RB Leipzig salió a jugar en Old Trafford como lo hace en cualquier estadio del mundo. Sin complejos, sin temores. A buscar el resultado, a presionar bien arriba y a tratar de conseguir la victoria. Pero enfrente no había cualquier equipo, o, por lo menos, no era un equipo más. Manchester United es un grande de Europa, y aunque no esté en su momento de esplendor siempre tiene un nombre, una camiseta y una cancha que las hace respetar.
Entonces fue lógico lo que pasó en la primera etapa. El equipo alemán salió a atacar con el equipo bien adelantado, el trajinar de Kampl en la media cnacha, la habilidad de Forsberg para la creación, la dinámica del español Dani Olmo para buscar la verticalidad y Poulsen con su prédica en el centro del ataque. pero en cuanto le dejó unos espacios, Manchester United apareció. Primero con Fred y un remate de lejos que Gulacsi sacó al corner; y más tarde, a los 21′, con una jugada de Pogba, el pase al pique de Greenwood y su remate cruzado para marcar el 1 a 0.
Después se retrasó el local; entendió que podía manejar el partido de contragolpe, a través del trabajo de Martial, la velocidad de Pogbá y la conducción de van de Beek.
Para Leipzig se complicó el juego porque se le achicaron los espacios, pero mantuvo el control y se aproximó a la zona del arquero español David de Gea, pero no tuvo profundidad para herir.
En el complemento United aceleró y se llevó por delante a su rival; lo trituró con estocadas que lo abrieron en su defensa hasta edificar una goleada impensada hasta el descanso. pero se repitieron errores en la defensa visitante, ofreció muchas ventajas y lo pagó muy caro.
A los 62′ M. Sabitzer entró por B. Henrichs en el equipo de Nagelsmann, en tanto Solskjær decidió que Marcus Rashford entrara por M. Greenwood y S. McTominay ingresara en lugar de N. Matic en el local. RB Leipzig tuvo una chance a los 64′ con un cabezazo de Konaté que de Gea sacó al corner y a los 67′ Bruno Fernandes entró por van de Beek en el United, en tanto ingresaba A. Sorloth por C. Nkunku en el conjunto alemán.
Ahí empezó la demolición del local al visitante. Iban 69′ cuando Fernandes ejecutó un tiro libre al vacío para la entrada de Martial que Gulacsi pudo tapar; a los 74′ Rashford picó desde su campo en una contra que armó Fernandes y marcó el 2 a 0 ante la salida de Gulacsi. Leipzig intentó una reacción con el ingreso de J. Kluivert por K. Kampl a los 75′, pero vendrían más golpes.
A los 78′ Sabtizer no pudo sostener el balón, intentó entregárselo a Upamecano, este quiso salir y se la birló Rashford que se fue derecho al arco visitante para marcar el 3 a 0. United ajustaba una vicotria importante y metía dos variantes para el tramo final: iban 80′ cuando A. Tuanzebe entró por A. Wan-Bissaka y el uruguayo Edison Cavani reemplazó a P. Pogba.
Ya la partida estaba resuelta cuando llegaron dos golpes más. A los 86′ Sabitzer se tiró ante la entrada de Martial y no hizo más que cometer un penal que Martial transformó en el 4 a 0. Y a los 90+1′ llegó una puñalada más; una jugada de izquierda hacia el centro, el pase a la entrada de Rashford quien con un violento remate marcó el 5 a 0 para el local.
Manchester United cerró un estupendo segundo tiempo con un concierto de goles y llegadas. Aprovechó todas las ofertas de una endeble defensa visitante y gritó en cada uno de sus ataques, para volver a vivir una noche de copas a pleno, como en aquellas viejas jornadas de gloria en un Old Trafford que extraña su rugiente multitud.
Al minuto de juego Rafael Leao enganchó por izquierda, esperó el pique de Zlatan, que había tocado bien con Calhanoglu en el inicio de la jugada, y puso el balón entre el punto del penal y el borde del área chica, para que apareciera por allí el fantástico sueco y marcara el 1 a 0 para el Milan, en un anticipo genial a la salida del arquero visitante, Antonio Mirante.
Apenas nacía el partido y Milan aventajaba a la Roma, en un anuncio de lo que íbamos a ver. Un partidazo.
Se esperaba un encuentro de esas características. Abierto, con llegadas, ambicioso. Un partido con dos equipos que juegan a jugar, en esta transformación de la Serie A italiana, que pareciera querer dejar atrás años y años de “Catenaccio” y especulaciones para darle paso a esquemas ofensivos y audaces. Milan llegaba con una inmensa racha invicta de 21 partidos, cuya última caída se remontaba al 8 de marzo último. Y Roma, tras una goleada a Benevento, y la enorme ilusión de entreverarse en la lucha por el Scudetto. El gol de Ibrahimovic anunciaba un lunes a pleno fútbol y emociones.
Roma no se derrumbó con ese golpe inicial. Se afirmó en su línea de cuatro medios y apuntaló a Dzeko para iniciar la lucha por el empate. Y en una jugada de balón parado llegó a la igualdad. Iban 13′ cuando vino el corner desde la izquierda y Dzeko les ganó a todos en el salto para marcar el 1 a 1 parcial.
Otra vez, como al principio. No había salido bien el arquero local, Tatarusanu, reemplazante de Donnarumma quien debió dejar su lugar por haberse contagiado de Covid-19, igual que el delantero noruego Hauge.
