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Sevilla se ahogó en su conformismo y el Eibar salió a flote

Eibar consiguió la victoria porque nunca perdió la fe, porque se mantuvo alerta y facturó todas las oportunidades que le dio la visita. Sevilla tenía que recuperarse del último traspié, de la caída ante el Madrid en el Sánchez Pizjuán, uno de los rivales más tradicionales para el elenco andaluz, aquel con el que nunca se quiere perder y menos en casa. Por eso fue a Eibar en busca de los tres puntos que lo metieran de vuelta en la conversación, pero no supo administrar un partido que le era favorable y sumó una nueva frustración.

Sevilla empezó metido, motivado, dominante desde el comienzo. Salió concentrado y a los 10′ llegó a la apertura del marcador a través de un pelotazo largo a Lucas Ocampos, quien ingresó al área por la banda derecha y metió un remate cruzado frente a la salida de Dmitrovic para marcar el 1 a 0.

Se tranquilizó la visita. Sabía que había conseguido pronto la ventaja que necesitaba y tomó las riendas del encuentro a través de la conducción de Ever Banega, Jordán y Fernando.

Y consiguió aumentar la ventaja con una buena maniobra colectiva, el desborde por la derecha, el centro y la aparición de Olivier Torres a los 32′. El 2 a 0 ya era un resultado mucho más tranquilizador; el Eibar inetnaba una reacción, pero no podía quebrar las líneas adversarias.

Para mejorar, Eibar decidió ingresar al argentino De Blasis por Inui. Intentó más desequilibrio por las bandas, y en el segundo tiempo de a poco se animó a dar vuelta un partido que en la primera parte le había sido desfavorable.

Se repetía el local con las proyecciones de Arbilla y Pedro León por derecha y los centros largos, cruzados al segundo palo. Insistió con esa fórmula. Así generó tres aproximaciones y de alguna manera intentaba achicar la distancia en el juego y en el resultado que le había sacado el Sevilla.

A los 58′ otro centro de Pedro León fue desviado por Escudero cuando el balón rondaba el arco de Vaclik; era un sistema repetido pero Eibar insistía. Ataque por derecha y centro al poste más lejano.

En Sevilla ingresó Koundé por Carrico. Pasada la hora de juego y el local se animaba cada vez un poco más. Eibar progresaba; Sevilla se acomodaba al juego, se replegaba unos metros y buscaba los espacios para liquidar de contragolpe.

Hasta que Koundé perdió un balón en defensa y derribó al delantero que le había quitado el balón cuando entraba al área. Penal y gol de Orellana cuando iban 65′, con un tiro bajo, bien esquinado, a la derecha del arquero de Sevilla: 1-2 y nacía otro partido. Era el premio para Eibar y un castigo para un Sevilla que se había relajado antes de tiempo.

El serbio Gudelj ingresó por Jordán para darle más frescura al mediocampo de la visita. Sevilla necesitaba meterse rápido otra vez en el ritmo del partido.

Eibar creció. Se entusiasmó. Y fue a buscar algo más. Se afirmó Escalante, se metió Quique, Orellana y Pedro León desbordaban por las bandas…Sevilla lucía desbordado, apretado por el ímpetu del rival.

Y tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe: un grave error en defensa, la desinteligencia entre Diego Carlos, que quiso cabecear hacia atrás, y la salida presurosa y temeraria del arquero Vaclik, dejó el choque entre ambos y la pelota impulsada hacia adelante cerca del arco libre para que Pedro León a los 76′ definiera sin problemas y marcara el 2 a 2.

Sevilla era un manojo de nervios y parecía desconcertado. Ya no hacía pie en el partido; no encontraba la pelota, Banega había extraviado la conducción y Ocampos se enredaba en la defensa local. Eibar era un canto al entusiasmo, al optimismo y quería más. Veía que el rival se había ahogado en su propia trampa y el milagro podía ser.

Entonces llegó el tiro libre para el local y el golazo de Cote, de zurda y combado, para dar vuelta el resultado a los 81′: 3 a 2 para el equipo que nunca perdió la fe. Había logrado revertir el resultado tras un deslucido primer tiempo y ahora ya estaba abrazado a una hazaña que no iba a resignar. El local atacó aún en esos minutos finales y sometió a un Sevilla desenfocado, perdido, aturdido. Desde el banco sufría Lopetegui, quien no podía enderezar un barco que se había hundido de modo insólito e imprevisible; nadie podía imaginar este desenlace cuando finalizaba la primera etapa con una cómoda victoria parcial para la visita.

