Archivo de la categoría: UEFA EURO 2020

Inglaterra encontró en un penal que no fue el triunfo que merecía

Toda la mística de Wembley, la “Catedral del Fútbol”. Toda la pasión de un pueblo futbolero por excelencia, orgullosos de ser los creadores del “beautiful game”. Toda la expectativa de una semifinal de EURO, el torneo de selecciones más atrapante después de la Copa Mundial de la FIFA. Toda la alegría de un estadio lleno de gente, de música y color a la epsera de un choque vibrante. El local, Inglaterra, con el peso de la historia, la obligación de jugar en casa y la ilusión que despierta un equipo que desde la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018, no para de crecer. Y Dinamarca, otra vez con el traje de cenicienta, como en aquel verano del ’92, cuando accedió a la EURO-Suecia 1992 por la deserción de Yugoslavia, que debido a su inestable situación política no pudo participar, y Dinamarca fue designada sustituta por haber terminado segunda en el mismo grupo de la fase de clasificación de la EURO. Entonces, siempre se lo recordó así, entró por la ventana, y salió por la puerta grande de los vencedores. Esta vez, en una semifinal ante el local, los boletos estaban todos comprados en favor de su rival. Pero el traje de héroe siempre les gustó a los daneses.

La confianza en Inglaterra estaba por las nubes. 4 a 0 a Ucrania en los cuartos de final, un equipo ensamblado, al margen de la decisión de Southgate de reemplazar a Sancho por Saka, y la ilusión de jugar una final en Londres. Todo estaba dado para un gran partido.

Y el primer tiempo fue vibrante. Inglaterra salió a jugar a toda velocidad, con la dinámica de Phillips en la mitad de la cancha, la apertura por los costados a través de Saka y Sterling y el enlace de Mount con Harry Kane para generar peligro. Pero ese furor duró unos diez minutos; hasta que Dinamarca se pudo acomodar, con tres centrales firmes, Christensen de mayor salida que sus compañeros, y Kjaer para respaldar a todos. Stryger y Maehle buscaban alinearse con los volantes medios, Hojberg y Delaney, en tanto los tres delanteros, Braithwaite, Dolberg y Damsgaard se juntaban con los volantes cuando Inglaterra atacaba. porque el equipo danés no tenía prejuicios; si el balón era del local, se replegaban los laterales para formar una línea de cinco, los hombres de costado, Braithwaite y Damsgaard se metían en la línea media y solo quedaba Dolberg como punta de lanza. 5-4-1, para desplegarse a la hora de conseguir el balón.

Y así tuvo un par de llegadas, hasta que abrió el marcador. A los 24′ Damsgaard probó con un tiro cruzado y el balón pasó por delante del arco inglés. Y a los 29′ el propio Damsgaard metió un fabuloso tiro libre que se metió bien arriba, lejos del alcance de Pickford, que significó el 0-1 para Dinamarca.

A Inglaterra se le llenó el cuerpo de preguntas. Confundió juego con velocidad, y apuró el ritmo, aunque encontró en Kane un toque de serenidad para armar las jugadas que lo llevaran al empate. Y así ocurrió a los 39′, con un desborde de Saka por derecha, el centro al borde del área chica, la aparición de Sterling casi bajo el arco y Kjaer, que en su afán de despejar, metió el balón contra su valla. 1 a 1, y fin de la primera parte.

Inglaterra fue otra en el complemento. Se despertó y lo jugó con todas sus luces. Más dinámico fue el local a partir de la levantada de Phillips, el volante de Leeds que se adueñó del centro del campo y organizó el juego, con la habilidad de Mount, la potencia de Kane y las trepadas de Shaw y Walker por los costados. A los 54′ tuvo una chance muy clara, con un centro de Mount, un cabezazo potente, certero y bajo de Maguire y Schmeichel tapó bien con una estirada fenomenal.

Repitió Mount a los 63′ y tapó el arquero danés. A los 66′ se vivnieron tres variantes en la visita; Poulsen entró por Damsgaard, Norgaard ingresó en reemplazo de Dolberg y Wass en el medio campo entró por Strygger. Southgate, en tanto, determinó su primera variante a los 68′, cuando el habil Jack Grealish ingresó en reemplazo de Saka.

Y creció el local hasta sostener unos veinte minutos finales de dominio exclusivo del juego. Manejó el balón, volcó el trámite al campo danés y acumuló situaciones de gol.

A los 72′ remató Mounty Schmeichel sacó al corner. A los 79′ Phillips probó desde afuera y su remate se fue alto. Dinamarca metió otro cambio a los 87′ cuando Jensen ingresó por Delaney. Y al final hubo otro cabezazo de Maguire que controló bien el arquero visitante, a los 90+4′ en tanto a los 90+6′ Kane no pudo conectar un centro de Grealish que al final despejó Kjaer.

El alargue volvió a tener a Inglaterra como principal protagonista desde el inicio. A los 94′ llegó muy bien Harry Kane por derecha y su disparo fue sacado por la pierna derecha de Schmeichel, y a los 95′ vinieron dos cambios muy importantes para el local: Henderson entró en lugar de Rice y el joven Foden reemplazó a Mount. Y ambos se mostraron muy activos; se metieron bien pronto en el partido, sobre todo Foden, que se convirtió en el socio de Grealish para la creación.

Así, a los 98′ Foden habilitó a Grealish quien sacó un tremendo disparo que Schmeichel sacó con un golpe de puños. A los 103′ llegó la jugada (controvertida) del partido. Sterling se metió por derecha, entró al área y cuando iba a sacar el centro, ante una pierna cruzada de Vestergaard, se dejó caer. No se observó falta, pero el árbitro entendió que sí y sancionó el penal que Harry Kane ejecutó Schmeichel rechazó y Kane, de rebote, a los 104′ marcó el 2 a 1 para Inglaterra.

