El vasco y su familia

Fue un gesto natural, noble y generoso. Propio del principal protagonista, Julio Jorge Olarticoechea, el DT que asumió el compromiso de dirigir al seleccionado sub-23 que actuará en los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016; el hombre que nació en Saladillo y nunca perdió las costumbres y los modos de los pueblos chicos, humildes y bondadosos. Surgió en Racing, jugó en River y Boca, también en Mandiyú de Corrientes; en la selección nacional lo hizo por más de una década. Integró el equipo que ganó la Copa del Mundo de la FIFA-México 1986. Nunca se la creyó…

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“Me parece una buena oportunidad de presentarle a toda la gente que trabaja con nosotros; acá está el capitán Víctor Cuesta y el sub capitán Gerónimo Rulli, pero también utileros, cocineras, la gente de limpieza, cancheros, cuidadores…todos los que nos ayudan a formar un equipo”, dijo el vasquito.

Y agregó: “Trabajamos como podíamos, a medida que llegaban los jugadores. Algunos venían con poco entrenamiento, por lo que teníamos que cuidar el nivel de exigencia y equilibrar las cargas; hay plantel para armar sistemas muy buenos. Estoy muy confiado en los jugadores. No pongo excusas: Son muy buenos jugadores y yo deberé estar a la altura desde lo táctico, estratégico y en el convencimiento al jugador. Vamos a necesitar mucho esfuerzo para vencer a rivales muy difíciles”.

Evitó cualquier polémica: “Los campeones del ’86 tienen las puertas abiertas para venir acá o a Río de Janeiro; hoy, por ejmplo, vino Nery Pumpido, y su experiencia nos vino muy bien”, sostuvo Olarticoechea.

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Siempre con la sonrisa a mano; lleno de energía que le brota por todo el cuerpo. La pasión y las ganas que le inflan el pecho y la voz fuerte, aún cuando la tenga un poco gastada en estos días de frío, lluvia y múltiples indicaciones en cada entrenamiento. El “Vasco” no afloja nunca.

“Los rivales serán muy duros. Portugal, para comenzar, no es nada fácil. ya tenemos bastante información, hoy por internet se consigue todo, y hay videos cortos, no como en la época nuestra que Carlos nos hacía ver los videos de los rivales y eran larguísimos…” Y las risas se desparramaron por la sala de conferencias.

El “Vasco” Olarticoechea está en su salsa. Sabe que la parada es difícil, pero así le gusta. Entiende que hay un paralelismo con las dificultades que había en sus años en la selección, cuando “Burruchaga tiraba los centros en francia, para que Ruggeri los cabecee en España”, decía entonces el entrenador Carlos Bilardo. Sabe, el “Vasco”, que la unión hace la fuerza. Que todos juntos conforman un equipo. Y que ahí está la base del triunfo. contagia fe y optimismo. Merece esta oportunidad. Y que la suerte, si existe, se sume a este barco que está a punto de partir.

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Hernán O’Donnell

 

Cristiano Ronaldo conquista Europa

Tiene el objetivo entre ceja y ceja. Quiere ser considerado el mejor jugador del mundo; aunque haya ganado varios balones de oro, y ese distintivo pueda ir implícito, entiende que es una distinción anual y por lo tanto, efímera. O por lo menos, corta. Porque varias veces también lo ganó Leo Messi; porque alguna vez estuvo considerado Andrés Iniesta. Porque para esta temporada, si el campeón era Francia, Antoine Griezmann era el más firme candidato a llevarse el premio. Por eso, para Cristiano Ronaldo el ganar el balón de oro es un premio importante, sí, pero que se ditingue más si se logran títulos importantes, Copas, torneos continentales y mundiales, con el club y con la selección. Eso puede distinguir a un jugador y llevarlo a ser el mejor de una era.

Portugal I

Cristiano pensó mucho en esta EURO. Sabía que tenía una posibilidad magnífica. Su rival directo, Leo Messi se había quedado sin la Copa América Centenario USA 2016. Pensaba que era la oportunidad de sacar una ventaja. Campeón de Europa con su club, Real Madrid, el hecho de sumar Champions League y Eurocopa era toda una invitación a soñar.

