Colonia trepa en su ilusión y le dió un empujón mas a Paderborn

La Bundesliga es tan atractiva que no hay partidos que uno pueda resistir o descartar. Al igual que la Premier League ingles, en Alemania los equipo se prodigan por igual, tienen intenciones, ambiciones y estilos destacables y cada partido es una fiesta de buen fútbol. No se limita a los choques entre los grandes o entre aquellos que pelean en lo alto de la tabla, como sucede en otras competiciones. No, acá cada partido tiene un brillo propio, un vuelo alto. Más allá de los protagonistas.

Paderborn marcha último en la tabla de posiciones. Parece difícil revertir su situación o su destino. Logró el ascenso a la Bundesliga luego de estar en la Bundesliga 2 y juega con el mayor de los atrevimientos, sin especulaciones, con espíritu ofensivo y ganas de encarar cada partido con una propuesta ambiciosa. Así lo encaró ante Colonia, y durante la primera media hora fue un encuentro equilibrado, sin diferencias. Después, a los 28′ llegó el gol de Jorge Meré y Colonia no sólo se adelantó por 0 a 1, sino que tomó el control de las acciones.

El visitante, Köln en su nombre original, fue más a partir de entonces, porque asumió el control del balón, fabricó espacios y supo desbordar al Paderborn. Incluso lo obligó a alguna entrada fuerte. Y en el momento exacto, le aplicó un segundo golpe impactante: una jugada bien elaborada por izquierda, la aparición hacia adentro de Jonás Héctor y la definición exquisita del lateral que se destacó en la selección alemana, con un tremendo remate de afuera del área y al ángulo que se transformó en el 0-2 a los 35′. Con dos estiletazos, Colonia vencía al local y sacaba una ventaja importante al terminar el primer tiempo.

Con el aliento incondicional de su gente Paderborn salió a jugarselá en el complemento. Claro que Colonia era un equipo ya más solidificado, un conjunto que había crecido mucho tal como se había superado en el torneo. De un comienzo errático y lleno de dudas, a un presente más auspicioso, con una posición más expectante en la tabla y la aspiración de poder llegar a las competiciones continentales europeas. Colonia hacía valer esa recuperación y empujaba aún más en el segundo tiempo.

Paderborn no perdió la línea. Aún superado, mantuvo el estilo abierto, esa vocación optimista que tiene en cada encuentro. Ingresó Ritter para tener más presencia en ataque y a los 72′ encontró su premio. Un pelotazo cruzado a la derecha, el centro preciso de Pröger y la aparición de Srbeny para marcar el 1-2. Un estallido del público le daba esperanza al local.

Salió el visitante y se lo perdió Modeste sólo ante el arco; su tiro cruzado se perdió por el fondo y así desperdició una buena chance a los 77′. El partido mantenía una vibración y suspenso de alto voltaje.

La ausencia de Mamba ya no se sentía; Srbeny era una inquietante presencia para la defensa visitante, y por los costados aparecían Jans y Collins, que provocaban situaciones. A los 86′ un tremendo remate de tiro libre de Sabiri fue desviado por el arquero visitante Horn, quien evitó el empate.

Los minutos finales fueron de una gran emoción y vértigo. Paderborn se la jugó, apretó a Colonia y merodeó el empate. Le faltó la puntada final, y el visitante se sostuvo en su arquero y en la defensa, bien sostenida por la zaga central de Meré y Leistner.

Con esas torres, Colonia apoyó la victoria, por la que había hecho méritos en la primera etapa, en el comienzo del complemento y al final la supo defender.


Hernán O’Donnell

River tropezó en la altura y ya piensa en Tucumán

En realidad piensa en el parido frente a Atlético en Tucumán desde que terminó su encuentro con Defensa y Justicia el último sábado 29 de Febrero en el Monumental. Desde ese preciso instante, la mente, el cuerpo y el corazón de River Plate viajó a la provincia del Norte argentino para empezar a jugar lo que su entrenador, Marcelo Gallardo, definió como “una final”. Aunque en verdad es el último partido del campeonato, la última fecha. No es “una final” pues aún si River pierde le queda una posibilidad de jugar (ahí sí) una final (de verdad) ante Boca, siempre y cuando el equipo de Russo empate ante Gimnasia y Esgrima La Plata.

Más allá de esas disquisiciones, lo cierto es que River vive el partido del sábado con una semana de anticipación. Lo dicho; ni bien terminó su encuentro de local frente al equipo de Hernán Crespo, para River Plate no existió (ni existe) otra cosa que ese juego. Ahí están todos los cañones puestos.

Ayer pasó un mal trago en la altura de Quito. Se encontró con un equipo rápido, dinámico, que sabe jugar por las bandas y que encontró rápido los caminos del gol.

A los 15′ Franklin Guerra conectó de cabeza un corner que venía desde la izquierda y se la cruzó a Bologna al palo más lejano. Se acomodaban en el juego y Liga ya se ponía 1-0 arriba.

Con el cuarteto atacante, el local se hizo fuerte y desbordó a River. Entre Caicedo, Borja y Quinteros, armaron las mejores jugadas. Para River la altura era un problema y le costaba progresar en el juego.

Una buena maniobra combinada por izquierda le permitió llegar al centro al medio y Cristian Borja concetar en el borde del área chica y marcar el 2 a 0 a los 36′. Y quedó allí la sensación que el partido se había acabado.

Quedó el complemento con el esfuerzo para correr y tratar de emparejar, la expulsión de Bologna, el ingreso de Lux, el penal por mano de Zucculini y la conversión de Junior Somoza a los 76′ para sellar el 3 a 0 definitivo.

