Argentina mezcló fútbol y overol para vencer a Australia y avanzar en el Mundial

El abrazo final de Nicolás Otamendi y Lisandro Martínez junto al arquero Emiliano Martínez, que abrazaba la pelota como al amor que se escapaba, sobre el cierre del partido y el delantero egipcio Garang Kuol, de apenas 18 años, metía el remate que detenía la respiración de un país abrazado a un triunfo agónico y apretado frente a Australia, fue la síntesis que mejor reflejó la victoria de la Argentina para arribar a los Cuartos de Final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022.

Fue la fotografía que resumía la noche en Doha. Sangre, sudor y lágrimas. El equipo de Lionel Scaloni jugó con inteligencia, supo esperar sus momentos, aprovechó las fallas del rival, y se puso el overol cuando hizo falta para trabajar y pelear el partido.

La “Albiceleste” comenzó con Emiliano Martínez en el arco; línea de cuatro con Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Enzo Fernández de volante central; De Paul, Alexis Mac Allister y Alejandro Gómez; Lionel Messi y Julián Álvarez en el ataque.

Australia presentó al arquero Mat Ryan; Degenek, Souttar, Rowles y Behich, laterla izquierdo que cumplió un gran partido. Mathew Leckie, Keanu Baccus, Aaron Mooy, y Riley McGree; Mitchell Duke y Jacson Irvine.

Crédito: @FIFAWorldCup

El primer tiempo no tuvo un volumen alto en cuanto a intensidad y juego. Argentina tenía la pelota, pero no se desesperaba en la búsqueda de la apertura, no forzaba los ataques, sino que más bien la manejaba con paciencia, para que el gol apareciera sólo, por decantación. No se impacientaba, aún cuando Australia se mostraba cerrada en la defensa y amenazaba con alguna contra, o con el cabezazo de Souttar, a los 29′, que fue despejado en el área por De Paul.

Y esa paciencia la llevó a abrir el marcador. Iban 34′ cuando Messi ejecutó bien un tiro libre, el rebote le quedó a Alejandro Gómez quien volvió a abrir para Messi, este cedió a Mac Allister, cuyo pase fue a Otamendi, quien intentó controlar el balón y se detuvo cuando vio que le quedaba a Messi. Y para Leo fue un obsequio caído del cielo, esa pelota que está libre en el área y la arremete para entrarle de lleno, rasante y fuerte, con un poco de “rosca” para que se le haga muy difícil al arquero Mat Ryan, y se convierta en el 1-0 a favor de Argentina.

Así se cerró el primer tiempo. Con un partido que se asemejaba a un ajedrez atlético; más pensado que jugado.

En el complemento Australia adelantó un poco sus líneas y fue a buscar el empate. Lionel Scaloni tomó nota del partido que se le venía, y a los 50′ decidió que el defensor Lisandro Martínez reemplazara al volante Alejandro Gómez. Argentina pasó a jugar con tres centrales, Romero, Otamendi y Lisandro Martínez, Molina por el carril derecho, Acuña por el izquierdo y en el centro del campo De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, con Messi y Álvarez en el ataque.

El equipo se disponía a ponerse el overol, pero también mostraba su capacidad y sagacidad para aprovechar cada error del adversario. Ese “saber” y “entender” el juego, tan típico del futbolista argentino. Iban 56′ cuando Australia demoró una salida desde el fondo, entre toques laterales e intentos de manejar el balón, desaconsejables para un equipo que no tiene la riqueza técnica que tenía el Barcelona de Guardiola, modelo de esa forma de salida desde su campo. Los equipos que han intentado jugar de esa manera, con la asunción de riesgos extremos en su propia área, han fracasado. Admirar a aquel Barcelona no significa que todos lo puedan o deban hacer. Porque los errores se pagan muy caro, como le salió al arquero Mat Ryan, quien intentó gambetear en su campo a De Paul y a Álvarez. Supereó al primero, pero la presión del segundo lo llevó a perder el balón, y Julián Álvarez convirtió con facilidad para poner el marcador 2-0 a favor de Argentina. Muy difícil de remontar. Aquel Barcelona jugaba con aquel riesgo por dos razones: la inmensa riqueza técnica de sus futbolistas, que le permitía salir con pases desde la línea de gol de su arco, y porque si fallaban y les convertían, sus delanteros y mediocampistas, estaban capacitados para convertir la cantidad de goles necesarios que repararan aquel error.

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Lo cierto es que el equipo de Scaloni se puso arriba en el marcador, y tuvo un pasaje de serenidad para liquidar el partido. Australia hizo dos cambios de manera inmediata. Craig Goodwin ingresó en lugar de Riley McGree, y Ajdin Hrustic reemplazó a Baccus, cuando iban 57′ de juego.

El equipo de Oceanía se volcó a un mayor ataque, Argentina arremetía con veloces contragolpes que amenazaban con liquidar el match.

A los 70′ Lautaro Martínez ingresó en lugar de Julián Álvarez, y Nicolás Tagliafico reemplazó a Marcos Acuña. En esa ventana, a los 71′, Graham Arnold, el entrenador de Australia, hizo tres modificaciones: Jamie Maclaren ingresó por M. Duke, G. Kuol entró por M. Leckie, y F. Karacic reemplazó a M. Degenek.

Parecía que Argentina controlaba el partido, pero el fútbol siempre tiene una sorpresa y Goodwin sacó un remate fuerte que tenía destino de control de Emiliano Martínez, pero se desvió en Fernández y cambió su recorrido para ser el gol de Australia, a los 76′. El encuentro quedaba 2-1 para la Argentina.

Decidió volver a mover el banco Scaloni, y a los 78′ Exequiel Palacios ingresó en lugar de Alexis Mac Allister, y Gonzalo Montiel reemplazó a Nahuel Molina.

El epílogo fue un sufrimiento para la Selección. Porque sufría en su campo y desperdiciaba oportunidades en sus contragolpes, como la que se le fue alta a Lautaro Martínez tras una buena jugada de Leo Messi; y a la vez, a los 80′, el lateral australiano Behich trazó una excelente jugada individual por izquierda, que fue cortada por el cierre de Lisandro Martínez. Mientras, la Argentina no podía lograr el tanto de la tranquilidad. A los 90+1′ lo tuvo otra vez Lautaro Martínez, pero el arquero Ryan le tapó el remate. A los 90+2′ fue Messi el que probó y su tiro salió desviado. A los 90+4′ el arquero Ryan volvió a ahogar el grito de Martínez. Argentina no podía liquidar el juego, y de pronto llegó esa jugada final…

Iban 90+6′ y el partido se acababa. Australia fue con la última esperanza, el balón llegó de izquierda a derecha, Koul giró en el área, se acomodó para la mejor ubicación y sacó un tremendo tiro que Emiliano Martínez tapó con su brazo izquierdo extendido.

Ahí quedó tras atrapar esa endemoniada pelota. Con los defensores arrojados sobre él. Con la respiración entrecortada y la angustia reflejada en ese gesto desesperado. Con la alegría contenida y desatada con el silbato final. Argentina ganó en octavos de final un partido muy duro ante Australia. Por momentos ofreció fútbol; en otros, se puso el overol. Le alcanzó para ganar y mantener viva la llama de la ilusión.