Sin embargo, el fútbol tiene estas sorpresas que lo hacen maravilloso. Estos cambios impredecibles, estas variantes y alternancias que lo convierten en un deporte único. Eibar, en sólo 15′ había dado vuelta el rumbo de un partido que parecía de curso definido, pero Sevilla creyó que estaba resuelto, se dejó estar y le abrió la puerta a la esperanza a un equipo que aprovechó cada una de las oportunidades que se le presentaron para salir a flote y celebrar un victoria impensada.


Hernán O’Donnell

Granada sumó un punto en Valladolid y trepa en La Liga española

Fue la gran sorpresa de la última jornada cuando venció al poderoso Barcelona. Ese triunfo, la buena campaña y la posición expectante en la tabla de competencia, hizo del partido en el que visitaba a Valladolid en la apertura de la sexta fecha un encuentro interesante, en el que el mundo futbolero posó los ojos sobre él.

Y resultó un encuentro entretenido, con acciones de ida y vuelta, dominio alternado y expectativa hasta el silbato final.

El comienzo fue del local. Salió decidido, con un esquema ofensivo, con la intención de asumir el protagonismo y tuvo el control del juego durante los primeros quince minutos. Así fue como a los 12′ Toni Suárez desbordó por la izquierda y metió un centro en el área chica, preciso y rasante, para la entrada de Oscar Plano quien marcó el 1 a 0.

Después, cambió el desarrollo. Granada salió a buscar. Abrió la cancha por medio de Díaz y Vadillo, salió con pelota prolija y se propuso rescatar el encunetro. Valladolid se acomodó al libreto habitual de los equipos cuando tienen la ventaja en el resultado: retrasarse unos metros, tratar de cortar en tres cuartos de cancha y salir rápido de contragolpe para aprovechar los espacios. Por momentos lo logró, sobre todo con el trajín de Toni Suárez por izquierda y Sergi Guardiola por el frente de ataque.

En ese lapso, Valladolid fue mejor.por lo menos supo controlar el partido; en el primer cuarto atacó, y una vez conseguida la diferencia se paró unos metros más atrás y le jugó de contragolpe a partir de recuperar el balón en tres cuartos de cancha.

Granada sabía que debía ser ancho para progresar. Y buscó por las bandas. Neva y Vadillo por izquierda, Díaz por derecha. La salida prolija y la intención de desequilibrar por los costados para abrir la retaguardia local. Y en una maniobra por el costado derecho encontró su recompensa. Rdríguez Díaz la llevó por el centro hacia la derecha, habilitó a Víctor Díaz y el centro fue conectado por Carlos Fernández para vencer la oposición de Masip y logró el empate 1 a 1 a los 42′ de juego.

Sobre el final del primer tiempo, la visita conseguía el empate como un premio a su constancia y confianza. Valladolid, que había sido superior, se encontró, de pronto, con que todo estaba igualado.

En el complemento, el juego decayó. No tuvo el ímpetu del primer tiempo, y faltó certeza en los últimos metros. El libreto fue similar al de la primera parte, con un dominio del local, sostenido en su intención ofensiva.

Después de unos minutos, Granada volvió a salir. Como si hubiera necesitado, en cada etapa, unos minutos para acomodarse al juego, para adaptarse al partido. Y atacó, con más recaudos que en la etapa inicial, sin soltar del todo las amarras del buque.

No sobraron las ocasiones. Apenas una bien clara para el visitante, cuando un gol no fue convalidad porque un hombre de Granada estaba en la línea de la pelota cuando surgió el remate y tapaba la visión de Masip. Jugada discutida, que pudo significar el triunfo de Granada y la escalada a lo más alto de la tabla en soledad.

No pudo ser, pero tampoco fue para lamentarse. Porque en rigor de verdad, en un encuentro difícil en el que Valladolid fue superior, Granada se llevó un punto que le deja un buen sabor porque le permite mirar a todos desde la zona de la alta de la tabla cuando se sumó hace muy poco a la división de honor.