River llegó remendado al final del partido, con heridas de Copa que el tiempo dirá si le costarán caro o no. A la hora de la clasificación, este encuentro habrá que tenerlo en cuenta, aunque hoy parezca poco importante, haya parecido más una molestia hacia la obsesión que significa el título local, que un escalón, el primero, de la soñada Copa. Pero habrá que ver como resulta y como influye en la zona de grupos de la Libertadores. Ayer, hoy y mañana para el mundo River fue casi una anécdota en medio de la semana que se juega por su asignatura pendiente.


Hernán O’Donnell

Con la cabeza en la Superliga, Boca arrancó en la CONMEBOL Libertadores

Es tan importante el partido del sábado, es tan trascendente la definición de la Superliga, es tanta la rivalidad entre River y Boca, que la definición del próximo fin de semana de la Liga doméstica se puso por delante del inicio de la LIbertadores. Casi como una obligación los dos equipos afrontaron el debut en el exterior, pero en cuerpo y alma están metidos en la definición y en una final, que parece poco probable, pero en el fútbol las seguridades no existen. Y como es un final de bandera verde, los dos se quieren quedar con un premio grande, claro está. Y por eso, por primera vez en muchos años, el debut en la CONMEBOL Libertadores pasó casi inadvertido para el gran público; por lo menos, con pocas repercusiones.

En medio de las horas cruciales del fin del Campeonato, Boca viajó a Venezuela para medirse ante el local, Caracas Fútbol Club. Un partido que traía más complicaciones por lo que lo rodeaba que, a priori, por el encuentro en sí mismo. Un viaje largo, un país con dificultades sociales y económicas, una logística grande y la necesidad de terminar lo mejor posible, sobre todo por los centrales, pues no tiene demasiados para el partido ante Gimnasia: Izquierdoz suspendido, Lisandro López lesionado, entre Junior Alonso y Zambrano estarían los titulares del sábado, pero también se los necesitaba en la Copa…todo eso estaba en la cabeza cuando arrancó el juego y se profundizó cuando Abila convirtió el gol de apertura del partido, a los 25′ tras recibir una buena habilitación. Boca se adelantaba 0-1 y la mente volaba hacia el futuro.

Boca se sintió cómodo con el manejo de “Bebelo” Reynoso, con la presencia de Marcone en la mitad de la cancha y la velocidad de Sebastián Villa en ataque.

Dominó el primer tiempo y no asomaban contratiempos, hasta que en la segunda parte un tremendo tiro libre de Robert Hernández a los 55′ se transformó en el empate: 1 a 1 y Boca, que había viajado a Buenos Aires, sentía el golpe y volvía a la realidad.

Allí se complicó el partido; con más entusiasmo que vuelo futbolístico, Caracas se animó. Russo decidió el ingreso de Pol Fernández para tener más claridad y de Junior Alonso por Zambrano, reservado para el choque del sábado. Y el equipo creció. Volvió a meterse en el juego, apretó a Caracas y tuvo una buena oportunidad en los pies de Capaldo.

Al final, lo tuvo Caracas con un buen contragolpe, pero Ramírez no advirtió la entrada libre de Blanco por el centro, quien estaba bien posicionado para convertir. Y en el último suspiro, Ramón Abila enganchó en el área y su remate cruzado pasó muy cerca del poste izquierdo del arco local. Fue la ultima y muy clara.

Boca arrancó la Copa con la cabeza en la Superliga. Dejó dos puntos por el camino, que tal vez en el futuro pueda añorar. Por ahora, sólo piensa en la definición del próximo sábado.


Hernán O’Donnell

La creciente Major League Soccer abrió una nueva temporada

Es una Liga joven, nueva, que recién llegó a los 25 años de vida, pero que desde su fundación en 1996, no ha parado de crecer. De aquel comienzo con sólo 12 equipos a esta realidad de 26 franquicias y la posibilidad de llegar a 30 en un par de temporadas, ha corrido mucha agua bajo el puente.

A no asustarse con la cantidad de competidores; es verdad que 30 parecen muchos y que no existen en casi ninguna liga de fútbol del mundo (en la nuestra, la argentina, ya sabemos como fue la experiencia), que la FIFA aconseja torneos de 20 a 22, pero hay que tener en cuenta el tamaño del país, la cantidad enorme de estados y ciudades, y la lógica que sigue a las organizaciones de los deportes más populares en Estados Unidos: todas ellas cuentan con 30, 32 o más equipos. Así sucede con el Baseball (MLB), Football (NFL), Hockey sobre hielo (NHL) y Basketabll (NBA). La MLS sigue esa lógica para abarcar un país que es casi un continente. En defintiva, es como una liga de Sudamérica, de hecho podemos asimilarla a la CONMEBOL Libertadores o a la Sudamericana: más de 30 conjuntos compiten en cada una de ellas.

Para Estados Unidos el número es el indicado para satisfacer a un mercado que no para de crecer. De aquella vieja North American Soccer League (NASL), que intentó impulsar el “soccer” con figuras famosas, pero con un recorrido ya hecho en el fútbol y a una edad avanzada para este deporte como fueron los casos de Pelé, Giorgio Chinaglia, Franz Beckenbauer, Neeskens o George Best, la política de la MLS es diferente: contratar jugadores jóvenes, con proyección, con futuro, que le den dinámica y emotividad a sus partidos y que incluso tengan valor de reventa a mercados más grandes y aún más poderosos, ya establecidos y tradicionales, como el europeo. Un ejemplo fue el del veloz paraguayo Miguel Almirón, quien fue comprado a Lanús cuando aún era joven y destacado, brilló en Atlanta United y fue transferido al Newcasttle, de la Premier League de Inglaterra.

