Atlanta reaccionó a tiempo y se trepó a una nueva ilusión

El último torneo pre-pandemia de la Primera Nacional, aún conocida como la vieja B Nacional para la mayoría de los espectadores, tenía dos protagonistas de lujo, que se encaminaban a jugar la final por el primer ascenso de la categoría a la máxima división de nuestro fútbol: Atlanta y San Martín de Tucumán.

Los dos mostraban por entonces un fútbol de alto vuelo y todo indicaba que entre ellos dirimirían el primer boleto a la Liga Profesional, aunque también eran muchos los que creían que ambos iban a lograr los dos boletos. lo cierto es que aquel torneo se canceló sin mayores análisis ni explicaciones y se jugó un campeonato nuevo en el que ninguno de los dos pudo repetir aquel rendimiento y vieron las instancias finales lejos de los protagonistas.

Se volvieron a encontrar una tarde de sol y calor de pascuas, en Villa Crespo. Una semana santa que terminaba y un encuentro que presagiaba iba a estar a la altura de aquellos antecedentes, pero durante un largo rato esto no sucedió.

Atlanta y San Martín, durante casi cuarenta minutos, aburrieron. Salió un primer tiempo chato, con pocas acciones para destacar, pocas emociones y jugadas de peligro con cuenta gotas. El local intentó dominar, a través de una línea de cuatro adelantada, con las proyecciones permanentes de Flores y Ramiro Fernández, más la dinámica de Dramisino en la mitad de la cancha y el talento de Colombini en ataque, acompañado por la experiencia de Fabricio Pedrozo.

San Martín lo esperaba bien parado, sostenido en la firmeza de Hernán Pellerano, la ubicación de Matías Ballini y la presencia de Tino Costa. En ataque apuraban Juan Imbert y Marcelo Estigarribia, pero era el local el que dominaba el juego.

Recién a los 35′ se produjo la primera emoción, al margen de un gol bien no convalidado por falta previa al comienzo del juego para Atlanta. En ese minuto 35, Fabricio Pedrozo sacó un remate potente que Nacho Arce controló con seguridad.

Y a los 40′ se abrió el marcador; el lateral Lucas Diarte llegó al fondo, lanzó un buen centro pasado y Juan Imbert conectó de cabeza para marcar el 0-1 a favor del equipo de Tucumán.

En el complemento, tanto Walter Ervitti como Sergio Gómez decidieron realizar una variante en sus Atlanta Taborda reemplazó a Ramírez, mientras que en la visita Maximiliano Martínez ingresó por Lucas Diarte.

Mejoró el “Bohemio” con Faculndo Taborda; tuvo más velocidad, más dinámica y más profundidad. Avisó a los 48´con una llegada de Colombini. A los 56′ ingresó Gonzalo Casazza por Dramisino en el local, mientras que a los 59′ Lucas Cano reemplazó a Emanuel Cuevas en el equipo visitante.

Atlanta ya era otra cosa con los ingresados. Más vivaz, más veloz y en un soplido reaccionó para revertir el resultado.

A los 61′ llegó un tiro de esquin de Taborda, la pelota fue de izquierda al medio para Agustín Bolívar, este abrió a la derecha para la entrada de Flores y el lateral sacó un remate potente que venció la resistencia de Arce y selló el 1 a 1.

A los 63′ volvió a insistir Flores con un disparo fuerte y Arce la desvió al corner. Y de esa jugada, a los 64′ llegó el centro, un rebote hacia el medio y la aparición de Fabricio Pedrozo para marcar el 2 a 1 para el “Bohemio”.

Atlanta había logrado remontar el resultado, cuando la tarde parecía que se le podía complicar.

Movió el banco el “Ciruja”; a los 69′ Luciano Vella entró por Tino Costa. A los 72′ Valentín Perales reemplazó a Fabricio Pedrozo, entonces Ervitti decidió jugar con tres zagueros bien cerca, Pérez, perales y García, dos laterales con marca y proyección, Flores y Fernández y Taborda y Casazza para encabezar el contragolpe. Hace tiempo que ya no se debe hablar de línea de cuatro o de cinco, porque los laterales, en cualquiera de los dos casos cumplen tareas similares en cuanto al recorrido por las bandas y las obligaciones defensivas. El tema es si se juega con dos o tres centrales. Esa es la discusión.

Lo cierto es que Atlanta se acomodó bien al terreno y manejó con tranquilidad el juego. Para terminar de elaborar su dibujo táctico y su esquema, a los 79′ realizó las dos últimas variantes: Cristian García entró por Santiago Solari y Pablo Martínez reemplazó a Colombini.

San Martín se jugó las últimas cartas; a los 81′ Gonzalo Gutiérrez entró por López y Nicolás Moreno por Estigarribia. Pero le costaba al equipo de Tucumán llegar hasta el arco de Rago. De hecho, Atlanta contó con un par de ocasiones para aumentar el marcador. A los 83′ Caszza sacó un buen remate que pasó muy cerca del arco de Arce; luego lo tuvo Pablo Martínez en un contraataque feroz que Arce resolvió de manera brillante.

A los 89′ se fue expulsado Ramiro Fernández y el local debió aguantar con diez futbolistas. El tiro libre para la visita lo ejecutó Daniel González directo al arco y Rago contuvo sin problemas, mientras que a los 90+4′ Atlanta contó con otra chance en un tiro libre de Taborda que se fue muy cerca del palo derecho de la visita.

