Cambien el reglamento

Hace unas horas, el Chelsea ganó la final de la Champions League 2012. Ante el Bayern Munich, en Alemania. En el Allianz Arena, por esos caprichos del fixture, la final (que se define antes del inicio de la competencia, por lo cual se sabe quien puede ser posible local, aunque la mayoría de las veces llegan dos finalistas neutrales) le tocó bien de visitante. No era, entonces, el favorito. Ni tampoco despertaba la mayor de las simpatías, pues había osado eliminar al Barcelona, la niña bonita del fútbol de hoy, un equipo que juega de modo marvilloso, no hay dudas, pero pareciera que ganarle es casi cometer un delito.

Chelsea celebra en Alemania

Jugaba ante el dueño de casa. Y venía de dejar afuera al mimado de todos, tras un partido en el Camp Nou en el que hizo de la extrema defensa una causa. Mejor “villano”, imposible.

Y jugó como pudo; sin faltas desconsideradas, sin violencia, sin actitudes antideportivas. El entrenador Di Mateo se apoyó en su método preferido: defensa y contragolpe. No contó con su defensor más eximio, el central John Terry. Pero se la jugó.

La final de la Champions

Armó una defensa cerrada. Le guardó una gran esperanza  a su arquero Cech; Creció en defensa con el trabajo de Cahill, David Luiz y el enorme Ashley Cole. Contó con un volante espectacular como David Lampard; se ilusionó con el español Mata; hizo ingresar al intrépido Malouda…Y contó con un verdadero JU-GA-DO-RA-ZO: Didier Drogba, figura excluyente de la Copa.

Didier Drogba, celebra

Porque apareció en el momento decisivo: Cuando todo parecía perdido, Drogba señaló un golazo, un frentazo memorable para igualar el marcador cuando ya se jugaban los minutos finales y poco antes había llegado el cachetazo de Muller que parecía sellar la final.

Corrió como un atleta, luchó, jugó marcó y convirtió. Y marcó el penal decisivo para alzar la “Orejona”. El Chelsea, de la mano de Drogba es campeón de Europa.

Pero el título es del Chelsea, el equipo que ahora parece recibir más críticas que elogios; tras la final (igual que antes frente al Bracelona) se escuchó, se leyó, “ganó el anti-fútbol” y todo tipo de frases que parecen desprestigiar más al ganador, ofenderlo, porque no hizo “merecimientos” para vencer. Y se han escrito notas por todos lados, “llorando” una supuesta derrota del fútbol. Parece que sólo merece ganar el Barcelona; o el Bayern en este caso, pues no estaba el Barca, y los alemanes echaron a los malos de Mourinho…

El Chelsea jugó dentro del reglamento; se acomodó a la ausencia de su lider, John Terry; soportó un gol a pocos minutos del final; no lloró; apostó al ingreso del “Niño” Torres; luchó y encontró su premio en el empate; en la prórroga tuvo un penal en contra francamente escandaloso; tampoco lloró: apostó a su arquero y lo contuvo. Comenzó la serie de penales en segundo turno (siempre conviene empezar con el primer remate ejecutado) con un tiro marrado; cuando fue Lampard a patear el tercero, iba 1-3 abajo…Y no lloró; se sobrepuso a todo y se llevó el premio mayor.

Sin embargo, como a muchos no les gustó su juego, afirman que no es justa la victoria, que los avaros no lo merecen, que el fútbol es fútbol cuando ganan los “buenos”, que deben salir campeones los que juegan más lindo…Arriba están explicitadas las claves de la victoria del equipo inglés; y cómo se sobrepuso a todo. Si no les parece justo, cambien el reglamento.

 

Hernán O’Donnell