Esta política es la que acompaña a un torneo más atractivo, con estadios amplios, seguros y construidos, la mayoría de ellos, para el fútbol en exclusividad. Así, ya no se ve, como en los viejos tiempos, el césped pintado con las líneas y números del Football Americano, ni medidas distintas (en el Football el ancho del campo de juego es menor, lo cual lleva a tener áreas grandes muy cerca de la línea lateral y cambia la medida y proporción de la cancha) u otros factores que “ensuciaban” el escenario de juego.

Hoy la Liga no tiene nada que envidiarle a las más desarrolladas en cuánto a infraestructura y organización. Aún le falta crecer en el contenido, al cabo lo esencial de la industria: el nivel de juego, los equipos, las estrategias y las cualidades técnicas individuales. Pero está en el buen camino.

Este año se suman Inter Miami y Nashville Soccer Club, en la capital del estado de Tennessee. Y pronto habrá más.

Carlos Vela promete ser la principal figura de la Liga. También hay nombres de peso como Maximiliano Moralez, Sebastián Blanco, Javier “Chicharito” Hernández, Rodolfo Pizarro, Nicolás Figal, Alan Pulido, Cristian Pavón, Tomás Martínez, Jozy Altidore, Cristian Espinoza, Zdenek Ondrasek, Thiago Santos, Ezequiel Barco, Josef Martínez (quien sufrió una dura lesión en su rodilla en la primera fecha), Gonzalo “Pity” Martínez, Frankie Amaya, entre otros.

En Los Angeles se jugó sobre el cierre de la jornada del domingo, uno de los partidos más esperados de la primera fecha. Los Angeles Fútbol Club, candidato a pelear en las instancias finales, recibía a Inter Miami, uno de los debutantes que traía consigo toda la fama que acompaña al gran ex futbolista inglés David Beckham, Director Deportivo de la franquicia, y la nueva fanaticada que se empieza armar alrededor del conjunto por su ubicación en una zona de densa población latina y muy futbolera, por cierto.

El local fue más profundo en el primer tiempo, con el peso de sus figuras, Carlos Vela y Rossi, dos de los más destacados. Miami mostraba voluntad y ganas de adaptarse rápido a la categoría.

La supremacía se confirmó a los 44′ de juego cuando el mexicano Carlos Vela trazó una excelente maniobra individual, se fue de derecha al centro por el borde del área y al ver al arquero visitante adelantado, sacó un remate de emboquillada que se transformó en el 1-0 para Los Angeles FC.

El primer tiempo se había cerrado con un justo 1 a 0 para el local. Y el complemento fue un calco de la primera parte. Incluso, se profundizó el dominio del conjunto local. De entrada tuvo una situación que no pudo ser convertida, y empujó a Inter Miami contra su campo. Vela, Rossi y Rodríguez eran una pesadilla para un equipo que recién se empieza a armar y realiza su debut absoluto en la Liga. Se preveía un encuentro duro, y lo fue. El dominio del equipo de California fue total en el segundo tiempo donde el arquero visitante Luis Robles tuvo ¡nueve! atajadas decisivas para impedir la segunda caída de su valla. Una jugada aislada del argentino Pellegrini cuando promediaba el complemento fue la más clara de la visita.

Rodolfo Pizarro, volante creativo de Inter Miami, se soltó sobre el final y armó un par de jugadas interesantes, pero no encontró eco en sus compañeros y le costó prosperar. La verguenza deportiva de Miami lo llevó a empujar en los minutos de prórroga y a ilusionarse con la igualdad, pero no tuvo resto para alcanzarla. Fue caída en el debut ante uno de los mejores equipos de la Liga.

Arrancó la MLS. La competición que faltaba en este 2020 cargado de fútbol. Un torneo que crece sin parar y que abre las puertas al mundo.


Hernán O’Donnell

El fantasma del descenso trajo un festival de goles en la Bundesliga

La Bundesliga arde en los dos extremos. La mayor atención del público está puesta en la parte superior de la tabala, donde Bayern Münich, RB Leipzig y Borussia Dortmund se dividen el protagonismo del campeonato. Pero en el fondo la lucha también es cruel y es mucha porque el descenso acecha, hay dos caídas directas para quienes ocupen los puesto 17 y 18 y una promoción para quien finalice en la 16º posición ante el tercero de la Bundesliga 2. Entonces hay que pelear para salir del fondo, y si es posible, de la famosa “promoción”.

Fortuna Düsseldorf fue a bsucar el partido desde el inicio, con mucha decsisión y determinación para salir de la posición de “promoción” y olvidarse del descenso. Encontró el primer gol muy rápido, con un pelotazo largo que sorprendió a la defensa visitante y Karaman convirtió a los 5′. 1 a 0 ante un Hertha Berlín que ya mostraba lagunas defensivas.

Y cuando los dos quería acomodarse a la nueva realidad que marcaba la apertura del tanteador, el local volvió a sacudir la red con el gol de Thommy a los 9′ que puso el 2 a 0.

Hertha Berlín sintió el cachetazo y de a poco fue a la búsqueda del descuento. La más clara la tuvo el delantero polaco Krzysztof Pjatek quien entró sólo para convertir y el arquero local Kastenmeier le tapó el remate cuando disponía de una gran posibilidad a los 29′.

Pero el local no se replegaba en demasía; fiel a las costumbres de la Bundesliga, donde la búsqueda del arco contrario es una religión, Düsseldorf atacaba en cada espacio y oportunidad que se le abría, y la amenaza del tercer gol rondaba el área visitante. Fortuna proponía con las proyecciones de Thommy, la dinámica de Stöger y Berisha, la presencia de Bodzek y la amenaza de sus delanteros.

