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En el ocaso, Olympique de Marsella estropeó la noche soñada de Villarreal

Tras un abultado 4-0 en el encuentro de ida y por la vuelta de los 8vos de Final de la UEFA Europa League, el Submarino Amarillo recibió a los Olímpicos en un Estadio de la Cerámica repleto de ilusiones. Tímidas, pero ilusiones al fin.

La tarde soleada en Villarreal abrió paso a unas nubes, que acompañadas de fanáticos del Olympique de Marsella rodearon el moderno estadio en el centro de la clásica ciudad. Los simpatizantes franceses arribaron a las inmediaciones de la cancha con aires triunfalistas y una confianza absoluta, aunque se probaría desmedida unas pocas horas más tarde. Los visitantes ya se sentían en 4tos de Final de la segunda máxima competición continental europea, pero se embarcarían en un terreno complicado donde deberían sufrir para sellar su pase. Entre el griterío y efervescencia de los galos, y la silenciosa, aunque notable, presencia de los locales, el encuentro parecía tener lugar en la capital de Provenza.

El Estadio de la Cerámica atento ante un tiro libre de Dani Parejo.

Ubicados en la tribuna superior del Fondo Norte, los Marselleses se hicieron protagonistas de la noche con sus cánticos y banderas. La fanaticada del Submarino Amarillo aguardaba con calma su momento de imponer su condición de local. Así se hicieron las 18:45 y comenzó a rodar la pelota en el césped, el partido se empezó a jugar mucho antes. Los primeros instantes se caracterizaron por un dominio de la posesión por el aventajado conjunto visitante. Villarreal supo resistir esa ráfaga. Olympique no parecía relajarse, Veretout centró un tiro libre que buscaba colarse por el segundo palo y Filip Jorgensen pudo desviar al córner con un gran manotazo. Desde ese momento comenzó el control del Villarreal y las oportunidades de abrir el marcador, y con ello la ilusión del milagro. El centrodelantero noruego, Alexander Sørloth, fue el más desequilibrante en tres cuartos del campo y en adelante para el local. Pau López tuvo grandes respuestas que mantenían en cero su valla. Al mismo tiempo, se ganaba el enojo de la afición con su pausada y relajada rutina a la hora de reanudar el juego.

No obstante, su valla fue abatida merodeando la media hora de partido. Goncalo Guedes condujo desde mitad de cancha y tocó para Gerard Moreno, el capitán abrió para el lateral derecho, Kiko Femenía, quien enganchó y colocó un centro preciso para el inesperado ingreso goleador de Étienne Capoue. Acertó de cabeza, el balón se impulsó por el pique en el pasto y doblegó la resistencia, hasta entonces, perfecta de López. El francés concentró las mejores jugadas de la primera mitad, resaltado por una fantástica acción individual en la que dejó correr el balón, enganchó y hasta tiro un delicado túnel a su marcador, previo a ingresar al área. El número 6 del Villarreal fue artífice de los mejores momentos y su gol remarcó su gran partido. El primer gol, quizás el más importante, llegó en un gran momento y el segundo estuvo cerca de caer en un partido que se fue al descanso con un claro bando dominante. Sin embargo, el Marsella mostraba su potencial y en cada contra rozaba acertar la daga que pusiera punto final al sueño en Vila-Real. Tal fue el caso cuando tras una mala entrega del lateral izquierdo, Jorge Cuenca, Kondogbia conectó un disparo que apenas se abrió del palo izquierdo del arquero local. El suspiro y alivio de las tribunas amarillas hizo eco en todo el estadio.

Horas antes del partido, la calma que caracteriza a Vila-Real comienza a difuminarse.