Hernán O’Donnell

Wolfsburgo y Hoffenheim dividieron honores y buscan su lugar en el rumbo de la Bundesliga

Es una liga atractiva, con un favorito, Bayern Münich, un rival duro, Borussia Dortmund y dos o tres que quieren ser la sorpresa: RB Leipzig, Schalek 04, Borussia Moenchengladbach…Pero no todo los nombres terminan allí. Hay muchos equipos que quieren buscar su rumbo y Wolfsburgo y Hoffenheim protagonizaron un partido atractivo donde cada uno peleó con sus armas y sus estrategias en la búsqueda de su lugar en la Bundesliga. El local quiere dar pelea; la visita le escapa al fondo y trata de acomodarse en el lote de la mitad, hacia arriba.

Lunes por la noche y un clima tranquilo. A los 5′ Sebastian Rudy sacude rápido la modorra con un tremendo remate con el empeine derecho, cruzado, desde afuera del área, y marca para Hoffenheim el primer gol del partido: 0-1 para el visitante y más fresca se puso la noche.

A partir de allí, el local empezó el camino de la reconstrucción. El partido se le ofrecía cuesta arriba casi desde el inicio y la gente también empezó a aplaudir y a alentar porque la noche no era propicia. Por lo menos en el inicio y en el resultado.

Entonces, el local fue al ataque. Adelantó sus líneas, soltó a William y a Steffen por las bandas y apretó a Hoffenheim contra su arco. Y llegó al empate tras una jugada combinada, asistencia de Weghort ¡de taquito! y el remate de Mehmedi desde la izquierda, cuando iban 35′ de juego. 1 a 1 tranquilizador; enseguida llegó otro tanto que el VAR no convalidó por offside. Y un furibundo remate en el travesaño de Hoffenheim que cayó en la línea de meta.

El primer tiempo terminó con un 1 a 1 motivador para esperar un buen segundo tiempo.

Para sorpresa de muchos, el visitante salió decidido en el complemento. Buscó por los costados y en pocos minutos acumuló un para de situaciones claras, una de ellas tras un corner cerrado que Bebou no llegó a conectar cuando iban 55′ del encuentro.

Después, se ordenó en su campo y se alistó para salir de contragolpe. Para Wolfsburgo el partido no era fácil, porque le costaba entrar a la defensa cerrada de la visita y las contras eran un motivo de preocupación. No hallaba los caminos para penetrar en el área de su oponente y no podía descuidarse. Y sufrió, porque a los 87′ Pervan sacó un remate fuerte y peligroso que podía ser la derrota.

Y a los 90+1′ Hoffenheim tuvo otra chance clara de contragolpe, tras un centro y el remate de Adamyan que se fue muy cerca.

Fue la imagen del final. El control del visitante, que se supo ordenar, cerrar en defensa, bloquear cada camino y meter contragolpes con mucho peligro. Estuvo cerca de llevarse los tres puntos, pero el empate le sirve para escaparle a la zona de fuego del descenso de categoría. Wolfsburgo desaprovechó una linda oportunidad para sentarse en la mesa de la discusión de los que encabezan el torneo.


Hernán O’Donnell

Argentinos Juniors hace del esfuerzo su principal arma

Llegó a la cima de la Superliga y se metió en la discusión con los grandes. La “Cátedra” supone que Boca, San Lorenzo, River, tal vez Racing y Vélez vana a pelear el campeonato 2019/2020. Pero ojo con el equipo de Diego Dabove. Es duro, competitivo. y hace del esfuerzo una religión.

Anoche vencióa Central Córdoba de Santiago del Estero por 3 a 1 y empeiza a mirar la tabla desde arriba. Le tocó un adversario difícil, que juega bien al fútbol, respeta el balón y lleva la identidad del buen juego que propone siempre su DT, Gustavo Coleoni.

Pero Argentinos se las rebuscó para ganar. Tuvo un buen comienzo con tres situaciones claras entre los 17′ y los 19′ de juego: una llegada de Silva, un cabezazo cercano del delantero uruguayo y un disparo de Hauche que se desvió al corner.

Después fue más el visitante. Creció a partir de Cristaldo, las subidas de Quiles, la potencia de Herrera, la dinámica de Galeano y la movilidad de Gervasio Núñez.

Pero no tuvo certeza en la definición y no logró una ventaja que pudo merecer. Hasta pareció penal un empujón de Hauche sobre Cristaldo a los 23′ de juego, que el árbitro Echenique no consideró,

En el complemento mejoró el local. Creció. Adelantó las líneas y jugó el partido en el campo del equipo de Santiago del Estero. Y llegaron los goles.