Dinamarca, enseguida, metió su última variante: Wind por Vestergaard, a los 105′ de juego. Para el comienzo del segundo tiempo de la prórroga, Southgate hizo otro cambio: Trippier por Grealish, para sumar marca y lucha en la defensa.

El segundo período de la prórroga fue otro partido. Inglaterra se refugió en su campo, se ordenó hacia atrás y le cedió el control a Dinamarca. Con Henderson y Phillips en el patrullaje de la mitad de la cancha, Inglaterra se sostuvo a partir de ese orden y la inteligencia de Kane para aguantar la pelota en cada ataque.

Dinamarca sintió el paso de los minutos y apostó al pelotazo. Con el sacrificio de Maehle, Braithwaite, Poulsen y Wass, intentó con más vergüenza que fútbol. Y el local jugó a la posesión los últimos cinco minutos del alargue. Toque y toque para sostener el resultado, ante un Wembley exultante.

La verdad estará el domingo en la gran final ante Italia. Inglaterra celebró la clasificación con fervor, en un partido que mereció ganar con claridad, pero que, con el tiempo, deberá hacer olvidar ese penal cuestionable.

Hernán O’Donnell

Las manos de Sommer brillaron, pero las de Simon le dieron justicia a la clasificación de España

Un partido larguísimo, que parecía España lo iba a resolver a lo largo de los noventa minutos reglamentarios, luego la sensación fue que la “Roja” estuvo siempre cerca de ganar en la prórroga, pero las manos del arquero Yann Sommer impidieron una y otra vez que España se adelantara en el marcador . Y todo se resolvió por la vía de los penales.

A los 8′ se adelantó el equipo de Luis Enrique con un gol en el que el desvío en Zakaría le dio la oportunidad de ponerse 0-1. Y allí el equipo español intentó manejar el balón, darle circulación y tener el control del juego con su clásico estilo de posesión.

Fue importante Pedri en la conducción y en la distribución. Koke para darle vitalidad a la mitad de la cancha. Azpilicueta y Jordi Alba siempre listos para subir y adelante Morata, asistido por Sarabia y Ferrán Torres preocupaban a Suiza. Claro que los de Vladimir Petkovic mostraron lo suyo. La velocidad punzante de Shakiri, el trajinar de Zuber y el peligro que siempre lleva Seferovic.

A los 23′ se lesionó Breel-Donald Embolo y fue reemplazado por Ruben Vargas, en tanto el equipo se agrandó en los diez minutos finales de la primera etapa y forzó un par de situaciones ante el arco de Unai Simon.

España salió al segundo tiempo con una variante; Dani Olmo ingresó en lugar de Pablo Sarabia. Y le dio más aire al equipo. Ya a los 49′ ejecutó un centro que Koke elevó de cabeza; era un aviso, aunque Suiza estaba viva y a los 51′ Shakiri ejecutó un corner cerrado, casi olímpico, que pasó muy cerca del primer palo y a los 53′ Gerard Moreno entró por Morata.

Suiza insistía y a los 67′ llegó al empate; un rechazo de Laporte rebotó en la espalda de Pau Torres y el balón le quedó a Freuler, quien se la pasó a Shakiri y el delantero de Liverpool definió bien ante la salida de Unai Simon. 1 a 1 y volver a empezar.

España fue para adelante como lo marca su historia y a los 76′, cuando se fue expulsado Freuler, ya el partido quedó definido: El conjunto ibérico al ataque y los suizos refugiados con dos líneas de cuatro y un delantero que flotaba por delante de ellos. Entonces Sommer apareció en la tarde/noche de San Petersburgo. Porque Petkovic pretendió reforzar la zona del medio y decidió dos modificaciones a los 81′ de juego: D. Sow entró por X. Shaqiri y M. Gavranovic por el centro atacante, H. Seferovic. Sobre el cierre del partido, Suiza realizó una nueva variante, Fassnacht por S. Zuber y España reemplazó a Koke por Marcos Llorente. Y para comenzar el alargue, Oyarzábal, el talentoso volante de la Real Sociedad de San Sebastián.

En la prórroga comenzó el show del arquero Sommer. Suiza retrocedió, de modo peligroso, en tanto España puso toda la artillería en el campo rival. A los 100′ fue Gerard Moreno el que exigió a Sommer y el arquero respondió. Enseguida Oyarzábal enganchó desde la derecha, sacó el zurdazo abierto y otra vez surgió el arquero de Borussia Mönchengladbach para desviar el balón. Suiza hizo dos cambios a los 101′: K. Mbabu entró en lugar de S. Widmer y F. Schar reemplazó al defensor D. Zakaria. Poco después, Oyarzábal repitió esa jugada, casi calcada, a los 105+1′ y volvió a atajar Sommer.

España sumaba una y otra llegada. A los 110′ Busquets abrió a la izquierda para Jordi Alba, el centro fue para Dani Olmo y el remate del delantero de RB Leipzig fue atajado por Sommer.

A los 112′ Thiago Alcántara reemplazó a Pau Torres y otra chance tuvo la “Roja”: a los 115′ Busquets lo tuvo de cabeza tras un buen tiro de esquina y Sommer se quedó con la pelota. Lo último para destacar fue el cambio de Rodri por Pedri a los 118′. Y los penales, que tejieron una historia increíble.