Fue una gran victoria para Atlanta. Supo reaccionar, dar vuelta un partido que se había complicado y cantar victoria en una semana santa de expectativas.

Hernán O’Donnell

Arsenal cerró las puertas con las que chocó River Plate

La octava fecha de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol, en la zona “1”, los encontró en distintas realidades. Arsenal, en lo bajo de la tabla, con sólo un empate y seis caídas, alguna de ellas muy duras, como el 0-5 ante Estudiantes o el último 3 a 2 en La Paternal ante Argentinos, cuando el equipo contaba con dos hombres más, faltaban más de diez minutos por jugarse y el marcador estaba igualado en 2 tantos. Otras fueron más rescatables, en tanto el equipo pudo haber tenido mejor suerte. Frente a Aldosivi en Mar del Plata, ante Banfield donde cinco minutos iniciales del segundo tiempo fueron fatales, e incluso ante San Lorenzo, en la que pagó caro su desconcentración inicial. Lo mismo ante Central en Rosario, donde debió tener mejor suerte.

Y como desafío, nada menos que River Plate enfrente. El mejor equipo de la Argentina, el que somete al adversario a fuerza de ritmo, dinámica, presión constante y fútbol veloz. El conjunto más sólido. El que cuando acelera, demuele. Pero los partidos siempre hay que jugarlos. “En el fútbol no hay nada asegurado de antemano. No hay resultados puestos. Hay presunciones, que luego deben confirmarse en el campo de juego”. La sentencia llena de sabiduría y experiencia del “Maestro” Tabárez encierra la gran verdad de nuestro bendito deporte. Los partidos nunca se ganan antes de jugarlos.

Y en la noche otoñal de Sarandí, Arsenal y River salieron a jugarse el honor.

El visitante salió a jugar como lo hace de manera habitual. A apoderarse de la pelota, tenerla bajo su control, dominar el terreno y empujar al rival contra su arco. Con una circulación permanente de derecha a izquierda y vuelta hacia la derecha, a través de Montiel, Paulo Díaz, Héctor Martínez y Fabricio Angileri, River empujaba desde el fondo. Luego trataba de fluir el juego con la habilidad de Palavecino y De la Cruz, pero chocaba con una defensa cerrada, porque Arsenal a la línea de cuatro defensores, Navas, Gariglio, Suso y Nicolás Castro, le pegaba muy cerquita a Emiliano Méndez, y podr delante de él a Soraire, Picco y Antileff. Bien apretados los ocho, en tanto quedaban arriba Alan Ruiz y “Jony” Candia, para la aventura del ataque.

Entonces, el dominio de River no tenía profundidad. Apretaba, pero no lastimaba. Recién a los 16′ tuvo su primera llegada clara con un remate de De La Cruz que pasó cerca. respondió Arsenal a los 18′ con un disparo de Emiliano Méndez, quien recibió en el medio tras una salida de un tiro de esquina y su tiro lo contuvo Franco Armani.

Era más el visitante pero Arsenal lo controlaba. A los 32′ pudo River dejar a un hombre cara a cara en el área rival, tras un pase habilitante a Borré, aunque Medina salió rápido y tapó su tiro.

A los 36′ Montiel ejecutó un buen centro y el cabezazo de Matías Suárez se fue afuera; a los 43′ fue Palavecino el que probó de emboquillada tras una serie de rebotes. Y cerró Arsenal con un disparo de Candia a los 44′ que controló bien Franco Armani.

El equipo de Sergio Rondina comenzó la segunda etapa con dos modificaciones; adentro Farioli en reemplazo de Antilef y Lucas Albertengo en lugar de Alan Ruiz.

Y el equipo se acomodó mejor en los primeros minutos. Tuvo un poco más de audacia y de presencia en el campo rival. Ya no era sólo sostenerse en su terreno sino explorar territorio adversario, con una luz de esperanza.

River era más, a pesar del esfuerzo del “Viaducto” y a los 54′ Borré tuvo una oportunidad cortada por Medina, tras una buena jugada. Y a los 64′ entró carrascal por Julián Alvarez. El colombiano se iba a parar de enlace, en el medio de los volantes, adelantado, con llegada a Suárez y Borré. Y River creció en volumen de juego, a partir de las habilidades del recién ingresado.

Pero Arsenal insistía en la ofensiva; a los 66′ entró el promisorio Sepúlveda en lugar de Jonathan Candia.

En eso estaba el juego, entre el ímpetu de River, el dominio de su poderoso equipo y las ganas del local de atreverse un poco más; hasta que a los 76′ fue expulsado Farioli por doble amonestación y ya el partido se hizo muy duro para Arsenal. Entró Girotti por Borré, para que River pusiera toda la carne al asador. A los 79′ Matías Suárez se armó su jugada, con un giro y un remate muy bien logrados, que pasaron cerca del arco local.

Quedaba el tiempo para las últimas variantes. A los 81′ Fontana entró por Palavecino en la visita y a los 88′ Rogoski reemplazó a Picco en el local.

River fue dominante en todo el partido, pero no tuvo la puntada final y muchas veces chocó con la telaraña de Arsenal, que puso alma y corazón y se llevó una digna igualdad de puntos.

Hernán O’Donnell