En la Argentina ya no se discute a Messi. Así, de modo global, o general. Ya no de pierde tiempo en cuestiones que no tienen demasiada profundidad. Ya no se desvaloriza su juego, ni mucho menos se pone en duda su capacidad y su magia, la mejor de ésta época. En la Argentina ya nadie duda que Leo Messi es el mejor jugador del mundo en la actualidad. Pero hace rato que se debate acerca de su rendimiento en la selección y en su equipo, Barcelona.
Hace tiempo que un interrogante carcome al pueblo futbolero, que de manera sintética podría reducirse a una pregunta: ¿Por qué Messi gana todo con Barcelona y con la selección no puede?
Bueno, habría que decir varias cosas que tienen que ver con su participación en cada equipo y que por lo tanto, veremos al final, no son comparables. Es decir, no podemos pretender ni los mismos resultados ni las mismas actuaciones en su equipo que en el seleccionado.
Messi juega desde pequeño en Barcelona; pasó por todas sus divisiones inferiores, se crió en “La Masía”, hasta se educó allí. Se insertó de a poco en el primer equipo, tuvo compañeros que lo contuvieron y lo protegieron en sus primeros pasos. Entrenadores que lo veían a diario y trazaban con él una larga y duradera relación. Rijkaard, por ejemplo. Pep Guardiola, más tarde. Tito Vilanova, también. Con sus compañeros se ve a diario, trabaja toda la semana, tiene una relación social fuera del trabajo. Y el equipo juega más partidos, más campeonatos y por lo tanto tiene más posibilidades de ganar y de recuperarse de las caídas.
En el seleccionado su inserción fue más rápida. Sin tiempo de aclimatación ni de contención; enseguida debió ser el salvador. Pasó por muchos entrenadores, y estuvo poco tiempo con cada uno de ellos: Pekerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino, ahora Bauza…Demasiados, uno distinto al otro y con poco tiempo de convivencia en cada convocatoria. También los compañeros cambiaron mucho, desde los pasos iniciales (Crespo, Riquelme, Verón, luego Tévez, Agüero, Higuaín, ahora vienen los Dybala, Gaitán, Alario, etc) con el mismo poco tiempo de adaptación.
Y la selección juega muchos menos partidos que Barcelona; menos campeonatos. Eliminatorias, Copa América y Mundial. Y cada cuatro años. Podemos sumar Juegos Olímpicos. Por eso es lógico que cueste ganar mucho más. Son menos las competiciones, son menos las oportunidades.
Por eso creemos que discutir por qué gana en Barcelona y no en la selección es estéril. Y no es comparable; por esas múltiples razones. Y, además, como lo demostró el audaz Alavés, en Barcelona, de vez en cuando, también pierde.
Hernán O’Donnell