El fútbol argentino, enredado en su laberinto…

Por estas horas, nadie puede decir si el fútbol argentino retoma su calendario. Nadie puede asegurar si se juega la fecha, cuando se juega, en que horarios, si es sólo con público local, si de ése público local sólo pueden concurrir socios y abonados, si se permite el acceso de los simpatizantes visitantes, o si se los disfraza de “neutrales”; si los futbolistas continúan el paro o lo levantan; si los clubes presentan equipos juveniles, amateurs o pierden los puntos en la cancha…nadie puede asegurar nada. Ni tampoco la cadena de TV que se haga cargo de las transmisiones en la próxima temporada, ni cuando se elegirá presidente o se modifica o no el artículo 87 del nuevo estatuto.

Un caos absoluto. Nadie sabe nada. y el socio aún paga su cutoa social, y los abonados a plateas ya han pagado su asiento para todo el año, y en muchos casos el estacionamiento. Pero no hay respuestas para ellos.

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El fútbol argentino está enredado en su laberinto. Las luchas intestinas de poder dejan golpeados y heridos que no se resignan cuando una batalla parece terminar: contragolpean por otro lado. Cuando parecía que el reordenamiento entre los dirigentes tenía una posibilidad de solución, cuando parecía que el organigrama para elegir presidente podía armarse, cuando la rescisión del Fútbol para Todos se votaba para dar paso a una nueva cadena de TV que comprar los derechos audiovisuales del fútbol, aparece un nuevo conflicto: el dinero adeudado a los futbolistas, que de modo legítimo reclaman lo que les corresponde.

Y todo vuelve a fojas cero: no hay fútbol por ahora, y no se sabrá cuando habrá. Pero cuidado. Que en esta lucha intestina e interminable no terminen por liquidar a la gallina de los huevos de oro. Que este fútbol nuestro, tan querido, hermoso y valioso por lo que las cadenas están dispuestas a pagar, que no lo terminen matando. La gente hace rato que ve muchas ligas (atractivas, competitivas y de calidad) cada fin de semana por TV. Más allá de la nostalgia, no hay demasiada queja del espectador común, el que consume, paga y siempre pone de su bolsillo para sostener el espectáculo. Tiene cada fin de semana una oferta muy grande por TV. Que los que están dentro del “negocio” del fútbol no se equivoquen, y no liquiden al fútbol. Lo van a extrañar más de lo que se imaginan.

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Hernán O’Donnell