Siempre creemos que lo mejor es empezar en la serie de remates, porque da la sensación que existe una chance más. Que si uno erra el primero, siempre el rival debe patear y allí hay otra oportunidad. Que siempre se tiene la primera chance para marcar diferencias. es sutil, pero una pequeña difrencia, mínima si se quier, pero que España la pudo aprovechar.

Porque Sergio Busquets estrelló el primer remate en el palo derecho de Sommer, que se había arrojado al otro lado. Y, sin embargo, España no pareció abatida, más allá de que Gavranovic marcó el suyo y puso el 0-1 para Suiza en los penales.

Convirtió Dani Olmo con un remate tremendo al ángulo y el encuentro quedó 1 a 1 en la segunda serie porque Unai Simon le atajó el remate a Schar. Debía aprovechar Rodri, para adelantar a su selección, pero volvieron a aparecer las manos de Sommer y ahora era Suiza el que tenía la chance. Pero Schar no fue eficaz, volvió a atajar Unai Simon y llegamos a la cuarta serie con el marcador ¡1-1! en los penales.

Pateó el cuarto de España Gerard Moreno y esta vez fue gol; 2-1. El turno de Rubén Vargas y la presión de convertir para no dejar a España Match-Point en la quinta serie. Y Vargas le entró muy abajo y fuerte y el disparo salió arriba del travesaño español.

Ahí estaba la ventaja de patear primero; pudo remontar dos veces los penales errados y quedaba en la quinta serie con dos oportunidades. La de convertir primero, y si no podía, la de evitar el hipotético quinto remate de Suiza.

Pero fue Mikel Oyarzábal el encargado y con toda la categoría del mundo marcó el 3 a 1 y desató el festejo loco de España que llegó a las semifinales con mucho sufrimiento, pero con una dosis necesaria de justicia.

Hernán O’Donnell

Italia jugó, luchó, sufrió y aguantó, pero sigue en su camino de recuperación

Italia abrió los ojos y se despertó. Se puso de pie tras el mal sueño que fue aquella eliminación de la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018. Un trago amargo que costó digerir, pero que para el hombre que fue al rescate, Roberto Mancini, el director técnico, no fue más que un resbalón que obligaba a ponerse de pie muy rápido. Y vaya si lo hizo. porque se sacudió pronto las lágrimas de desencanto. porque apuntó a sepultar el dolor, porque convenció a todos que el pasado era para dejarlo atrás y que las miradas debían ser hacia adelante. Hacia el próximo Mundial, hacia esta EURO 2020 que se juega en el 2021. Y así enhebró una larga serie de partidos invictos, que ya han superado al mitológico equipo de Vittorio Pozzo, aquel que ganara las Copa del Mundo de Italia 1934 y Francia 1938. La “Azurra” se puso de pie, ahuyentó los fantasmas y ahora está de vuelta en el ruedo, con el respeto tradicional que despierta su alineación y su camiseta.

Austria salió a jugarle el partido. Sabía que no habría desquite; encuentro de octavos de final en Wembley, donde el empate no le serviría a nadie, pues debía haber un ganador para avanzar a la fase siguiente. Entonces, se apoyó en la dinámica de Sabitzer, la firmeza en la zaga de Martin Hinteregger, la presencia de Laimer y la habilidad punzante de Marko Arnautovic, para pelearle el partido. El conjunto de Mancini tardó en acomodarse al juego. Se vio sorprendido por los diez minutos iniciales de su rival y a medida que los volantes Barella, Jorginho y Verratti se encontraron en la cancha, el equipo comenzó a responder.

Así llegó la primera chance, a los 16′ con una llegada al ataque de Spinazzola, el centro al medio, el remate de Barella y el arquero Bachmann la desvió con el pie.

Respondió Austria con un contragolpe veloz de Aurnatovic que culminó con un disparo de este ante la salida de Donnarumma, que se fue por arriba del travesaño.

Italia atacaba con los laterales; Di Lorenzo era una salida constante por derecha, pero Spinazzola era algo más. casi un puntero izquierdo, parado bien adelante, a la altura de los delanteros, para que Insigne, Immobile y Berardi encontraran los espacios que las subidas del lateral izquierdo les fabricaba.

Fue el momento en el que creció el conjunto de Mancini. Era intrépido y agresivo, y si bien Austria nunca se resignó a un simple rol de partenaire, en ese lapso del encuentro, los últimos quince minutos del primer período, fue Italia la que tomó el control del balón y manejó las acciones.

A los 31′ tuvo la situación más clara de esa etapa, con un potente y combado remate de Immobile, que se estrelló en el poste derecho del arco de Bachmann. Una situación muy clara.

En el segundo tiempo Austria intentó repetir el libreto del inicio del partido. Adelantó a Baumgartner, subió Sabitzer, Florian Grillitsch buscó estar más cerca de Arnautovic y otra vez el conjunto de Franco Foda se hizo protagonista.

A los 62′ tuvo una posibilidad en un disparo de su centro atacante que controló Donnarumma; a los 64′ el mismo Arnautovic conectó de cabeza a la red, pero había recibido la asistencia en una leve posición adelantada que certificó el VAR y entonces el festejo alocado y la sensación de alegría quedó reprimida y el partido siguió igualado cero a cero.

Mancini entendió que el partido se había complicado otra vez y decidió las dos primeras variantes en su conjunto. Iban 67′ cuando M. Pessina ingresó por Nicolo Barella y Manuel Locatelli reemplazó a Marco Verratti; dos referscos importantes para la zona de mayor desgaste, el medio campo del equipo. Y regresó Italia al partido. Lo tuvo Insigne a los 72′, con un hermoso enganche que se fue desviado. A los 82′ volvió a tener una oportunidad, con el disparo de tijera de Berardi que salió afuera. Y a los 83′ volvió a mover la estructura del conjunto: el tanque Belotti reemplazó a Ciro Immobile y Federico Chiesa ingresó en lugar de D. Berardi.