A los 45′, cuando se cerraba la primera etapa, una joyita para aumentar el resultado. Un cambio de frente de Thommy para Zimmermann, de lateral a lateral, la entrada por derecha y el centro atrás para la aparición libre de Karaman quien marcó el 3 a 0.

El primer tiempo se cerró con una hermosa jugada colectiva, que selló la superioridad del local ante un Hertha Berlín que tuvo fallas en defensa y no supo convertir las dos ocasiones claras que se le presentaron.

Hertha Berlín salió un poco más decidido en el complemento. Adelantó líneas, metió al delantero Marius Wolf por el volante Lukebakio y el defensor Mittelstädt por el volante Dilrosun. Más equilibrio por las bandas y más presencia en ataque.

A los 63′ pudo descontar el Hertha Berlin: un centro que parecía no tener destino, THommy se la llevó por delante y convirtió en contra de su valla. El partido quedaba 3 a 1 para Fortuna Düsseldorf y el encuntro tomaba otra vez interés. Y a los 65′ Cunha maniobró entre dos defensores, sacó un remate desde afuera del área y la puso contra el palo izquierdo del arquero local. En dos minutos, el visitante se acomodó. Ahora el resultado quedaba 3 a 2 para el local.

Pero había más. A los 74′ Piatek se escapó solo , entró al área y fue derribado por la salida desesperada del arquero Kastenmeier. Penal y gol del propio Piatek. El partido quedaba 3 a 3. ¿Partido? Partidazo.

Fortuna Düsseldorf estaba aturdido. Hasta estuvo cerca de ver como su valla caía por cuarta vez. La catástrofe impensada rondaba por su valla. Y de salida, hasta pudo volver a marcar. Un partido de locos, que rompía todos los criterios de línea de juego. El local, dueño del primer tiempo, estaba ahora groggy y cerca del knock out. Las salidas de Karaman y Berisha se pagaban caro. El equipo ahora se veía asombrado de todo lo que había perdido cuando sentía que lo tenía asegurado.

El espacio final quedó abierto. Como esas peleas en que los pugilistas dieron todo, compartieron el dominio y en el último round ofrecen lo que les queda. Un poco, a la búsqueda del golpe definitivo para cerrar el combate. Y otro poco, algunos recaudos para no perder el empate que tenían. Pero había más. Y se lo perdió Stoger a los 88′. Pudo haber sido para Fortuna. A los 90′, Cunha clavó un remate en el poste. Lo pudo ganar el visitante. Un final para todos los gustos. Y un empate increíble.

El fantasma del descenso se paseó por Düsseldorf y en lugar de presentar un partido dramático, áspero y peleado, como suele suceder bajo estos cielos, desparramó goles y emociones de principio a fin en la estupenda Bundesliga.


Hernán O’Donnell

Messi fue a la tierra de Diego en un encuentro simbólico

Mucho se habló de este partido. En realidad, hace tiempo que se habla de la visita de Lionel Messi, el mejor jugador del Mundo en la actualidad, a la ciudad que vio en sus años de esplendor a Diego Armando Maradona, el mejor jugador del Mundo en los años ’80 y gran parte de los ’90.

Desde que se sortearon los octavos de final, se habla de eso. De Messi en Nápoles, más que de Nápoli y Barcelona. Del Rey en la tierra del Rey antes que del choque entre dos equipos que sueñan con levantar la famosa “orejona”…

El comienzo fue de tono monótono. Nápoli se estableció con un 4-1-4-1, bien apretadito y sin regalar ningún espacio. Ordenado y atento, se movía en tándem el equipo local para controlar los movimientos acompasados y por momentos lentos del Barcelona. Nápoli no tenía misteriosni tampoco verguenza; Mertens se adelantaba un poquito más, pero el esquema era conservador porque la atención principal estaba puesta en interrumpir los circuitos del equipo catalán.

Barcelona se repetía en su libreto habitual. Control del balón, posesión, pases precisos y búsqueda del compañero libre de modo permanente, a la espera de la aparición de espacios. Pero chocaba con el bloque cerrado del equipo italiano y la falta de imaginación. Sólo Messi aportaba un poco de fantasía y de gambetas, pero el resto se repetía en el toque asegurado, que por momentos se volvía lento y previsible.

Hasta que llegó la contra del local, la apertura de derecha a izquierda y el remate cruzado y al ángulo de Mertens que abrió el marcador. Iban 30′ y Nápoli se adelantaba 1 a 0.

A diferencia de cualquier enfrentamiento en el mundo, donde tras recibir un gol en contra, el equipo que se encuentra abajo en el marcador sale con más determinación y riesgos a buscar la igualdad, Barcelona tiene una marca registrada desde hace un tiempo: no resignar su estilo, no desesperarse, no tirar pelotazos ni buscar soluciones fuera de lo que entiende como su modo de jugar. Siguió de la misma manera y el partido se mantuvo en su libreto. El visitante con el balón, el control y el traslado a partir de la posición de Vidal, más volcado a la derecha, Rakitic y De Jong como internos, Messi aletrnaba con Arturo Vidal y Griezmann buscaba con rotaciones abrir los espacios. Pero sin nervios ni descontroles. Entonces, con un Nápoli atento y vigilante, se cerró el primer tiempo con el 1 a 0 para el local.

Sin variantes para el complemento, Barcelona tomó la pelota desde el inicio, adelantó líneas y volcó el juego hacia el campo rival, que se mantenía en su idea: control en el borde del área, Diego Demme como volante central, una línea de cuatro un poquito por delante de él con Mertens como hombre más adelantado.

