Perú y Argentina, y una historia de duelos apasionantes

Faltan 24 horas para salir a la cancha. Mañana por la noche, en el Estadio nacional de Lima, Perú y la Argentina chocarán en un partido que tiene una inmensa historia, que en algún momento se tranformó en una suerte de “clásico”, que si bien no alcanzó jamás la envergadura del derby del Río de la Plata entre argentinos y uruguayos, ni la rivalidad mundial entre brasileños y argentinos, tuvo un pico de emoción en una década que los vio enfrentarse por cosas importantes y protagonizar partidos que quedaron en la historia. Digamos que ntre fines de los ’60 y mediados de los años ’80, cada vez que se medían Perú y la Argentina, algo importante estaba en juego.

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Para muchos, la historia comenzó cuando en 1969 una enorme generación de futbolistas peruanos, los más brillantes y exquisitos de su historia, golpeó a la Argentina en Lima y luego le empató en la cancha de Boca, donde la eliminó de la Copa del Mundo de la FIFA-México 1970. Ese golpe fue uno de los más duros que sufrió la Argentina en su larga trayectoria, por lo que significó (quedar afuera de una Copa del Mundo) y por el lugar donde ocurrió (en Buenos Aires, en la mítica “Bombonera”). No alcanzó el empate ni el golazo de Alberto Rendo para reparar la herida: La gloriosa albiceleste se quedaba elim inada de un mundial en la cancha. Un trago amargo, difícil de digerir ya que la selección nacional sólo había faltado a los mundiales de 1938 y 1950 por decisión propia.

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Pasaron los años y un nuevo episodio marcaría a fuego el historial de ambos países. Ya habían jugado un amistoso en la Bombonera en abril de 1978 y su desquite en Lima. En ambos se impuso la Argentina. 2 a 1 en Buenos Aires y 3 a 1 en Perú, una noche de altísimo nivel del equipo que conducía César Luis Menotti, donde se consolidó el equipo que en dos meses iba a jugar de la local la Copa del Mundo de la FIFA-Argentina 1978, y donde Daniel Passarella mostró todas sus aptitudes para llevar la capitanía que a comienzos de ese año había dejado vacante Jorge Carrascosa, tras su renuncia al seleccionado.

Pero el encuentro que marcaría a fuego el historial fue el famoso 6 a 0 de la noche del miércoles 21 de junio de 1978 en el estadio de Rosario Central, en Rosario, provincia de Santa Fe. A pesar de los años transcurridos, aún se discute lo sucedido esa noche. Para muchos, la sospecha se mantiene. Para muchos otros, también, la Argentina fue una máquina, aplastó con fútbol y goles a un equipo que venía diezmado en lo futbolístico y anímico. Una superioridad en el juego que el seleccionado de Menotti ya había mostrado en el amistoso en Lima, y que se potenció en Rosario por el “hambre” que tenía la Argentina y lo bajo que estaba Perú, en un momento de decaimiento donde cada gol lo derrumbaba aún más. Teófilo Cubillas, uno de los mejores jugadores de auqella camada peruana, en ocasión de un encuentro que tuvimos en el Mundial de Alemania 2006 señaló que la Argentina estaba muy fuerte, muy potente y en crecimiento, capaz de golear a cualquier equipo, y más a uno como el peruano que él integraba que, tras perder con Brasil y Polonia, estaba en un tobogán en caída libre.

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Ese partido fue un mojón en la historia. Pero hubo otros. Pocos años después, volvieron a protagonizar un partido, o una serie si tomamos en cuenta el ida y vuelta de ese grupo clasificatorio, que quedó en la memoria por la violencia y la vehemencia de algunos de sus protagonistas.

En junio de 1985 la Argentina y Perú protagonizaron dos duelos que también quedaron sellados a fuego en la memoria de los futboleros. Dos partidos de mucho valor, pues estaban enmarcados en la fase eliminatoria para la Copa del Mundo de la FIFA- México 1986.