Austria daba señales de agotamiento, y a los 89′ Baumgartner recibió asistencia por cansancio y debió cederle su lugar a A. Schopf, en el primer cambio del equipo. Poco más hubo en el tiempo reglamentario. Y el encuentro se prolongó en los treinta minutos adicionales para definir un ganador.

Italia fue rápido y expeditivo, cuando el comienzo del alargue nos hacía suponer que sería media hora de estudio, tedio y cuidados extremos. Pero la “Azurra” lo fue a buscar. Y de un pelotazo largo y preciso salió la apertura del marcador, porque Federico Chiesa bajó el balón con la cara, sorteó la marca y de media vuelta, casi al borde del área chica marcó a los 94′ de juego, el 1 a 0 para Italia.

Enseguida, a los 96′ llegó otro cambio austríaco; S. Kalajdzic por el agotado M. Arnautovic; más altura en el ataque. Y cuando imaginábamos una Italia refugiada y a la espera de aguantar el partido, volvió a sacudir al mítico Wembley. Fue a los 105′; salió un pelotazo del fondo de Bonucci a la izquierda; allí recibió Insigne, quien largó un centro al medio, donde la peleó Acerbi y Pessina, que entraba por la izquierda, colocó un tiro fuerte y cruzado para marcar el 2 a 0 ya al cierre del primer tiempo suplementario.

Austria salió al segundo tiempo adicional con dos modificaciones, a la búsqueda de la hazaña: L. Schaub reemplazó a F. Grillitsch y M. Gregoritsch entró en lugar de X. Schlager, para buscar su altura y tratar de llegar por medio de centros y pelotazos. Mancini reforzó el medio campo, y a los 107′ Cristante entró en reemplazo de Lorenzo Insigne.

Austria se la jugó con mucha gente en ataque, trató de meter la pelota en el área y cerró las posibilidades de cambios con dos últimas modificaciones: Iban 113′ y S. Ilsanker entró por el batallador K. Laimer y C. Trimmel lo hizo en lugar de S. Lainer. Y en ese minuto, llegó el descuento, tras un tiro de esquina cerrado desde la derecha de su ataque y la palomita de Sasa Kalajdzic para ganarle la posición a tres marcadores y señalar el gol de Austria, que dejaba 2-1 el partido para la “Azurra”.

Quedaban cerca de diez minutos para la emoción. Italia desperdiciaba contragolpes, uno de ellos muy favorable en el que Chiesa no pudo marcar, mientras Belotti se las ingeniaba para aguantar el balón y generar faltas en ataque, que le dieran un respiro a sus compañeros. Y Austria tuvo su última oportunidad a los 118′, cuando una jugada colectiva finalizó con un remate de Michael Gregoritsch que se fue desviado.

Italia cuando pudo jugó; cuando Austria lo complicó, luchó. Cuando tuvo sus chances, marcó, y al final sufrió y aguantó con el trabajo de sus delanteros. Ganó, se clasificó a cuartos de final de la UEFA EURO 2020 y no se desvía de su camino de reconstrucción.

Hernán O’Donnell

Francia supo golpear y manejar el juego para derrotar a Alemania

A veces el fútbol se acerca a la perfección. Esta EURO 2020, que se juega en Junio y Julio de 2021, tiene varios ejemplos de esa afirmación. Hay equipos que juegan un fútbol de alto vuelo, de toque y circulación, de dinámica y velocidad, de jerarquía individual y colectiva. Con los valores de ayer, de hoy y de siempre. Del fútbol como lo conocimos y como será. Y cuando esos equipos se enfrentan, como sucedió en Inglaterra-Croacia, o en esta Francia vs Alemania que nos ocupa en esta crónica, el resultado es un partido vibrante, emotivo, delicioso.

Francia y Alemania en el Allianz Arena de Münich, y otra vez, por esos caprichos de los sorteos y la definición de la ubicación en la organización del fixture, Francia hizo de local en la casa de Alemania. Y se lo tomó tan a pecho que fue por el partido, con ese estilo cautivante donde el balón se respeta con sagrado optimismo, el manejo es tan dúctil en los zagueros centrales, Kimpembé o Varane, como en los creadores, Pogbá, Mbappé o Griezmann. Entonces el equipo fue salida permanente a través de Pavard o Hernández, giro y distribución con Kanté y Pogba, equilibrio con Rabiot y ataque directo con Mbappé y Benzema. Una maquina de tocar ante una Alemania que lo esperó. Con la línea de tres zagueros cerca de su área, con los cuatro medios muy próximos a ellos y con Havertz y Müller a la espera de tener el balón para armar el juego que asista a Gnabry.

Francia llegó a los 14′ con un desborde de Pavard tas una combinación colectiva, y el cierre de Rudiger sacó el balón al corner; de ese tiro de esquina, a los 15′, llegó el cabezazo de Pogba que se fue arriba del travesaño. Y pronto desequilibró en el marcador.

Iban 19′ cuando Pogba cruzó un pelotazo perfecto a Hernández, este llegó libre por izquierda y lanzó un centro preciso para Mbappé. Hummels quiso despejar, estaba apurado, y no hizo más que meter la pelota en su arco. 1 a 0 para Francia.

Alemania sintió el golpe y fue por la igualdad. Adelantó sus líneas, y fue a buscar su tanto. La más clara fue a los 37′, cuando Gnabry remató una jugada que vino por izquierda y el balón pasó cerca del palo izquierdo de Lloris.