Milan volvió a retomar la iniciativa, sostenido en la velocidad de Saelemaekers, la habilidad de Leao, la conducción de Calhanoglu, el sosten de Kessie y Bennacer, las subidas de Theo Hernández…y el talento inagotable de Ibrahimovic. Enfrente, Pellegrini y Lorenzo Spinazzola, con la apertura de sus delanteros, Pedro y Mkhitaryan, que intentaban abrir los epsacios para aprovechar la altura de Dzeko. Calhanoglu sacó un buen remate a los 20′ que atrapó bien el arquero de Roma y a los 29′ lo perdieron tras un rebote en el poste cuando entraba Kjaer por ese sector. A los 42′ hubo un gran remate de tiro libre de Calhanoglu que Mirante sacó al corner. El local cerraba el tiempo con una mejor imagen.
El gol de Saelemaekers a los 47′ anunciaba un segundo tiempo emocionante. Milan quedaba adelante por 2 a 1 y parecía encaminar el encuentro. Pero faltaba mucho por jugarse.
Paulo Fonseca movió el banco. Iban 65′ y el brasileño Bruno Peres ingresó por R. Karsdorp. Había que volver a remontar el resultado. Stéfano Pioli sintió que era el momento de renovar el equipo. A los 71′ R. Krunic ingresó en lugar de A. Saelemaekers y S. Castillejo entró en reemplazo del portugués R. Leão.
Veretout igualó de penal a los 71′, en una jugada discutida pero que no sería la última polémica del partido. lo cierto es que el equipo de la capital italiana llegaba al 2 a 2. Y a los 74′ Bryan Cristante ingresaba por Pellegrini; más aire y piernas para la batalla de la mitad de la cancha.
Otra polémica, otro penal. No pareció infracción de Mancini a Calhanoglu; más bien nos dejó la sensación que el volante ofesnivo del Milan chocó al defensor visitante. Para el juez Piero Giacomelli fue falta en el área y el penal lo ejecutó Ibrahimovic a los 79′ para marcar el 3 a 2.
Roma quedó una vez más en desventaja. Y volvió a levantarse. Faltaba muy poco, pero no se entregó. Y tuvo su recompensa.
A los 84′ tuvo un corner desde la izquierda; el centro llegó bien cerrado, Zlatan quiso despejar de taco y el balón cayó sobre el poste más lejano para la entrada atenta de Kumbulla para sellar el 3 a 3.
Partidazo de principio a fin. Milan perdió dos puntos al final, pero conservó su largo invicto que prolonga desde marzo y ya son 22 partidos consecutivos que no conoce la derrota. Roma tuvo el premio al esfuerzo y la perseverancia. Los dos nos regalaron un lunes de fútbol y sonrisas.
Fue un partido entretenido, que creció con el corre de los minutos. Fue de menor a mayor; pareció que iba a resultar un clásico 0 a 0, con poco fútbol y mucho tedio. Parecía que la ausencia de Cristiano Ronaldo lo iba a eclipsar todo. Y, sin embargo, resulto un encuentro entretenido y emotivo sobre el final.
Juventus trató de imponer condiciones con el juego de Dybala, las proyecciones de Cuadrado, el trajinar de Rabiot, la dinámica de Arthur y la peligrosidad de Morata. Hellas Verona no se escondía; sabía que meterse atrás hubiera sido algo parecido a resignarse a una derrota y le planteó la lucha en la mitad de la cancha.
A los 40’ tuvo la mejor ocasión el local, con un remate fuerte del colombiano Cuadrado y el travesaño devolvió la pelota. También tuvo una ocasión con Moratta a los 44’, pero el VAR determinó que estaba, una rodilla, en posición fuera de juego.
En el complemento, Ilic entró por Tameze a los 50’; más tarde, a los 54’ Magnani ingresó por Ceccherini y Favilli por Kalinic. Era el tiempo de mover el banco para darle aire al visitante.
Entonces llegó la jugada colectiva, del medio hacia la izquierda, el desborde de Zaccagni, lallegad de Favilli y el gol de Verona a los 60’ para poner el partido 0-1 para la visita.
Pirlo decidió, en ese momento, que Kulusevski ingresara por Bernardescchi. Un minuto más tarde, Barak debió entrar por Favalli, quien sintió un tirón en el isquiotibial derecho en el momento de lanzar al gol.
Juventus soltó amarras. Se fue al ataque, a la búsqueda de la igualdad. Verona se retrasó y empezó a aguantar el partido. Entonces Silvestri se convirtió en figura. Una y otra vez. A los 77’ Kulusevski logró entrar por derecha, amagó una y otra vez y sacó un remate que se transformó en el 1 a 1.
Y el local fue por todo; a pesar de los contratiempos. Puso a Vrioni por Ramsey a los 88’ y en los minutos de descuento, que fueron seis, sacudió una y otra vez la defensa visitante, pero siempre apareció Mateo Lovato para cortar o Silvestri para volar. El arquero le tapó un remate a Dybala, un cabezazo a Moratta y un tremendo disparo a Cuadrado. Todo en los minutos finales.
Así aseguró el heroico empate de Hellas Verona y le dejó la insatisfacción al local, que perdió dos puntos importantes en un lucha que recién empieza.
Ahora el campeonato empieza a definirse. La carrera de Hamilton fue lucida, inteligente, contundente. Superó los inconvenientes iniciales, supo estar tercero, pero luego agarró la punta y no la largó más, solo por unos segundos cuando se detuvo en boxes en la vuelta 41. Impecable como nos tiene acostumbrados, sumó su triunfo número 92 y parece decidido a batir todos los récords. El Gran Premio de Portugal fue suyo y el título parece inexorable.