Hernán O’Donnell

Países Bajos tuvo altura para entender el partido y avanzar a los cuartos de final

Fue un muy lindo partido; con dos equipos virtuosos, ricos, competitivos. Quizás con mayor experiencia Países Bajos, con ese saber que le permitió entender el juego, como se planteaba el encuentro y la sagacidad de su entrenador Louis Van Gaal para plantearlo de la manera que más le convenía. Con una actitud encomiable por parte de Estados Unidos, que siempre se prodigó por el ataque, aún cuando daba algunas ventajas en el retroceso ante cada contragolpe naranja. Fue un gran partido, y el ganador tiene credenciales como para considerarlo un rival de cuidado.

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Países Bajos comenzó con Andries Nopper en la valla. Tres centrales, Jurrien Timber, Virgil Van Dijk y Nathan Aké; Denzel Dumfries como lateral derecho, Marten de Roon y Frenkie de Jong como volantes centrales y Daley Blind como carrilero izquierdo; y adelante, Davy Klaasen, Cody Gapko, y Memphis Depay.

El conjunto de Gregg Berhalter se presentó con Matt Turner en el arco; Sergiño Dest, Walker Zimmerman, Tim Ream y Antonee Robinson; Weston Mckennie, Tyler Adams, y Yunus Musah; Timothy Weah, Jesús Ferreira, y Christian Pulisic.

El inicio del partido tuvo el control de Estados Unidos. Bien adelantado en el campo, con las trepadas de Dest y Robinson, la dinámica de Tyler Adams y la habilidad de Pulisic, el conjunto de Berhalter llevó el juego hacia el campo “naranja”. Pero se encontraba con una defensa cerrada, firme, donde sobresalían Nathan Aké y Virgil Van Dijk, amén de los carrileros, que salían rápido de contra. Así fue como aprovechó un contragolpe de izquierda a derecha, con la abertura a Denzel Dumfries, quien envió un centro atrás, y sobre el punto del penal surgió Memphis Depay para convertir con un remate fuerte. Iban 9′ y Países Bajos se adelantaba por 1-0.

El juego continuó con el mismo argumento. Un equipo, el norteamericano, que buscaba en ataque con buen trato del balón, y otro conjunto, el europeo, que era muy práctico para cortar en su campo y aprovechar los amplios espacios para amenazar de contragolpe.

Sobre el cierre de la primera etapa volvió a llegar Estados Unidos; remató Weah a los 42′, y respondió Noppert. A los 44′ fue Sergiño Dest el que armó una buena jugada individual por derecha, pero no pudo rematar cuando entró al área. Y el equipo de Van Gaal volvió a usufructuar su oportunidad.

Ya se jugaban 45+1′, y Dumfries envió un centro similar al del primer tano, esta vez surgió Blind por el centro del área, y sacó un disparo seco que se transformó en el 2-0 para Países Bajos.

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No estaba conforme el célebre Louis Van Gaal, entrenador de Países Bajos, con el rendimiento de su equipo a pesar de la ventaja de dos goles, y por eso decidió hacer dos modificaciones para comenzar el segundo tiempo.  T. Koopmeiners ingresó por D. Klaassen, mientras que S. Bergwijn entró en lugar de M. de Roon. Bajó unos metros Gakpo, y el equipo empezó a tener un poco más la pelota. Gregg Berhalter, en tanto, decidió comenzar el segundo tiempo con una variante en el equipo americano; Giovanni Reyna ingresó por Jesús Ferreira.

Y creció más el partido. A los 48′ llegó Estados Unidos, con una arremetida de Ream que salvó Gakpo sobre la línea, tras un tiro de esquina desde la derecha. Países Bajos contestó a los 49′, con un centro de la derecha que intentó conectar Memphis Depay, y Matt Turner tapó en una notable reacción.

Entonces, el partido se hizo de ida y vuelta. Iban 53′ y Estados Unidos volvió a tener una buena llegada. Giovanni Reyna cedió a McKennie, este sacó un buen tiro que se fue por arriba del travesaño. Y otra vez respondieron los europeos, con un disparo de Memphis Depay que Matt Turner desvió al corner, cuando se jugaban 60′ del encuentro.

A los 64′ llegaron el segundo y tercer cambio del equipo de Berhalter; Brenden Aaronson ingresó por Timothy Weah, y Wright entró en lugar de McKennie.

A esta altura, ya era otro partido. Con más llegadas y dominio repartido. Salvó Turner a Estados Unidos en una doble tapada a los 70′ de juego. A los 74′ le quedó el balón a Wright, pero su control fue defectuoso, se abrió mucho para superar al arquero de Países Bajos y su tiro fue tapado por Timber, quien sacó el balón al corner.

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A los 75′ Yedlin entró por Sergiño Dest, en el cuarto cambio de los americanos. Y del tiro de esquina vino el remate defectuoso de Wright que sorprendió a la defensa europea y se metió junto al ángulo para que Estados Unidos achicara la diferencia. El partido quedaba 2-1 a favor del equipo naranja.

El entusiasmo americano iba a durar poco. A los 80′ Blind tomó un balón por izquierda, amagó tres veces, hasta que sacó el centro pasado para Dumfries, tal vez descuidado por Robinson, pero ahí es el arquero, Turner, el que debe hablar, ordenar, y avisarle a sus compañeros por las marcas. Turner tenía la jugada y el campo de frente, debió ordenar a la defensa y advertir a sus compañeros que un rival llegaba libre por el costado derecho.

Dumfries hizo su trabajo, y con un remate cruzado, puso el 3-1, a los 80′, que iba a ser definitivo.

Sintió el golpe Estados Unidos. Lo sintió Robinson, tal vez se sintió responsable por esa jugada, y enseguida no pudo controlar una pelota accesible. Pero sería injusto caerle al lateral, que jugó un gran partido y un buen Mundial, en una jugada que debía contar con la ayuda del arquero para ordenar a la defensa.

A los 82′ Simons reemplazó a Depay en el equipo naranja, mientras que a los 90+1′ entró el delantero Jordan Morris por el lateral Robinson, en la última apuesta de Gregg Berhalter. Su colega, Louis Van Gaal hizo dos cambios a los 90+2′ para el conjunto europeo: Matthijs de Ligt reemplazó a N. Ake, de muy buen partido, y W. Weghorst ingresó en lugar de C. Gakpo.

Fueron las últimas anotaciones de un gran partido, que se disputó entre los dos equipos que empelaron sus mejores armas. Estados Unidos, con su crecimiento constante. Países Bajos, con la mezcla valorable de calidad individual con experiencia y conocimiento táctico, para interpretar bien el partido y dar el paso adelante en la clasificación.

