El empate de Rusia y Polonia. La gran recuperación de República Checa. La permanente batalla que propone Grecia…
La sorpresa de Dinamarca, la regularidad de Alemania, las incógnitas que dejan el grupo “de la muerte”, los partidos donde se busca sumar para seguir…
La EURO Polonia-Ucrania 2012 vive en alta intensidad. Se ven encuentros a gran ritmo, con goles, llegadas, jugadas bien articuladas y expectativas hasta el final. Todavía no se puede hablar de grandes candidatos ni de sorpresas definitivas, pero la Copa está que arde.
Hoy se espera un plato fuerte: Alemania vs Holanda.
Un clásico enorme del fútbol mundial, una rivalidad que nació allá por 1974, cuando el Mundial de Alemania (el primero que vio este cronista y por eso ocupa un lugar tan querido), cuando las dos escuelas se enfrentaron en el partido final, tras haber hecho un recorrido muy distinto en estilo, formas y resultados para llegar a esa instancia.
Aquella final tuvo de todo: El gol de Holanda a los dos minutos -sin que Alemania hubiera podido siquiera tocar la pelota hasta ese momento-, el empate alemán con un penal discutible, el gol de Gerd Muller sobre el filo del primer tiempo, la amonestación a Johann Cruyff en el entretiempo, el dominio holandés de la segunda etapa, las atajadas de Sepp Maier, la consagración alemana, la frustración holandesa…

A partir de allí, nació un clásico. Un choque de dos escuelas, cada vez que se medían. Dos estilos distintos, pero ambos muy atractivos. Se volvieron a medir en 1978.

Allí se enfrentaron por la segunda ronda; y salió un partidazo, cambiante y emocionante: 2 a 2.
Se midieron en la Eurocopa de 1988; allí Holanda supo tomarse desquite.
En el Mundial de Italia ’90 se volvieron a cruzar las caras. Allí, tras ser expulsados en el cruce de octavos, Rijkaard escupió hasta en dos ocasiones en la ensortijada cabellera de Völler. Y no fue ni el único ni último incidente.

Hoy volverán a enfrentarse. Enemigos íntimos, dueños de dos escuelas distintas y atrayentes, dos potencias del fútbol mundial que volverán a cruzarse para abrir un nuevo capítulo de una historia ríquisima y apasionante.
Hernán O’Donnell