Tras la confirmación del retorno de la Premier League, los dirigidos por Jürgen Klopp sabían que se enfrentarían ante un duro rival ,en un aún mas complejo contexto . Una visita al Everton, en Goodison Park, siempre es un desafío para el Liverpool. La extensa inactividad causada por el brote del covid-19 en el “Viejo Continente” trajo consigo otras problematicas al juego y en el primer partido oficial, los “Reds” lo padecieron.

La tarde del domingo, tuvo un inicio brusco y con pocas luces, algo que se mantuvo durante los 90 minutos y que tuvo excepciones en momentos de inspiración individual por parte de jugadores como Keïta, Mané y Richarlison. Este último protagonizó la primera jugada de peligro, tras un error en el cabezazo de Fabinho y tras una buena corrida, el delantero brasileño disparó cruzado y desviado del arco defendido por su compatriota, Allison Becker.

El desarrollo del juego y la creación de oportunidades de gol quedó limitado a contraataques, errores en la defensa y a la pelota parada. De esta manera, el partido tornó el foco a la batalla en el medio campo, el conjunto de Klopp tuvo su protagonista en Keïta y los “Toffees” en André Gomez. Liverpool no generó riesgo con su trío ofensivo alternativo (sin Salah y con Minamino en su lugar) y la falta de conexión entre estos 3 llevó a que se quiebre lo que es lema de los mosqueteros : “Todos para uno y uno para todos”. De esa forma, sus integrantes debieron retroceder para interactuar con la pelota pero siempre forzados a buscar el destello individual debido a la replegada defensa rival.
El primer tiempo llegó a su final sin mucho para destacar excepto la lesión de Milner producto de la inactividad y complejidad propia del clásico. Los “Reds” perdían así a un jugador importante por su facilidad para adaptarse a cualquier posición y su capacidad de liderazgo. La más clara del Liverpool, estuvo en un tiro libre de Alexander- Arnold, quien remató y fue contenido en dos tiempos por Pickford. El flojo nivel del primer tiempo, ilusionaba a los espectadores con el ingreso del astro egipcio, Mohamed Salah, en tanto por el lado del Everton , en el banco aguardaba el islandés Sigurdsson.

El alemán Jürgen Klopp movió el banco e ingresó Oxlade- Chamberlain para la segunda mitad. La salida de Minamino, dio indicios de que Salah no entraría al campo de juego. El juego recayó en la insistencia ofensiva del Liverpool y los contraataques del local. Keïta tomó los hilos del ataque y a los 50´tuvo una gran pared con Firmino y remató de volea pero sin sobresaltos para Pickford. Sin embargo, el guineano fue reemplazado por Wijnaldum, quien ingresó junto a Origi pero no lograron afectar el juego. El Liverpool tuvo complicaciones en la ultima linea y tuvo que sustituir a Milner y Matip por lesiones. Partido aparte tuvo el delantero brasileño del equipo local, Richarlison, quien en la semana declaró: “Van Dijk no es el mejor defensor del mundo, lo pasé varias veces y no es tan complicado”. De todas maneras, no tuvo ningún cruce directo con el holandés y su mejor jugada la tuvo al dejar en el pasto a Lovren y rematar fuerte al cuerpo de su compatriota y guarda meta rival. La ocasión mas clara del partido la tuvieron Calvert-Lewin y Davies, esta inició tras un desborde de Richarlison y un buscapié que el número “9” del Everton desvió con un taco y Allison logró atajar pero con rebote, este fue propiciado por Davies que remató a contrapierna de Becker pero el poste le dijo que no.
Más allá de la ilusión que este ataque generó en Everton, ambos equipos entendieron que el punto era útil y no arriesgaron mas de la cuenta. Liverpool pudo llevarse los 3 puntos tras un tiro libre de Fabinho, el cuál Pickford desvió por arriba del travesaño. Esta vez no hubo gol agónico y Origi no logró cambiar el desarrollo del partido, tal como lo hizo en Diciembre de 2018, cuando anotó en el minuto 96.

Así se llegó al final del Derby; este clásico, que se caracteriza por tener fuertes roces, rivalidades, finales épicos y goles agónicos, esta vez no fue así. Ambos se conformaron con la igualdad y se fundieron en choques de codo y abrazos, ya característicos de Klopp, cuando todo hubo terminado, para luego regresar a sus hogares y, ya sin los nervios del estreno, observar lo que ocurra con el Manchester City en su estadio ante Burnley.

Federico O’Donnell