Hernán O’Donnell

Japón se clasificó primero en su zona, producto de un trabajo largo y la confianza en su potencial

Para aquellos que ven fútbol cada cuatro años, cuando llega el Mundial, se sorprenden ante la aparición de nuevos equipos, resultados inesperados y rendimientos llamativos. Son los “Fan” del Mundial, que se acuerdan de la pelota cuando llega la fiesta máxima, pero que no siguen con asiduidad a este deporte, que de manera ininterrumpida nos nutre de jugadores, equipos y partidos para seguir, analizar y descubrir. Si no mantienen una mirada constante en el fútbol, sobre todo en el internacional, llegan al torneo con un cierto desconocimiento de la actualidad del juego, producto de esa falta de seguimiento en esos años previos a cada Copa del Mundo. Y esa falta de información les hace creer que solo las potencias tienen posibilidades, que los “nombres” ganan por sí mismos, y que no hay cambios ni evoluciones en el fútbol. Casi no ven fútbol durante cuatro años, y llegan desactualizados a la Copa del Mundo, más preocupados en sumar “presencias” que en el conocimiento del juego, el análisis del mismo y disfrutarlo. Entonces, se sorprenden con Japón. Porque no han visto el trabajo del seleccionado ni tampoco a las individualidades que se destacaron en las ligas mayores de Europa, como la Bundesliga o la Premier League. Por supuesto que el fútbol siempre esconde sorpresas, y que está habitado por duendes que todo lo modifican, pero en esas “sorpresas” siempre hay una base que sustenta su resultado. Japón, como cualquier equipo que a un espectador lo pueda sorprender, siempre tiene una base, un argumento, una historia, un proyecto. Algo que lo sostenga. Un equipo improvisado es muy difícil que de una sorpresa. Tiene algún fundamento. Lo que pasa es que muchas veces no lo conocemos, entonces le decimos “sorpresa”.

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Japón derrotó a España de una manera similar a la que había vencido a Alemania en la primera ronda de la zona. Algo quiere decir. Con un primer tiempo cauto, pasivo, espeso. Con un esquema que cada vez se usa más en el fútbol, 5-4-1, sobre todo en nuestra Liga Profesional, donde muchos equipos plantean ese sistema. Japón intentó dormir el juego en el primer tiempo y lo desató a todo vértigo en el complemento. tal como lo hizo ante Alemania. Y le dio el mismo resultado. Perdía 0-1, ganó por 2-1.

El equipo oriental salió con Shuichi Gonda en el arco; Junya Ito, Kou Itakura, Maya Yoshida, Shogo Taniguchi y Yuto Nagatomo; Takefusa Kubo, Ao Tanaka y Daichi Kamada; Daizen Maeda de centro atacante.

El conjunto de Luis Enrique se alineó con Unai Simón; Azpilicueta, Rodri, Pau Torres y Alex Balde; Gavi, Sergio Busquets y Pedri; Nico Williams, Alvaro Morata y Dani Olmo.

La primera llegada fue del equipo asiático. De izquierda a derecha, el balón llegó a Ito, quien definió con un tiro que salió cerca, a los 7′ de juego.

España se hizo de la posesión del balón, jugó bien adelantado y enseguida abrió el marcador. Una buena combinación en ataque terminó con un centro preciso de Azpilicueta, y el cabezazo de Álvaro Morata puso el 0-1 cuando iban 11′ del partido.

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A partir de ahí, el encuentro ingresó en un monólogo. La Roja dominaba, controlaba la pelota y sostenía el partido en campo japonés. A los 22′ llegó Morata, pero Gonda respondió con seguridad. Y cerró el primer tiempo con un disparo de Williams que se desvió en un defensa y salió al corner.

Para el inicio del complemento, Hajime Moriyasu, entrenador de Japón, efectuó dos variantes: Doan reemplazó a T. Kubo, mientras que K. Mitoma ingresó en lugar de Y. Nagatomo; mientras que Luis Enrique hizo una modificación: Daniel Carvajal entró por Azpilicueta.

Fue el momento en que Japón aceleró. Fue a apretar bien arriba, y España demoró una salida; primero la retuvo demás Unai Simón, lo que generó una presión alta japonesa; luego, el arquero le dio un pase comprometido a Balde, este controló hacia adentro y perdió la pelota ante la presión del lateral, y Doan sacó un remate fortísimo que puso el encuentro 1-1 a los 48′.

Y tal como en el partido frente a los germanos, enseguida metió el segundo golpe. Una pelota que parecía perderse por el fondo, el centro atrás y la entrada de Tanaka para poner el 2-1 a favor de Japón, certificado por el VAR a los 52′, tras dos minutos de revisión.

España estaba al borde del precipicio; para colmo Costa Rica le ganaba a Alemania por 2-1 y eso clasificaba a los “Ticos” y eliminaba a la “Roja”.

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Luis Enrique realizó la segunda y tercera modificación a los 56′; Asensio por Álvaro Morata, mientras que Ferrán Torres entró en lugar de Williams. España necesitaba empatar, por lo menos, y otra vez empujó a su rival en su campo, mientras sostuvo su idea de juego. Iban 61′ cuando Asano reemplazó a Maeda en el equipo de Hajime Moriyasu.

A los 67′ el entrenador cerró su ventana de cambios: Ansu Fati entró por Gavi, en tanto que Jordi Alba ingresó por Balde. En Japón, a los 68′, Tomiyasu reemplazó a Kamada.

Los goles de Alemania, que revirtió el marcador frente a Costa Rica para adelantarse 4-2, le trajeron tranquilidad al equipo español, que siguió con su estilo y su propuesta de juego, sin entrar en la desesperación. Endo en lugar de Tanaka fue el último cambio japonés, cuando iban 86′ del partido.

Y al final, España llegó con dos chances muy claras. A los 88′ Asensio sacó un remate violento y respondió Gonda. Luego, a los 89′ fue Dani Olmo quien surgió por el carril derecho, probó con un tiro cruzado y otra vez el arquero japonés tapó el disparo.

Fue lo último. España debió aguardar unos minutos el final de Alemania-Costa Rica, porque ese partido podía condenarlo. Claro está que para que ello sucediera, Alemania debía hacer cuatro goles más, o Costa Rica convertir tres y revertir el resultado. Sólo quedaba esperar dos minutos, y luego sí, el alivio llegó al equipo español.

Japón llegó con sus armas. Jugadores que actúan en grandes ligas, un equipo que suma años de trabajo, una experiencia olímpica reciente más que interesante, un esquema de juego aceitado y un entrenador muy capaz. Que sea una sorpresa, solo para los incautos.

