Lo mejor del partido sucedió en los últimos veinte minutos de juego. Una corriente de electricidad recorrió el hermoso Estadio de “La Cartuja” cuando Zlatan Ibrahimovic, el ya célebre delantero sueco, se preparó para entrar en el campo de juego. Iban 71’ y el marcador estaba 0 a 0, pero Suecia entendió que no había mas tiempo para especular ni para perder. Que el empate era un resultado exiguo para llegar a la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022. Porque ese resultado beneficiaba a España, que llegó al match decisivo en Sevilla con un punto de ventaja sobre los escandinavos. Entonces, para Suecia no había otra alternativa que jugársela por los tres puntos, adelantar líneas y apostar a la enorme jerarquía de Ibrahimovic.

Hasta ese momento el paro había tenido un desarrollo intenso pero cuidado. Con un equipo, el local, que trató de prevalecer, de manejar el balón, darle buena circulación y llegar al arco rival. Con el apoyo de Pau Torres, de gran temporada este año y el fútbol del joven Gavi más el accionar siempre peligroso de Dani Olmo, España fue un poco más, aunque sin poder marcar una diferencia. Suecia era el orden, el clásico 4-4-2 y la imaginación de Forsberg para crear juego.

Pero lucía mejor el conjunto ibérico. Por mayor tenencia, por mejor presencia en el juego. Dentro de una cierta paridad, el local era algo más, en una lucha noble, jugada con alta intensidad pero sin excesos ni infracciones. De hecho, la primera amonestación llegó a los 76’, ya en ese contexto dramático de los últimos a veinte minutos de juego, cuando Krafth fue un poco fuerte y a destiempo sobre Dani Olmo y le cometió una infracción que le valió la amonestación.
Hasta ese lapso del encuentro, todo había transcurrido sobre carriles normales. España con una clásica línea de cuatro, con salida permanente en Azplicueta, el fútbol sin prejuicios de Gavi, y a los márgenes, Pablo Sarabia y Dani Olmo. Cuando la cosa no progresaba, vinieron los cambios. Dos delanteros, Alvaro Morata y Rodrigo Moreno entraron por Pablo Sarabia y Raúl de Tomás, cuando iban 58′ de juego. Suecia se apoyaba en la seguridad de su arquero Olsen, una línea de cuatro liderada por el zaguero de Manchester United, Lindeloff, cuatro volantes conducidos por el estratega de RB Leipzig, Forsberg, y los delanteros Dejan Kulusevski, de la Juventus, y Alexander Isak, de la Real Sociedad de San Sebastián.

A la visita también le iba a llegar el tiempo de los cambios. A los 62′ M. Svanberg entrò por E. Forsberg y R. Quaison ingresó en lugar de Kulusevski. Y no cambió demasiado el desarrollo de la película. Incluso parecía que se dirigía a un empate inexorable, con pocas posibilidades de modificar el marcador. Hasta que se movió Zlatan y Sevilla entró en efervescencia. Y más cuando a los 71′ el delantero del Milan ingresó por Isak, en tanto en España Mikel Merino reemplazó a Soler.
Y allí nació otro partido. Con más intensidad, con más llegadas, con una Suecia más adelantada y mayores espacios para Moreno y Morata. Para que Olsen interviniera en una situación peligrosa para su equipo. Para que Martin Olssson ingresara, a los 84′, por Krafth, lesionado. Y para que Dani Olmo sacara un tremendo remate que se estrelló en el travesaño, luego Morata tomara el rebote con suma frialdad y colocara un “globo” por encima de la salida de Robin Olsen para poner el 1 a 0 a los 85′ y España estallara en un grito de euforia irrefrenable.

El local fue por las últimas modificaciones a los 89′, cuando B. Mendez entró en lugar de Dani Olmo y Rodri lo hiciera por Gavi, para reforzar la marca en la mitad de la cancha.
Pero no hubo posibilidades, más allá que Suecia se jugó el resto en los cinco minutos agregados y le dio un toque de suspenso y emoción a un final que tuvo a toda “La Cartuja” en vilo, porque con Ibrahimovic en la cancha, todo podía suceder.
España se aferró al resultado y celebró la clasificación al Mundial. A Suecia le queda el “repechaje”, y un equipo serio y consistente, como para darle entidad a su ilusión.

Hernán O’Donnell