sus dos victoria ante Sergei Kovalev, quien no había quedado conforme con el primer fallo: “El público vio lo que sucedió en el ring. El (Ward) era local y los jueces son localistas…” También la crítica especializada fue dura en su análisis: se destacaron los amarres, los cabezazos, bloqueos con los codos y otras acciones poco claras. El combate tuvo mucho de pelea callejera y Kovalev, que había logrado derribarlo y tuvo el control del match en su inicio, luego también se vio enredado en esa situación. Y la segunda parte Ward la trabajó con todos sus recursos. Está claro que fue una pelea estrecha, tal vez difícil de puntuar, amén que quedó la sensación que los rounds que ganó el ruso parecieron más claros, más amplios, mientras que los que ganó Ward, desde el sexto en adelante, lucieron por un estrecho margen.

Se caía de maduro que habría un segundo encuentro. Y las apuestas parecían favorecer al ruso. Parecía que esta vez, sí. Ganaría. Y no dejaría dudas.

Nada de eso sucedió. Otra vez el californiano sorprendió al mundo. En el Mandalay Bay, Las Vegas, Nevada, el último 17 de junio, Ward volvió a derrotar a Kovalev. A pesar de la queja por los golpes bajos, materia discutible, pues estuvieron sobre el cinturón, el equipo de Kovalev no debería desconocer que el octavo round comenzó con una tremenda derecha de Ward que impactó en el rostro del ruso, lo llevó a retroceder y comenzó el calvario del round definitivo. Cuando Kovalev se recostó sobre las cuerdas, su imagen era confusa. Podría interpretarse que sintió un golpe bajo, pero el árbitro Tony Weeks entendió que no estaba en condiciones de seguir y detuvo el combate.

Otra vez, la esquina del derrotado alzó la voz para quejarse y encendió la polémica.

Pero nada de todo esto parece perturbar a Ward. Sabe que es criticado, que le subrayan su estilo defensivo, que lo comparan con Mayweather para decir que sin atacar pueden dominar una pelea (y ganar), que siempre está a la espera del error del oponente para meter un contragolpe, que ofrece poco…Nada le afectó. Hizo pocos combates, sólo 6 peleas desde 2011, pero pudo rearmarse. Y se mantuvo invicto. Aún en las dos peleas más exigentes de su carrera, que algunos todavía discuten,  salió adelante.

André Ward ganó la primera pelea ante Kovalev porque tuvo la inteligencia para obtenerla, esquivar golpes y lanzar su mano izquierda para dominar. Supo pensar el combate. Y llevárselo.

“Si tres jueces me vieron ganar, quiere decir que gané el combate. 100 por ciento lo gané”, aseguró tras el primer encuentro.

Y tras la segunda cita, afirmó: “Si hablamos de golpes bajos, vamos a hablar de golpes de conejo. No podemos hablar de uno sin el otro. Y creo que fue intencional de su parte, porque él  no sabe cómo pelear adentro. Yo no quise pegarle abajo. Las cosas pasan. No estaba yo en problemas ni necesitaba cometer algo ilegal; él intentó venderle eso a Tony Weeks. Cuando gané por puntos dijeron que fue aburrido y ahora ganó por K.O.T. y dicen que hay controversia…”

Ahora es tiempo de mirar al futuro y disfrutar el presente. Cerró su campaña en su mejor memonto y con una carta dirigida a todos los relacionados con el mundo del boxeo.

“Al deporte del boxeo: te amo”, escribió Ward. “Has estado a mi lado desde los 10 años, me has enseñado muchísimo, me hiciste humilde y me promoviste. He sacrificado mucho por ti pero me diste mucho más de lo que pensé posible”.

“Desde el fondo de mi corazón, gracias a todos los que se relacionaron con mi carrera. Ellos saben quiénes son. No pude haber hecho esto sin ustedes”, agregó el boxeador. “Y quiero aclarar algo, me voy porque mi cuerpo no está dispuesto a soportar los rigores de este deporte y mi deseo de pelear ya no está ahí. Y si no puedo darle a mi familia, mi equipo y mis fans todo lo que tengo, entonces no puedo permanecer más peleando”, apuntó.