La largada y sus primeras vueltas trajeron emociones a granel; una buena largada de Mercedes, primero Lewis Hamilton, detrás Valteri Bottas y Max Verstappen muy cerca. En eso estaban en las primeras curvas cuando apareció Checo Pérez y rozó al Red Bull para salir de pista y quedar en el vigésimo lugar; en tanto Bottas superaba a Hamilton, Carlos Sainz aprovechaba el toque anterior y se metía tercero y en una duda del inglés lo superó para quedar segundo. Pero no se detendría allí. Enseguida, lo pasaba a Bottas. El español, para sorpresa de todos, se ubicaba primero con su Mc Laren.
Llegabámos a la vuelta 9 y las cosas se empezaban a ordenar según las expectativas. Bottas retomaba la primera posición; luego era Lewis Hamilton el que superaba a Sainz y más tarde Verstappen se imponía sobre el español. En la vuelta 14 ya el orden era Bottas, Hamilton, Verstappen, Leclerc, Sainz. Mientras, “Checo” Pérez comenzaba una remontada espectacular. Luego de ese toque con Verstappen, y tras quedar en el 20º lugar, comenzaba a pasar. En la vuelta 16, ya estaba 18º.
La distancia de Bottas sobre Hamilton comenzó a acercarse. El inglés acortó distancias y en la curva 1 tras llegar a los 20 giros, lo superó de modo impecable.
Ahí comenzó una escapada del inglés. Fue superarlo y marcar el récord de vuelta. En dos vueltas, le sacó 3″. Empezaba la carrera de Lewis. La diferencia con su compañero se estiraba cada vez más, hasta llegar a los 6″, mientras Verstappen se retrasaba tras su parada en pits y Sergio Pérez continuaba su espectacular remontada y en el giro 27 llegaba a ubicarse noveno, detrás de la Ferrari de Sebastian Vettel.
En la vuelta 32, la distancia de Hamilton con Bottas alcanzaba los 8″. Era muy fuerte el ritmo del inglés, en tanto le costaba a su compañero seguirlo. Leclerc, que quedaba tercero, estaba a 27″. Faltaba media carrera, pero todo parecía hacerse previsible.
En la 35 se dio una lucha tremenda entre Pérez y Esteban Ocon por el quinto lugar, con superaciones mutuas hasta que prevaleció el mexicano y se quedó con la posición. Adelante, Leclerc se había detenido en boxes y Verstappen aprovechó para ubicarse tercero y dejar al farncés en el cuarto lugar.
La parada de Hamilton se produjo en la vuelta 41, y ahí Bottas tuvo, por un momento, otra vez la punta de la carrera. Pero en el giro siguiente fue el finlandés el que entró en los boxes y Lewis retomó la conducción del espectáculo. En la vuelta 46, ya la diferencia era de 14″.
La lucha se dirigía en los puestos de punta. Entre Pierre Gasly y Pérez, entre Vettel y Kimi Raikkonen. Pero para Lewis la carrera se volvía cada vez más favorable; en la vuelta 59 alcanzaba una diferencia de 19″ y en la vuelta 63 tomaba 22″ de distancia. En tanto, en el giro 65 Gasly superó a Pérez y se metió en el quinto lugar.
Pero nada preocupó a Hamilton; hizo un Gran Premio contundente, con récords de vuelta que se superaban giro a giro hasta establecer una diferencia con el segundo llamativa. Condujo a toda velocidad y nadie pudo acercarse. El mundo parece rendirse a sus pies.
Tenía solo 9 años cuando encontró a su padre sentado en living de su casa, con la radio encendida y la narración que traía los ecos de la derrota de Brasil ante Uruguay en el último partido de la Copa del Mundo de 1950. Su progenitor estaba triste; lloraba y sufría, con la mirada perdida. “No te preocupés, papito; yo voy a ganar un Mundial para vos”, intentó consolarlo. En Bauru hacía frío aquella tarde de julio; las noticias que llegaban desde Río de Janeiro, a unos 500 km de distancia, describían el drama y la tristeza deportiva que inundaban a todo un país. El niño sintió que debía abrazar a su padre y le transmitió un mensaje de esperanza con la inocencia de los primeros años. Y enseguida regresó a la calle para continuar con su juego favorito, rodeado de chicos como él, que a los 9 años estaban ajenos a todo lo que significaba el mundo de los adultos. El Mundial, para ellos, estaba en sus partidos de los domingos a la tarde.
Tenía 9 años, entonces. Y muy poco tiempo después, cumplió su promesa. A los 17 años fue el conductor, el estratega, la estrella de un Brasil que rompió el maleficio y se consagró Campeón del Mundo en la Copa de Suecia 1958. Apenas ocho años tardó en hacer realidad lo que había prometido con la inocencia de un niño. Entonces, aún era un adolescente. Había logrado en poco tiempo una meteórica carrera; apenas dos años antes había arribado a Santos para integrarse a sus divisiones menores. Su padre, Dondinho, había sido un centro atacante en equipos semi profesionales, y cuando tuvo una oportunidad en Atlético Mineiro, una choque en un partido frente a Sao Cristovao derivó en una lesión en su rodilla de la que no se pudo recuperar. Eran los inicios de 1942, la medicina deportiva no estaba tan desarrollada y allí se frustraron los sueños de su progenitor. Pero había visto algo en su hijo, y por eso le inculcó dos cosas: llevar el balón lo más cerca de su cuerpo posible y manejar las dos piernas.
