Parece increíble verlo así al famoso y temible “scratch”; es casi insólito detectar que está sexto en la tabla de posiciones de la Competición Preliminar de la Copa del Mundo FIFA-Rusia 2018; no es común advertir que está fuera de la zona de clasificación, que por ahora no va al Mundial. No, es difícil de creer. El temible seleccionado brasileño de fútbol, el otrora más famoso y taquillero del mundo, el que alzó la Copa en 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002, atraviesa una crisis profunda que pareció tocar fondo en el 1-7 de semifinales frente a Alemania en el mundial que organizó en su casa, pero sin embargo, la caída no se detiene.
Porque da la sensación de que Brasil aún no toma consciencia de lo que sucede con su seleccionado. O lo sabe, pero no encuentra el remedio y el tobogan no se detiene. El equipo candidato eterno para cada competencia, el favorito del público y la prensa, se acostumbró a perder. Sufrió el mundial en su casa; pasaba cada ronda con lágrimas de angustia, cada partido (desde el primero hasta el último) era un martirio; y la goleada estrepitosa marcó un piso del que no se recupera.
Pasó de Telé Santana a Dunga. Y la cosa no parece cambiar. “Yo avisé qué ésta sería la eliminatoria más difícil”, declaró el DT tras el milagroso empate en Asunción. “No es un camino fácil”, aclaró ante la impaciencia de los millones de “torcedores” que se manifiestan de todas las maneras posibles por un cambio en el equipo. Creen que hay varias cuestiones por corregir. Una, por ejemplo, la posición de Neymar en el campo. “Neymar, cuando juega de espaldas, es un gran desperdicio. Se comienza a enfadar, recibe muchas faltas. Es un problema. Si juega abierto puede ser mucho más productivo para la selección”, declaró Zico, el genial volante que tuvo Flamengo y la selección en la década del ’80.
Y Neymar, como otros futbolistas, no parecen comprender del todo al DT. Les cuesta encontrar el ritmo de juego, la identidad, en definitiva, del equipo. Y Dunga empieza a sentir, al mismo tiempo, cierto enfado con la estrella de Barcelona. Cree que suma amonestaciones tontas y evitables, amén de cuestiones ajenas al campo de juego que no serían bien recibidas por el coach.
De todos modos, la ausencia de Neymar será significativa. Aún cuando no se ponga de acuerdo con algunas cosas del entrenador, el delantero de Barcelona es insustituible. Y la negativa de los catalanes a cederlo, le abre una incógnita que se suma a las ausencias David Luiz, Thiago Silva y Marcelo. Aunque estará el interminable Kaká, como sustituto.
“Tenemos que confiar en el entrenador, aunque pueda gustarnos o no, estemos de acuerdo o no con la manera de jugar. Venimos de otras formas de juego, otros estilos. Aún así, debemos adaptarnos, no importa si estamos contentos o tristes”, dijo Dani Alves, en referencia a lo que se vive dentro del plantel.
Hoy parece difícil encontrar el equipo. Cuenta con figuras importantes, que deberían ser los marineros que trabajen para rescatar el barco. Si repasamos la lista, veremos que además de Kaká hay muchos nombres para destacar: El arquero Diego Alves (Valencia, España), los defensores Miranda (Internazionale, Italia), Dani Alves (Barcelona, España), Filipe Luis (Atlético de Madrid, España), Alex Sandro (Juventus, Italia), los volantes Fernandinho (Manchester City, Inglaterra), Oscar y Willian (ambos de Chelsea, Inglaterra) Philipe Coutinho (Liverpool, Inglaterra). Lo que parece no sobrar, son delanteros.
Se acabó la época dorada de Bebeto, Romario, Ronaldo, Ronaldinho, aquellos hombres que deslumbraban en los mejores equipos del mundo. La historia de Brasil, caracterizada por los grandes hombres de ataque desde Garrincha, Ademir y tantos goleadores tremendos, parece haber entrado en una sequía. Hoy se apela a Hulk, a Jo, a Ricardo Oliveira, jugadores de cierta edad y que no alcanzan los pergaminos de sus antecesores.
Brasil tiene un cúmulo de problemas, que en cualquier otro equipo serían menos visibles, menos estridentes. Porque la exigencia también sería menor. Pero cuando hablamos del pentacampeón mundial, la historia y los pergaminos, la crítica se profundiza porque Brasil siempre está exigido a lograr buenos resultados, por lo menos siempre está “obligado” a pelear en lo más alto del podio.
Es el momento de este plantel y de este cuerpo técnico revertir la situación. Detener la caída y comenzar a subir la cuesta, para que Brasil recupere la gloria perdida.
Hernán O’Donnell