Se refugia en su familia y en su actividad social. Casado con Tiffinney, padre de tres varones y una niña, André Ward es muy religioso y visita a menudo las iglesias. Intenta llevar un mensaje de paz y de recuperación a la gente; también se contacta con cárceles, reformatorios e institutos juveniles, consciente de los peligros y los males que traen las drogas, que lo han hecho sufrir en su hogar y en su comunidad de pequeño. De ahí el apodo S.O.G., Son Of God (Hijo de Dios) que lo acompaña como su propio nombre.

 

Hernán O’Donnell

 

 

 

 

La noche mágica de Leo Messi lleva a la Argentina al Mundial

Cuando Ibarra marcó el tanto de Ecuador y el reloj no había marcado aún un minuto de juego, un escalofrío recorrió las espaldas de cientos de argentinos en Quito, y millones en el país y muchos desparramados por todo el mundo.

Apenas la gente se acomodaba para ver el partido crucial, y ya se empezaba a sufrir. Había un aliciente; el reloj. Porque si bien la cosa empezaba complicada, quedaban 89 minutos y el descuento para revertir el marcador.

Y apareció Messi. En toda su dimensión. Para ponerse el equipo al hombro, para decir (gritar) ¡Presente! en la noche que más se lo necesitaba.

A los 11´ armó una jugada bárbara, se fue por izquierda, combinó con Di María y, tras recibir la pared del rosarino, definió seco, con un cachetazo rasante y contundente.

A los 19´ desniveló el juego para la selección: fue a apretar al zaguero, se quedó con el rebote y cuando entraba al área sacó un zurdazo al ángulo derecho del arquero ecuatoriano.

Con el 1-2 a favor del visitante, el partido tomó otro ritmo. Y hasta pareció, ya, en ese momento, que no se modificaría el resultado. Quiero decir, que podía haber más goles, pero que no variaría el ganador. Nos invadió una sensación de seguridad, de confianza y de tranquilidad que la Argentina tenía el partido controlado. La imagen era la de un seleccionado que mandaba con absoluta autoridad.

Sostenido por la jerarquía de Messi y el despliegue de Enzo Pérez, la Argentina se mostraba como dueña del juego. No retrocedía. Estaban firmes los defensores, corrían Salvio y Di María, se multiplicaba Lucas Biglia en el esfuerzo. No era menor la tarea de los argentinos.

En la segunda parte, el equipo se tiró un poquito más atrás. Pero siempre sostuvo el control. No perdió las riendas ni pasó sobresaltos.

Y hubo tiempo y lugar para una nueva joya de Messi. La paró con el pecho de espaldas al arco, rival, giró, aceleró y cuando comenzaban a rodearlo defensores, picó el remate para sellar el 1-3.

Todo lo que quedaba era para gozar; para emocionarse, para disfrutar, para dejar caer las lágrimas de un equipo que siempre ofrece una nueva oportunidad. Un grupo de muchachos que contagió emoción con el festejo final, con los abrazos y el desahogo manifestado en cada canto, en la entrega de las camisetas a los fieles que los acompañaron, en la sensatez de dejar atrás la veda con la prensa y retomar el diálogo en paz, sin rencores y con la mirada sincera.

Un equipo que dejó el alma en el partido crucial, pero que fundamentalmente se reencontró con su fútbol, con su capacidad, con el desequilibrio que siempre genera Messi y con el arco.

Un seleccionado que hizo honor a su historia, rica y envidiable, esa que habla de presencias constantes en la Copa del Mundo, que levantó dos veces el máximo trofeo, jugó cinco finales, y puso en marcha, de cara a Rusia 2018, una nueva ilusión.

