Final de juego

Llegó el final del primer Rugby Championship. La gran aventura del seleccionado argentino de rugby en la elite de este deporte se ha cerrado con una caída ante Australia por 19 a 25 en Rosario.

Es tiempo de balance, de analizar todo lo que ha sucedido con Los Pumas en este largo periplo. Desde el debut ante Sudáfrica hasta el cierre ante los Wallabies.

El equipo de Phelan empezó con un partido muy duro ante los Springbooks; los nervios del debut, la emoción de competir con las principales potencias de este juego y toda la ansiedad acumulada se reflejó en un partido donde se cometieron errores básicos que se pagaron con tries en contra y una fuerte derrota. Dolió, pero había que arrancar.

El empate en Mendoza dejó, en muchos, un sabor agridulce. Porque se estuvo muy cerca de la victoria, y se empató. Sin embargo, más allá de haber jugado un buen partido, habrá qu tener presente que Los Pumas terminaron muy apretados, y que si bien estuvieron al frente durante un buen lapso, quedó la sensación que luego del empate de Sudáfrica, si el partido duraba 5 minutos más se perdía. De hecho, el instante final lo encontró al visitante muy cerca del in-goal argentino, y un error podía desembocar en un penal y derrota.

El empate, al cabo, tuvo mucho valor. Porque después vendrían los sinsabores en cadena.

En Australia se jugó, quizás, el mejor partido del campeonato; muy cerca de alcanzar la victoria, Los Pumas desplegaron un buen juego de ataque, lograron vulnerar el in-goal local y se arrimaron a la victoria. Fue derrota, como lo fue ante Nueva Zelanda de visitante en esa gira, en este caso con el ya “clásico” dominio de 60 minutos y los 20 finales de desgaste donde se suman errores propios y aciertos ajenos: La caída ante los All Blacks fue muy digna, pero produjo un efecto de confianza que terminó una ilusión sin demasiadas bases, quizás producto de algunos factores que permitían creer; algunos soñaron demasiado y en ese ambiente triunfalista se abordó el partido más importante de Los Pumas en el certamen: ante los fabulosos All Blacks en el Estadio Unico de La Plata.

Se lo presentó como una jornada histórica, no sólo del rugby, sino del deporte argentino. Se habló muchísimo en los días previos, el antecedente inmediato al que referíamos, la derrota apretada, hacían creer a muchos que había llegado el gran día, donde Los Pumas vencerían al mejor equipo del planeta. El “mundo rugby” argentino alimentaba esa confianza y se produjo un contagio exitista que alcanzó a los jugadores. Incluso el buen comienzo con un try a favor, un penal, y otro desviado por muy poco entusiasmó a los de adentro y a los de afuera.

Se celebró hasta el éxtasis el try de Landajo, como un gol definitivo en una final del mundo. Un gol puede significar un campeonato; un try al comienzo, es muy difícil que cierre un partido, o determine el rumbo del match.

Sin embargo, caimos todos en la locura general. Los Pumas jugaron un partido abierto, a toma y daca, cebados por todo lo que se hablaba y lo que sucedía en esos primeros 15 minutos.

Nos equivocamos todos. Los de afuera, porque no estamos tan cerca de Nueva Zelanda; los jugadores, porque creyeron que podían jugar abiertos, al ataque, a intentar de cualquier lado…Enfrente estaba el mejor equipo del mundo que tomó el compromiso con total seriedad y responsabilidad. La consecuencia: marcaron ¡7 tries! y ganaron por 54 a 15…

La derrota fue mucho más dura de lo esperado.

Con ese golpe se afrontó el partido en Rosario Central. Un equipo que había sufrido el desgaste físico y, sobre todo, mental de un torneo durísimo llegó a la “Chicago” argentina con la enorme presión de conseguir al menos una victoria, empujado por los exitistas de siempre y los “expertos” de última hora que insisten en augurar un nivel y jerarquía que aún está en vías de desarrollo. Para no fallar en eso de “tropezar dos veces con la misma piedra” los nuevos fans de este deporte volvieron a anunciar la “gran jornada” de Los Pumas y una victoria que llegaría vaya uno a saber por qué. 

Tenemos que entender de una vez que, por ahora, eso está lejos; que se enfrenta con los 3 seleccionados más poderosos del mundo, en cuyos países el rugby es más que el deporte nacional. Es religión. Como para los argentinos el fútbol. Imaginen a un país sin tradición en este deporte (el fútbol) o que no sea el primer deporte. Que tenga muchos adeptos, sí, pero que no sea religión como es el fútbol. Imaginen a un país así, que tenga que jugar un torneo anual de fútbol con Brasil, España y Alemania. O Argentina, Italia y Holanda. Un seleccionado que usted elija. ¿Como cree que saldría? Imagine, claro está, que esa potencias juegan con su mejores futbolistas: Neymar, Pato, Ganso, etc (en Brasil), Xavi, Iniesta, Pique, Puyol, Villa, Sergio Busquets, etc, en España; Messi, Higuaín, Agüero, etc en Argentina, Thomas Müller, Schweinsteiger, Klose, etc en Alemania…

¿Como saldría un equipo no tradicional en un torneo así? 

 Los Pumas han crecido mucho, muchísimo, en el concierto internacional. Pero estos rivales no detienen su marcha. No paran  de crecer; son hipercompetitivos. ¿Alguien pensaba, en su sano juicio, que los Wallabies iban a aflojar en este match? ¿Que, porque ya habían perdido sus chances y tenían unos cuantos lesionados iban a “tirar” el partido? ¿que no le iban a dar importancia? Por favor, juegan a muerte cada segundo, lo demostraron una vez más, no regalan nada. Menos un test match. Siempre van a jugar a ganar, el orgullo es más fuerte que cualquier desconcentración o “posible” desmotivación.

Los Pumas tienen que seguir su trabajo. Aprender todo lo que pasó en este primer Championship. Entender que el rugby de estos paises es muy serio. Está fuera de la “moda”, del mundo “fashion” y de otras costumbres que tienen más que ver con lo social que con lo deportivo. Hay que entrenarse más, estudiar más, competir más. Y no aflojar, no caerse por estos contratiempos. Seguir adelante con el objetivo trazado. Y no desesperarse por las victorias ni anticiparlas antes de los partidos.

Llegarán solas, sin que nos demos cuenta.

 

Hernán O’Donnell