A los 46′, Quintana de cabeza les ganó a todos en el área chica tras un centro de Sandoval y Argentinos se puso 1 a 0. A los 50′, Hauche conectó un centro que había sobrado a los defensores y a Silva, y marcó el 2 a 0.

Sacó del medio Central Córdoba, combinaron Herrera y Núñez y este con un remate cruzado venció a Chaves para señalar el 1 a 2 cuando iban 51′ del partido.

Pero no se quedó Argentinos. Siguió en la búsqueda, no se refugió atrás y supo contener los intentos de los santiagueños, que fueron más ambiciosos con los ingresos de Valencia y Alzugaray.

El equipo de Dabove apeló a su principal característica: lalucha, la intensidad, las subidas de Sandoval y Gómez, la fuerza de Torrrén y Quintana, la dinámica de Sosa, Batallini, Hauche…Y el enorme aporte de Santiago Silva.

Cuando todo entraba en el final, apareció el uruguayo para sellar el triunfo. Gran jugada de Diego Sosa por derecha, habilitación a Sandoval y centro preciso al corazón del área que Silva conectó con un cabezazo espectacular: 3 a 1 a los 86′ y partido liquidado.

Argentinos cerró el encuentro y se trepó a la punta. lo hizo con sus armas, con el estilo que lo caracteriza, que tal vez no se emparente tanto con su historia de buen fútbol, pero que le da resultados a partir del esfuerzo, la intensidad, el desgaste físico y el convencimiento de todos.

Por eso sumó otros tres puntos y empieza a mirar el campeonato desde lo más alto de la tabla.


Hernán O’Donnell

En la Bundesliga, Schalke quiere discutir arriba

Tuvo un partido duro, complicado, pero lo sacó adelante a partir de un buen juego en mitad de la cancha, el oportunismo para definir y la presión constante de su gente. Par Schalke, la victoria llegó tras un segundo tiempo de sufrimiento, luego de no poder liquidar el encuentro y encontrarse sobre el final con un empate que hasta estuvo en peligro por el atrevimiento de Mainz. Pero sacó pecho y en la agonía gritó los tres puntos que lo meten en la discusión de los punteros.

Suat Serdar a los 36′ abrió el marcador, tras aporvechar un buen pase en el corazón del área, entró libre de modo leve hacia la izquierda y metió un remate fuerte al ángulo superior derecho para poner la Schalke 04 arriba en el partido. 1 a 0 y a darle rienda suelta a la ilusión. Tuvo un buen primer tiempo, pero no liquidó el pleito. Y no se imaginaba que luego iba a sufrir.

Pero el local se quedó en el segundo tiempo; permitió la recuperación de Mainz y de a poco la visita volcó el partido a su favor. Tuvo atrevimiento para ir a buscar el empate, el fondo de la tabla lo acechaba y luchó por la igualdad.

Así arribó a su objetivo. A los 74′ llegó el empate de Mainz, tras un remate de afuera de Onisiwo, un golazo por la maniobra individual, por la ejecución y por la limpieza en la que se metió en el ángulo izquierdo del portero Nübel. Sorpresa en Gelsenkirchen, y la punta de la tabla que se esfumaba.

Pero el aliento no cesaba y el local iba. Y tuvo su premio cuando Harit a los 88′ sacó un remate fortísimo, cruzado, endemoniado, que se metió abajo en el palo derecho de Zentner y desniveló para el local. A esta altura, el Veltins Arena era una caldera efervescente.

Entre Harit y Caligiuri, Schalke controló el final. Supo sostener el partido, se le había complicado mucho y por momentos pareció que no sólo resignaba dos unidades por el empate, sino que hasta ese punto que sumaba quedaba en peligro. Pero encontró el remate del final, celebró la victoria y se sentó en la mesa de los de arriba para discutir la Bundesliga.


Hernán O’Donnell

La selección ya tiene el programa para octubre

El comunicado es escueto pero relevante; tiene pocas precisiones, pero data de lo más importante: los rivales para el seleccionado nacional de fútbol en el próximo mes de octubre, cuando una nueva ventana, llamada “Fecha FIFA” se vuelva a abrir y le permita al equipo que comanda Lionel Scaloni probarse una vez más.