Y despertó para darle rienda al sueño. Para hacerlo realidad. Se vistió de líder y llevó al equipo por el sendero correcto en busca de la gloria.

Apareció cuando había que ejecutar penales. Fue determinante en el encuentro ante Gales. Marcó un golazo de cabeza que lo encumbró en la cima por si algún distraído pensaba en bajarlo del sitial. Y fue protagonista de la final, aún cuando sólo estuvo 20 minutos en la cancha.

Portugal II

El golpe de Payet que lo excluyó del partido no pudo arriarlo de la definición. Intentó seguir, pero fue en vano. Dejó la cancha entre lágrimas, se fue al vestuario y en 45 minutos del complemento retempló el ánimo.

Volvió para el final y lanzó una arenga grupal e individual para los 30 minutos de prórroga. Les habló a todos y cada uno. Predijo el gol de Eder (Algo así como “hoy te convertís en héroe…” dicho alguna vez); les dio ánimo y confianza. Sabía que su ambición individual estaba en los pies de sus compañeros, y en las manos de Rui Patricio.

Fue un líder en todo el sentido de la palabra. Dirigió junto al entrenador Santos; discutió tácticas y se cruzó por delante de Deschamps y todo el banco francés para demorar un cambio. Jugó el partido desde afuera.

Gritó el gol con todas sus ganas. Se abalanzó sobre el racimo de compañeros portugueses que celebraban el tanto cuando restaban 10 minutos.

Lloró y festejó. Besó la copa y se dejó fotografiar con ganas. Sonrió al mundo. Su batalla estaba ganada.

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Hernán O’Donnell  

El niño mimado se fue de casa

Se hablaba como una posibilidad, pero nadie creía que podía llegar a ser cierto; estaba el rumor, pero en el condado todos pensaban que iría a haber un final feliz. Sin embargo, la noticia cayó, las puertas se abrieron y el niño mimado de Miami Heat, el jugador que llegó a la franquicia hace 13 años, que se ganó un lugar importante en el equipo, que conquistó el corazón de los fanáticos por encima de cualquier otra estrella, que logró los tres campeonatos que la ciudad festejó en las temporadas 2005/2006, 2011/2012 y 2012/2013, que se clasificó a 11 play off de post temporada, que provocó aplausos y ovaciones, que generó remeras que tachaban el “Dade” County para reemplazarlo por “Wade” County, el niño mimado del condado dijo adiós…

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Dwayne Wade decidió marcharse a su ciudad natal, Chicago y unirse al equipo que la representa: Bulls. Los famosos Toros de Chicago tendrán, a partir de ahora una super estrella, un jugador muy valioso que los podrá ayudar a recobrar la gloria pasada, cuando un tal Michael Jordan, un tal Scottie Pippen y otro tal Dennis Rodman conformaron un equipo avasallante, imbatible, fabuloso…

En Miami quedan las lágrimas por la despedida. Y la controversia, claro. Porque en esta historia del divorcio entre la franquicia y el jugador hay dos campanas que suenan y hay que escuchar. Wade cree que no le dejaron opción. Que fue la organización la que le dió la espalda, la que no hizo el esfuerzo para que continúe, o que por lo menos no mostró total interés. Notó que se ponían más esmeros en la llegada de Hassan Whiteside, o en la propuesta de buscar otros jugadores, como Durant.

El jugador siente que hizo un esfuerzo importante en la temporada pasada, que se esmeró y logró hacer, junto a sus compañeros, un equipo competitivo. Pero no encontró eco en la dirigencia. La diferencia pudo estar en el monto del salario o en la duración del contrato: por dos años querían unos, por tres pretendía Wade…todas razones, argumentos, que se fueron en distanciar las posiciones.

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Ahora los caminos se han separado. Se rompió algo muy fuerte. Se partió el corazón que unía al jugador más querido con la afición. “El Miami Heat ya no parece ser la familia que siempre creímos que era”, comentó un aficionado en las redes sociales. “Creía que la salida de Le Bron James era una decisión personal, pero que la permanencia de Wade le daba un sentido total de pertenencia a la franquicia”, razonó otro. Son ellos, los fanáticos del Heat quienes más sienten el golpe del divorcio. Como los hijos, que muchas veces son quiene más sufren la separación de los padres, los aficionados se han quedado perplejos y desilusionados.