En Lima, la victoria local se sostuvo en el orden, el sacrificio, la defensa cerrada y la marca pegajosa, fuerte y por momentos desleal de Reyna sobre Diego M

El volante peruano no ahorró ninguna artimaña ni maniobra para detener al astro argentino. Lo persiguió por toda la cancha y apeló a agarrarlo, abrazarlo, golpearlo, y cualquier recurso, lícito o ilícito, para detenerlo. Cumplió con lo ordenado, ayudado por la localía y un árbitro complaciente. El desquite en el Monumental de Buenos Aires fue también recordado por su violencia. A los pocos minutos de iniciado, Julián Camino, marcador de punta derecha de Argentina, golpeó con tanta violencia a Franco Navarro, que el centreforward peruano se vio obligado a abandonar el campo en camilla. Esa tarde, la Argentina caía 1-2 en River Plate tal como le había sucedido en 1969 en la cancha de Boca. Cuando finalizaba el segundo tiempo, una corajeada de Daniel Passarella (otra vez ante Perú!) lo llevó a rematar de derecha, cruzado…el balón dio en el poste y caminó por la línea de meta, hasta que la arremetida de Ricardo Gareca (hoy DT de Perú!) lo empujó al fondo del arco. Esta vez el 2a 2 le servía a la Argentina, que de ese modo quedaba clasificada al Mundial de México, que ganaría un año más tarde.

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Y hubo más. El épico partido jugado bajo el diluvio del Monumental el 10 de octubre de 2009 fue, para muchos, la consagración de Martín Palermo como la llave mágica de los goles milagrosos. Y el festejo de Diego Maradona, entonces DT de la selección argentina, con una zambullida al inundado césped del Estadio de River Plate, es una de las celebraciones de gol del “Pelusa” más recordadas. Allí la Argentina encaminó la clasificación a la Copa del Mundo de la FIFA-Sudáfrica 2010.

Muchos partidos han pasado, muchos encuentros, goles y polémicas envolvieron a los enfrentamientos entre peruanos y argentinos. Dentro de la cancha, desde esa serie jugada en 1969. Otros ubican el inicio en 1964, cuando se jugó en Lima la final clasificatoria para los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Aquel 24 de mayo de ese año, la albiceleste se imponía 1 a 0, cuando a pocos minutos para el final Perú logró el empate que no fue convalidado por el árbitro Angel Pazos por una infracción previa. Algunos hinchas locales protestaron, y saltaron al campo para agredir al árbitro. La actuación policial generó una reacción en las tribunas que aumentaron las protestas y la violencia se desató en mayor grado; la fuerza policial apeló al lanzamiento de gases lacrimógenos y esto provocó una estampida de público que pretendió huir del estadio, pero las puertas cerradas imposibilitaron la salida y se generó una tragedia que derivó en 312 fallecidos. Una página luctuosa, triste y desgarradora que está, desde entonces, en el fútbol sudamericano.

El fútbol de Perú y Argentina estuvo, durante esos años, enmarcado en partidos de historia triste y desgarradora, que sucedió fuera de los márgenes del encuentro deportivo. Dentro de la cancha, en el enfrentamiento futbolísitico, hubo partidos épicos, memorables, fuertes y cambiantes.

Una historia que, además, se hizo rica por la calidad de sus futbolistas: Alberto Rendo, Oswaldo Ramírez, Mario Kempes, Teófilo Cubillas, Leopoldo Luque, Héctor Velázquez, Osvaldo Ardiles, Juan Carlos Oblitas, Diego Maradona, Juan Muñante, Jorge Burruchaga, Julio César Uribe, Jorge Valdano, César Cueto, Gonzalo Higuaín, Paolo Guerrero, Leo Messi…

Que brillen las estrellas de Perú y la Argentina. Que el fútbol tan lúcido que supieron y saben jugar ilumine la noche de Lima, en un nuevo encuentro de dos escuelas hermosas del fútbol sudamericano…

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Hernán O’Donnell