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En 1956 se incorporó a Santos y en 1958 ganó el Mundial con la selección de Brasil. En ese lapso, donde debía estar en algún equipo juvenil, deslumbraba en las prácticas, gambeteaba con facilidad a los futbolistas de la primera división, llamaba la atención. Y cuando se lesionó Vasconcelos, el “10” titular, tomó su puesto y ya no lo dejó. “Esa camiseta era mía”, rememoró mucho tiempo después Vasconcelos, “pero llegó un muchacho flaquito y me di cuenta que la había perdido para siempre”.
Debutó en Primera a los 15 años, en Septiembre de 1956. Entonces dejaba de ser Edson para tomar el apodo por el cual lo conocería el mundo entero: “Pelé”. Su sobrenombre de chico, en su barrio y su hogar, era “Dico”, pero este se perdió al llegar a Santos. En muchos de sus biografías intentó explicar el origen del famoso apodo, del cual se han escrito varia teorías. Para él también resulta imposible decir cual es la verdadera, pero cree que la teoría de su tío Jorge puede ser la más cercana a la realidad. A Edson le gustaba jugar de niño, en ocasiones, como arquero. Y el portero del equipo de su padre era apodado “Bilé”; así le gritaban a él entonces, “Bilé”, que por deformación derivó en “Pelé”. Sea como sea la verdadera historia del apodo, PELE, en mayúsculas se convertiría en la verdad del fútbol.
En 1957 lo convocaron para la selección nacional de Brasil. La película tomaba una velocidad que ya no podría detener. Hacía menos de un año que había debutado en la primera división y ya le tocaba enfrentarse con la Argentina por la Copa Roca. Luego consiguieron la victoria en las eliminatorias que les permitió llegar a Suecia, y allí Brasil comenzó una cadena de éxitos conducido por un joven, Pelé y un soñador de aire despreocupado y piernas chuecas que también deslumbraría al mundo: Garrincha. Los dos estuvieron cerca de quedar desafectados del equipo nacional, por recomendación de un sociólogo quien había manifestado, en el caso de Pelé, poca fortaleza mental y espíritu infantil. No iba a estar preparado, en el plano mental, para la competencia. El Direcor Técnico, Pedro Feola, siguió su instinto y pensó que lo necesitaba para jugar al fútbol. Y lo llevó al mundial, igual que a Garrincha.
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El debut fue con Austria, 3-0. Luego, empate con Inglaterra, 0-0. Más tarde, 2-0 a Unión Soviética con dos goles de Vavá. En cuartos de final, apareció la estrella. Un gol para vencer 1 a 0 a Gales. 3 goles a Francia en las semifinales que Brasil ganó 5 a 2. Y otros dos goles a Suecia en la gran final ante el local para vencerlo también por 5 a 2 y gritarle al mundo que Brasil era el merecido campeón.
Jugó los dos primeros partidos del Mundial de Chile 1962. Convirtió el segundo gol ante México para ganar 2-0, se lesionó en el empate ante Checoslovaquia por 0-0 y ya no pudo volver al equipo titular, que también salió Campeón. Con menos protagonismo, era la segunda Copa de Pelé.
Mientras, sumaba goles y títulos con el Santos. Ganó la Serie A con su equipo entre 1961 y 1965; volvió a salir campeón en 1968. Fue Campeón con Santos de la Copa Libertadores de América en 1962 y 1963; también esos dos años ganaron la Copa Intercontinental, hoy homologada como la Copa Mundial de Clubes.
El Mundial de Inglaterra 1966 fue una pesadilla de patadas y golpes que recibió el equipo y sobre todo, Pelé. La victoria inicial ante Bulgaria, con tantos de él y Garrincha no trajo tranquilidad. De hecho, Pelé no jugó el segundo partido, donde cayeron ante Hungría y el último de la zona, frente a Portugal, también fue derrota y salida de Pelé por las infracciones recibidas.
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Pero el libro tenía reservado el mejor capítulo para el final. Lo más sublime de su majestuosa carrera. El Mundial de México 1970, el que lo consagró como el Rey del Fútbol Mundial.
El debut fue ante Checoslovaquia. 4 a 1, un gol de Pelé, y la gente que empezaba a vislumbrar a la mejor selección de todos los tiempos.
En el segundo partido, Brasil venció a Inglaterra por 1 a 0 con gol de Jairzinho. Y en el tercero le ganó 3 a 2 a Rumania, con dos tantos de Pelé.
Brasil derrotó al gran Perú de los ’70 por 4 a 2 en los cuartos de final; en la semifinal le ganó a Uruguay 3 a 1, la tarde de la jugada maestra ante la salida de Ladislao Mazurkiewicz, que no pudo ser gol, para darle más romanticismo aún.
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Y en la final con Italia marcó el primer gol para señalar el camino de la victoria por 4 a 1. Brasil se consagraba por tercera vez Campeón del Mundo; en el camino vencía a campeones de la talla de Inglaterra, Uruguay e Italia. Conquistaba con un fútbol vistoso, ofensivo, contundente. Recibía aplausos y reconocimientos de todo el mundo. Pelé se ponía la corona de mejor jugador del mundo.
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Siguió su carrera en Estados Unidos para darle brillo a un deporte, entonces nuevo, pero que hoy presenta un crecimiento sostenido. Salió campeón de la NASL con el Cosmos de Nueva York en 1977.
Se fue entre aplausos y lágrimas. Fueron 20 años de carrera profesional y 1284 goles convertidos. Todos los campeonatos posibles.
Hoy cumple 80 años. Edson Arantes do Nascimento. Pelé. La verdad del fútbol.