El ídolo entendió que una carta directa a la ciudad era la mejor forma de comunicar a la gente las razones de su partida. Y eso escribió de modo textual:

“Estimado Miami,

Esta ha sido una decisión muy emocional y difícil. Después de 13 años, he decidido embarcarme en un nuevo viaje con los Chicago Bulls. No fue una decisión fácil, pero siento que he tomado la decisión correcta para mí y para mi familia.

Empecé mi carrera en la NBA con los Miami Heat en el 2003 y ha sido un honor haber jugado con ellos y ayudar a construir una franquicia ganadora con tres campeonatos de la NBA. Miro hacia atrás con orgullo y admiración por todo lo que hemos logrado juntos. Quiero expresar mi agradecimiento a la familia Arison, Pat Riley, al entrenador Erik Spoelstra, el cuerpo técnico y toda la organización del Heat de Miami.

Desde el fondo de mi corazón, quiero dar las gracias a la comunidad de Miami y especialmente a #HEATNATION por todo su amor y apoyo a lo largo de los años. Ha sido realmente increíble. Estoy profundamente conmovido y agradecido por los mensajes positivos de mis fans que expresan que quieren lo mejor para mí y van a apoyar mi decisión. Las memorias que incluyen desfiles de campeonato y cinco títulos de conferencia son increíbles momentos que hemos compartido y que van a permanecer cerca de mi corazón al comenzar el siguiente capítulo de mi vida.

Creciendo en Robbins, Ill., Nunca soñé que una carrera en la NBA podría haber sido incluso posible y que un día iba a llevar una camiseta de Chicago Bulls. Viendo a los Bulls mientras crecía me inspiró a una edad temprana para perseguir mi sueño de convertirme en jugador de baloncesto. Mis recuerdos más preciados eran ver a mi padre jugar al baloncesto en las canchas de la Escuela Primaria de Fermi y el desarrollo de mi juego en el Centro Recreativo de Blue Island. Nunca he olvidado de donde vine y estoy agradecido de tener la oportunidad de jugar para el equipo que alimentó mi primer amor por el juego. Muchos de los miembros de mi familia todavía viven en Chicago y estoy muy contento de volver a casa a una ciudad muy cerca de mi corazón.

Estoy deseoso de volver a mis raíces y ver lo que se avecina.

Mucho amor y respeto,

D. Wade”

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En Miami quedaron lágrimas y palabras de despedida. Quienes creyeron que tenían un jugador franquicia para siempre, que su carrera estaría sólo ligada al Heat y se conformaría un referente para la ciudad y su gente, hoy se ven desilusionados.

Para quienes ven el deporte con otra óptica, quizás menos romántica pero más pragmática y más ligada a la realidad de estos tiempos, entenderán que Dwayne Wade fue un eslabón importante, muy importante, quizás el más importante, de una cadena de estrellas como Alonzo Mourning, Dan Majerle, P. J. Brown, Eddie Jones, Tim Hardaway, Shaquille O’Neal, Chris Bosh y tantos otros que construyeron la gloria del equipo, lo sostuvieron y dejaron el legado para que en el futuro aparezcan nuevos deportistas que mantengan la llama de la pasión encendida.

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Hernán O’Donnell

 

Una noche de lluvia, barro y emociones

Fue el reencuentro con la victoria y con la satisfacción del deber cumplido. Los Jaguares elaboraron un triunfo amplio y merecido, y se reencontraron también con su gente, que fue reducida por las inclemencias del tiempo, pero fiel en la presencia y en el apoyo a los jugadores.

Los Jaguares hicieron pie en el barro del Estadio “José Amalfitani”. Sobrellevaron el penal en contra y muy rápido Nico Sánchez puso el 3-3 con un penal. Después llegó el try convertido para ponerse 10-3 y el try de Creevy donde todos empujaron para establecer el 15-3 parcial. Descontaron los Bulls con un penal y nos fuimos a refugiar de la lluvia y el viento tras un primer tiempo auspicioso: 15-6

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El segundo tiempo se jugó con más ritmo y fiereza. Crecieron los argentinos por la garra de Creevy, el empuje de Lavannini, el talento de Sánchez, la capacidad de Tuculet y la audacia de Cordero.