La segunda etapa reanudó con una tendencia cuasi idéntica a la vista apenas 15 minutos antes. Villarreal buscaba, presionaba e imponía condiciones, mientras Olympique se resguardaba y mostraba los dientes en cada contra. El ingreso del gabonés, Pierre Emerick Aubameyang, propició un gran salto de calidad en la visita y atemorizaba a los Groguets. En la primera que tocó, “Auba” lideró un contraataque que él mismo finalizó, desperdiciando un mano a mano clarísimo. Minutos más tarde, probaría con una chilena que terminó en las manos de Jorgensen. Villarreal dominaba, Olympique respondía esporádicamente. El 2-0 se sentía en el aire y se concretó a los 54′, la jugada fue minutos antes, pero la larga revisión cargó de aún más tensión el campo de juego. Guedez, otra vez, fue el conductor del gol y habilitó a Sørloth que definió de manera excelsa contra el primer palo. De empeine, pero con roces de cara externa, el noruego abatió a López y desató a los aficionados, al grito de: “¡Si se puede!”. Claro que se podía, el equipo dirigido por Marcelino García Toral lo sabía. Los hinchas locales lo sabían. Quizás quienes más conscientes eran de la posibilidad de la epopeya, o mejor dicho el papelón, eran los hinchas visitantes. Sus gritos y cargadas que antes invadían el estadio, fueron sustituidos por nervios y un silencio inquietante.

El miedo crecía con cada aproximación del equipo cerámico, y el terror se desataría a los 85 minutos. De pelota parada, arma con la que inquietó todo el partido, Villarreal encontró, como quien tanto lo busca, el 3-0 y la hazaña se vio tan posible como nunca antes. Centro del As del mediocampo, Parejo, y un testazo certero del ingresado Yerson Mosquera (por la lesión de Eric Bailly) que dejó sin respuestas al arquero rival. Ya no era una profecía, sino un desenlace muy posible. En una carrera contrarreloj, Villarreal se adentró en un final de película.

La llave parecía estar en el juego aéreo, desde el pie de Dani Parejo, que tuvo una noche estupenda, en la que se hizo amo y señor del mediocampo, conduciendo los avances de su equipo y mostrando su clase y experiencia en cada intervención. Cabezazos de Aissa Mandi y Santiago Comesaña estuvieron cerca de provocar el estallido del Estadio de la Cerámica, pero el grito sagrado se veía oprimido en las gargantas de los fanáticos. Esa opresión se transformó en un amargo sabor de bocas llegado el minuto 90+4. De un lateral, Aubameyang desbordó ante un frente defensivo que se veía más enfocado en liderar el contraataque que recuperar la pelota. El cansancio tuvo su efecto, también, y la jerarquía del ex Borussia Dortmund, Arsenal y Barcelona, tuvo un destello letal. Llegó hasta línea de fondo y se adentró en el área de Villarreal, la tensión podía cortarse con un cuchillo. Centro raso y por el segundo palo ingresó inadvertido Jonathan Clauss que empujó la pelota a la red, con ello clavó una estaca en el corazón de todos los espectadores “Groguets”.

El festejo desenfrenado se liberó en el campo de juego y en la tribuna. Un descargo propio de la angustia que llenó cada alma marsellesa en Vila-Real. Hubo de todo: una corrida de toda la cancha para festejar de Pau López, gestos de Clauss y “Auba” que combinaban festejo con provocación y miradas desoladas de los aficionados amarillos, cuyo sueño terminó en pesadilla.

El shock inicial duró unos minutos, hasta el pitazo final más específicamente. Pero una vez sentenciada la eliminación, el orgullo inundó y ahondó en los locales. Aplausos, cantos de aliento y un reconocimiento a la entrega total de sus jugadores. La épica no fue completa, pero no quita mérito a la noche heroíca que aconteció en Vila-Real. Los Groguets estuvieron a centímetros, minutos, segundos quizás, de concluir una hazaña continental de antología. Quién dijo que la historia la escriben los ganadores, deberá dejar un capítulo en blanco para este Submarino Amarillo que contra todo pronóstico sacudió a un grande europeo y lo envolvió en la incertidumbre y el temor.

Federico O’Donnell

(Enviado Especial a Villarreal, Provincia de Castellón, España)

En el estreno de Koeman, Barcelona brilló y opacó los murmullos

En el debut oficial de Ronald Koeman al frente del equipo, el blaugrana venció 4-0 al Villareal. Ansu Fati, el gran protagonista de la noche, fue el autor de los primeros dos tantos, Lionel Messi gritó el tercero y Pau Torres, en contra, completó el marcador.

Twitter: @FCBarcelona

Barcelona comenzó su camino en La Liga 2020-21 con una victoria necesaria, que fue producto de una gran función y que atenúa los conflictos que rodean al club desde la eliminación de la Champions League pasada.