Con un ritmo menor al habitual de la Serie A italiana. Más tranquilo, pausado, sereno. Pero con la misma autoridad, Milan salió a atacar en Glasgow, ante un Celtic entusiasta que planteó una lucha pesada en la mitad de la cancha con una línea de cinco medios, en los que volcó la salida a través del uruguayo Laxalt, un ex jugador del Milan. Pero esto no incomodó a la escuadra italiana que se basó en la precisión del manejo del balón para adueñarse del control del primer tiempo.
Muchas variantes presentó el equipo de Pioli con respecto al conjunto que juega de titular de modo habitual. Sobre todo en la línea de los creadores ofensivos, pues no contó con Saelemaekers, Calhanoglu, Leao, el propio Bennacer… Pero contaba con Zlatan, quien no sale nunca del equipo. Y la voluntad de Castillejos, Krunic, Brahim Diaz, para que no se sienta la ausencia de los habituales.
Y así llegó la apertura del marcador, a los 13′ con un centro de Castillejos y el cabezazo perfecto de Krunic para marcar el 0-1 para la visita.
El partido ya quedaba a merced del equipo de Pioli. Para manejarlo con serenidad, para abrir la cancha con buena circulación de pleota e invitar al Celtic a que saliera un poco y abirera espacios en esa zona de la media cancha tan poblada.
Cuando apareció el genio de Ibrahimovic, el Milan aumentó. Iban 41′ y Zlatan metió un pase abierto a espaldas del lateral para que aprovechara Theo Hernández, este se fue por izquierda y lanzó el centro para Barhim Díaz, quien enganchó en el área y sacó un tiro cruzado que se transformó en el 0-2 para el Milan.
El equipo escocés salió al segundo tiempo con dos cambios y otra imagen. M. Elyounoussi reemplazó a S. Welsh y R. Christie ingresó en lugar de L. Griffiths; además, el equipo se adelantó unos diez metros en el campo y ya propuso otro tipo de partido. Se animó, fue para adelante y a los 50′ Laxalt sacó un remate que se fue apenas arriba del travesaño de Donnarumma.
Después metió el tercer cambio; a los 63′ T. Rogic entró por S. Brown, para darle más movimiento a su ataque. Y así se hizo protagonista, en tanto el Milan se recostaba en la ventaja conseguida y empezaba a entrar en un letargo parecido a una siesta.
Stéfano Pioli decidió dos cambios para darle una lavada de cara: iban 65′ cuando R. Leão entró por Zlatan Ibrahimovic y el volante I. Bennacer entró en lugar de F. Kessie. Pero la visita perdió más aire aún, porque la salida de su estrella sueca le quitó incluso la cuota de experiencia y manejo de los tiempos del partido. Quedó apretado contra su campo.
Celtic estaba volcado al ataque y realizó dos variantes más: a los 75′ P. Klimala entró por A. Ajeti y G. Taylor lo hizo por el uruguayo D. Laxalt; en ese momento llegó el descuento. Corner desde la izquierda y la entrada libre y limpia de Elyounoussi para marcar de cabeza el 1-2 a los 75′ de juego.
El partido ganaba en emotividad. Pioli volvió a meter mano en su equipo. A los 78′ A. Saelemaekers entró en lugar de S. Castillejo y el noruego J.P. Hauge reemplazó a Brahim Diaz.
El partido languideció hacia el final. Celtic buscaba, con poco peso y poco fútbol; Milan manejaba el balón y aguardaba que el reloj corriera como un aliado fundamental. Hasta que cuando todo terminaba, a los 90+1′, una buena jugada por derecha de la visita derivó en un pase de Bennacer a Saelemaekers y este, con una asistencia precisa y punzante, dejó sólo a Hauge para que entrar libre por el medio y definiera con categoría ante la salida de Barkas, para marcar el 1 a 3 a favor del Milan.
Así cerró el partido el equipo italiano; con un gol que le dio respiro a un segundo tiempo con poco brillo en el que sostuvo lo hecho en la primera parte. un triunfo que le permite seguir esta cadena de éxitos que mantiene desde que el fútbol decidió enfrentar a la pandemia.
En el enorme menú que ofrece cada jornada de la Champions League, a veces resulta difícil elegir un partido para ver. Porque se superponen los horarios y hay que optar, y como los encuentros resultan muy atractivos, es complicado elegir entre uno y otro. Sin embargo, la presentación del campeón, y hoy el indiscutible mejor equipo de Europa, Bayern Münich ante un rival siempre temible y dispuesto a intentar cualquier hazaña sin rendirse de manera anticipada como es el Atlético de Madrid de Diego Simeone, inclinó la balanza por ellos.
Sorprendió la visita en su arranque. Lo fue a buscar. Y muy pronto tuvo una llegada con un desborde de Carrasco por izquierda, el centro rasante y Luis Suárez que no llegó a conectar ante la salida de Neuer. El Aleti mostraba que, cuando tenía el balón, iba a ir para adelante. Y cuando lo tuviera el local, iba a treoceder en forma ordenada y masiva.
Bayern Münich comenzó a hacer pie a partir de los diez minutos. Se afirmó en Goretzka y Kimmich, como siempre. Los dos medios que empiezan a armar el juego; las subidas de Pavard y Hernández y el talento de Comán para desequilibrar. A los 13′ tuvo su primera ocasión, tras un tiro de esquina y la llegada de Süle, cuyo remate dio en el palo izquierdo de Oblak.