La visita no rompía su plan, pero ya no le alcanzaba con el control. Debía acelerar, de lo contrario la tarea se haría muy complicada. A los 53′ salió lesionado Mertens y a los 56′ llegó el empate: una triangulación entre Sergio Busquets, pase a la derecha y al vacío para Semedo, el centro rasante para la entrada libre y por el medio de Antoine Griezmann y el 1 a 1. En tres minutos, Nápoli había sufrido dos cachetazos.

El partido ya tomaba un rumbo más definido; Barcelona tenía la pelota, Messi se mostraba más activo y el visitante insinuaba más. Sin embargo, un contragolpe de Nápoli lo encontró sólo a Callejón quien demoró un instante su remate y Ter Stegen con una barrida rápida y certera le tapó el disparo y evitó la caída de su valla.

De a poco mermó el ritmo, se apagaron las turbinas y ambos se empezaron a conformar con la igualdad. Nápoli porque sigue en carrera, porque deja abierta la ilusión y si bien necesita convertir un gol en Cataluña, va por una clasificación que no es imposible.

Barcelona quedó satisfecho porque intuye que de local, aún con las ausencias de Vidal y Busquets no debería tener problemas en resolver el pase de ronda.

Lo más importante que dejó la noche napolitana fue la visita de Leo a la casa de Diego, y de eso se hablaba antes del partido y se hablará en el futuro cuando se lo recuerde.


Hernán O’Donnell

River y Boca pelean por otra definición

Quedan dos fechas por jugarse y el final de bandera verde es entre River y Boca. No hay nadie más en el medio. La discusión es entre los dos conjuntos más populares del país, los que convocan más gente y los que se reparten, desde el fondo de la historia, el poder y el dinero. River y Boca, como tantas veces en los últimos años, como tantas veces en el mundo profesional que está a una década de llegar a su centenario, otra vez vuelven a dirimir la lucha por el título en un final de bandera verde.

River tiene una ventaja. No es decisiva, pero sí es importante. Lleva tres unidades más que su rival y eso, a esta altura puede ser determinante. Porque a River le bastará con conquistar 4 puntos de los 6 que quedan en disputa. Si le gana en su cancha a Defensa y Justicia, le alcanzará el empate ante Atlético en Tucumán para consagrarse. Boca está un poco más urgido; necesita ganar en Santa Fe frente a Colón y luego hacero en la Bombonera ante Gimnasia en la última jornada. Podría también alcanzarle con 4 puntos si River pierde los dos partidos, pero allí ya estaría en otra posición, porque si resigna unidades depende de la suerte del “Millonario”. Y es muy peligroso, porque si Boca no gana en Santa Fe, River se consagrará si derrota al Halcón de Varela el próximo fin de semana.

La victoria en La Plata le abrió un crédito definitivo al equipo de Marcelo Gallardo. Muchos sindicaban que era el partido más difícil que tenía por delante, el que podía llegar a perder, el que lo medía ante un adversario peligros y de visitante.

River lo resolvió con su jerarquía conocida. Se plantó en el campo con la conducción de sus volantes, entregó la dinámica de siempre de Ignacio Fernández, el aporte de de la Cruz, la línea de 5 que encuentra a Montiel y Casco lanzados como cohetes por las bandas, la firmeza de Javier Pinola en el fondo y la voracidad goleadora de Matías Suarez y Rafael Santos Borré.

Pueden jugar Pratto y Scocco, o Quintero en la mitad de la cancha, o salir Pinola del once titular y el conjunto no se resiente. No cambia.

No hay fisuras en el equipo, ni grietas en la intimidad. Y si existen, no trascienden. Lo que sí se notó es un cambio en su juego. La salida de Palacios le cambió el esquema y la definición. Menos tenencia en la mitad de la cancha, un poco menos de elaboración, más abierto en los costados con la línea de 5 y una voracidad más llamativa por ir directo al arco de enfrente. River resignó un poco de fútbol en la elaboración para ser un equipo más vertical, más directo.

Boca corre de atrás. Tiene la tranquilidad de que el campeonato parece sentenciado para la “Cátedra” entonces le queda mucho para ganar y poco para perder. Otros opinan que el predominio de River en los últimos años se acentuaría aún más si se queda al final con este torneo y por eso Boca tiene una “obligación” mayor por conquistarlo. Para no sufrir otra afrenta deportiva, otra derrota ante su adversario de siempre. Son aquellos que creen que Boca debe robarle este torneo a su clásico rival para empezar a cerrar las heridas.

Tiene un equipo en formación, con un Director Técnico nuevo y algunas piezas que se empiezan a acomodar.

Si le alcanza para llevarse el título, estas dos fechas darán la respuesta. Pero creemos que es aún un equipo que empieza tener una forma, que ha sido pensado con la inclusión de Alexis Mac Allister y el volante se fue a Inglaterra, que tiene por definir algunos puestos, por ejemplo el de centro delantero, nada menos, y que todavía no alcanzó el rodaje que sí tiene River.

Pero lo que todos esperan, de uno y otro lado y los neutrales, claro está, es una definición mano a mano. Una final entre sí para definir al campeón. Una final más. Como fue la de la Supercopa, la de la Libertadores, e incluso las semifinales de la Copa del año pasado. Una final más, para resolver este torneo, estaría bárbaro. Sería otra fiesta para nuestro fútbol y con un premio grandísimo por delante. Será cuestión de esperar unos días.


Hernán O’Donnell

Stormers se impuso desde el inicio y obtuvo un triunfo merecido ante Jaguares

El conjunto argentino cayó por 17-7 ante Stormers en Sudáfrica por la cuarta fecha del Super Rugby 2020. En su primer partido como visitante en la temporada, los dirigidos por Gonzalo Quesada fueron superados por el rival y con este resultado acumulan dos victorias y dos derrotas en lo que va del torneo.