La Selección Argentina jugará el 9 de octubre ante Alemania y el 13 frente a Ecuador, en Europa.

Será una nueva oportunidad para ver al conjunto nacional; los amistosos de Septiembre dejaron un grato sabor, con un empate frente a Chile tras haber jugado un muy buen primer tiempo, y una victoria categórica contra México, con una goleada por 4 a 0 que pudo ser más amplia.

Los partidos sirvieron para consolidar la idea del entrenador. Tener un equipo directo, rápido, verticla, que busque decidido el arco de enfrente una vez conseguido el balón.

Y también para observar futbolistas. de la famosa renovación solicitada, de a poco aparecen nombres que de alguna manera se empiezan a consolidar en el elenco nacional. Los arqueros de River y Boca se adueñan del puesto. Surgen defensores que piden un lugar: Martínez Quarta en la zaga, Kanemann cuando se recupere, Montiel parece afirmarse como lateral derecho…es la zona del campo donde más se necesita encontrar valores. Otamendi seguirá, Casco y Tagliafico por el lado izquierdo, también. Habrá que continuar la búsqueda por el lateral derecho y algunos centrales (¿Funes Mori? ¿Lisandro López? ¿Juan Foyth?) que se acoplen a la nómina.

En el medio campo hay dos futbolistas que ya asoman como dueños de sus lugares: Leandro Paredes y Exequiel Palacios. Lo mismo podría pensarse, aunque un escalón debajo de Rodrigo De Paul. Mientras hay lugar para Lo Celso, Zaracho, Marcone o Ignacio Fernández.

Y en el ataque, con la obviedad de la inclusión de Messi, Lautaro Martínez hizo méritos (y goles) para sentirse en el once titular, mientras que Acuña, Dybala, o el propio Mac Allister pueden sumarse al equipo.

Esto, sin descartar a las grandes figuras que el conjunto tuvo y, creemos, aún tienen mucho para dar: Sergio Aguero, Angel Di María, el propio Mauro Icardi, tal vez Erik Lamela, Eduardo Salvio, y otros a seguir como el “Pity” Martínez, Darío Benedetto, Germán Pezzella, Matías Suárez, Agustín Marchesín, Roberto Pereyra, más los jóvenes de la sub 23 que surgen como Adolfo Gaich, Santiago Colombatto, Leonardo Balerdi, Nicolás Domínguez…

Hay jugadores, hay una idea de juego y hay una selección que empieza a caminar. Hay un tiempo de esperanza que en Octubre escribirá un nuevo capítulo.


Hernán O’Donnell

Olympiacos y Tottenham empezaron el camino de la ilusión con una justa igualdad

Todavía está fresca la final perdida; el dolor inmenso por haber luchado tanto por un sueño, llegar a la gran final de la competencia más importante de Europa y quedarse en la puerta, tras caer ante Liverpool en el partido decisivo de la UEFA Champions League 2018/19.

Ahora es el momento de poner en marcha un nuevo sueño; alcanzar la final de la temporada 2019/2020, poder darle forma otra vez a un camino tan lindo como el que se recorrió el año último. Por eso el equipo de Mauricio Pochettino tiene el mismo norte. Buscar la excelencia.

Enfrente, el local. Un equipo duro y siempre acompañado por el fervor de su público. Olympiacos llegaba con cinco victorias consecutivas entre la clasificación a la zona de grupos de la Champions y la Superliga local.

Les costó prevalecer. No había, por lo menos hasta los primeros 15′ un dominador, un equipo que prevaleciera sobre el otro. El local, conducido por el francés Valbuena intentaba llegar con profundidad; así enocntró una situación propicia a los 17′, cuando Valbuena habilitó a Guerrero y el remate se estrelló en el palo izquierdo de Lloris.

Olympiacos intentaba, con ese envión anímico, meterse en el dominio del partido. Y Hugo Lloris empezó a tener que intervenir cada vez más. Y cuando el local parecía afirmarse, apareció la jerarquía del equipo inglés. A los 25′ Harry Kane abrió el marcador de penal; a los 29′ Lucas Moura aumentó, con un tremendo derechazo al ángulo superior derecho del arquero José Sa. En pocos minutos el Tottenham se acomodaba con un optimista 0-2.