Luego, a los 17′, Comán habilitó a Tolisso, y su remate fue sacado por Oblak al corner. Era más punzante el equipo de Hans-Dieter Flick, y no se preocupaba por elaborar demasiado juego. Si Atlético retrocedía, saltaba líneas con pelotazos largos a los hombres de ataque. El equipo del Cholo tuvo un par de situaciones. A los 22′, un remate de Carrasco tras una buena combinación colectiva que detuvo Neuer. A los 26′ desbordó Carrasco y el centro para Suarez no fue bien aprovechado por Luis, cuyo remate se fue afuera.
Pero Bayern tiene ese plus de potencia que puede llevarlo a convertir en cualquier situación. Una jugada que parecía no tener riesgos, y un pelotazo de Kimmich cruzado para la entrada de Coman, derivó en la llegada del francés y el remate fuerte para vencer a Oblak y señalar el 1 a 0 a los 27′ de juego.
Ahí el partido tomó otro camino, porque Aleti debió salir un poco más y arriesgar. Tuvo un buen trabajo en sus volantes, Herrera, Koke, Carrasco. Pero le costó acoplarse a los delanteros. Suarez no lograba hallar su mejor posición y Joao Félix no encontraba socios ni abastecedores.
Así llegó el segundo tanto del local; contragolpe encabezado por Lewandowski, la habilitación a Coman, el pase a la derecha para Goretzka y el remate de este para clavar, a los 40′, el 2 a 0 para Bayern Münich.
El segundo tiempo empezó con una seria controversia; un tanto de Joao Felix a los 46′ no fue convalidado por una supuesta obstrucción de la visión de Neuer por la posición de Suárez. Discutible. Pero entre el asistente y el VAR determinaron, una vez más, colaborar con el Bayern Münich.
En ese momento se cayó el equipo visitante; como si hubiera sentido que si no lograba ese gol iba a ser difícil convertir. Y tuvo quince minutos de desconcierto, donde Bayern aceleró, se despabiló y lo apretó contra su arco. a los 60′ tuvo una buena chance con un remate cruzado de Thomas Müller, que se hizo dueño del equipo en ese tramo del partido.
Era sostenido el dominio local y Tolisso consiguió el tercer gol con un remate tremendo desde afuera, tras un rebote en un tiro libre. Un misil que se coló en el ángulo superior izquierdo de Oblak, cuyo vuelo fue insuficiente y el partido quedó 3-0 a los 65′.
Fue el golpe de knock out, porque ya el Aleti no se recuperó, amén de un gran contragolpe de Joao Félix, donde dejó solo a Carrasco y este demoró el remate lo suficiente como para perder ángulo y posición, y al afinal su tiro salió desviado. El tanto de Coman a los 71′ determinó el cierre del marcador, con un 4 a 0 contundente.
Entonces llegó el tiempo de los cambios; primero los de Flick. A los 72′ Douglas Costa reemplazó a K. Coman y B. Sarr ingresó por Benjamín Pavard; en el equipo español, a los 75′ Angelito Correa ingresó por Luis Suarez y Vitolo entró por Y. Carrasco. Y a los 78′ T. Lemar reemplazó a M. Llorente y el uruguayo L. Torreira entró por Koke.
El ex hombre de San Lorenzo le dio un poco más de dinámica al ataque, se encontró con Joao Felix y Aleti insinuó algo más sobre el final. Bayern había levantado el pie del acelerador, y dispuso de otros tres cambios: a los 82′ E. Choupo-Moting entró por Robert Lewandowski, A. Davies por Thomas Müller y Javi Martinez ingresó en lugar de Goretzka.
Ya todo estaba terminado. Apenas el espíritu de Aleti para dejar una imagen digna y seguir en sus maniobras ofensivas. Y Bayern tranquilo, con la serenidad de quien se sabe controlador de toda la situación.
Fue una victoria amplia de Bayern Münich. Rotunda y contundente, con el mensaje muy claro hacia toda Europa: el Campeón está vigente y avisa que no piensa entregar su corona.
La UEFA Champions League nos trajo un choque entre dos equipos jóvenes, nóveles. Más allá del conocimiento que hay del RB Lepizig, de su notable campaña en los últimos tiempos, del crecimiento futbolístico de la mano de la conducción de su DT, Julian Nagelsmann y la orientación de Ralf Rangnick en su rol de manager, El equipo fue fundado en 2009 por la empresa de bebidas energéticas Red Bull GmbH. Desde la quinta división de Alemania llegó a la primera en siete temporadas; en la última, finalizó tercero, detrás de los gigantes Bayern Münich y Borussia Dortmund. Ahora es conocido por su desarrollo, por los resultados positivos obtenidos y el muy buen fútbol que proclama en cada una de sus presentaciones.
Su adversario, Istanbul Başakşehir FK, tiene una historia también contemporánea. Otro equipo muy joven, nacido en 1990, con el nombre ISKI SK; luego, en 1991 se lo denominó İstanbul Büyükşehir Belediyespor (Istanbul BB), y en 2014 volvió a ser refundado, esta vez con el nombre de İstanbul Başakşehir Futbol Kulübü. Pero no se terminaría su historia aquí; en 2015 le agregó por delante el nombre de Medipol, patrocinante del equipo, aunque en el uso habitual se lo conoce como Istanbul Başakşehir FK.
Esos noveles equipos salieron a la cancha para jugar por el viejo Torneo de Campeones de Europa, desde 1992 conocido como Champions League. Y hoy, quizás, el principal torneo de clubes de fútbol del mundo.