No hubo cambios para comenzar el segundo tiempo; los dos siguieron con las mismas alineaciones, aunque el encuentro modificó su rumbo, porque Francia, de a poco, empezó a meterse atrás, a ofrecerle a su rival que tomara la pelota, arriesgara un poco en ataque y explotarlo a sus espaldas con la velocidad de Mbappé, Griezmann, y el oportunismo de Benzema.

Alemania posicionó a Gosens y Kimmich como extremos; abiertos pero bien adelantados. Ginter, Hummels y Rudiger casi en la mitad de la cancha, Kroos y Gundogan cerca de los creadores y Havertz y Müller pegados a Gnabry. Persión y ataque constante, con el riesgo asumido de lo que podía proponer Francia en cada contragolpe. y vaya si sufrió, porque a los 51′ Rabiot, tras una buena contra solo y con Griezmann que entraba por el medio, disparó al arco y su tiro pasó muy cerca.

Respondió el equipo de Joachim Low, a los 53′, con una jugada que derivó en Gnabry y su remate, de pique al suelo, se elevó apenas por encima del travesaño. Volvió a tener una chance a los 69′ a través de un cabezazo de Rüdiger que controló Lloris. Alemania dominaba el territorio, a sabiendas que Francia le ofrecía ese partido. Pero no tenía alternativas, debía ir por el tanto que le diera la igualdad.

A los 72′ llegaron los primeros cambios del partido. Timo Werner entró en lugar de S. Gnabry y Leroy Sane ocupó el lugar de Kai Havertz; pieza por pieza, para refrescar el ataque. Pero Francia amenzaba en cada posibilidad y de un pelotazo largo, que parecía controlado por Hummels, Mbappé picó rápido ganó la posición y cuando se iba al arco de Neuer, Hummels se recuperó y cortó su proyección en una notable recuperación.

Y también pudo anotar a los 84′, tras una definición de Benzema, pero la jugada estaba invalidad porque cuando Mbappé recibió el pasé de Pogba, estaba en posición fuera de juego.

Low fue por dos variantes más a los 86′ de juego: Emre Can entró por Ginter y Kevin Volland ingresó en lugar de Gosens. Un tiro libre a favor, a los 87′, fue desaprovechado por Sané, quien remató muy alto. Y luego vinieron los cambios de Francia, sobre el cierre del juego, más para cortar, enfriar y terminar el partido, restarle ritmo y continuidad que por el arreglo de laguna situación, más allá que a los 88′ Tolisso entró por Benzema y el equipo armó dos líneas de cuatro y Mbappé un poco más suelto con Griezmann, en tanto a los 90+3′ Dembelé reemplazó a Rabiot.

Francia ganó con inteligencia en un partido de alto vuelo, de grandes jugadores y enorme jerarquía. Un aperitivo que augura un futuro de EURO vibrante, para seguir a cada paso.

Hernán O’Donnell

Inglaterra ganó un partido complicado y asoma como candidato

El Grupo “D” presentó, en su jornada inicial, el partido más atractivo, duro y competitivo del grupo. Inglaterra vs Croacia, en Wembley, ahí a pasos de Londres, donde el Fútbol mundial tiene su Catedral, el escenario más célebre, famoso y cautivante de todos los escenarios de este bendito deporte.

Inglaterra recibió a su rival con el antecedente fresco del enfrentamiento por semifinales de la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018; en aquella oportunidad ganó Croacia, de la mano de varias figuras que en esta oportunidad no están ya en el equipo, como Mandzukic e Iván Rakitic, pero con estrellas que brillaron, y lo hacen desde hace un tiempo, en esa cita ecuménica: Luka Modric, Ivan Perisic, Domagoj Vida, Mateo Kovacic…pero Inglaterra sentía que debía ser su tarde, que debía ser su partido. Y lo jugó como tal.

Gareth Southgate decidió jugar como le gusta a su gente; con mucha presión arriba, dos laterales, Walker y Trippier de subida permanente, dos volantes centrales, Rice más posicionado en el centro y Phillips con mayores posibilidades de desengancharse hacia el ataque; tres medio atacantes, Foden, Mount y Sterling, y un centrodelantero, Harry Kane, de enorme sacrificio, para tapar la salida del volante cetral rival, Brozovic, participar del circuito de juego y tratar de llegar al área rival en cada ataque de su equipo.

Se lo llevó por delante a su adversario en los primeros minutos y así contó con un par de situaciones muy claras; a los 5′ un disparo de Foden que se estrelló en el palo derecho de Livakovic, y un remate de Phillips, preciso y fuerte, que detuvo bien el arquero visitante, a los 10′ de juego.

Croacia se acomodó a partir de los veinte minutos de ese primer período, tras pasar un rato largo dominado por el local; fue cuando Modric se hizo del balón, los otros volantes, Brozovic y Kovacic, compartieron el manejo, Perisic se mostró por toda la banda izquierda y los delanteros, Kramaric volcado a la derecha y Rebic por el medio, ofrecieron sacrificio para asociarse en cada maniobra.

Fue el momento en que apareció Mings para solucionar todos los problemas, en tanto Stones acompañó en el juego aéreo y Pickford no pasó mayores sobresaltos.

Croacia encaró el segundo tiempo con mayor determinación; había mejorado al final de la primera etapa a partir de la inteligencia de Modric y el espíritu colectivo de sus compañeros, pero en el complemento intentó apretar un poco más. Ser más ofensivo.

Pero en una distracción, pagó caro; de la derecha de Walker partió una habilitación profunda a Phillips, quien se proyectó sin pelota para romper líneas, cuando se encontró con el balón giró a su derecha, se sacó de encima la primera marca y puso el balón justo para Sterling, quien definió fuerte frente a la salida del arquero y a los 56′ Inglaterra se adelantó por 1 a 0.