Hernán O’Donnell

Argentina venció a Polonia y empieza a tomar forma

La Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022 tiene todos los condimentos de los Mundiales. Expectativa, emoción, sorpresas, color en personajes simpáticos, aliento genuino y también un poco de histeria colectiva en los “figuretis”, tal como hace tiempo se denominó a aquellos que desean “figurar”, pertenecer a un mundo de reconocimientos, estar cerca de los protagonistas y tener por carácter transitivo una fama que se les pegue, o, como en estos tiempos de silencio y aislamiento de los verdaderos protagonistas (jugadores y entrenadores), que les hagan entonces a ellos una nota, un pequeño reportaje, y poder contar sus experiencias en el Mundial. En estos tiempos locos y tecnológicos, donde las cadenas de televisión y las múltiples plataformas derivadas se encuentran “obligadas” a transmitir durante 24 horas del día, es difícil llenar ese espacio cuando no hay acceso a los protagonistas. Entonces, hay que llenar el espacio. Y la mayor parte se cubre con “sesudos” análisis, y sobre análisis, del juego, en mesa de debates donde el número de expositores varía entre dos y ocho, y otra buena parte de esas interminables horas de pantalla se llenan con el “color” del Mundial. Y ahí aparece la repentina y efímera fama de los circunstanciales viajeros. Mientras, el protagonismo de los futbolistas se reduce a pequeñas y apuradas conferencias de prensa antes o después de los partidos. Aquella vieja práctica dele periodismo, en la que se entrevistaba a los jugadores durante la competencia, y se los conocía con mayor profundidad, y se les daba el rol preponderante que tenían, y tienen, en el Torneo, parece haber quedado en un viejo recuerdo del pasado.

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Pero el juego manda, y esos es lo que nos ocupa. Al cabo, el Fútbol siempre se juega dentro de la cancha, y mientras haya cancha, pelota, jugadores e hinchas, siempre habrá fútbol. Los primeros en clasificarse fueron Países Bajos, Senegal, Australia y Francia. Y otros dos grupos entraron en la jornada decisiva. En uno de ellos, se jugó la suerte de Argentina, que debía por lo menos igualar ante Polonia. Una derrota era el pasaje de salida del torneo.

El seleccionado polaco formó con Szczescny; Mathew Cash, Kamil Glik, Kiwior y Bereszynski; Zielinski, Bielik, Krichowiak y Frankowski; Swiderski y Robert Lewandowski. El equipo de Lionel Scaloni comenzó con Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi y Acuña; De Paul, Enzo Fernández y Alexis Mac Allister; Angel Di María, Lionel Messi y Julián Alvarez.

Fue un partido unilateral, porque la Argentina lo manejó de principio a fin. Y tuvo ribetes extraños, porque el equipo de Scaloni dominó, buscó, y obtuvo un triunfo claro ante Polonia, aunque lleno de matices: tuvo un penal a favor a los 38′ indicado por el VAR, pero difícil de poder justificar; no lo pudo aprovechar porque Szczesny, el arquero de Juventus, supo adivinar el tiro de Lionel Messi, y desvió su disparo; pero fue paradójico, porque el equipo no sintió el golpe sino que creció en el juego. Y avasalló sobre el cierre del primer período.

Abrió el marcador apenas comenzó el segundo tiempo, tras una buena habilitación de Nahuel Molina a Alexis Mac Allister, y el jugador de Brighton sacó un remate cruzado que puso el 0-1 a los 46′ del partido. Pero las rarezas iban a continuar en este juego, pues a pesar de adelantarse en el marcador, Argentina se encontró con un rival inofensivo e inexpresivo, que no salió a buscar el empate sino que se conformó con un resultado que lo clasificaba porque era difícil que México goleara a Arabia Saudita. Los primeros cambios de Scaloni sucedieron a los 57′ de juego; Leandro Paredes entró por Angel Di Maria y Nicolás Tagliafico reemplazó a Marcos Acuña.

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El partido era tan extraño que Argentina dominaba con claridad, pero el rival no mostraba rebeldía para ir a buscar la igualdad. En una buena maniobra, Fernández asistió a Julián Álvarez, que supo enganchar en el área, y meter un disparo al ángulo superior izquierdo del arquero de la Juventus, para poner el partido 0-2 a favor de Argentina cuando iban 66′ de juego.

A los 78′ llegaron el tercer y cuarto cambio de la Argentina, en la segunda ventana habilitada de variantes, y Scaloni decidió que Lautaro Martinez ingresara por Julián Alvarez, mientras que Germán Pezzella reemplazó a Enzo Fernandez.

Pero Polonia no salía; aún con un resultado adverso, el conjunto europeo prefería cuidar el segundo lugar, y esto significaba no recibir más goles de la Argentina, y a la vez aguardar que México no goleara a Arabia Saudita. Jugaba con “la radio en la oreja”, y mientras recibía las noticias desde el banco de suplentes que los Aztecas ganaban 2-0, el marcador le alcanzaba, y especulaba con eso, aunque le fueron invalidados dos goles a los del “Tata” Martino, que lo hubieran puesto al borde de la eliminación.

Tampoco Argentina forzaba mucho el ataque. Por si hubiera habido pocas rarezas, la Selección no apretó el acelerador para ampliar la ventaja y terminar con tranquilidad. Solo una presión individual de De Paul provocó un mal pase hacia atrás de Skoras, el balón lo tomó Lautaro Martínez, se fue sólo y desvió su disparo. Hubiera sido lapidario para Polonia, porque en ese momento México ganaba 2-0 y un tercer gol de la albiceleste lo hubiera subido al segundo puesto a los aztecas, y los polacos quedaban eliminados. Pero la pelota se fue afuera, Polonia mantenía la ventaja sobre México, y el gol final de Arabia Saudita terminó por condenar al equipo de Gerardo Martino.

Argentina hizo el quinto cambio a los 82′, cuando Thiago Almada ingresó en lugar de Alexis Mac Allister. Y tuvo una situación final, casi sin despeinarse, cuando Nicolás Tagliafico entró por izquierda y resolvió “picarle” el balòn a Szczesny, pero el arquero amortiguó el tiro, y cerca del arco Jakub Kiwior rechazó la pelota.

No hubo más situaciones, incluidos los seis minutos adicionales. Polonia no salió de su campo, Argentina no forzó más el ataque y ambos se fueron satisfechos con la clasificación.

El equipo de Scaloni ahora deberá medirse ante Australia. El Mundial avanza, los candidatos se perfilan, y la Argentina de Messi, esa que gran parte del “planeta fútbol” sueña con verla en lo alto del podio, empieza a tomar forma.

Hernán O’Donnell

Con orden y progreso, Brasil llegó a la clasificación

Brasil tuvo orden, precisión, prolijidad y paciencia, para vencer a Suiza, sumar su segunda victoria consecutiva en la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022, y logró la clasificación a los octavos de final cuando aún le queda el tercer partido por jugar. Suiza fue un digno rival, que mostró sus armas y por momentos pudo elaborar maniobras de ataque, pero no pudo sostener la embestida brasileña y ahora deberá definir clasificación ante Serbia, aunque una igualdad le puede servir.

El equipo de Tité salió con Alisson Becker al arco; Eder Militao, Marquinhos, Thiago Silva y Alex Sandro; Casemiro como volante central; Raphinha, Fred, Lucas Paquetá y Vinicius; Richarlison como referencia de ataque.

Suiza comenzó con Sommer en la valla; Silvan Widmer, Manuel Akanji, Nico Elvedi y Ricardo Rodríguez; Remo Freuler y Xhaka; Rieder, Sow y Ruben Vargas; Breel Embolo, de centro delantero.