 

Hernán O’Donnell

 

Millones de sensaciones ante un encuentro crucial

Sólo se habla de EL partido. De Ecuador y la Argentina; del encuentro  que sostendrán dentro de unas horas, del partido que puede dejar a la Argentina clasificada (o en carrera) para participar de la Competición Preliminar de la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, o afuera de la cita máxima del fútbol mundial, en un escenario que nadie quiere imaginar.

Pero esto es lo que nos toca. Sumar y restar; hacer cuentas y responder una y otra vez “que si ganamos, como mínimo vamos al repechaje; ¿seguro? ¿no depndemos de si Paraguay gana o…? No; si Argentina gana, tiene el repechaje asegurado y puede clasificar directo; lo mismo si empata. Y puede ir al repechaje, aún con una derrota.”

Bueno, esto lo repetimos hasta el cansancio en cada diálogo en los bares, la Universidad, los colegios, las oficinas. En todos lados se habla del partido. Y más que del partido, se habla de los resultados, las combinaciones y las posibilidades. No se conversa sobre el equipo, cómo está, quienes van a jugar, como será el planteo en un escenario complicado por la altura sobre el nivel del mar…todo eso está casi en el olvido.

Al márgen de todas las especulaciones, la Argentina tiene que jugar un partido de fútbol, en la altura de Quito que alcanza los 2850 metros sobre el nivel del mar. Un adversario que cuenta con Jorge Célico, entrenador argentino que estuvo en las inferiores de Huracán, dirigió a la primera y obtuvo un resonante triunfo en el Monumental por 2 a 1 sobre River y cayó 4 a 0 en el estadio Pedro Bidegain en un clásico ante San Lorenzo.

Ese Ecuador, que arrancó muy bien este ciclo de clasificación al mundial, luego tuvo un corte en su desarrollo, y los problemas internos derivaron en una caída que lo llevó a perder puntos, sobre todo de local, que lo alejó de la posibilidad de llegar al mundial de Rusia 2018.

La salida de Quinteros, el recambio generacional, y la incógnita sobre como va a actuar un equipo nuevo, que es posible quiera lucirse ante su público son los puntos que se observan en este conjunto.

Ecuador ha sentido esta eliminación con mucha frustración; estuvo en tres de los últimos cuatro Mundiales y le duele no estar ahora. Querrá dejar una buena impresión ante su gente.

La altura es un factor adicional que no hay que descuidar ni dejar de lado; no es lo mismo para el futbolista que siempre juega en el llano, adaptarse a  casi 3000 metros de elevación.

Pero Sampaoli sabe del tema; conoce el país, el medio, el jugar en la adversidad de los efectos que produce la altura. Sabe que habrá que tener tenencia de balón, cuidado en los traslados y regular muy bien las energías.

Después, es fútbol, con todo lo que esa frase implica. Tan repetida y tan meneada, es una forma simple de resumir todos los imponderables, las vicisitudes y las sorpresas que en cada partido aparecen.

 

Hernán O’Donnell

 

Ganar en Quito…¿Hazaña o utopía?

La Argentina sólo una vez pudo ganar en la altura de Quito. Fue bajo la conducción del entrenador Marcelo Bielsa, por la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Corea-Japón 2002. Fue por 2 a 1, con goles de Hernán Jorge Crespo y Juan Sebastián Verón. Antes y Después, no se consiguieron victorias.

En total jugó 6 partidos y sólo consiguió la victoria mencionada; empató por la Copa América 1983, 2 a 2 con goles de Jorge Luis Burruchaga, y para la clasificación a la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014, 1-1 con tanto de Sergio Aguero.

Perdió 2 a 0 por las eliminatorias Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. En la primera de esas derrotas nació la célebre frase “En la altura, la pelota no dobla”, del entonces entrenador albiceleste, Daniel Alberto Passarella.

Por eso, a toda la presión, la psicosis, y la necesidad imperiosa de conseguir los tres puntos, se suma un dato de la realidad que es insoslayable. La altura es un factor de peso que condiciona a los equipos argentinos.