Hace un tiempo largo ya bautizamos al Lepizig como “La Aplanadora Alemana”, por ese estilo agresivo, ofensivo, voraz, de salir a atropellar con todas sus armas, a alta velocidad y muchos futbolistas involucrados en el ataque. Esta vez no fue la excepción; a los 3′ ya tuvo una chance, con un pelotazo largo de Mukiele hacia la izquierda la llegada de Angeliño, el rebote y Günok, el arquero visitante se quedó con el balón.
El Istanbul BB trataba de salir de contra y a los 8′ tuvo una oportunidad con un contragolpe veloz de Visca, el centro al área y el cierre de Upamecano le permitió aGulacsi quedarse con el balón.
Después llegaron los gritos del local. A los 15′ Poulsen recibió de espaldas al arco, se apoyó en Kampl y este le pasó el balón al corazón del área a Angeliño, quien recibió el ablón, se acomodó con el pecho y de media vuelta sacó un remate seco que se transformó en el 1 a 0 para RB Leipzig.
Ahí comenzó una tormenta de fútbol del conjunto local. A los 19′ aumentó el marcador, tras un quite limpio de Poulsen en un intento de salida de la defensa visitante, el pase fue para Nkunku, y este habilitó de primera a Angeliño, quien entró por izquierda y con un trio cruzado amplió a 2-0 la ventaja de RB Leipzig.
Desde la firmeza de Upamecano, el trabajo dinámico de Kampl y Nkunku, las subidas de Mukiele y Angeliño, los cambios de frente de Dani Olmo, más la habilidad de Forsberg y la presencia de Poulsen, el local era mucho más. Bsaksehir sintió los golpes y encima sufrió una lesión; a los 29′ B. Ozcan debió reemplazar al lastimado J. Caicara. A los 30′ pudo aumentar Angeliño, tras un tiro de esquina, peo su remate se fue desviado. Las cuatro llegadas claras, amén de los goles, fueron por parte del lateral izquierdo local.
Istanbul BB se animó en los últimos diez minutos; fue el momento en que el conjunto de Nagelsmann aflojó el ritmo y así la visita pudo arrimarse a Gulacsi, pero sin crear mayores peligros.
Hwang Hee-Chan ingresó por Forsberg en el RB Leipzig para comenzar el segundo tiempo. Y muy pronto, a los 57′ ingresó el estadounidense Tyler Adams por Kampl. Se empezaba a notar la merma en el rendimiento del equipo local y Nagelsmann optaba por meter mano en el banco para solucionar los inconvenientes.
Pero el equipo se había quedado, había perdido la brújula y el juego se repartía en la mitad de la cancha. Upamecano, amoenstado, estuvo cerca de ver la roja, en algo que se repite en el notable defensor, de extraordinarias condiciones y futuro, pero que quienes lo descubren ahora no conocen, y es un exceso, por momentos, del juego brusco. Sacar la pierna a destiempo, o sin medir distancias ni lugares en la cancha le ha costado varias expulsiones en la Bundesliga. Nagelsmann entendió la situación y volvió a retocar al equipo: a los 64′ B. Henrichs entró en lugar de Dani Olmo y Konate lo hizo por D. Upamecano, quien estuvo cerca de ser expulsado y el DT optó por reemplazarlo antes de que fuera demasiado tarde.
En el visitante Ba entró por Topal a los 66′ y Justin Kluivert, el hijo de Patrick, ingresó en Leipzig por Nkunku a los 69′ de juego.
Levantó un poco RB Leipzig en ese momento; llegó con un tiro de Henrichs que controló bien el arquero visitante y luego llegó el mejor momento de Basaksehir. Dos variantes en la última ventana de cambiso, para intentar lo último: a los 82′ D. Aleksic entró por I. Kahveci y Giuliano reemplazó a D. Turuc. Ahí aparecieron un par de llegadas. Una buena jugada colectiva a los 84′ que derivó en un centro de Aleksic que controló Gulacsi, a los 87′ un remate de Alexsic que atajó el arquero, y un remate de Crivelli.
Pero no había casi ni tiempo ni fuerzas para revertir el resultado. RB Leipzig tuvo una media hora inicial similar a la Aplanadora conocida y sacó una ventaja importante, que al final fue decisiva para llevarse el partido.
Esperábamos a la pelea del año; así se la había promocionado, también aceptamos que nosotros entendíamos que así podía ser. Para los fanáticos del boxeo el choque entre Vasily Lomachaneko y Teófimo López que unificó todos los cinturones de Peso Ligero, era el combate del año. y nos decepcionó, al margen de la victoria de López, a quien vimos ganar por 115-113, y llevarse los tìtulos que tenía el ucraniano de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Organización Mundial de Boxeo (OMB) y Consejo Mundial de Boxeo (CMB) amén de mantener el propio, el de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).
Pero la pelea estuvo muy lejos de ser la esperada. López se hizo dueño de la primera mitad del combate, un poco por su iniciativa y otro tanto por la pasividad exasperante de Lomachenko. En el primer round se lo vio más suelto al norteamericano de origen hondureño, con un dominio del centro del ring y una disposición a buscar al adversario. El segundo capítulo fue más equilibrado, pero también lo vimos con una leve ventaja a López. y así, hasta el sexto round.
La gran duda es por què Lomachenko no soltó manos, se dedicó a caminar el cuadrilátero y solo jugó al desgaste de su rival. Una estrategia peligrosa, casi suicida, porque si bien provocó que López hiciera el gasto y afrontara la segunda parte de la pelea con menos energía también se posicionó en una clara desventaja en las tarjetas, y si no llegaba el knock out podía pasar que su ímpetu final no alcanzara.
