Argentina, con todas las alarmas encendidas

“Creo que las declaraciones de Guido (Pella) tras jugar en Australia fueron impulsivas. Es cierto que no tuvo un buen día con Bautista Agut, pero a la jornada siguiente jugó el dobles y lo hizo muy bien; fue un jugador mucho más fresco, más suelto, por eso creo que estaba para esta serie”. Serio y seguro como acostumbra, el capitán Daniel Orsanic definió en la conferencia de prensa posterior a una jornada dura, sofocante e improductiva, sus razones para convocar a Pella a esta serie ante Italia, cuando el tenista había dicho, en el Abierto de Melbourne, que estaba agotado tras la final de la Davis en Zagreb, que se le había “quemado la cabeza” y necesitaba un descanso y rearmar esta temporada.

Sin embargo, prevaleció la opinión del capitán y Pella fue convocado a jugar. Como estaba en lo físico y, sobre todo, en lo emocional, sólo el tenista lo sabe. lo cierto es que saltó a la cancha a medirse ante un creciente Paolo Lorenzi con esos antecedentes frescos para la opinión pública: la de un jugador que estaba con la cabeza más enfocado en descansar y rearmar su año que en afrontar una competencia dura en el arranque y sin respiro tras el duro final pasado.

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En la mañana del viernes 3 de febrero de 2017, mientras el público cantaba “Dale Campeón” y se gozaba la presentación de la Davis en casa, empezó a desarrollarse una serie que trae más preocupaciones que certezas a futuro. Porque la idea de festejar el título tan deseado no tuvo un eco masivo en el público, aunque vale una de las razones que expresó Orsanic en la conferencia: “En general, el viernes es el día que menos público va a ver la Davis”. Eso es cierto y sucede en todos los países del mundo. Habrá que ver como continúa la convocatoria mañana.

La prestación de Guido no fue la mejor. No encontró nunca el partido, no pudo acomodarse y siempre se vio dominado por Paolo Lorenzi, que construyó su victoria con paciencia y eficacia.

“No pude entrar en el partido; no me sentí cómodo, y lo que probé no resultó”, señaló Pella tras el final. “Guido no tuvo un buen partido, tuvo más inconvenientes en lo emocional que en lo técnico” dijo Orsanic. En las rondas de preguntas no se profundizó demasiado el tema, pero queda claro que tuvieron percepciones diferentes.

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El triple 6-3 que logró el italiano Lorenzi es más que una curiosidad en el score. El desarrollo indica que pudo ser más amplia la victoria y la imagen que dejó el partido es la de un triunfo incuestionable del jugador visitante.

Como si hubiera habido un efecto contagio, Andreas Seppi tuvo un comienzo arrollador y se llevó las dos primeras mangas por 6-1 y 6-2. Parecía definido, porque Charly Berlocq tampoco encontraba la dinámica del partido. Pero el corazón y la garra del jugador de Chascomús dijeron presente y enderezaron el juego con un contundente tercer set que se llevó por 6-1. Luego vino la recuperación de Seppi y algunos vaivenes en Berlocq: el cuarto set fue una montaña rusa de sensaciones. Ganaba 5-2 Seppi con su servicio; Charly lo remontó y recuperó dos quiebres para adelantarse 6-5. El italiano igualó en 6 y fueron a un tie break también eléctrico. Seppi se imponía por 6-3, Berlocq igualó en 6 y tuvo su servicio para pasar al frente. No pudo aprovecharlo, y ya con el 7-6 a favor y el saque, el italiano consiguió el segundo tanto de diferencia para ganar ese tie break, el set y el partido.

La calurosa tarde del Parque Sarmiento tuvo un debut poco amigable. Una caída dura en los dos encuentros, un partido decisivo el sábado y los posibles que vendrán el domingo. La Argentina ya no tiene margen, debe ganar todos y cada uno de los puntos en juego para seguir en la Primera División del Grupo Mundial o deberá jugar el repechaje en Septiembre, con la pesada carga de evitar el descenso a segunda.

Las alarmas están todas encendidas, pero ningún partido está perdido antes de jugarlo. La Argentina Campeona del Mundo en tenis, lo sabe. Y tiene una chance más para demostrarlo.

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Hernán O’Donnell