Sin embargo, Olympiacos no se iría al descanso con las manos vacías; cuando llegábamos al cierre una pared entre Podence y Valbuena, lo dejó solo al portugués dentro del área, en diagonal de puntero derecho y con un fuerte remate cruzado venció a Lloris. 1-2 a los 43′, y enseguida llegó el tiempo de descanso.

Envalentonado por ese gol, Olympiacos salió decidido en el segundo tiempo. Y muy pronto consiguió el penal que le permitió arribar al empate; fue a los 52′, Valbuena remató con certeza y por esa vía llegó al 2 a 2 merecido.

Pochettino decidió meter a Sissoko para darle más dinámica al medio campo; Tottenham no podía encontrar su fútbol y no se conectaban los creativos como Erikssen, Delle Alli o Lucas Moura.

Mejoró el equipo inglés. Se adelantó en el campo e intentó buscar el gol que le abriera la llave a la victoria. Sin embargo, no podía descuidarse, porque el conjunto griego amenazaba en cada contra, con la velocidad de Podence y la inteligencia de Valbuena.

Pochettino decidió que ingrese Son por Alli; después, Lamela por Moura. Intentaba darle otra fisonomía desde el banco de suplentes. En Olympiacos, Benzia ingresó por Valbuena, y se paró más de contra.

Tottenham insistió. En puntas de pie, con un cuidado extremo del balón, con cierta lentitud, pero con sus hombres bien adelantados. Y sumó ataques, con un disparo de Lamela que el arquero resolvió al corner. Eran los minutos finales y el equipo londinense demostraba que quería ir por más.

En los 5′ del tiempo agregado apareció otra vez el local. Con pelotazos largos, la velocidad de Podence y la presencia de El Arabi, más la dinámica de Benzia, metió tres corridas que llevaron peligro al arco de Lloris. Y hasta tuvo la ilusión de llevarse algo más.

Pero no hubo más tiempo. Entre el fervor de Olympiacos y la experiencia de Tottenham se armó un partido entretenido, cambiante e intenso, que les abre las expectativas en el inicio de la tan venerada UEFA Champions League.


Hernán O’Donnell

El campeón tropezó en el estreno de su título en Nápoles

No era un partido fácil en los papeles y no lo fue en el desarrollo. El campeón de la UEFA Champions League, Liverpool, debió sacar a relucir todo su oficio, toda su entrega y su enorme capacidad de juego para sacar adelante partido contra Nápoli, un rival muy duro para comenzar el torneo. Un equipo que es el actual subcampeón de Italia, que es un animador de esta temporada de la Serie A, y que a su fútbol dinámico le agrega el peso de un público apasionado que lo apoya mucho cuando juega en el San Paolo de Nápoles.

El primer tiempo fue duro, cerrado y complicado. Nápoli mostró una defensa cerrada, con Di Lorenzo, Manolas, Koulibaly y Mario Ruí bien apretados en la línea del área grande, y ahí le costaba a Mané, a Firmino y a Salah generar espacios para producir situaciones. Y en el medio Allan y Fabián Ruiz planteaban combate a las intenciones de Milner, Henderson y Fabinho. Por eso el partido era más peleado que jugado, con mucho fervor en la atmósfera de Nápoles, pero sin demasiadas situaciones propicias. Adrián había tapado dos remates consecutivos, mientras que Mané tuvo un buen tiro controlado por Meret.

La más clara fue a los 43′, cuando Mané jugó corto un corner desde la izquierda para Milner, este avanzó unos metros y metió un centro recto que Firmino conectó con un gran cabezazo que se fue apenas desviado del poste izquierdo de Meret. Fue la más importante de Liverpool en el primer tiempo.

No hubo más tiempo, y el primer período se cerró con un 0 a 0.

El complemento se inició con la misma dinámica. Ritmo, velocidad y a los 48′ la llegada clara de Nápoli: centro al área chica, aparece Mertens solo y su remate es tapado por Adrián al corner, en la oportunidad más clara para el local. Y empezó un partidazo, de ida y vuelta, con tránsito rápido en la mitad de la cancha y llegadas más claras que en el primer tiempo. Así lo tuvo Nápoli, y de un corner a favor salió un contragolpe donde se iban Mané y Salah solos contra un defensor, pero el pase hacia el egipcio fue muy largo y Liverpool desaprovechó una magnífica oportunidad.

