Uruguay-Brasil, el clásico del morbo y las pasiones

Cada vez que llega el momento de volver a enfrentarse, todos se remiten al mítico partido del 16 de Julio de 1950. El Maracanazo. Una de las epopeyas más grandes de la historia del deporte. Once uruguayos contra doscientos mil brasileños. El gol del local cuando comenzaba el segundo tiempo y la fiesta desatada antes de tiempo. El empate que dejaba atónitos a los de, por entonces, camiseta blanca, y el gol de Alcides Gigghia que entró en la inmortalidad. El cruel castigo al arquero Barboza, víctima y depositario de todas las frustraciones de millones de personas. La hidalguía de Obdulio Varela, quien se fue por los bares, la noche del triunfo, a consolar a los brasileños que ahogaban penas entre cerveza y lágrimas. “Si hubiera sabido el dolor que les iba a causar esta derrota, hubiera preferido no ganar”, dicen que dijo “El Negro Jefe”.

A partir de allí, de toda esa historia, mito y leyenda que se construyó después del “Maracanazo”, cada vez que juegan Uruguay y Brasil, se habla, de manera ineludible, de aquel encuentro. Y también de lo que pasa hoy fía con estas selecciones, porque la “Celeste” hace casi veinte años que no puede derrotar a Brasil, porque la “Verde-amarelha” aparece como la gran candidata de la Competición Sudamericana Preliminar de la Copa Mundial de la FIFA-Qatar 2022, porque a último momento se lo debió descartar a Luis Suárez, el gran delantero uruguayo, por padecer Covid-19, porque el equipo de Tabárez viene de una actuación convincente en Barranquilla ante Colombia, porque Brasil gana hasta cuando no juega bien y es el mejor de Sudamérica, porque cada choque entre ambos es un verdadero clásico del fútbol mundial.

“Vamos a enfrentar al mejor equipo del continente, el mejor de lsa eliminatorias”, señaló el Maestro Tabárez. “Es el único equipo del mundo que jugó todos los Mundiales; eso quiere decir algo. Y en esta eliminatoria ganó todos sus puntos, tiene un potencial defensivo importante aunque el público sólo ve el ataque. Sería muy importante puntuar y ni que hablar ganar el partido, pero se que las cosas no siempre salen como se planifican ni tampoco sale nada de lo que se ha planificado”. agregó.

“Hemos perdido muchas cosas con la pandemia”, dijo el DT de Uruguay, “para mí el fútbol sin público no es lo mismo que jugarlo con gente. Ojalá podamos volver pronto a la normalidad, con todos los entornos posibles, dentro de los cuáles el público, para mí, es muy importante”, apuntó.

“Brasil es un equipo muy fuerte. En ataque y en defensa. Sabe como jugar; si lo esperan, adelanta su línea de cuatro y los zagueros se vuelven creadores. Tiene una manera de jugar bastante definida en los posicional: cuatro defensores, tres volantes, tres hombres de ataque. Cuando pierden el balón enseguida presionan para recuperarlo , en lo posible, en campo rival. Eso los hace peligrosos”, señaló el DT.

El sueño de vencerlos está intacto, como ocurre cada vez que se enfrentan, aunque la última alegría está cerca de cumplir dos décadas. En 2001, por la Competición Preliminar de la Copa Mundial de la FIFA-Corea-Japón 2002, en un Estadio Centenario atiborrado de gente, Uruguay venció a Brasil por 1 a 0 con un gol de penal de Federico Magallanes. Desde entonces, Uruguay espera y cree que el día de volver a celebrar es el del próximo clásico que se va a jugar.

Hernán O’Donnell