Fue Brasil el que propuso desde el inicio, con una alta presión, recuperación rápida y ataques constantes. En ese sentido fue muy valioso Eder Militao, quien a pesar de ser zaguero central por naturaleza, cumplió con creces como lateral, sobre todo por la presión sobre el extremo izquierdo del rival, la recuperación permanente de la pelota y la capacidad de cerrarse bien en defensa. Aún así, le costaba a Brasil generar situaciones bien claras. A los 26′ Raphinha sacó un buen centro desde la derecha, entró Vinicius por izquierda y Sommer contestó con eficacia. A los 30′ Rafinha combinó en pared con Militao, recibió y sacó un tiro que volvió a controlar Sommer.

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Para empezar el segundo tiempo, Tité decidió que Rodrygo entrara en lugar de Lucas Paquetá. Suiza, sin variantes, se acomodó un poco mejor, y tuvo unos diez minutos de presencia en el campo rival, sostenido en el buen trabajo de los volantes, Xhaka, Rieder, Vargas y Sow. Pero no tuvo profundidad para herir al elenco sudamericano.

Brasil avisó que estaba en el partido con un centro pasado de la izquierda que Richarlison no llegó a conectar. A los 57′ Bruno Guimaraes entró en lugar de Fred, en el segundo cambio de Brasil, mientras que a los 58′ Edmilson Fernandes entró por Ruben Vargas, y Steffen ingresó por Rieder, en Suiza.

La tarde se sacudió con la definición de Vinicius tras un pase largo del fondo, pero Richarlison había ido disputar el balón y había partido en posición adelantada tras la salida del fondo brasileña. No se convalidó su definición y el partido continuó igualado.

A los 72′ llegaron el tercer y cuarto cambio de Brasil. Gabriel Jesús reemplazó a Richarlison, mientras que Antony ingresó en lugar de Raphinha. En el equipo europeo, a los 74′, M. Aebischer ingresó por D. Sow, mientras que H. Seferovic reemplazó al delantero B. Embolo.

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Las virtudes de Brasil fueron conservar el orden, no desesperarse, y buscar siempre. Sobre todo, cuando hallaba desacomodada la defensa suiza. Y así llegó al gol, a los 82′, con un remate bárbaro de Casemiro, para poner el 1-0, tras una maniobra de recuperación en ataque.

A los 85′ Frei entró por Widmer en Suiza, mientras que Alex Telles reemplazó a Alex Sandro en la escuadra de Tité.

Brasil consumió los minutos finales con la tenencia del balón, los lujos clásicos de sus hábiles jugadores, y una circulación precisa. No perdió la paciencia, mantuvo el orden, se sostuvo en el progreso, y en dos partidos Brasil ya logró la clasificación.

Hernán O’Donnell

Argentina reencontró el triunfo, pero aún no recobró el funcionamiento

Las victorias, y sobre todo en una Copa Mundial de Fútbol, tan sobredimensionadas por el contexto nacionalista que se agita desde los medios de comunicación, sobre todo aquellos que no se dedican con exclusividad al deporte, más las múltiples voces que propalan las nuevas redes sociales, y las notas constantes a los hinchas, tanto en la sede del torneo como en los distintos países, producidas para contrarrestar la falta de un mínimo contacto con los verdaderos protagonistas, jugadores y entrenadores, que se vinculan con los medios de comunicación en conferencias de prensa obligatorias previas y posteriores a cada partido, con lo cual hablan cada cuatro o cinco días, y hay demasiado tiempo libre para llenar de contenido periodístico, todo ese chauvinismo que explota en un Mundial al cabo, hace que las victorias, decíamos, pueden engañar o llevar a alguna confusión. Por todo esto que expresamos, en un Mundial se exagera y se magnífica el éxito (o la derrota), muchas veces sin acentuar las razones o motivos que llevaron a un determinado resultado.

Por suerte, parece no ser este el caso del cuerpo técnico argentino, que fue lúciod para analizar el tirunfo de la Argentina sobre México por 2 a 0, aunque hayan quedado muchas cuestiones para debatir, entre ellas algunas vinculadas también a decisiones del propio cuerpo técnico. Lo cierto es que la Argentina ganó, mantiene la ilusión de la clasificación a los octavos de final de la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022, y todavía quedan días para recuperarse y preparar el encuentro crucial ante Polonia.

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“Sabíamos que iba a ser un partido difícil. México nos planteó un encuentro diferente a los que había hecho con anterioridad, teníamos la sospecha de que podía jugar con línea de cinco”, expresó el entrenador tras el encuentro, en la rueda de prensa. Y agregó: “El primer tiempo no fue bueno, para ninguno de los dos. Corregimos en el descanso, con Guido cerca de los centrales, para hacer una línea de tres un poco mentirosa, y empezamos a jugar mejor, a emparejar en el medio. Después vieron lo que pasó, el ’10’ definió el partido y atrás tiene un grupo que lo apoya”.

“El segundo tiempo lo afrontamos diferente, de una manera más agresiva. Era difícil jugar al fútbol, ellos tenían línea de cinco, y cuatro volantes. Hacían su partido, y lo hicieron bien. Nosotros buscamos una línea más de pase, si no eran muy horizontales y no ganábamos. Creo que lo pudimos hacer bien”.

Pero lo más importante que señaló el entrenador argentino está vinculado a la forma en que se toman estos partidos de Mundial. “Es un partido de fútbol; no debería tomarse de otra forma. Es una cuestión de sentido común. Habría que reflexionar un poco sobre lo que se vive acá. La sensación de que te estás jugando algo más que un partido de fútbol…no lo comparto. Seguiremos por este camino, de sentir que solo es un partido de fútbol. De lo contrario, cada vez que estés jugando un partido de fútbol, en cualquier instancia, se vivirá así…Y mañana sale el sol, ganes o pierdas”.

Scaloni reflexionó con una saludable lucidez a la locura y la fiebre que se vive en cada Copa del Mundo, sobre todo en cada partido de Argentina. Hasta ahora, fue lo mejor del Mundial.

Hernán O’Donnell

Inglaterra y Estados Unidos prometían un gran partido, pero todo se fue en amagues

Era, a priori, un partido esperado y con una expectativa grande. Los dos habían hecho un muy buen debut, Inglaterra con una victoria amplia y contundente ante Irán, Estados Unidos jugó un xecelnte primer tiempo frente a Gales. El equipo europeo contaba con un favoritismo mayor, lógico, producto de su enorme plantel, lleno de figuras que brillan en la Premier League, la competición de clubes más importante del mundo. El seleccionado norteamericano, en ascenso desde hace más de dos décadas, apuntaba para plantearle un partido difícil. Hubo un comienzo a buen ritmo, pero con el correr de los minutos el juego se empezó a pagar, y al final encontró a ambos conformes con la igualdad, aunque para Estados Unidos dejó un sabor más agrio, pues estuvo más cerca de convertir, y además deberá vencer a Irán para lograr la clasificación.