Un penal de Nico Sánchez, y 18 a 6. Buen momento para desarrollar las facetas del juego. Tackle y creatividad. Y garra y corazón. Otro empuje coordinado, otra avalncha de peso en una banda y otro try del capitán Agustín Creevy, muy parecido al del primer tiempo: 23-6, ante un rival duro y peleador.

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Un try de Bulls achicó la diferencia a 23-11 y otro penal de Sánchez la volvió a estirar a 26-11.

Enseguida, otra vez el tucumano Sánchez acertó un penal a los palos y los argentinos se adelantaron 29-11.

Llegó el momento del rugby desplegado, abierto, duro e intenso. Los Bulls no se achicaron y pelearon el partido. Con más vergüenza que rugby fueron a buscar el descuento. Los locales contestaron con tackles y propuestas de contraataque. Fueron cinco minutos, los finales, donde se vio un rugby de nivel, jugado con honor e intensidad.

Y con toda la alegría de volver a cantar victoria, ante un público fiel y una tormenta permanente que regó de esfuerzo y sacrificio la victoria de los Jaguares.

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Hernán O’Donnell

Una Copa que perdurará en la memoria

Para bien o para mal, esta Copa América Centenario USA 2016 perdurará en la memoria de los aficionados al fútbol; es decir, a una inmensa población que lo sigue y lo respira en Sudamérica, en Centroamérica, en México y, cada vez más, en Estados Unidos. Una Copa que se jugó a lo largo y ancho de un territorio inmenso, que tuvo partidos por todos lados, repartidos en la superficie que equivale a un continente y que constó de buenos partidos, goles vibrantes, sorpresas, decepciones, grandes figuras y dos equipos que sobresalieron del resto y se encontraron en la final.

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Perdurará en la memoria de la gente de Panamá, que hizo una buena Copa, le ganó a Bolivia, sufrió con Argentina y siempre desplegó un fútbol vistoso. Perdurará en las intenciones de Colombia y la madurez que empieza a alcanzar Venezuela.

Perdurará en Perú, que se acomodó a lo que pretende Gareca y crece. También quedará en la memoria de Brasil; un fracaso rotundo, porque más allá de golear a Haití por 7 a 1, quedó afuera en la primera ronda. Y eso es grave para un seleccionado de tamaña riqueza e historia.

Quedará en la memoria de los amantes del fútbol nacidos en Estados Unidos, que aún son minoría en el país, pero que crecen y cada vez, de a poquito, suman más. Una encuesta reciente publicada por The Wall Street Journal, dice que entre los jóvenes de 12 a 24 años, el “soccer” ya es el segundo deporte.

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Quedará en la memoria de Ramón Díaz: el primer partido, ante Costa Rica en Orlando, le quitó todo el aire y buena parte de las chances de clasificación. Empató 0-0 bajo el calor sofocante de la tarde de la Florida y tras esos dos puntos perdidos el equipo no pudo recuperarse y Ramón dejó su puesto.

Perdurará en la memoria de Chile. Empezó de menos a más. Fue superado por Argentina en el primer partido, pero el gol que marcó en el descuento para cerrar la derrota por 1-2 le dio un empuje que se tradujo en la seguidilla de victorias siguientes ante Bolivia (con un penal discutido y un arbitraje polémico), Panamá, la goleada 7-0 a México, la victoria en semis ante Colombia 2 a 0 bajo el diluvio de Chicago y el triunfo por penales ante la Argentina por 4 a 2.

Chile llegó como candidato y tuvo la madurez y la claridad para respaldar esa candidatura.

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Quedará, como un martillazo doloroso, en la memoria de la Argentina futbolera. El torneo que se construía de a poco, que enhebraba victorias y buenas actuaciones, que edificaba la ilusión de cortar 23 años de sequía, se derrumbó como un castillo de arena en la tanda de los penales de la gran final.