Desde el séptimo round en adelante, el protagonismo fue de Lomachenko. Tuvo todo lo que sus fanáticos le reconocen: buenas combinaciones, el paso adelante en el tiempo exacto, precisión en el blanco, potencia en los puños, velocidad. Tuvo un octavo round muy destacado, de lo mejor de la noche.
Y continuó con la imposición de condiciones en las siguientes vueltas. Para nosotros ganó sin discusiones el noveno round, el décimo y el decimoprimero.
Si lograba mantener el dominio en el último asalto hubiera sido empate, tal como muchos lo vieron. Creemos que comenzó mejor el ucraniano, que tuvo su momento en el primer minuto y medio del round, pero luego se sobrepuso Teófimo, lo conectó con una buena combinación de manos, por momentos desbordó y en un round fuerte, lo vimos un poco mejor. Justo para sacar la diferencia de dos puntos, 7 vueltas a 5, y ganar por 115 a 113.
Ni por asomo vimos una distancia de 10 puntos que implican que 11 rounds los gano López. De ninguna manera; no es posible esa tarjeta, no se puede afirmar que Lomachenko se llevó sólo un asalto. No se pueden discutir los rounds 8, 9 y 11. Tampoco el décimo. Por eso, si alguien vio mejor a Loma en el último y le quedó empate, está bien. Es la posibilidad de otra mirada en un deporte de apreciación. Lo mismo en el round 2 y 6; hay quienes vieron mejor a Vasiliy allí, por lo cual muchos también lo vieron ganar la pelea. Se puede discutir mucho porque la paridad estuvo muy presente en este duelo. Por eso no creemos en semejante diferencia.
Teófimo celebró con emoción su victoria más importante en su ascendente carrera. Polémico, pero triunfo al fin. “Iremos a Disney World a festejar”, gritó en el escenario cuando ya la miel de la victoria lo envolvía. Es tiempo de darle rienda suelta a su alegría, en su noche más trascendente ante un rival calificado que se fue envuelto en un preocupante silencio y lleno de dudas.
Los clásicos en San Siro no tienen localía. le puede tocar al Inter, como en esta ocasión, o al Milan, pero cuando se juega a puertas cerradas, para los dos equipos es un escenario habitual, familiar. No están la mayoría de los seguidores y abonados del conjunto que hace las veces de local. Entonces no hay influencias de ese tipo. Por eso se presumen partidos abiertos, inciertos, equilibrados en las posibilidades.
Una cantidad de estrellas increíble en cada uno de los equipos; jugadores de renombre, con actualidad en seleccionados poderosos, y con un nombre rutilante: Zlatan Ibrahimovic. El sueco, con su elegancia, talento y jerarquía sobresale siempre, aún cuando está rodeado de notables futbolistas.
El Milan arrancó mejor, con la conducción de Calhanoglu, hábil e inteligente para encontrar los espacios y a los compañeros; la velocidad de Leao por la banda izquierda, el sosten de Kessie y Bennacer y las subidas habituales de Hernández y Calabria. Y Zlatan, por supuesto.
A los 12′ puso en ventaja a su equipo. Llegó al área con pelota dominada, supo protegerse de Kovalov y forzar la marca y el contacto del defensor del Inter para que le cometiera penal. Lo ejecutó a la derecha de Handanovic, el arquero adivinó y rechazó, pero del rebote Ibrahimovic convirtió. 0-1 para el Milan.
Y enseguida apareció de vuelta para volver a sacudir la red. Desborde de Leao por izquierda, centro muy preciso y llegó libre el delantero sueco para rematar y convertir a los 16′ el 0-2 para la visita.
El partido estaba a pedir del equipo de Pioli. Seguro, aplomado, mantenía el control del juego.
Sin embargo, de a poco el Inter apareció en escena. Barella dijo presente, Arturo Vidal comenzó a pedir la pelota, Perisic empezó a profundizar la banda izquierda y los delanteros a presionar.
A los 28′ llegó el empate. Desborde de Ivan Perisic por izquierda, centro pasado y la aparición solitaria de Romelu Lukaku para convertir el 1-2 y dar comienzo a otro partido.
Porque se animó el local. Entendió que si apelaba a su fútbol, podía equilibrar el juego. A los 31′ un buen centro de Hakimi fue conectado por Lautaro Martínez y su cabezazo lo encontró bien parado a Donnarumma.
Y sobre el cierre lo volvió a perder el belga, en otra chance clara del local que Kjaer sacó sobre la línea.
En el complemento el partido se hizo más cerrado. Con mayor presión en la mitad de la cancha, más ajustes en las marcas y con menos profundidad. A los 61’ Krunic entró por Leao y Castillejo lo hizo por Saelemaekers en el conjunto visitante. Eriksen ingresó en lugar de Brozovic en el Inter.
El conjunto de Conte arriesgó un poco más. Y contó con algunas llegadas a partir de la presion de Lukaku; y se jugó la última carta con el ingreso de Alexis Sanchez por Arturo Vidal a los 82’; chileno por chileno, pero un delantero por un volante. En Milan se lesionó Kessie y Tonalli lo reemplazó a los 86’.
Y llegaron las emociones finales. A los 90+4’ Lukaku y Martinez armaron una pared y cuando el belga iba a concretar el empate, Hernandez salvó con un cruce providencial. Y a los 90+5’ otra vez Lukaku tuvo una chance, le pegó de espaldas y de taco, pero la pelota fue directo a las manos de Donnarumma.
Ahí se abrazó el equipo de Pioli a la victoria. Por la que hizo méritos en el inicio, se apoyó en la voluntad colectiva y la sabiduría inextinguible de Zlatan Ibrahimovic.