Wembley fue un rugido de alegría y celebración; la victoria empezaba a tomar forma. Y el encuentro comenzó otro capítulo, con el correr de los minutos, los dibujos tácticos variaron. Inglaterra, con la tranquilidad del marcador a favor, empezó a encontrar espacios para generar ataques como el del que tuvo Kane, tras un centro de Sterling y Harry no llegó a concretar, cuando iban 61′ de juego, aunque dio su cuerpo contra un poste.

Croacia sacó a relucir su orgullo y fue para adelante; con dos variantes a los 70′ de juego: N. Vlasic entró en el medio por M. Brozovic y J. Brekalo al ataque por A. Kramaric. En el local, Rashford ingresó por Foden, a los 71′.

Inglaterra se retrasó, dejó que el rival manejara el balón y buscó explotar los contragolpes; era un tanto riesgoso, porque Croacia se adelantó en el terreno y se acercó a Pickford, pero el conjunto británico se sintió cómodo, mientras encontraba el balón, amenazaba de contra y cerraba los caminos de su área con una super población de futbolistas.

Y llegó la sucesión de variantes en esos minutos finales y de sentencia; a los 77′ B. Petkovic ingresó por el delantero de Milan, A. Rebic en Croacia. A los 81′ el joven Bellingham reemplazó a Harry Kane, agotado tras un enorme esfuerzo para colaborar en la marca de su equipo. Y pocos minutos después, a los 84′, Pasalic entró por Kovacic, para darle aire al medio campo de la visita.

Pero Croacia se repitió en la fórmula de abrir el balón y tirar pelotazos cruzados para que aprovechen sus delanteros; a veces tenían forma de centros, a veces como simples cambios de frente. Pero no pudo armar juego asociado, a pesar de los intentos del capitán Modric y cada oportunidad se diluía sin mayores peligros.

Cuando ya estábamos en los 90+1′ de juego, D. Calvert-Lewin reemplazó a R. Sterling. Y nada varió. Inglaterra se aferró a la diferencia, sostuvo sus argumentos y ganó en su debut ante el rival más complicado del grupo. Nada mal para empezar.

Hernán O’Donnell

Bélgica fue “local” en San Petersburgo y mostró sus credenciales

El primer tiempo de Bélgica fue contundente. Jugó bien, supo mover la pelota, trató de desbordar por los costados, contuvo a Rusia cuando se le vino encima, se defendió con criterio y golpeó en los momentos justos. Sacó una ventaja importante y marcó el ritmo del juego.

Sostenido por la velocidad de Mertens y Ferreira Carrasco por los costados, y la potencia imparable de Lukaku por el centro, Bélgica hizo de su ataque una herramienta de generación de oportunidades, acompañado por varios desacoples de la defensa “visitante” porque por sorteo y posicionamiento, Bélgica fue “local” en San Petersburgo, tal como Italia fue “visitante” ante Turquía en Roma…

Lo cierto es que Rusia había arrancado con la intención de hacer valer su conocimiento del terreno, pero a los 9′ llegó el gol de Lukaku, tras un centro que lo buscaba y estaba en fuera de juego, pero el defensor ruso pretendió jugar el balón, se le escapó atrás y recibió el delantero del Inter, quien quedó habilitado y de media vuelta sacó el disparo que abrió el partido: 1 a 0 para los “Diablos Rojos” de Europa.

Rusia lo fue a buscar porque sentía que estaba en partido y que el primer gol de su rival había sido apenas un desliz. Pero lo cierto es que tuvo una chance a los 13′ a través de un cabezazo del lateral brasileño nacionalizado ruso, Mario Fernandes, quien le dio buen dirección al corner recibido, pero ese golpe de cabeza fue bien controlado por Courtois. Respondió Bélgica, que de a poco se adueñó del control del juego, y Thorgan Hazard disparó tras una buena pared, que el pecho de Anton Shunin evitó que entrara en su arco, a los 21′ de juego.

Después, las primeras variantes. Un choque de cabezas obligó a Castagne a dejar el campo de juego a los 27′ y su lugar lo ocupó Meunier, en Bélgica. Lo mismo le ocurrió al ruso Kuzyaev, quien intentó continuar, pero debió dejar su espacio a Cheryshev,a los 29′ del encuentro.

Y el propio Meunier aumentó el marcador, a los 33′ cuando un centro desde la izquierda fue rechazado en forma defectuosa por el arquero ruso, el balón quedó en el medio del área y a merced de Meunier, quien con tranquilidad señaló el 2 a 0 para los belgas.

Rusia ya estaba confundido; poco había quedado de su inicio inquietante y muy pronto se vio dominado por el equipo belga, que se hizo amenazante en cada uno de los ataques de sus hombres, porque tanto Mertens como Ferreira Carrasco y Romelu Lukaku le imprimían velocidad a cada lanzamiento, condimentado por una cuota de habilidad difícil de controlar para los oponentes.

Para colmo, las lesiones seguían su camino y Rusia debió realizar otra modificación sobre el cierre. A los 42′ V. Karavaev reemplazó a Y. Zhirkov por lesión.

Y para comenzar el segundo tiempo, Rusia salió con otra variante, la tercera, pero con dos ventanas usadas y una más por delante para el segundo tiempo.  I. Diveev ingresó por D. Barinov y allí fue el equipo “visitante”; a buscar el descuento, a apretar al rival y a acelerar los tiempos. Pero chocó con la firmeza de Verthongen y Boyata en la defensa, amén de la sabiduría de Courtois en la valla.