La Argentina jugó por momentos bien, pero siempre estuvo muy encima de sus adversarios (hasta las semifinales) más por la jerarquía de sus futbolistas que por el rendimiento colectivo. No fue una maquinaria de fútbol. Fue, más bien, la supremacía de sus futbolistas por encima de los jugadores rivales. Luego de vencer a Chile, le ganó en fila a Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos. Todos equipos entusiastas, con algunas virtudes más destacadas en unos que en otros, pero ninguno tiene la estatura futbolística que pueda exigir a una selección de primerísimo nivel. Y el equipo de Martino los superó más con superioridad técnica que con juego colectivo.

Ante Chile, la selección mereció ganar. Ahí tiene razón el “Tata” Martino. Tuvo varias situaciones que le pudieron dar la ventaja. Pero no mostró superioridad de conjunto. Y hasta sufrió algunas contras que salvó “Chiquito” Romero.

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No pudo la Argentina. No pudo convertir en 120 minutos, no pudo doblegar la férrea defensa chilena, no pudo entrar el cabezazo de Agüero al final, no pudo en los penales…

Perdurará en la memoria porque se perdió en otra noche triste, porque no se cristalizó lo que se veía tan factible y porque luego de la caída llegó un golpe más fuerte y contundente: Leo Messi declaró que el seleccionado se había terminado para él. Y duele, claro porque aún tiene muchísimo para dar. Puede ser una declaración “en caliente” y que pasado un cierto tiempo, más frío y sereno, revea esa decisión. Pero perdurará esta Copa América Centenario USA 2016, también por eso: porque a la pena por la caída en la final, se le sumó una despedida que, de concretarse, será mucho más dura de sobrellevar.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a New York City, New York, USA)

Un nuevo golpe a la ilusión

Los fuegos artificiales de New Jersey iluminan un cielo que estuvo tan cerca y quedó tan lejos. La Argentina se hunde en las lágrimas del desconsuelo y la derrota. La tanda de penales ha pasado y ya no hay nada que hacer. Si hubo una última esperanza, se acabó en esa definición. No alcanzó con la alegría efímera de Sergio Romero y el penal que le contuvo a Arturo Vidal, una de las figuras del partido. La otra, Claudio Bravo, se iba a encargar de contener el penal a Lucas Biglia y de esa forma encaminar el triunfo de Chile.

En el medio de esa tanda, el penal que desvió Messi ante la sorpresa e incredulidad generalizada. La Argentina perdió otra vez. Otra final, la tercera consecutiva. Cayó en la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014 ante Alemania; en la Copa América Chile 2015 ante el local. En la Copa América Centenario USA 2016 frente a Chile otra vez. Tres finales seguidas en tres años. Un sabor amargo que se profundiza cuando se empiezan a revisar algunas casualidades: tres partidos con alargue, 120 minutos de cada juego, 360 minutos en total y ningún gol.

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El Met Life Stadium que el día anterior estaba poblado de periodistas del mundo que esperaban (esperábamos) la consagración de Messi con su selección, quedó poblado de asombro. El festejo genuino de Chile no podía ocultar la tristeza generalizada, que trascendía a los argentinos e invadía a los que se han sumado al amor por Messi, sean del lado que sean.

La Argentina perdió otra chance. Se escapó al minuto, cuando el tiro de Banega se fue muy cerca del palo derecha de Bravo. Se fue en el minuto 20, cuando el remate de Gonzalo Higuaín se escapó por un centímetro.  Se fue cuando el cabezazo de Agüero que entraba en el ángulo, encontró la mano de Bravo y la descolgó cuando el gol parecía inevitable.

Chile se defendió bien. Supo cerrarse para evitar llegadas. Rodeó a Messi cada vez que recibí la pelota. Y le hizo infracciones cada vez que fue necesario. Así se fue expulsado Díaz, pero no cambiaron la estrategia. Por esa ley de las compensaciones, se fue expulsado Rojo y el partido equilibrado.

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Se fue el partido sin que se pudiera torcer el rumbo. La firmeza de los centrales con Mascherano de “6” y Funes Mori al lateral. La voluntad de Banega, que se suelta a partir del ingreso de Kranevitter, por el apagado Di María.