Aparecieron los roces y las amonestaciones; primero para Robertson, después para Milner. El partido crecía y también se hacía más duro, con más roces. Y siguieron las emociones: un mal despegue de Manolas le quedó servida a Salah, y el disparo de Mo fue desviado por el arquero local con una mano y un esfuerzo supremo.

Y a los 81′ llegó el discutido penal que Mertens transformó en gol; 1 a 0 para el Nápoli y la balanza se inclinaba hacia el local tras un partido bastante equilibrado.

Entró Shaquiri por Henderson para buscar más potencia en el ataque. Y Liverpool intentó ir con todo por el empate. Pero no pudo. Y cuando se jugaba el segundo minuto de descuento, Fernando Llorente marcó el 2 a 0; iban 90+2′ y ya no había más posibilidades.

Nápoli se lleva tres puntos en el partido más difícil, en los papeles, de la fase de grupos. Liverpool tiene margen para recuperarse. La Champions League comenzó la temporada 2019/2020 con emociones y muchas promesas a cumplir.


Hernán O’Donnell

La Primera Nacional empieza a definir su fisonomía

Es un torneo renovado. Que tiene las raíces en aquella vieja Nacional B, fundada en 1986, que también en algún momento se llamó Primera B Nacional, que luego volvió a su primera nomenclatura. Aquella idea de Julio Grondona de darle mayor participación a los clubes del interior en una competencia integrada con equipos de la zona metropolitana y conurbano, tuvo muchas reformas, modificaciones y variantes, en la búsqueda de hacer una competencia equitativa y, sobre todo rentable. Ese aspecto, el económico, es el que siempre predominó para buscar cambios.

Con la nueva organización del fútbol argentino, la creación de la Superliga influyó como un efecto cascada en el resto de las categorías. porque ya no habría una “Primera División” sino una “Superliga”, incluso separada de la AFA, lo que le permitió a esta hacer nuevas modificaciones en sus campeonatos, hasta con la modificación del nombre en el más importante que pasaba a a organizar: Ya no sería Primera B Nacional, sino, Primera Nacional, a secas. Una manera de darle mayor jerarquía al torneo de segunda división de nuestro fútbol. Y también cambió el formato; ya no se jugaría en una sola ronda, todos contra todos, sino que se lo dividió en dos grupos, para encontrar una gran final entre los ganadores de cada zona, a un solo partido y en cancha neutral. Mientras que los cuatro primeros de cada grupo irán a un reducido, con la inclusión, posterior, del perdedor de la final.

Pero esa no sería la última modificación. A partir de ahora se eliminaron los promedios para el descenso. Una medida que le sirve a los equipos recién ascendidos porque no los obliga a realizar una gran campaña para salvarse, pero que no fue bien vista por aquellas que tenían un gran “colchón” de puntos, pues tras tres años muy buenos, que les hubiera permitido hacer una mala campaña en este torneo sin preocuparse por el descenso, ahora al arrancar de cero, un mal año los puede llevar a perder la categoría. Justo para algunos, injusto para otros, lo cierto es que los promedios siempre generaron mucha controversia en nuestro fútbol y creemos que esta supresión debería ser definitiva, para no crear suspicacias entre los participantes, a aprtir de las conveniencias de cada uno.

Mientras, el torneo de la temporada 2019/2020 comenzó y ya lleva 5 fechas jugadas.

Hay sorpresas y una tendencia que veremos como se mantiene a lo largo del certamen. Estudiantes (BA) ganó los cinco partidos y encabeza la Zona 1 con 15 unidades; lo siguen Estudiantes de Río Cuarto con 12 puntos y Atlanta con 10. Belgrano (Córdoba) tiene 8 y se mantiene al acecho.

Sarmiento (Junín) y Quilmes lideran la Zona 2 con 11 unidades. Riestra tiene 10, Santamarina y Tigre, 8. Todos allí en la pelea, con una gran ilusión en la búsqueda del premio mayor, el ascenso a la poderosa Superliga. Todos con la misma humildad y las ganas de ascender, las mismas de cada uno de los futbolistas y los equipos que pasaron a lo largo de la historia y de tantos años de juego, por el querido y viejo ascenso.