Rusia comenzó a apagarse en el intento, y a los 62′ apeló a las dos últimas modificaciones en su estructura. M. Mukhin reemplazó a R. Zobnin y A. Miranchuk entró por D. Cheryshev, quien había ingresado a los 29′ del primer tiempo con lo cual solo jugó poco más de media hora del partido.

Bélgica retomó el control del juego y a los 71′ Eden Hazzard reemplazó a Mertens, en una jugada esperada, la de ver al volante del Real Madrid y su actualidad. Tuvo algunos chispazos, pero no sobresalió como otros compañeros. Y a los 75′ cerró la ventana de las modificaciones con el ingreso de Vermaelen por el lesionado Vertonghen y de Praet por Ferreira Carrasco.

Todo parecía concluir con el dominio de Bélgica, que se apropió de la pelota y la manejo a su antojo con autoridad y suficeincia. le dio sentido a la circulación e hizo que Rusia corriera tras el balón. Hasta que a los 87′ Meunier lanzó una asistencia brillante al pique de Lukaku y el delantero del Inter sacó un tiro fuerte e inatajable, que valió el 3 a 0 y el cierre de una gran actuación de los “Diablos Rojos”.

A Rusia le quedó una última oportunidad a los 89′ con un tiro libre de Miranchuk que se fue alto, arriba del travesaño. Nada hubiera modificado; Bélgica tuvo una actuación convincente, mostró sus cualidades y lanzó su candidatura.

Hernán O’Donnell

Gales y Suiza sellaron de cabeza el empate

Fue un partido más que interesante, con ritmo, buen trato del balón, intenciones ofensivas y u desarrollo que varió en algunos momentos del juego, pero que dejó una mejor imagen del equipo Suizo, donde mostró más tributos para llevarse el partido, pero en el momento clave, donde debió sellar la diferencia, se dejó estar permitió que el rival llegase a la igualdad y luego no lo pudo quebrar.

En el comienzo, Gales tuvo una llegada clara, con un cabezazo de Moore que el arquero Sommer pudo desviar al corner. Luego fue Suiza el que tomó el control del juego. Armó su circuito con las subidas de los laterales, Kevin Mbabu y Ricardo Rodríguez, mientras Xhaka distribuía en el medio, para que Shaquiri organizara el ataque, con el peligro permanente que denotaba Harris Seferovic.

Así empezó a acumular oportunidades; a los 19′ tuvo una clara, con un tiro de esquina, el tacazo de Schar, que le escapó a la marca de Mepham y el arquero galés, Danny Ward la pudo desviar con su pierna derecha. A los 26′ fue Seferovic quien enganchó en el área, giró en una media vuelta y sacó un remate que se fue apenas desviado.

Gales ya no se plantaba con el 4-3-3 inicial; más bien dejaba solo a Moore como punta de lanza, y el esquema ya era un 4-1-4-1, bien definido, con la línea de cuatro defensores, Joe Allen por delante de ellos, adelante otra línea de cuatro volantes con llegada, con los costados cubiertos por Bale y James, más los internos Morrell y Ramsey. Pero ese esquema estaba en su campo. El dominio era suizo y sobre el cierre de la primera etapa volvió a avisar con un remate claro de Seferovic que pasó arriba del travesaño, cuando iban 40′ de juego.

En el segundo tiempo, Suiza salió con la misma determinación, y muy pronto plasmó la ventaja en el marcador. A los 48′ se fue solo Embolo, metió un remate fuerte y Ward desvió al corner; de ese tiro de esquina, ejecutado por Shakiri, el propio Embolo cabeceó a la red, a pesar del esfuerzo de Ward y ante la marca descuidada de Connor Roberts. Iban 49′ y Suiza se adelantaba 0-1.

Ahí se quedó el equipo helvético. Como si se hubiera conformado o hubiera creído que podía manejar el partido de otra manera. De contragolpe, por ejemplo. Sin hacer lo que había hecho hasta entonces, atacar. Prefirió ceder campo y pelota. Y a pesar de que tuvo una chance a los 64′ con un tiro cruzado de Embolo que pasó cerca del palo izquierdo de Ward, el equipo se quedó. Hasta realizó una variante que le restó capacidad ofensiva, cuando a los 65′ Denis Zakaria ingresó por Shaquiri.

Y Gales se animó. Se adelantó en el terreno, progresó con el crecimiento de James y Ramsey, rápidos y dinámicos para encarar las maniobras de ataque, y de a poco recuperó la confianza en su juego.

Entonces llegó el empate. Tiro de esquina desde la derecha de su ataque, el balón jugado atrás para Joseff Morrell y el centro preciso para el cabezazo de Kieffer Moore, quien marcó el 1 a 1 cuando iban 73′ de juego.

Page, el DT galés, determinó entonces la salida de James, un tanto sorprendido, por Brooks, a los 74′ mientras que Suiza hizo su segunda variante a los 83′ cuando Mario Gavranovic ingresó por Seferovic. Y pareció que pudo ser el héroe de la jornada porque un minuto después marcó con un remate fuerte tras recibir la asistencia de Embolo, pero el VAR confirmó que estaba fuera de juego y la jugada careció de validez.

Suiza retomó su camino en ese tramo final, aunque era tarde para revertir el quedo que tuvo en un momento del complemento. Sin embargo, tuvo una oportunidad más para llevarse la victoria, a los 89′, cuando un corner de la derecha fue bien cabeceado por Embolo y otra vez Ward la sacó por arriba del travesaño.

Solo quedó un momento para que Ampadu ingresara por Ramsey a los 90+2′ del partido. Pero todo estaba ya resuelto. Gales y Suiza no pudieron sacarse ventajas y de cabeza sellaron el empate.