Los limita, les impone un ritmo de juego distinto, más lento, más pausado. Argentina deberá jugar con la cabeza puesta en regular energías, atacar sin desgastarse y buscar el aire permanente para no llegar al ahogo.

Y encomendarse a todos los ángeles posibles, a la inspiración de Leo Messi, el temperamento de Mascherano, el acompañamiento de todo el equipo y los duendes que iluminaron a la albiceleste aquella jornada feliz del 15 de agosto de 2001, cuando se logró la esperada victoria en la altura de Quito.

 

Hernán O’Donnell

El tobogán de Argentina lo desliza del Mundial

Luego de la serie ante Uruguay y Venezuela decíamos que Argentina, en la recta final se resbalaba. Y pensábamos que era sólo un resbalón, un tropiezo que no le permitía, en ese momento, afirmarse en las posiciones de los que clasifican a la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, pero que a la vez, actuaría (ese resbalón que siginificaba igualar de local con Venezuela) como un llamado severo de atención. Que en denfinitiva, esa alarma se transformaría en un estímulo para reaccionar y salir decididos a revertir la situación, a mostrarle al mundo el poderío de este equipo, a sacar a relucir el orgullo y la capacidad.

Estábamos más ilusionados con la reacción, a partir de una rebeldía espiritual, que con argumentos futbolísticos que la sostuvieran. Y no sucedió. Porque no hubo una reacción desde lo anímico. Sí hubo una expresión futbolística similar a la de Venezuela, quizás con otra estrategia y otra táctica, pero muy emparentada en los dos últimos encuentros de local: un equipo, el nuestro, que domina el partido, maneja el desarrollo, supera en el territorio al adversario, y le genera unas cuantas situaciones de gol.

Pero también choca contra una defensa cerrada, un arquero (los dos, el de Venezuela y el de Perú) muy sólido, y una falta de contundencia que también se mezcla con una pizca de mala suerte.

Pero no hubo rebeldía; faltó aceleración en tres cuartos, algún desborde que desacomode a la zaga adversaria, gambeta profunda en el área, hasta pelotazos…se generaron muchas situaciones, es cierto, por superioridad jerárquica y por buenas asociaciones, pero no se redobló la apuesta. Apretarlos contra su arco, meterlos en el área chica, obligarlos a la defensa heróica.

Perú siempre se mostró sereno a la hora de cerrarse; se escalonó bien para controlar a Messi, con mayor eficacia en la primera parte que en la segunda. Y tuvo dos chances para convertir: la primera a los 33′ de la primera parte, tras un buen centro que Jefferson Farfán no pudo conectar bien y su disparo se fue muy cerca del palo derecho de Romero, y la segunda un magnífico tiro libre del delantero Paolo Guerrero, al ángulo superior derecho de Sergio Romero, quien la desvió al corner y con esa atajada se terminó el partido.

Sampaoli habló del dominio y de merecimientos. Y tiene razón. La Argentina fue protagonista, generó muchas oportunidades y mereció ganar. Pudo hacerlo si convertía Messi su remate a los 37′, o cuando cabeceó Benedetto a los 44′, o la chance que tuvo Di María, o la del “Papu” Gómez en el segundo tiempo, o los remates de Lucas Biglia y de Javier Mascherano en el complemento.

Cualquiera de esas posibilidades le pudo dar la victoria a la Argentina. Como también si Agüero convertía el penal en Córdoba ante Paraguay, Argentina empataba ese partido (y tal vez lo ganaba) o si el error involuntario de Masche ante Perú en Lima no sucedía, la Argentina ganaba 2 a 1 de visitante. Y con esos resultados, 3 o 5 puntos más, tal vez Edgardo bauza seguía al frente del combinado…Todas especulaciones. El fútbol, como la vida, puede apelar a todo tipo de especulaciones, al “si hubiera pasado”…pero lo único que cuenta es lo que pasó.

Y lo que pasó es que la Argentina no pudo ganar los últimos cuatro partidos y ahora deberá hacerlo en la altura de Quito para mantener viva su ilusión de ir al Mundial.