Crédito: @FIFAWorldCup

Inglaterra formó con Jordan Pickford en la valla; Kieran Trippier, Harry Maguire, John Stone y Luke Shaw en la defensa. En el medio, Bellingham y Declan Rice; más adelante, Saka, Mount y Raheem Sterling, y de centro delantero, Harry Kane. El equipo de Greegg Berhalter salió con Matt Turner al arco; Sergiño Dest, Zimmerman, Tim Ream y Robinson; Weston Mc Kennie, Tyler Adams y Yunus Musah; Weah, Wright y Pulisic.

El partido tuvo buen ritmo al inicio. Inglaterra salió con una psotura ofensiva, la línea de fondo adelantada, y con la intención de llegar por los costados, para lastimar con el centro al área. A los 9′ Bellingham habilitó a Saka, este metió un buen centro, y Harry Kane definió fuerte, pero el disparo pegó en Zimmerman y se fue al corner. Respondió Estados Unidos, a los 16′, con un buen centro de Mc Kennie, y el cabezazo de Wright salió apenas desviado.

De a poco empezó a llegar el equipo de Norte América con mayor claridad. Si bien la pelota la tenía Inglaterra, y dominaba el juego, con rapidez y verticalidad, Estados Unidos forzaba mejores llegadas. A los 25′ fue Mc Kennie el que elevó el remate tras un centro de la derecha. Y a los 32′ Pulisic metió un buen tiro que pegó en el travesaño. Después fu el turno de Sergiño Dest, quien entró al área con pelota dominada y cuando iba a disparar, le taparon el envío.

Inglaterra se las arregló para volver a llegar sobre el cierrre del primer tiempo. Iban 44′ cuando Luke Shaw envió un buen centro y Saka remató muy alto. Y a los 45+1′ Mount metió un tiro fuerte, que Matt Turner desvió al corner.

Crédito: @FIFAWorldCup

El segundo tiempo fue dominado por Estados Unidos. Sin demasiada profundidad, pero con un juego adelantado, acorraló a Inglaterra contra su campo, no le permitió salir y trató de lastimarlo, aunque sin grandes ocasiones.

Gareth South gate, el director técnico inglés, decidió dos modificaciones a los 67′ de juego. Henderson entró por Bellingham, y Jack Grealish reemplazó a Sterling. Y los cambios hicieron un buen efecto, porque mejoró el conjunto británico. henderson le otorgó orden y precisión en los pases, Grealish aportó su conocida habilidad y fantasía en la gambeta corta.

Entonces llegaron dos variantes para el equipo americano. Aaronso entró en lugar de Mc kennie, mientras que Moore reemplazó a Sergiño Dest, cuando iban 76′ del partido. En esa ventana, ya a los 77′, Inglaterra hizo su tercera modificación: Rashford reemplazó a Saka.

El juego se empezó a diluir en ese tramo final. Ya no dominaba tanto estados Unidos, e Inglaterra no apuraba demasiado las acciones. A los 82′ llegaron el tercer y cuarto cambio del equipo de Berhalter; Giovanni Reyna reemplazó a Weah, mientras que Josh Sargent ingresó por Wright.

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Y en el cierre, tal como había sucedido en el final del primer tiempo, Inglaterra volvió a contar con algunas oportunidades. A los 90′ hubo un corner de la derecha que cabeceó Harry Maguire y atrapó bien Matt Turner. A los 90+2′ llegó otro centro que cabeceó harry Kane, ye l balón pasó muy cerca del palo derecho de Turner.

Así se cerró el partido. Con más promesas que realidades, y al conformidad de ambos. Inglaterra, porque está a las puertas de la clasificación; Estados Unidos, porque depende de sí mismo en el duelo ante Irán, donde ambos se jugarán el boleto a la ilusión.

Hernán O’Donnell

Alemania desperdició sus chances y Japón reaccionó a tiempo

El fútbol es maravilloso porque entrega esta clase de partidos. En una Copa del Mundo, o en un torneo de ascenso. Cambiantes, atrayaentes, con giros inesperados y un desenlace imprevisible. Sabíamos que Japón iba a ser un hueso duro de roer para Alemania. Un equipo, el japonés, que crece y evoluciona de modo permanente desde hace unos treinta años, que aprovecha todas las herramientas que la industria le ofrece para progresar, que cuenta con numerosos futbolistas en la Bundesliga y en Premier League, que refleja la idiosincracia de su puebol, respetuoso, trabajador y paciente. Ante ese equipo se midió Alemania, favorito por naturaleza, dueño de una tradición histórica y un concepto del juego cada vez más aceitado y afianzado. Un estilo que supo amalgamar la fuerza, el orden táctico y el desarrollo físico, con el respeto y el buen trato de la pelota. Entre ambas formas de jugar, nos entregaron un partidazo, tal como imaginábamos antes de iniciarse el torneo, y que, por ahora, se lleva el premio al “Mejor Partido del Mundial”.

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Alemania comenzó con Manuel Neuer en la valla; Niklas Sülle, Rüdiger,Nico Schlotterbeck y David Raum; dos medio centros, Joshua Kimmich y Gündogan; Serge Gnabry, Thomas Müller y Jamal Musiala; Kai Havertz como centro atacante.

En Japón jugaron Shuichi Gonda de arquero; Hiroki Sakai, Kou Itakura, Maya Yoshida y Yuoto Nagatomo; Wataru Endo y Ao Tanaka; Junya Ito, Daichi Kamada y Takefusa Kubo; Daizen Maeda.

Empezó rápido el partido, con una llegada de Japón a los 7′, tras un buen cabezazo de Maeda, pero que había quedado invalidado por off side previo. Contestó Alemania, a los 16′, con un corner de Kimmich que cabeceó Rüdiger, pero su lanzamiento salió por arriba del travesaño. Cuando iban 19′ fue Kimmich el que sacó un gran tiro que desvió Gonda. De a poco, el arquero comenzó a ganar protagonismo, porque mientras Alemania se hacía dueño del balón, de las acciones y del dominio del juego, Gonda respondió una y otra vez. A los 27′ fue Gündogan el que sacó un tremendo tiro que desvió el arquero japonés.

Hasta que a los 30′ salió a tapar una entrada de Raum, le cometió falta, y el árbitro sancionó el correspondiente penal que, a los 32′ de juego, Gündogan trasnformó en el 1-0 a favor de Alemania.

Pudo aumentar el equipo europeo a los 45+3′, cuando, tras una enorme jugada con múltiples pase, Havertz definió sobre el área chica rival, pero estaba en posición prohibida. Y Japón cerró el primer tiempo con un buen cabezazo de Maeda, que pasó muy cerca del arco de Neuer, cuando ya iban 45+5′ de juego.

En el segundo período, Hajime Moriyasu, el entrenador de Japón, decidió hacer una variante. Tomiyasu entró por Kubo.

Alemania salió con el mismo ritmo y a los 46′ ya tenía una llegada clara. Müller habilitó a Serge Gnabry, este entró al área y sacó un potente remate que pegó en el travesaño y salió desviado. A los 50′ fue Musiala quien disparó fuerte y el tiro salió alto. Alemania mantenía el ritmo, y japon necesitó de dos variantes más. K. Mitoma entró en lugar de Y. Nagatomo, y T. Asano ingresó por D. Maeda, cuando iban 56′ de juego.

