Todavía está fresca la final perdida; el dolor inmenso por haber luchado tanto por un sueño, llegar a la gran final de la competencia más importante de Europa y quedarse en la puerta, tras caer ante Liverpool en el partido decisivo de la UEFA Champions League 2018/19.
Ahora es el momento de poner en marcha un nuevo sueño; alcanzar la final de la temporada 2019/2020, poder darle forma otra vez a un camino tan lindo como el que se recorrió el año último. Por eso el equipo de Mauricio Pochettino tiene el mismo norte. Buscar la excelencia.
Enfrente, el local. Un equipo duro y siempre acompañado por el fervor de su público. Olympiacos llegaba con cinco victorias consecutivas entre la clasificación a la zona de grupos de la Champions y la Superliga local.

Les costó prevalecer. No había, por lo menos hasta los primeros 15′ un dominador, un equipo que prevaleciera sobre el otro. El local, conducido por el francés Valbuena intentaba llegar con profundidad; así enocntró una situación propicia a los 17′, cuando Valbuena habilitó a Guerrero y el remate se estrelló en el palo izquierdo de Lloris.
Olympiacos intentaba, con ese envión anímico, meterse en el dominio del partido. Y Hugo Lloris empezó a tener que intervenir cada vez más. Y cuando el local parecía afirmarse, apareció la jerarquía del equipo inglés. A los 25′ Harry Kane abrió el marcador de penal; a los 29′ Lucas Moura aumentó, con un tremendo derechazo al ángulo superior derecho del arquero José Sa. En pocos minutos el Tottenham se acomodaba con un optimista 0-2.
Sin embargo, Olympiacos no se iría al descanso con las manos vacías; cuando llegábamos al cierre una pared entre Podence y Valbuena, lo dejó solo al portugués dentro del área, en diagonal de puntero derecho y con un fuerte remate cruzado venció a Lloris. 1-2 a los 43′, y enseguida llegó el tiempo de descanso.

Envalentonado por ese gol, Olympiacos salió decidido en el segundo tiempo. Y muy pronto consiguió el penal que le permitió arribar al empate; fue a los 52′, Valbuena remató con certeza y por esa vía llegó al 2 a 2 merecido.
Pochettino decidió meter a Sissoko para darle más dinámica al medio campo; Tottenham no podía encontrar su fútbol y no se conectaban los creativos como Erikssen, Delle Alli o Lucas Moura.

Mejoró el equipo inglés. Se adelantó en el campo e intentó buscar el gol que le abriera la llave a la victoria. Sin embargo, no podía descuidarse, porque el conjunto griego amenazaba en cada contra, con la velocidad de Podence y la inteligencia de Valbuena.
Pochettino decidió que ingrese Son por Alli; después, Lamela por Moura. Intentaba darle otra fisonomía desde el banco de suplentes. En Olympiacos, Benzia ingresó por Valbuena, y se paró más de contra.
Tottenham insistió. En puntas de pie, con un cuidado extremo del balón, con cierta lentitud, pero con sus hombres bien adelantados. Y sumó ataques, con un disparo de Lamela que el arquero resolvió al corner. Eran los minutos finales y el equipo londinense demostraba que quería ir por más.

En los 5′ del tiempo agregado apareció otra vez el local. Con pelotazos largos, la velocidad de Podence y la presencia de El Arabi, más la dinámica de Benzia, metió tres corridas que llevaron peligro al arco de Lloris. Y hasta tuvo la ilusión de llevarse algo más.
Pero no hubo más tiempo. Entre el fervor de Olympiacos y la experiencia de Tottenham se armó un partido entretenido, cambiante e intenso, que les abre las expectativas en el inicio de la tan venerada UEFA Champions League.

Hernán O’Donnell