Y el ingreso tardío de Lamela, que en el suplementario le dio aire y frescura a la Argentina.

Pero no hubo caso. Y además, Chile contó con un par de situaciones bien claras que detuvo Romero y una salvada providencial de Funes Mori.

Pero estaba escrito que la tarde-noche de East Rutherford sería triste y melancólica. La tanda de penales llegó con los mismos presagios que el año anterior. Pero no está allí la causa de la derrota. La razón, las razones, pasan por los 90 minutos y la prórroga. Argentina no pudo conformar un equipo. No tuvo demasiado vuelo en lo futbolístico, y además no le acertó al arco.

Habrá que serenarse, reflexionar y ver como se sigue. En caliente, Leo dijo “la selección se terminó para mí”. Bueno, es una frase en caliente. Habrá que serenarse y pensar. Enfriarse, saber que se hizo bien y que cosas hay que corregir. Incluso Leo. La Argentina perdió una hermosa chance en East Rutherford, y la pena se expande por toda la patria futbolera. Un nuevo golpe a la ilusión. Pero no hay que destruir todo. Hay que construir sobre lo bueno que ya está. Por que en el deporte, como en la vida, siempre hay que levantarse y empezar de nuevo. Se gane o se pierda. Vamos, que la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 nos espera a la vuelta de la esquina, más cerca y más rápido de lo que nos imaginamos.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a East Rutherford, New Jersey, USA)

El candidato dio un paso al frente

Se va a hablar mucho de este partido. Del rendimiento del seleccionado argentino, de su ímpetu, de su ataque constante, de su presión alta y su capacidad de goleo; se va a hablar también de la lesión de Pocho Lavezzi; del infortunio del ex jugador de San lorenzo, que estaba encaminado a hacer una gran Copa; se va a hablar mucho de la seguridad de Sergio Romero y sus defensores…

Pero nada va a superar al gol de Leo Messi. de este se va a hablar por los siglos de los siglos. Un poema que se originó en una falta violenta y un gesto de desagrado de Lio, que cuando lo hace transforma la rabia en una acción talentosa. Tal como le sucedió ante Panamá, Leo se levantó con un gesto adusto, se sacudió el polvo de la caída tras la aparatosa y fuerte infracción y midió el remate.

Vio que se levantaba la barrera. Que de por sí era muy alta. Vio que el arquero daba el pasito hacia el medio, se volcaba un poco al palo de su barrera. y tomó la decisión: el mejor lugar para poner el remate era ahí. Ahí. En el ángulo superior izquierdo de Guzán. Para clavar un golazo. Y meter el 2 a 0 parcial que definía el partido. Porque todos supimos que ya nada habría por hacer. Que ese gol marcaba una tendencia definitiva en el match.

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Messi. El dueño de la noche de Houston. El dueño del partido. El hombre que se apropió del fútbol. Decidió liquidar el partido con un golazo en un lugar imposible, impensado. Conmovió, una vez más, al planeta futbolero. Sacudió la credulidad. Asombró hasta al más escéptico.

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El que le dió un paso adelante a la selección. El que marcó el gol del que se hablará por siempre.

El candidato dio un paso al frente. Ya está en la final. Y tiene un jugador que parece que siempre puede hacer posible todo. Hasta lo imposible.

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Hernán O’Donnell

Un póker, para definir a los finalistas

Hoy se juega una de las semifinales, hoy se define un finalista. Y mañana, otro. Hemos llegado a la semana final de esta hermosa Copa América Centenario USA 2016, un torneo que lo tuvo todo, una gran fiesta de Apertura, partidos emocionantes, un buen nivel técnico y goles sorprendentes.

Ahora es tiempo de ver la definición; de repasar a los protagonistas y expresar, que más allá de favoritos y acompañantes, es fútbol, siempre hay lugar para las sorpresas, y han llegado a este lugar los mejores 4 del torneo.