 

Hernán O’Donnell

La fe de Gareca, el hermetismo de Sampaoli

Las horas pasan y el partido del año se acerca. Ya queda poco por hacer, más allá de que los entrenadores van a estirar los minutos hasta lo máximo para poder aprovechar cada instante y optimizar el tiempo de preparación.

Perú, está dicho, acumulará 10 días consecutivos de entrenamientos y trabajos. Han contagiado de optimismo a toda la nación, que se une en el apoyo al seleccionado a través de mensajes en las redes sociales y avisos televisivos que se repiten a toda hora en las cadenas del país.

“Estamos en el mejor momento de la eliminatoria, preparados para jugar este partido trascendental”, dijo Gareca en Lima, en conferencia de prensa.

“Estamos preparados para hacer el mejor partido y hacerle frente a todo; el escenario es como cualquier otra cancha de fútbol”, dijo el DT que le restó así importancia al peso que pueda tener “La Bombonera”.

Mientras la Argentina se dividió en trabajos físicos y futbolísticos, y el DT Sampaoli ensayó con diferentes alineaciones, con variantes que se manifiestan de mitad de cancha hacia arriba. Pareciera que el arquero Sergio Romero y la línea de fondo compuesta por Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Javier Mascherano y Marcos Acuña está confirmada.

Pero el resto no está asegurado. Tal vez Fernando Gago pueda tener asegurada su presencia; quizás Di María y asoma Benedetto como centreforward titular. El resto, puede variar.

Salvo Leo Messi, claro.

Que va a pasar en el estadio de Boca dentro de muy pocas horas es difícil de pronosticar. Todos imaginamos un partido con el seleccionado local volcado al ataque, metido a fondo en los primeros minutos para abrir el marcado y un conjunto visitante que intentará defenderse, aguantar el embate inicial y luego acomodarse en el partido. Pero es sólo una presunción. Puede pasar cualquier cosa. Y eso lo hace atrapante, apasionante e imprevisible.

 

Hernán O’Donnell

Empezó la cuenta regresiva para el partido del año

Hoy empieza a trabajar el seleccionado argentino; Perú lo hace desde el lunes 25 de septiembre. Hoya a la tarde tendrá una práctica con algunos futbolistas la Argentina, y recién el martes podrá tener el plantel completo; Perú ya cuenta con las figuras que pidieron incorporarse antes. La Argentina llegará con dos días y medio de trabajo; Perú acumulará 10 entrenamientos previso al examen.

Así las cosas, habrá que aferrarse a la diferencia de categoría, a la jerarquía de nuestros futbolistas, al poder de convicción del entrenador, a la capacidad de captar muy rápido la idea de juego de nuestros profesionales y a la inspiración de sus mejores jugadores, encabezados por Messi.

La realidad es que pareciera que el rival se prepara mejor, por lo menos está más enchufado en el partido, más enfocado. A la Argentina le suceden hasta los problemas imprevistos, como el accidente que sufrió Sergio Agüero en Amsterdam, tras haber concurrido al recital de Maluma. Y esto es lo que preocupa; que aún sin haber empezado el trabajo de campo, los problemas surgen solos.

Perú está enfocado. Ha realizado algunos ensayos y se advierte que jugaría con un sistema de 4-4-2, aunque todavía se duda si tendrá Messi una marca personal o no. Quienes conocen a Ricardo Gareca, aseguran que no es del gusto del DT destinar a un futbolista a hacer persecusión sobre otro por toda la cancha.

“Estoy muy bien, con bueno ánimo. Sabemos que quedan dos partidos para conseguir la gloria. Después de 35 años (de no ir a una Copa del Mundo), entendemos todo lo que significa para nosotros. Todos sabemos que es el partido de nuestras vidas”, dijo el defensor Miguel Trauco

Sobre la presión de jugar en la Bombonera, respondió: “Todas las canchas son difíciles, la hinchada puede jugar a favor o en contra de ellos. Creo que la presión la pueden sentir ellos cuando no anoten un gol en los primeros minutos”.