Ni bien comenzó el encuentro, los sudafricanos hicieron sentir el rigor que pretendían imponer durante el juego. La marca en defensa era asfixiante, incomodó cada vez que Jaguares se hacía cargo de la tenencia, con los jugadores encima de cada argentino que agarrara la pelota. Ante una marca que no daba tregua y sin espacios, el conductor Domingo Miotti y el primer centro Juan Cruz Mallía se vieron obligados a usar el pie para evitar conceder más metros. Sumado a su gran trabajo defensivo, Stormers también se impuso en cada scrum disputado, e incluso logró penales a su favor a partir de esas formaciones. Apoyado en esas virtudes, el local se hizo cargo de la pelota y logró penetrar en varias ocasiones la marca rival. Apenas a los 6 minutos de juego Stormers pudo haber abierto el marcador cuando a metros del ingoal cometió un knock on que salvó a Jaguares. Luego, a los 13 minutos sumó tres puntos por una patada frente a los palos. Incluso con su pilar derecho amonestado a los 15 de la primera etapa, el equipo de Ciudad del Cabo no tuvo inconvenientes.

Sin embargo, el dominio de Stormers en la primera parte no se vio reflejado en el marcador. Hubo dos intervenciones clave de Santiago Chocobares, que tuvo su debut como titular en la franquicia argentina. La primera fue a los 25 minutos, cuando interceptó una pelota y evitó que el rival se cortara solo por el centro de la cancha. Minutos después, trabó arriba a Ruhan Nel y desactivó una gran amenaza para que no avanze hasta el ingoal propio.

Stormers logró desplegar juego y avanzar hacia el campo rival, de hecho los minutos finales del primer tiempo se jugaron en terreno de Jaguares. El mérito del equipo argentino fue soportar esa arremetida y lograr reducir a que su rival obtuviera tan solo tres puntos para irse al desanso con un resultado bien parejo.

En la segunda mitad Jaguares empezó a mostrarse mejor posicionado que en el comienzo, Stormers ya no tenía una defensa asfixiante como en los primeros minutos y los argentinos comenzaron a animarse más. De hecho, una jugada muy clara muestra que la defensa visitante marcó tan arriba a los sudafricanos que el apertura fue forzado a despejar con el pie y lanzó la pelota directamente afuera, y concedió un interesante line a favor de los de Quesada. Increíblemente, lo que Stormers no pudo conseguir en 40 minutos de dominio, sí lo consiguió al poco tiempo de comenzada la segunda mitad, y aún cuando su rival se encontraba mejor, por un error de manejo de balón que el local supo aprovechar y traducirlo en try a su favor. Una pelota que quedó suelta tras un pase de Mallía, fue rápidamente tomada por el medio scrum Herschel Jantjies que a toda velocidad llegó al ingoal y apoyó cómodamente debajo de los palos a los 44 minutos. Aturdido por este golpe, a los pocos minutos Jaguares se vio otra vez con una anotación en contra. Stormers aprovechó los espacios que encontró a partir de jugar rápido y avanzó hasta apoyar su segundo try, a los 52 minutos. 17-0 a favor del local y Jaguares se veía ante un marcador muy desfavorable.

El desempeño argentino otra vez comenzó a cambiar a partir de ahí. Hubo ingresos importantes, como los de Julián Montoya, Marcos Kremer y Guido Petti, que mostraron ser de las armas más importantes de Jaguares. A los 63 minutos el hooker arremetió luego de un line y su intento de apoyar fue obstaculizado. Pero el ingoal rival estaba muy cerca por primera vez en el partido. A los 65 minutos, en el scrum siguiente, un buen trabajo de los forwards permitió que Rodrigo Bruni se levantara y convirtiera el único try argentino del encuentro.

Envalentado, el equipo argentino estuvo muy cerca de acercarse en el marcador a los pocos minutos. Una jugada en la que combinaron Guido Petti, Matías Moroni, Bautista Delguy y Sebastián Cancelliere, finalizó con el hombre de Hindú apoyando en el ingoal pero, luego de una revisión, el árbitro anuló el ensayo debido a una infracción previa, en la que Bruni tomó la pelota en offside. Jaguares no pudo volver a sumar y se marchó del Newlands con las manos vacías.

En la semana previa al cotejo, el head coach Gonzalo Quesada había manifestado que los últimos días habían tenido complicaciones debido a que el partido del sábado pasado terminó tarde y el largo vuelo a Sudáfrica partió temprano al día siguiente, sumado a escalas que debieron hacer para llegar. Los viajes suelen traer complicaciones para descansar, y en este caso las hubo, por ello se hicieron rotaciones en la formación de hoy. Han faltado desde el inicio jugadores que tienden a ser titulares y forman piezas clave de Jaguares, y aunque los reemplazantes estuvieron a la altura y supieron resistir un partido muy difícil, desde el inicio Stormers se impuso en el juego y supo aprovechar oportunidades para concretar los puntos que merecidamente le dieron el triunfo.

Martín O’Donnell

Bayern abrió la fecha con un paso adelante en un viernes complicado y triunfal

En los papeles había una diferencia clara y un marcado favoritismo. Bayern Münich, el puntero de la Bundesliga, el equipo más poderoso, el del plantel más caro y más rico de la liga recibía al Paderborn, la cenicienta, el recién ascendido. Había una distancia en la previa que en el fútbol nunca es una certeza: siempre una presunción. Y debe confirmarse, o no, en el campo de juego.

Bayern salió con el estilo de siempre. Presión alta, achique de espacios y búsqueda ofensiva con Robert Lewandowski como referente de área. Aún con riesgos en su retaguardia, ofrecía mucho campo para las contras del Paderborn, pero no le inquietaba demasiado. La intención de marcar en el arco adversario superaba cualquier temor de sufrir algún contragolpe.