Sin tantas modificaciones en el once inicial, pero que igualmente generaron repercusion, el conjunto culé realizó una primera mitad sin inconvenientes y se marchó al vestuario con los tres puntos casi en el bolsillo. Koeman no cambió tanto los nombres titulares, pero sí la disposición en el terreno de juego. Con Neto en el arco por la lesión de Ter Stegen, la línea de cuatro defensores fue idéntica a la de las últimas temporadas: Sergi Roberto, Gerard Pique, Clément Lenglet y Jordi Alba.

En el centro del campo hubo nuevas decisiones: la alineacion desplegada era un 4-2-3-1, con matices, delante de la defensa mencionada, Sergi Busquets y Frenkie de Jong compartían el eje, mientras que por los costados, más adelantados, participaron Antoine Griezmann, por derecha, y Ansu Fati, por izquierda. Philippe Coutinho recibió la confianza del neerlandés en su regreso tras haber sido cedido a Bayern Munich, y al igual que Messi, participó con libertad en la cancha, con un rol de conducción. No hubo un centrodelantero definido en el equipo.

Los factores externos que rodeaban a Barcelona previo al partido pudieron ser opacados por un inicio sólido en el campeonato local. En la semana se había anunciado la salida de Luis Suárez, que generó polémica, y el debut goleador del uruguayo en Atlético de Madrid dio lugar a más críticas por su salida. Tambien se marcharon Ivan Rakitic, Arturo Vidal y Nelson Semedo, mientras que la conflictiva situación de Messi, que no se muestra a gusto, todavía hacía ruido.

Una vez que la pelota rodó, aquellos conflictos quedaron a un lado. La nueva formación posibilitó otra dinámica del equipo, el funcionamiento fue bueno, a la vez que se encontraron ante un rival desdibujado, que ofreció poca resistencia. A los 15 minutos, Antoine Griezmann tiró el centro atrás, raso, para Ansu Fati, que puso en ventaja al local con un fuerte remate al poste derecho de Sergio Asenjo, que nada tuvo por hacer ante semejante disparo.

Twitter: @FCBarcelona

El joven de 17 años volvió a gritar minutos después, a los 19′, tras una gran conducción de Coutinho, que lo habilitó cerca del área. Con tranquilidad, Barcelona dominaba el partido y el marcador. Más tarde, el brillante joven que ya debutó en la Selección Española se deshacía de su marca hasta que le cometieron penal. Leo Messi lo cambió por gol y el resultado era abultado.

Sobre el final de la primera etapa, el capitán realizó una gran maniobra, de las que pueden esperarse de él, y lanzó un gran centro para Sergio Busquets, en el cual intervino Pau Torres, pero convirtió en propia puerta.

Para el segundo tiempo, con el panorama ya a favor del local, Unai Emery realizó dos cambios para la visita. Salieron Paco Alcacer y Francois Coquelin, e ingresaron Vicente Iborra y Manu Trigueros. El desenlace del partido no cambiaría. Ambos entrenadores utilizaron las cinco modificaciones a disposición. A los 70′, se retiró la estrella de la noche, Ansu Fati, junto a Coutinho, de gran presentación, e ingresaron Pedri, debutante, y Ousmane Dembélé, que fue afectado por lesiones en su estadía en el club.

Koeman también dio lugar a Trincao y Pjanic, flamantes incorporaciones, en reemplazo de Griezmann y Busquets. Emery sacó a Chukwueze y metió a Kubo. Pocas emociones continuaron en el encuentro. A los 84′, Ramiro Funes Mori ingresó por Raúl Albiol, y Carlos Bacca en lugar de Gerard Moreno.

La ultima emoción fue por parte del blaugrana también, que no pudo anotar el quinto ni por medio de Trincao, ni luego por Messi, debido a una gran respuesta de Asenjo.

Barcelona resolvió en la primera etapa un encuentro que no presentó dificultades. Koeman acertó en las decisiones que tomó para su debut oficial. Ansu Fati respondió con goles y desequilibrio a la confianza del entrenador, mientras que Coutinho también mostró una versión positiva en su regreso. Fue una noche en la que los Culés fueron precisos, eficaces, y desplegaron un buen funcionamiento en conjunto. La goleada sirve para empezar con el pie derecho La Liga, para creer en los cambios que hubo en el equipo y para poder ilusionarse con que el proyecto que comienza traerá mejores resultados.

Martin O’Donnell