El delantero Raúl Ruidiaz señaló algo parecido: “Tuve la chance de jugar en la Bomboenra con la Universidad de Chile, y es impresionante el clima que se vive, pero creo que la presión la van a atener ellos. Todos estamos metidos en este partido, y queremos sacar un buen resultado para jugar más tranquilos ante Colombia”.

Hoy a la tarde hablará Ricardo Gareca. Se espera su palabra con ansiedad; el DT de la Argentina, Jorge Sampaoli tiene previsto comunicarse recién el miércoles a las 19 hs, pero esto puede tener modificaciones. Veremos como está el semblante del entrenador y los jugadores.

La parada es difícil, y detrás está la ilusión de todo el país de llegar al Mundial.

 

Hernán O’Donnell

Perú empezó a jugar el partido

Se podría decir que ya tiene una leve ventaja. Quizás no sea tan influyente, al cabo del partido. Pero es importante, y significativa.

Perú comenzó esta semana, una antes que la Argentina, los entrenamientos oficiales para el partido crucial del 5 de octubre en La Bombonera, por la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018. Una semana antes, por lo menos 6 entrenamientos más. Y la concientización, con todo lo que ella implica. La imagen es que Perú ya está enfocado en el partido, mientras que el seleccionado, con sus jugadores aún vinculados a los clubes que pertenecen, y el entrenador con tareas de observación, asoma más disperso en el trabajo.

Hace unos días, Ricardo Gareca habló en conferencia y transmitió conceptos interesantes, pero lo más destacable es el gran convencimiento que tiene, y la serenidad de afrontar un desafío muy difícil.

“Este es el partido más difícil que nos toca; lo va a jugar todo el país, todo Perú va a estar pendiente y creo que lo más importante es el convencimiento que tenga el equipo”, señaló el DT.

No le molesta el cambio de cancha; en definitiva, nació al fútbol como jugador de Boca, lo hizo en inferiores y muchos años en primera división. Conoce muy bien el estadio: “Nosotros estamos preparados para jugar en cualquier escenario. Sabemos que aforntamos una gran responsabilidad, pero estamos preparados para ello”.

“Nada está escrito de antemano; no sabemos que va a pasar, nosotros vamos con la intención de ganar”, afirmó Gareca.

Comenzó el trabajo de preparación de la fecha FIFA el lunes 25 de septiembre, y continuará sin descanso hasta el miércoles 4 de octubre. Así sumará 10 entrenamientos consecutivos para llegar bien al examen. Nada mal.

Perú puso en marcha el equipo; la Argentina todavía está en estado deliberativo. Para comenzar, no es lo más auspicioso. Aunque pueda resolverse en la recta final, aunque la jerarquía de los futbolistas argentinos haga que todo pueda disimularse. Pero no es para subestimar este detalle de comienzo de preparación.

 

Hernán O’Donnell

Sólo se habla de Argentina y Perú

Aunque todavía faltan dos semanas, aunque aún hay mucho tiempo para planificar el partido, aunque también hay mucha actividad deportiva (incluído el fútbol con todas las ligas en marcha y las Copas continentales en pleno desarrollo), en la Argentina, en materia deportiva, sólo se habla del partido correspondiente a la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 que van a jugar el jueves 5 de octubre en la Bombonera, Argentina y Perú.

No se habla de otra cosa. No hay tema que lo pueda superar; ni el combate tremendo entre Saúl Alvarez y Gennady Genadievich Golovkin, ni la lucha que mantienen Hamilton y Vettel en la Fórmula 1, ni los partidos de Los Pumas en el Rugby Championship y ni siquiera el descenso a la Zona Americana en la Copa Davis del equipo argentino de tenis. Nada se interpone en un partido que ya se juega.

