Ahora, Resistencia tiene la palabra

Faltaban ¿20 segundos? ¿30, tal vez? lo cierto es que el final estaba muy cerca, ya se habían jugado más de dos minutos de prórroga que se habían agregado, faltaban segundos para llegar a los tres que el árbitro consideraba se debían recuperar.

Un pelotazo al área de Brasil a la búsqueda de Leandro Damiao (que había ingresado por Luis Fabiano) y entre el batallón habitual de defensores que acumuló la Argentina durante todo el partido surgió la mano de Leandro Desábato, imprudente e injustificada. Fue clara. No es justo caerle al árbitro Amarilla, pues su sanción fue acertada. El 1 a 1 parcial podía modificarse, y sería definitivo. El remate de Neymar le daba la victoria a Brasil por 2 a 1.

Habrá que poner atención en estas faltas, groseras e innecesarias. Ya había sucedido en Córdoba, cuando Braña acompañó un intento de cabezazo con la mano en alto y cometió penal ante Paraguay. Del mismo modo intervino el “Chavo” Desábato en los últimos instantes ante Brasil; un penal infantil que costó muy caro. Tendrá que trabajar, tambien en este aspecto, el entrenador Alejandro Sabella. 

Antes hubo un partido. Que comenzó con alegría para la Argentina; cuando pocos lo esperaban, el marcador le abría una sonrisa.

El golazo del “Burrito” Martínez encendió la esperanza; iban pocos minutos y la Argentina empezaba a armar el sueño, luego de una buena jugada colectiva. La estrategia de esperar y contragolpear daba resultado, porque la táctica se apilcaba con salidas rápidas por los laterales. Se cerraba la franja central a partir de los tres zagueros y los tres volantes que circulaban por el medio. Pero la proyección de Clemente Rodríguez, la ductilidad de Maxi, los movimientos de Barcos y el oportunismo de Juan Manuel Martínez eran argumentos alentadores.

Todo lo soñamos en unos minutos. Porque (aunque en offside) enseguida llegó el empate de Brasil, por cabezazo de Paulinho. No debió, es cierto, ser convalidado este gol. Pero no lo advirtió el juez de línea ni el árbitro principal. Y volver a empezar.

A puro ritmo, pasó el primer tiempo. Argentina, con mucha movilidad, hacía un partido más audaz y ambicioso del imaginado.

La segunda parte arrancó con un tiro libre a favor, donde Maxi Rodríguez intentó sorprender con un remate bajo. Brasil era circulación búsqueda por los costados, pero chocaba con el cerrojo argentino. Lucas mostraba su mejor repertorio, preocupaban las subidas de Paulinho, Neymar insinuaba y el “Scratch” comenzó a hacerse protagonista. A tener la pelota y mandar en el campo.

Argentina intentaba dar golpe por golpe y el desgaste físico era muy llamativo: correr y jugar; jugar y correr, casi sin pausas. Pero se empezó a meter atrás, a acumular gente en retroceso y ya no tenía ni la frescura de Martínez ni la dinámica de Barcos. A aguantar el resultado, que el empate se veía con buena cara.

Y llegó la jugada fatídica. Igual que ante Paraguay por las eliminatorias una salida a cabecear con el brazo levantado, temerario, intervenía para cometer un penal. Y otra derrota se sufrió en Brasil: como las últimas, dolorosa y con un dejo de amargura.

 

Hernán O’Donnell