Atlético de Madrid se confió y al final Celta le amargó la noche

Fue muy complicado el primer tiempo para el Atlético de Madrid. Se encontró un rival mañoso, áspero, pero dispuesto a jugar. Con una línea defensiva firme, sostenida en Araujo y Murillo, los zagueros centrales, en tanto Mallo se iba al ataque y el peruano Renato Tapia equilibraba como un termómetro el medio juego, a pesar de la temprana amonestación. Era enrevesado el conjunto de Eduardo Coudet y enseguida consiguió la ventaja, con la jugada combinada por derecha, el centro y el cabezazo de palomita de Santi Mina, a los 12′, para abrir el 0-1 a favor del equipo de Vigo.

El Aleti sintió el golpe y procuró acomodarse rápido a la desventaja, pero no se halló en el campo. No pudo desarrollar juego. Bien Kondogbia para distribuir, pero poco peso en las proyecciones de Renan Lodi, discontinuo Llorente y desconectados Angelito Correa y Lucho Suárez. Entonces, el equipo de Simeone era un conjunto de voluntades. Sacrificados, sí. Pero con poco juego. Y Celta aprovechaba las voladas en ataque de Iago Aspas para hacer algún desparramo, la fuerza de Nolito para desdoblarse, y las combinaciones por los costados para rematarlas con centros rasantes, pasados y dolorosos.

Así se fue la primera parte, hasta que en el cierre el local consiguió la igualdad. Un balón de izquierda a derecha, la trepada de Llorente, el centro rasante y Suárez, que le ganó el pasillo interno a Mallo, se arrojó al piso y convirtió el 1 a 1 a los 44′ de la primera parte.

Lucas Torreira por Felipe fue la decisión de Diego Siemone para empezar el segundo tiempo. Un refresco necesario para el local.

Y fue empezar y desequilibrar; porque Kondogbia, de gran partido, dominó el balón en el centro del campo, abrió a la izquierda, habilitó a Renan Lodi y este lanzó un centro rasante que aprovechó Luis Suárez para marcar el 2-1 a los 49′ de juego.

Se tranquilizó el Atlético de Madrid. Había dado vuelta el resultado, sin más argumentos que el olfato goleador de Suárez, siempre atento e intuitivo para donde va a aparecer la pelota y en que lugar y momento debe ubicarse en la cancha. Sobre todo cuando debe merodear el arco. ese instinto “asesino” del pistolero le permitió al local con dos disparos dar vuelta la situación.

Después llegó el aburrimiento. Un partido de pocas luces, menos llegadas y casi ninguna situación de peligro. Aleti descansó en su campo, a partir del orden defensivo y el despliegue de sus futbolistas. Celta intentó arrimar a partir de la posesión y el avance coordinado.

Augusto Solari por Nolito a los 68′ fue la primera variante de Eduardo Coudet para el Celta; allí la visita trató de abrir la cancha por derecha con el ingreso del ex futbolista de Racing. A los 75′ produjo la segunda modificación: Facundo “Chuky” Ferreyra ingresó en reemplazo de Santi Mina.

Sin embargo, a partir de allí el local se adueñó de las acciones y produjo un par de llegadas que bien le pudieron haber otorgado la diferencia definitiva. Sostenido por el trabajo eficiente de Kondogbia, Atlético de Madrid fue superior en los diez minutos finales. A los 81′ una buena maniobra colectiva finalizó con un remate de Josema Giménez que se fue muy cerca del palo derecho de Rubén Blanco, arquero visitante.

A los 85′ Renan Lodi fue el que intentó desde lejos, pero su disparo pasó un poco arriba del travesaño.

Y cuando todo parecía llegar al final, apareció Augusto Solari por derecha, recibió una buena habilitación, lanzó el centro rasante y Facundo Ferreyra, tras arrojarse al piso, marcó el 2 a 2 final a los 88′ de juego.

Un baldazo de agua fría para el equipo de Simeone, que vio como se le escurrían dos unidades al final del partido y solo cuando se cierre el campeonato podrá medirse el impacto de esa pérdida. Por ahora, es un punto más de luz sobre el perseguidor, pero puede ser un dolor de cabeza a la hora del balance final.

Hernán O’Donnell