Pero los europeos sostenían el dominio, y empezaban a acumular chances claras para convertir, aunque no acertaban con la puntada final. A los 59′ Gundogan sacó un tiro fuerte, que pegó en la base del palo izquierdo de Gonda, y se fue afuera.

Japón se empezó a animar más con los cambios, y a los 60′ Asano tuvo un remate alto, apenas afuera.

El entrenador alemán, Hans-Dieter Flick, hizo entonces sus primeras dos modificaciones. Jonas Hoffmann entró por Thomas Müller, y León Goretzka reemplazó a Gündogan, cuando iban 66′.

Y seguía Alemania sin aprovechar lo que generaba a través de su buen fútbol. A los 69′ Gnabry sirvió para Hoffmann, pero su tiro fue tapado por Gonda. Del rebote, llegó otra jugada, que derivó en un centro de la izquierda y fue Serge Gnabry quien metió un cabezazo al suelo, pero que Gonda supo desviar tras el pique, ya a los 70′ del partido.

Entonces, cuando todo el desarrollo ya tenía un argumento, el fútbol volvió a demostrar por qué es el juego más hermoso e imprevisible del mundo. Salvó el boxeo, que una mano de knock out puede alterar el desarrollo de un combate de manera radical y absoluta, es difícil encontrar disciplinas que puedan tener ese misterio, esas alteraciones que tiene el fútbol.

Japón se animó a los 72′, con un tiro de Junya Ito que tapó Manuel Neuer, y el rebote le quedó a Sakai, pero le entró abajo al balón y el disparo salió un poco alto. Minamino entró por el propio Sakai, a los 73′, y enseguida le dio un vuelo futbolístico fenomenal al equipo oriental. Desbordó a los 74′, sacó un centro preciso, neuer apenas la pudo desviar, y por el medio llegó Doan para marcar el primer gol de Japón en el Mundial, y poner el 1-1 en el partido.

Crédito: @FIFAWorldCup

Intentó reaccionar el técnico alemán, y dispuso la tercera y cuarta modificación de su equipo en su segunda ventana habilitada para hacer cambios. Niclas Füllkrug entró en lugar de Kai Havertz, y Mario Gotze reemplazó a Musiala, cuando se jugaban 78′.

Pero ya el partido le pertenecía a Japón. A los 82′ salió rápido el equipo con un tiro libre desde el fondo, picó Asano por derecha y sacó un tiro fuerte, cerrado y al primer palo, ante la salida de Neuer, para revertir el marcador y poner a Japón arriba por 1-2.

Hans Flick intentó una quinta variante para torcer el destino, y a los 89′ Youssoufa Moukoko reemplazó a Serge Gnabry.

Alemania fue al frente con fuerza, pero ya sin ideas, ni claridad. Había perdido muchas oportunidades, y el fútbol se había ido con su rival. A los 90+4′ leon Goretzka tuvo una buena chance, pero su tiro se fue afuera. Subió Manuel Neuer a buscar el balón en un par de tiros libres, pero tampoco surtió efecto.

Todo lo que Alemania generó y no supo usfructuar, fue bien aprovechado por Japón, que soportó el temporal del primer tiempo, levantó en el segundo, y al final usó sus armas y encontró la fórmula para llevarse el partido.

Hernán O’Donnell

Un tiempo para Estados Unidos, el otro para Gales

Fue un empate lógico, justo, casi obvio. Estados Unidos y Gales se dividieron el partido casi en partes iguales. El primer período fue para el equipo americano, donde ejerció una presión constante, dominó las acciones y obtuvo la diferencia en el marcador. El segundo tiempo lo controló más el seleccionado europeo, se adelantó en el campo, buscó con más ambición y llegó al empate. Al final pudo ser para cualquiera de los dos, pero la igualdad le queda bien a lo que fue el partido.

Esatdos Unidos formó con Matt Turner; Sergiño Dest, Zimmerman, Tim Ream y Robinson; Weston Mc Kennie, Tyler Adams y Musah; Thimoty Weah, Josh Sargent y Christian Pulisic. El conjunto de las Islas Británicas comenzó con Wayne Hennessey en la valla; Connor Roberts, Mepham, Rodon, Ben Davies, Williams; Aaron Ramsey, Ampadu; Wilson, Gareth Bale y Daniel James.

El comienzo, está dicho, fue de Estados Unidos. Con mucha presión, juego rápido y habilidad en jugadores como Weah o Pulisic, atropelló a Gales, y lo metió en su campo. Un equipo que hace tiempo se metió en el concierto de las Naciones que están un peldaño atrás de las potencias, pero que siempre pueden complicar, y que cada vez son más competitivos. Aunque muchos los decsubran recién ahora. A los 8′ llegó por derecha con una escapada de Weah, el centro recto y el corte de Davies, contra su valla, pero al medio y el arquero Hennessey la pudo controlar. Fue la llegada más clara hasta la apertura del marcador.

Iban 35′ cuando el equipo de Gregg Berhalter armó una buena maniobra colectiva, Sargent cedió a Pulisic, este metió un pase profundo y vertical para la entrada de Weah, quien definió con mucha calidad ante la salida del arquero galés, y puso el 1-0 a favor de Estados Unidos.

Crédito: @FIFAWorldCup

Rob Page, el entrenador de Gales, dispuso una modificación para el comienzo del segundo tiempo; Kieffer Moore entró en lugar de James. Y fue un cambio beneficioso, pues el grandote Moore empezó a pivotear en el ataque, a preocupar a la defensa americana y a darle más compañía Gareth Bale.

Además, el conjunto europeo se adelantó en el campo de juego, tuvo más posesión y mayor actitud ofensiva. A los 63′ Davies metió un tremendo cabezazo que Turner sacó al corner con un vuelo impecable. De ese tiro de esquina, bien ejecutado por Wilson, Moore sacó un cabezazo que salió apenas alto, ya a los 64′.

Berhalter decidió, entonces, hacer la primera variante en Estados Unidos. Brenden Aaronson entró por Mc Kennie, cuando iban 65′ de juego. El conjunto americano no se resignaba, e intentaba meter contragolpes punzantes, como el de Pulisic, a los 72′, que se fue por izquierda y sacó un centro que no pudo ser aprovechado por ninguno de sus compañeros. A los 74′ llegaron tres variantes más en el equipo de Norteamérica: Kellin Acosta entró en lugar de Musah, DeAndre Yedlin ingresó por Sergiño Dest, y Haji Wright reemplazó a Josh Sargent. Y volvió a tener una posibilidad a los 76′ con un corner de Pulisic que Aaronson cabeceó apenas desviado.

Sin embargo, el empuje de Gales era cada vez más sostenido, y a los 78′ Brennan Johnson reemplazo a Neco Williams en el equipo europeo.