Entre Thaigo Alcántara y Philippe Coutinho se armaron las jugadas más profundas, con Tolisso como acompañante fundamental; Bayern estiraba el juego por las bandas y en los primeros veinte minutos mostró sus credenciales. Dominio y búsqueda con el aprovechamiento de las bandas, con las subidas permanentes de Odriozola y la presencia de Gnabry en las cercanías del área. El visitante aguardaba agazapado y amenazaba con Mamba, un delantero veloz y peligroso.

A los 25′ llegó la primera cosecha de la siembra local. Una jugada por el medio, la habilitación de Tolisso y la aparición de Serge Gnabry para infiltrarse en el punto del penal, sortear a dos rivales y rematar cruzado a la izquierda de Zingerle para marcar el 1 a 0. Lógico y previsible.

Enseguida llegó una buena jugada por izquierda, el desborde hábil de Coutinho, amague y centro perfecto para la cabeza de Lewandowski que el arquero visitante pudo controlar cuando se jugaban 27′ del partido. Era más el local y lo reflejaba en cada movimiento.

Salió lesionado Holtmann en el visitante y el jóven de 20 años Dennis Jastrzembski  lo reemplazó, aunque se ubicó como hombre de ataque por izquierda y al lateral al fondo fue Christopher Antwi-Adjei.

Le costaba a Paderborn llegar. No podía progresar porque Kimmich y Alaba se mostraban firmes en el corte y en verdad el equipo está más cómodo cuando juega al pelotazo a Mamba que cuando debe progresar en conjunto. Bayern Münich se sentía seguro y dominante; sabía que las subidas de Davies y sobre todo Odriozola le abrían el panorama y después resolvería el talento de Coutinho o la potencia goleadora de Gnabry o Lewandowski.

Una corrida veloz de Mamba a los 36′ inquietó a la defensa local. Estaba a la vista que el visitante era más dañino de contragolpe que si buscaba un ataque coordinado.

Mientras, Bayern comenzó a confundir el camino de la definición. cada futbolista intentó resolver más por lo individual que por el juego asociado. Así, Lewandowski intentó hacer su gol y chocaba con varios defensores en el área, Coutinho se empecinaba en una maniobra de más y Gnabry no era asistido. El dominio no se traducía en profundidad. Y Paderborn encontró su oportunidad y no perdonó.

Mamba aguantó una pelota de contra frente a la marca de tres rivales, la llevó a un costado y fabricó un lateral. de esa salida, se ubicó a un costado, adelantado y generó la distracción de los defensores que pensaron en él y se olvidaron de Srbeny quien picó al vacío sobre la derecha, gambeteó la salida apresurada de Neuer y se fue al arco decidido para rematar ante el cierre desesperado de tres hombres locales. 1 a 1 a los 43′ y Paderborn celebraba un empate impensado sobre el cierre del primer tiempo.

Salió con todo Bayern y tuvo un tiro que de rebote pegó en el travesaño, pero no pudo quebrar el arco rival y se fue al descanso con el empate.

Bayern tuvo su primera oportunidad en el complemento a los 52′, cuando un tremendo cabezazo de Lewandowski fue detenido por Zingerle con alguna zozobra y algún susto. El arquero visitante agrandaba su figura en un duelo donde el polaco apelaba más a la potencia que a la sutileza.

Se fue lesionado Mamba y Padreborn perdía a una de sus mejores figuras, pero fue entonces cuando Srbeny asumió el rol de centro atacante movedizo, incisivo y peligroso.

A la hora de juego, el local movió el banco: Coman por Odriozola y Thomas Müller por Coutinho. Iban 62′ y a esa altura ya no alcanzaba la jerarquía individual. Había que apostar por la presión, el juego y la intensidad ofensiva. Paderborn amenazaba en cada contra y el reloj corría en forma preocupante. Bayern debía despertar.

El equipo se enredaba y chocaba con una defensa apretada. Acumulaba gente en posición ofensiva y martillaba para desnivelar, más por prepotencia que por inteligencia. Coman tuvo un buen remate que el arquero visitante sacó al corner a los 66′, en otra oportunidad que no pudo aprovechar.

El desequilibrio llegó a los 69′. Un desborde largo de Serge Gnabry, la inteligencia del delantero de la selección alemana para llegar al fondo, y largar el centro atrás para la entrada limpia de Robert Lewandowski quien, con serenidad, sacó un remate cruzado que se convirtió en el 2 a 1 para el local. Bayern parecía encontrar la tranquilidad necesaria para afirmarse en el campo y dominar el juego.

Pero las sorpresas no se detendrían en la noche del viernes. Un desborde por izquierda, la entrada libre de Michel y Paderborn volvía a empatar. 2 a 2 a los 74′. Bayern no había logrado la serenidad necesaria para manejar el encuentro en ninguna de las dos posibilidades en las que estuvo en ventaja en el marcador.

Bayern contó con una linda oportunidad que fabricó Lewandowski a los 79′. Dentro del área y sin compañeros libres, optó por una picada de emboquillada que se fue cerca del travesaño de Zingerle. Linda por lo clara y por la belleza de la ejecución. Pero no pudo ser concretada y quedaban diez minutos para lograr los tres puntos.

La fórmula se mantuvo: mucha gente en ataque, desborde por afuera y la entrada masiva al área. Y encontró el desnivel de esa manera. (7′ de juego, la arremetida por izquierda y el centro a la entrada de más hombres de ataque que defensores visitantes. Entre los delanteros, Lewandowski. Certero e inteligente para ubicarse y conectar el balón para marcar el 3 a 2, cuando el juego ya entraba en el epílogo.