Hernán O’Donnell

Europa abrió su fiesta e Italia avisa que está de regreso

Una ceremonia impactante, emotiva, maravillosa. El histórico Estadio Olímpico de Roma, sus luces, su celebridad y la magia de la ciudad eterna que albergó el partido inaugural entre Turquía e Italia. Una fiesta acorde al deporte más maravilloso del mundo. De primera categoría, con la escenografía adecuada y los números artísticos sobrios y jerárquicos.

Y la música de Andrea Bocelli, su voz incomparable para darle paso a la banda irlandesa U2, que interpretó la canción de la EURO 2020. Emoción y ansiedad, una mezcla perfecta para vivir la ceremonia previa. Por la espectacularidad de la bienvenida y las ganas de gozar el fútbol. Con las mejores voces, el tenor Bocelli y la potencia rockera de Bono. Y la pelota que rueda de modo mágico en un estadio italiano…

Turquía, que por esos misterios de las organizaciones de los torneos ocupó el rol de local ante Italia en Roma, salió a llevarse por delante al rival. Con Calhanoglu como organizador, se paró bien cerca del medio campo, con mucha población allí a la búsqueda de ganar la batalla del centro del espacio. Y se mantuvo firme en defensa, sin soltarse ni asumir ningún tipo de riesgo.
Italia se acomodó a la propuesta y muy pronto se armó para jugar el partido. Barella como eje en el medio, Inmmobile e Insigne en ataque; Florenzi para abrir la cancha. Jorginho y Locatelli para la elaboración. Y, sin perder la paciencia, lo fue a buscar.
Soltó a Spinazzola por izquierda, adelantó a los zagueros, y ganó el balón en la mitad de la cancha. A los 23’ tuvo su primera chance, la más clara del primer periodo cuando Chiellini cabeceó tras un tiro de esquina y el vuelo del arquero “local” desvió el balón que tenía destina de red.
Y luego sumó una segunda oportunidad a los 42’ cuando Immobile se abrió del centro a la derecha y sacó un disparo preciso que contuvo el arquero de Turquía.

En el segundo tiempo, ambos presentaron algunas modificaciones en su estructura. C. Under ingresó por Y. Yazici en el equipo que hizo las veces de local; Di Lorenzo en lugar de Florenzi en el lateral derecho de la “Azurra”. Cada uno conocía su libreto, pero Italia mantuvo su compromiso con la victoria y a los 52’ llegó a la apertura del marcador a través de un centro desde la derecha que encontró el cierre apurado de Demiral y el defensor turco, en su afán de evitar el balón no pudo más que rebotarlo con la panza y enviarlo, sin intención, claro, al fondo de su valla. 0-1 para Italia y el partido que empezaba a mostrar su detino.

Con el resultado a favor, Italia se sintió más tranquilo. Podía manejar el partido sin la presión de convertir, aunque Turquía no salía. Entonces apeló a la circulación, a darle sentido y recorrido al balón, a través de la proyección de los laterales y del trabajo colectivo de los internos. Y a los 65’ llegó el segundo tanto. Un remate fuerte de Spinazzola, Cakir rechazó e Immobile capturó el rebote para marcar el 0-2.

Entonces Turquía fue por dos variantes en su formación; a los 64′ K. Ayhan reemplazó a O. Tufan y I. Kahveci ingresó en lugar de O. Yokuslu. También Mancini modificó a su equipo, a los 74′ decidió el ingreso de Bryan Cristante, volante de la Roma, por Locatelli. Más aire y piernas para la batalla del centro del campo. Y enseguida, en la lluvia de variantes,

Entonces Turquía fue por dos variantes en su formación; a los 64′ K. Ayhan reemplazó a O. Tufan y I. Kahveci ingresó en lugar de O. Yokuslu. También Mancini modificó a su equipo, a los 74′ decidió el ingreso de Bryan Cristante, volante de la Roma, por Locatelli. Más aire y piernas para la batalla del centro del campo. Y enseguida, en la lluvia de variantes,

Entonces Turquía fue por dos variantes en su formación; a los 64′ K. Ayhan reemplazó a O. Tufan y I. Kahveci ingresó en lugar de O. Yokuslu.

Ahí se le simplificó el partido. Turquía no encontró los caminos, porque se había organizado para contener y de pronto se vio abajo en el marcador en donde ya la distancia era un poco más amplia. También Mancini modificó a su equipo, a los 74′ decidió el ingreso de Bryan Cristante, volante de la Roma, por Locatelli. Más aire y piernas para la batalla del centro del campo. Y enseguida, en la lluvia de variantes, cuando iban 76′ I. Dervisoglu reemplazó a K. Karaman en el equipo rojo.
Para colmo, de una salida fallida del fondo llegó el tercer gol de Italia; fue a los 79’, con un estupendo disparo de Insigne, cruzado y al ángulo que marcó el 0-3.

Ahí se cerró el encuentro, aunque restaban diez minutos por jugarse más algunos de prórroga. Mancini, el entrenador italiano, aprovechó las dos ventanas que le quedaban y selló las variantes. Ya se jugaban 81’cuando Federico Chiesa reemplazó a L. Insigne; Andrea Belotti ingresó en la ubicación de Ciro Immobile y F. Bernardeschi entró por el lesionado D. Berardi.

Italia se abrazo a la victoria, festejó con alegría y celebró tres puntos de esperanza, que lo vuelven a ubicar en la escena de los grandes, luego de la tristeza por la ausencia en la Copa Mundial de la FIFA-Rusia 2018. Ahora es tiempo de mostrarle al mundo que el gigante está de regreso.

Hernán O’Donnell