En realidad, se juega desde 1969. Porque apenas se planteó la idea de mudar este partido a la Bombonera, lo primero que se recordó fue el encuentro del 31 de agosto de 1969 correspondiente a la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-México 1970; partido que quedó en el galpón de los malos recuerdos, pero que sus fantasmas (como el 0-5 ante Colombia) siempre revolotean. Para algunos, no era un buen augurio; para otros, una mezcla de desquite y oportunidad de buscar un estadio cuya resonancia puede intimidar a los visitantes.

Se debatió muy largo sobre el lugar y su influencia. Todavía se habla de la cancha. Del efecto que puede generar en los futbolistas argentinos y en los peruanos, cuyo DT es argentino y formado en Boca Juniors. Ricardo Gareca conoce muy bien esa cancha.

Se habla más de la Bombonera que de fútbol. Y cuando se habla de la pelota, se discute más las formas, el modo y los métodos de Sampaoli, el DT argentino, que del contenido de su trabajo. Se discurre más si viaja mucho, si se saca fotos en conversaciones con los jugadores, en el costo de sus travesías, que del contenido del trabajo, la calidad de los entrenamientos y la propuesta de juego.

Todo envuelto en un mar de nervios. Porque el pasaje al Mundial parece jugarse en este partido, ya que el encuentro final ante Ecuador encierra un peligro mayor con la altura y los contratiempos físicos que genera. Hay una sensación de que éste es “el” partido; que aquí se juega “todo”. Y por eso nos olvidamos de hablar de fútbol, cuando los nervios y la ansiedad ya empezaron a jugar su partido.

 

Hernán O’Donnell

Los nombres del seleccionado para el examen final

Germán Pezzella es uno de los nombres que sorprendieron. O que pudo sorprender a muchos; pero hay que decir que el ex jugador de River atraviesa un buen momento en la Fiorentina y ha mostrado algunas cualidades importantes, sobre todo en el cabezazo: es un arma ofensiva letal, que ha aprovechado en varias oportunidades.

Se habló de que podría llegar Ezequiel Garay, un jugador con mucha experiencia en la selección, que tuvo un buen Mundial en Brasil 2014, que supo jugar en el Real Madrid y con actualidad en el Valencia. Pero no está en la primera nómina.

Emanuel Mammana tiene una característica importante en este momento del equipo: es rápido, y para una zaga de tres, se necesita gente veloz, pues se deben cuubrir mayores espacios que con línea de cuatro y la Argentina de Sampaoli tiene por norma atacar y pararse muy adelante en el campo, por lo tanto los defensores (de papel fundamental, pues al arriesgar mucho son los de mayor responsabilidad: no pueden equivocarse, un error se paga con gol, recordar el tanto de Venezuela) deben ser hombres ágiles y veloces.

Mammana le da al entrenador variantes que son valiosas. Es un acierto convocarlo. Después, hay más nombres.

El Papu Gómez tiene habilidad, velocidad y gol. y una cualidad para estos momentos: siempre se mostró como un jugador con rebeldía; saca pecho cuando las cosas se ponen difíciles. En un partido San Lorenzo-Banfield, en el que el visitante ganaba por 1 a 2, tras luchar toda la tarde, en el minuto final arremetió con una jugada individual y un remate cruzado que logró el empate en 2 y llevar tranquilidad a su equipo.

El Toto Salvio es otro futbolista veloz y hábil. Para lo que pretende el DT por los costados puede ser un buen aporte.

Está Sergio Agüero y está bien. la vieja guardia debe estar en estos encuentros. No está Gonzalo Higuaín, y está mal. No parece aconsejable descartar a un futbolista de tanta trayectoria y con capacidad goleadora, que forma parte de los históricos y que puede dar la talla, incluso por su sed de desquite. Si pensamos que es un momento para los hombres de trayectoria y experiencia, el Pipita debería tener un lugar. Es un hombre de la selección.

Por el resto, no hay mucho más que ceir. La lista de los que actúan en el exterior está presentada y se sumarán jugadores del ámbito local. El compromiso final está a la vuelta de la esquina, ya no se puede fallar.

 

Hernán O’Donnell