Hernán O’Donnell

Lautaro Martínez iluminó con goles la gran noche de Argentina

Fue, quizás como nunca, la mejor expresión futbolística de la Argentina de Scaloni. La que mejor representó su idea del juego, de lo que pretende, de la forma en que desea que juegue un equipo. El DT, cuando se presentó en sociedad, consultado cual era si idea de juego, respondió: “Quiero un equipo directo”. Y más aún: “Tenerla por tenerla, no. Quiero recuperar rápido arriba e ir directo al arco”. Un equipo vertical. Y así jugó Argentina en la noche de San Antonio frente a México. Sobre todo en el primer tiempo: lo esperó en tres cuartos de cancha, a sabiendas de que el rival vendría con toque y salida limpia desde el fondo. Ahí buscaba la Argentina cortar y recuperar. Y apenas logrado ese primer paso, enseguida el segundo: la búsqueda vertical hacia Lautaro Martínez para ir hacia el arco sin perder tiempo.

Así se produjo la noche soñada. Apenas iban 16′ cuando la Argentina encendió los motores: Lautaro recibió una buena habilitación, encaró entre tres defensores, amagó, y buscó la mejor posición para meter un remate cruzado, lejos del alcance de Ochoa, y marcar el 1 a 0. No lo podíamos prever, pero empezaba un festival de goles argentinos. Hasta entonces, parecía un encuentro equilibrado.

Argentina esperaba con la línea de cuatro y por delante cinco jugadores, Mac Allister, De Paul, Paredes, Palacios y Acuña. Por momentos se atrasaba un poco más Paredes, o se adelantaban los otros cuatro y quedaba un 4-1-4-1, pero con el posicionamiento 4-5-1 quedaba bien cubierto el ancho y México no podía progresar por las bandas ni tampoco superar esa barrera. Cuando lo hizo, respondió muy bien Andrada.

A los 21′, Palacios habilitó a Martínez quien entró al área volcado hacia la izquierda y de zurda venció a Ochoa con un remate cruzado. Argentina ganaba 2 a 0 y mostraba toda su eficacia.

No tuvo tiempo México de reaccionar; centro pasado, entra Lautaro a conectar y la mano de Salcedo interrumpe el disparo. Penal. Leandro Paredes que remata a la derecha de Guillermo Ochoa, el arquero logra sólo tocarla, pero no detener la fuerza del remate. Gol y 3 a 0 a los 32′.

Argentina era la fiel idea del técnico: conseguir la pelota e ir directo hacia el arco rival. Y con una eficacia asombrosa.

Los goles le daban confianza y se acentuaban las grandes actuaciones individuales: Lautaro Martínez por los goles y su enorme capacidad de delantero de área; Leandro Paredes, con una actuación impresionante, en el quite, la intercepción y la distribución, con una pegada formidable; Exequiel Palacios, dueño de una dinámica monumental y un manejo de la pelota admirable. Esteban Andrada, impecable en cada llegada. Mac Allister, en el desdoblamiento en la banda, igual que “Huevo” Acuña del otro lado.

A los 38′ llegó el golpe de Knock Out. Palacios cortó un avance, intentó el pase a De Paul, la pelota se enredó en los volantes de México, Palacios recuperó y metió un pase formidable a Martínez quien encaró al área, titubeó el zaguero Araujo con el balón, Lautaro se la llevó y con un derechazo venció a Ochoa. 4 a 0. Parecía que se venía una goleada histórica, pero la película se terminaba allí.

En el complemento, los cambios. El ritmo un poco de menor intensidad y la Argentina que ya no forzaba, aunque tuvo un par para aumentar el marcador, como el disparo de De Paul que Ochoa desvió al corner. Y México que mantenía el estilo, pero sin fuerzas y con una caída anímica muy visible.

A los 86′ ingresó Adolfo Gaich, y queda para la histroia y la estadística el debut del joven delantero de San Lorenzo de Almagro.

No hubo mucho más. Sólo el espacio para expresar la alegría: ” Estoy feliz y emocionado. Es mucho el sacrificio que uno hace para estar acá y no todos los días se hace tres goles con esta camiseta”, señaló el goleador de la noche.

Igual que el DT lo explicó muy bien tras el partido: “Sabíamos la manera de jugar de México, y que nosotros si salíamos rápido íbamos a generar situaciones. Estamos contentos porque hicimos un partido perfecto”, dijo Scaloni.

Así fue. La Argentina jugó el partido perfecto bajo la partitura preferida de su entrenador, y tuvo una noche increíble, con la ejecución del juego como más le gusta, decorada con goles, gran juego colectivo y actuaciones individuales que invitan a soñar.


Hernán O’Donnell