Es un detalle que no hay que dejar pasar por alto: los cuatro semifinalistas llegan de sólo dos grupos; incluso han jugado entre sí su primer partido: Estados Unidos se supo reponer al debut complicado ante Colombia, asimilar la justa victoria de los “cafeteros” y recuperarse con una goleada ante Costa Rica y una clara victoria ante el Paraguay de Ramón Díaz. Se clasificó bien y derrotó a Ecuador con un buen primer tiempo y un complemento para defenderse y aguantar. Sufrió, pero logró una ajustada victoria.

Colombia fue a paso firme todo el certamen. Venció a Estados Unidos en el debut, le ganó a paraguay un partidazo y cayó, en un encuentro lleno de sobresaltos, ante Costa Rica. En cuartos de final se topó con un Perú complicado, que lo llevó a definir por penales, pero logró una merecida clasificación.

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Chile cayó ante la Argentina, pero el gol que consiguió sobre la hora, para sellar un 1-2, le dio el impulso que necesitaba para reafirmar su idea y su convicción: está para esperar en tres cuartos de cancha y atacar, y así aniquilar a sus rivales, tal como lo hizo en el match ante México por los cuartos de final: Lapidario y terminante 7 a 0.

La Argentina de Leo Messi es el gran favorito. Venció en el debut a Chile, otro semifinalista, y marcó un camino a todo ritmo: goleó a Panamá, liquidó a Bolivia en un tiempo, le ganó 4 a 1 a Venezuela…Parece indestructible. Es el mejor de todos, deberá demostrarlo en estos partidos, que nunca son fáciles. Pero la Argentina tiene todo para descubrir y ganar. Un equipo armado, jugadores de élite, un goleador impresionante y el mejor jugador del mundo. Nada debería fallar. Veremos.

Los equipos están listos. El póker de ases quedó armado. Ya salen a la cancha. La gran final de New York los espera…

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Hernán O’Donnell

 

El candidato marcha firme

Es el candidato indiscutido. Porque tiene al mejor jugador del mundo. Porque juega con mucha seguridad. Porque se lo ve entero desde lo físico. Se lo observa veloz. Porque tiene un arquero sobrio y seguro, una defensa firme, un mediocampo de marca y juego, delanteros rápidos y un goleador temible.

La Argentina liquidó a Venezuela por 4 a 1 con dos goles de Gonzalo Higuaín, uno de Messi y el cuarto de Erik Lamela, y se medirá en una semifinal con el local, Estados Unidos, en Houston. Un partido más complicado por la localía y el envión de los hombres de Klinsmann que por lo que podría ofrecer cada conjunto. Es un match decisivo, como lo fue el encuentro ante Venezuela.

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La selección nacional tuvo una jornada importante y destacable. A los 8 minutos Higuaín le marcó el pase a Messi; Leo le envió una asistencia genial y “Pipita” definió con un remate cruzado. 1 a 0 y a sacarse las preocupaciones de encima; el partido se encaminaba.

Luego llegó el error de la defensa de la “Vinotinto”; Higuaín estuvo rápido y atento, gambeteó al arquero Hernández y definió de modo suave al arco vacío: 2-0.

Ahí vino lo mejor del equipo de Dudamel. Se animó Venezuela y tuvo sus oportunidades: Un cabezazo en el poste, un remate que Romero desvió con el pecho, otro que sacó con esfuerzo por encima del travesaño y una cuarta posibilidad, la más clara: el penal que Seijas intentó convertir con una “picada” y Romero contuvo con seguridad, parado en el medio del arco.

En el segundo tiempo se intensificó la presión argentina. Llegó el tercero, cuando Nico Gaitán apretó combinó con Messi y Leo derrotó al arquero con un remate de caño. Y si Venezuela tuvo alguna esperanza con el descuento de Rondón y el 1-3 que lo podía ilusionar, enseguida llegó el gol de Lamela para liquidar el partido.

Argentina ganó 4 a 1. Derrotó a todos sus oponentes. Luce firme y dominante. Ahora le toca Estados Unidos, que llegó con justicia pero con cierto sufrimiento ante Ecuador. Y por el otro lado, Colombia espera al vencedor de México-Chile.

La Copa América Centenario USA 2016 ingresa en su semana decisiva. Es fútbol, y todo puede pasar, pero el candidato de todos cada vez deja menos lugar para las sorpresas.