Un grito de alegría recorrió el Allianz Arena. En la agonía del juego, el local salvó la victoria con una actuación basada en la fuerza, en la prepotencia de su juego, en el peso de los nombres y en la insistencia de buscar el arco adversario con tozudez.

El viernes era complicado, Paderborn le jugó un partido digno y a la altura de las circunstancias. Pero el peso de la camiseta pudo confirmar los supuestos que en el fútbol se intuyen y luego en el campo se tratan de comprobar.


Hernán O’Donnell

RB Leipzig amplía su sorpresa de Alemania a Europa

Es la gran revelación de Alemania. Le da pelea palmo a palmo al gran Bayern Münich, el eterno favorito de la Bundesliga. Y ahora también quiere sacudir a Europa. En el torneo de las grandes potencias de fútbol del mundo. Ahí quiere discutir RB Leipzig, el equipo sensación de Julian Nagelsmann.

Al minuto de juego avisó Leipzig con un tiro en el palo de Schick; enseguida apareció Angeliño y a los 2′ fue Lloris quien tapó un remate dentro delárea chica. Había pasado un suspiro del inicio y el visitante ya había tenido dos oportunidades bastante claras; después fue Tottenham quien llegó a través de Bergwijn y Gulacsi tuvo una buena reacción. En 10′ habíamos visto ya llegadas, maniobras elaboradas, ataques voraces, reacciones eficaces de los arqueros y una amonestación para Lo Celso. Un inicio inmejorable.

El dominio de Leipzig se marcaba en su habitual trabajo de dominio de balón, movimientos laterales y llegadas por las bandas. A los 16′ Schick conectó un cabezazo de un corner que se fue muy cerca del palo izquierdo de Lloris. Otro aviso alemán.

El partido tenía un libreto definido. Un equipo tenía la pelota, dominaba y buscaba. Era Leipzig. El otro, Tottenham, se agrupaba, achicaba espacios y buscaba primero contener y después intentar salir rápido de contragolpe. A los 35′ una excelente maniobra visitante derivó en otra situación clara. Laimer se apoyó en Schick, este devolvió al volante quien abrió a la izquierda para la entrada solitaria de Timo Werner pero el balón le quedó un poco atrás y cuando efectuó el remate Lloris sacó muy bien al corner.

Las triangulaciones por izquierda eran una de las armas más importantes de RB Leipzig. Se unían Angeliño, Sabitzer y Werner, y abrían con facilidad ese frente de ataque. Así sumó muchas llegadas y plasmó su dominio el visitante; lo mismo hacía por la otra banda con Klostermann, Laimer y Nkunku. Para Tottenham obtener el balón era complicado y cuando podía cortar, buscaba la velocidad de Lucas Moura. Extrañaba horrores a Harry Kane y a Son, no lograba armar juego, pero no se entregaba y corría todo lo necesario para tapar los baches que Leipzig le creaba.

Era más el visitante pero no lo podía reflejar en el marcador y el primer tiempo se cerró con el 0 a 0.

Tottenham cambió la cara con el inicio del complemento. A los 47′ llegó por derecha, remató Alli y la pelota pasó cerca. Era una señal de cambio del conjunto de José Mourinho.

Pero no variaba sus intenciones la visita. El equipo de Nagelsmann mantenía su postura y su ambición, siempre en la suma de gente para llegar con las mejores posibilidades hasta el arco rival. Y llegó el penal que cometió Davies sobre Laimer que Werner transformó en gol a los 57′. 0-1 y había justicia en Londres.

Mourinho intentó generar más fútbol y decidió el ingreso de Lamela, para que se pueda encontrar con Lo Celso y buscar maniobras de ataque. Pero enfrente había un equipo que no se conformaba con la ventaja parcial y a los 61′ se perdió el segundo tanto tras una gran jugada colectiva y el remate de Schick que tapó el arquero local.

Tottenham revivió con la confianza que le inspiró Giovanni Lo Celso con un terrible tiro libre a los 72′ que Gulacsi sacó con la punta de los dedos y el poste derecho lo ayudó para terminar de sacar la pelota al corner. Se levantaron las tribunas y creció la fe del equipo inglés. Si hasta allí teníamos un partidazo, los quince minutos finales prometían ser para alquilar balcones.

Ya el partido era otra cosa. Más de ida y vuelta, más abierto, hasta podría decirse más equilibrado y parejo. Habían pasado más de setenta minutos de predominio de RB Leipzig, pero ya la parte final se partió el juego y el local buscaba con atrevimiento y audacia, sin temor a asumir riesgos. Y el suspenso ganó la escena.

Leipzig tomó recaudos y realizó variantes necesarias por el enorme desgaste físico. Salieron dos piezas clave como Laimer y Schick, además de Nkunku, para los ingresos de Poulsen, Haidara y Forsberg.

A los 85′ un remate de Lamela se fue muy cerca y la intriga se mantenía en Londres. Los minutos finales se consumían entre ataques compartidos y nadie podía arriesgar como resultaría el capítulo final del encuentro.

Un centro preciso a la cabeza de Lucas Moura pasó muy cerca del travesaño. Iban 86′ de juego y las emociones no se detenían.

Cinco minutos de prórroga y el Tottenham que ya mostraba otra cara. La que insinuó al comienzo del segundo tiempo y la que confirmó en los veinte finales de juego. un equipo que buscaba y asumía riesgos. Que crecía con el talento de Lamela y Lo Celso, con la velocidad de Lucas Moura.

Pero ya era tarde. La aplanadora alemana había pasado por Londres y durante más de una hora sometió al local, lo dominó, lo venció y se va con una buena sensación que tendrá que confirmar cuando se juegue el desquite en su hogar.


Hernán O’Donnell