Crédito: @FIFAWorldCup

La jugada clave se produjo al minuto siguiente, cuando Zimmerman fue a trabar una pelota que Bale recibí en el centro del área grande, el defensor americano llegó un poco más tarde y golpeó al delantero galés. El juez Abdulrahman Al Jassim sancionó el correspondiente penal, y Gareth Bale lo ejecutó con un tremendo zurdazo, cruzado, fuerte y junto al palo izquierdo de Turner, para que Gales celebrara llegar a la igualdad: 1-1 quedaba el partido.

El quinto cambio de Estados Unidos se produjo a los 87′; Jordan Morris entró en lugar de Timothy Weah. Gales también llegaba agotado al final, y a los 90+2′ Sorba Thomas ingresó en reemplazo de Harry Wilson, mientras que a los 90+4′ Joe Morrell ocupó el lugar de Ethan Ampadu.

Fue lo último de un partido bárbaro, vibrante, y repartido en los momentos, por eso el empate le quedó muy bien al balance final.

Hernán O’Donnell

Se abrió el telón del Mundial con una victoria clara de Ecuador

Al fin comenzó la Copa Mundial de la FIFA-Catar 2022. El fútbol se volvió a dar cita en su Campeonato cumbre, el más célebre, el más codiciado y el más afamado. El Mundial está otra vez entre nosotros, la tribu futbolera desparramada por el mundo que vive y respira a través de la pelota, que encuentra en cada partido una razón para ser feliz, y que se conmueve con este torneo, pero no mucho más que con cualquier campeonato, liga o partido de fútbol que se ve semana tras semana. Porque en definitiva, es un Campeonato de fútbol, un torneo de partidos, como tantos existen en el planeta. Con más glamour, tal vez con más jerarquía, con más categoría en los futbolistas, sin dudas, y con equipos que han hecho un recorrido para llegar a la cita, con la excepción del seleccionado local, que como es tradición en la FIFA, tiene se lugar asegurado. Hasta hace poco tiempo también el último campeón obtenía su boleto directo al Mundial siguiente, pero esta norma cambió hace unos años.

Crédito: @FIFAWorldCup

Hubo una ceremonia linda, austera, entretenida. Con una cuota de emotividad ante la presencia del actor Morgan Freeman, con un espacio para la cultura local y un momento para escuchar las canciones de aliento de los países participantes. Y después, sí, el fútbol.

Qatar y Ecuador abrieron la Copa del Mundo. Aunque el protagonismo casi exclusivo fue del equipo visitante, que tuvo el control absoluto del juego, dominó las acciones, generó la mayor cantidad de posibilidades de gol y logró un tirunfo claro por 0-2.

El local comenzó con Saad Al Sheeb en el arco; tres centrales: Husham, Khoukhi y Abdelkarim Hassan; Pedro Ró-Ró de lateral volante derecho, Hasan Al Haydos, Karim Boudiaf y Abdelaziz Hatem en el medio; Homam Ahmed, de carrilero izquierdo. Y adelante, Almoez Ali y  Akram Afif.

El conjunto de Gustavo Alfaro se presentó con Hernán Galíndez en la valla; Angelo Preciado, Félix Tores, Piero Hincapié y Pervis Estupiñán; Gonzalo Plata, Jhegson Méndez, Moises Caicedo y Romario Ibarra; Enner Valencia y Michael Estrada.

Desde el inicio Ecuador fue a buscar el partido. Salió a ahogar al rival, a meterlo en su campo, bien cerca del área y a presionarlo bien alto en la salida. Llegó al gol a los 2′ de juego, pero ese cabezazo de Valencia no fue convalidado porque el VAR detectó una posición adelantada previa. Pero fue una señal clara de lo que podía pasar. Una mala salida del arquero Al Sheeb había metido a su equipo en problemas.

Se mantuvo el ritmo del partido, con el ataque permanente del equipo sudamericano, y a los 15′ llegó al gol, de Enner Valencia de penal, por una infracción previa del arquero local, y el resultado quedó abierto para Ecuador por 0-1.

No podía Qatar salir del encierro. Un poco por defectos propios, y otro poco por la presión constante del equipo de “Lechuga” Alfaro. Así, a los 30′ aumentó el marcador. Comenzó en un centro muy preciso de Angelo Preciado desde la derecha y el cabezazo de Enner Valencia puso el score 0-2 a favor de Ecuador.

Bien trabajado el visitante, con las subidas permanentes de Pervis Estupiñán, uno de los mejores laterales por izquierda de Sudamérica, el tándem aceitado de Gonzalo Plata y Preciado por derecha, las llegadas de Ibarra y el peligro permanente de Valencia, hicieron del primer tiempo, un monólogo. El local recién pudo llegar al área visitante a los 45+4′, cuando el centro de la derecha no pudo ser bien capitalizado por Almoez Ali, y su frentazo se fue muy desviado.

Crédito: @FIFAWorldCup

El segundo tiempo mantuvo el mismo argumento. Ecuador llegó a los 54′ con un remate de Romario Ibarra que, esta vez sí, el arquero local desvió con una buena intervención.

De a poco, Qatar se animó y a los 61′ un cabezazo de Pedro Ró-Ró se fue muy cerca. Cuando iban 67′ se produjo la primera variante del partido; Jeremy Sarmiento ingresó por Romario Ibarra. A los 71′ movió el banco el entrenador del equipo local, el español Félix Sánchez, y determinó que M. Jadoua entrara por H. Al Haydos, y M. Muntari reemplazara a Almoez Ali.

Volvió a llegar Qatar, con un remate de Afif que se fue alto, cuando iban 74′ de juego. A los 75′ José Cifuentes entró por Enner Valencia, en Ecuador.

Bajo un poquito la intensidad del equipo del Pacífico y Qatar se animó a tener la pelota, a trazar algunos pases correctos y llegar un poco más al área de Galíndez. A los 85′ Mohammed Muntari sacó un buen tiro, que se fue apenas elevado. Y a los 89′, Gustavo Alfaro hizo dos cambios más en su alineación; Kevin Rodriguez entró en lugar de Michael Estrada, y Alan Franco reemplazó a Moises Caicedo.

Fue lo último que quedó anotado en la libreta de apuntes. Los minutos finales se consumieron sin mayores emociones. El Mundial abrió el telón y Ecuador logró una valiosa victoria. El fútbol, al cabo el juego que tanto nos apasiona y nos atrae alrededor del mundo, comenzó otra cita. Con más repercusión, más atracción mediática, más publicidad y más repercusión alrededor. Con el color y las notas aleatorias que van desde interesantes temas geográficos, políticos y sociales, hasta lo más superficial sobre restaurantes, comidas y tiendas, que se pueden apreciar en cualquier programa del rubro y en cualquier momento del año. El fútbol, en definitiva, lo que más nos importa y gusta, aún sigue envasado en el campo de juego, los noventa minutos reglamentarios y los veintidos futbolistas que inician cada partido. Como en cualquier país, en cualquier campeonato, que se pone en marcha en cada rincón del planeta. Desde el Mundial, hasta la última liga de ascenso del más remoto país, el fútbol siempre es eso. Lo demás, cotillón para la tribuna.

Hernán O’Donnell