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Hernán O’Donnell

 

 

 

 

La leyenda de Muhammad Alí

Cuando el desenlace era inminente, cuando el final triste e inevitable se acercaba, las cadenas de TV de los Estados Unidos de América anunciaron que interrumpirían su transmisión (ya sea películas, series, programas políticos) para comentar las últimas novedades de Alí, el hombre que supo modificar el rumbo de una sociedad desde un ring.

Esa noche del viernes 3 de junio fallecía Muhammad Alí, el hombre que desde el boxeo y sus logros deportivos, lanzó gritos de rebeldía y libertad. El hombre que había nacido el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky, y que había entrado en este duro deporte a partir, casi de un hecho fortuito. A los 12 años había ido al Service Club de su ciudad natal para tomar un helado gratis, pues allí lo servían a los niños. Pero en un descuido le robaron la bicicleta, y al comentarle a un policía que golpearía al ladrón, este hombre, Joe Martin lo llevó a un gimnasio: El boxeo tendría una nueva estrella…

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Hacia fines de los ´50 comenzaría un camino lleno de éxitos y resonantes apariciones públicas. En 1960 ganó la medalla dorada de Peso Semi-Pesado en los Juegos Olímpicos de Roma. Allí se iniciaba el camino a la fama.

Luego llegaría el debut profesional, el encuentro con Angelo Dundee y una sociedad entrenador-boxeador que daría muchísimos frutos. En el gimnasio de Miami se forjó al hombre que iba a derrotar a Sonny Liston en 1964 y se consagraba, a los 22 años, como nuevo Campeón Mundial de los Pesos Pesados. El planeta se había sacudido con la aparición de una estrella que destronaba al favorito Liston.

Por entonces, aún se llamaba Cassius Clay. Pero había escuchado hablar de Elijah Muhammad, y se había acercado a un líder Malcom X. Decidió cambiarse el nombre.

Decidió que su identidad debía ser otra. Distinta. Dejó atrás su nombre (“Era el de un esclavo”, sostuvo siempre) y fue rebautizado como Muhammad Alí.

Su historia es conocida. Renunció al ejército, se negó a ser combatiente en la guerra de Vietnam, le sacaron el título y luego volvió a ser Campeón del Mundo.

Gritó por la libertad. Fue perseguido, pero también escuchado. Vendió sus peleas con promociones que rondaban lo espectacular y lo provocativo. Fue una estrella especial del Madison Square Garden, el estadio deportivo más famoso del mundo

Nunca se calló. Hizo y dijo lo que sentía. Sin especulaciones. Le levantaron las sanciones y fue dominante otra vez en el boxeo. La gente lo comprendió. Tuvo su premio: Fue el abanderado de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y aún tembloroso por el mal de Parkinson que ya hacía tiempo lo aquejaba, encendió la llama olímpica y recibió, una vez más, una grandísima ovación de su gente.

Tuvo un funeral con todos los honores. Se acercaron ilustres y desconocidos. Habló Bill Clinton, uno de los Presidentes más importantes en la historia de Estados Unidos. Habló su amigo, Billy Cristal, uno de los actores más afamados de Hollywood. Hubo una procesión desde su casa de la infancia, pasaban por el Centro Cívico Muhammad Alí y lo despedían en el cementerio de su ciudad natal.

En todo el camino lo acompañó el sincero reconocimiento de su gente. Cartas y muñecos en el jardín de su casa. Guantes de boxeo y globos adornaron la puerta de entrada. Pétalos de rosas en el ingreso al cementerio. Una multitud lo despidió con una mezcla de desconsuelo, pena y admiración. Mucha admiración.

El hombre gritón, el desafiante, el provocador, era, comprendimos todos, un ser humano que pedía libertad, igualdad. Que pudo hacerlo a partir de la fama construída y ganada en los rings. Y que, como pudo, se hizo entender. Y se hizo querer. Por eso la Nación lo despidió con los máximos honores y hoy se inundan las calles con sus murales, su imagen, revistas y diarios que publican ediciones especiales.

Murió Muhammad Alí, pero la leyenda había nacido hace muchos años.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a New York City, New York, USA)