Fin de un año con cambios para Los Pumas

El cierre del 2018 permite reflexionar acerca de lo sucedido en el año, mirar hacia atrás para hacer un análisis de la temporada del seleccionado nacional de Rugby y lo que se puede esperar para el 2019, en el que aparece en el horizonte el gran acontecimiento que toma lugar cada cuatro años: la Copa del Mundo. 

La temporada 2018 presentó cambios, cuando parecía que asomaba otro capítulo lamentable. Porque en cuanto a nivel de juego y especialmente resultados, al igual que en el 2016 y el 2017, el equipo fue superado y no mostró un buen desempeño. El ciclo de Los Pumas con Daniel Hourcade como Head Coach, parecía llegar a su fin. Luego de un brillante papel en el Mundial de Inglaterra 2015, en el que el seleccionado argentino finalizó cuarto y fue ofensivo y eficaz, los compromisos que surgieron después no fueron exitosos. Tras la ventana de junio de este año, en la que el conjunto nacional fue derrotado por equipos alternativos de Gales y Escocia, Hourcade anunció que daba un paso al costado. No logró encontrarle la vuelta a la pérdida de grandes jugadores que emigraron a competencias europeas, aunque vale destacar la parte ofensiva que transmitieron Los Pumas bajo su mando. 

Mario Ledesma era el nombre apuntado para convertirse en el sucesor. El ex hooker jugó cuatro Copas del Mundo con la camiseta nacional, y tuvo un total de 84 participaciones con el seleccionado. Comenzó su carrera de entrenador en Europa, luego integró el staff de entrenadores de los Wallabies, hasta que este año asumió en Jaguares para tener su primera experiencia como Head Coach. Los resultados fueron brillantes: el equipo clasificó por primera vez a playoffs, logró importantes victorias como visitante y logró superar con claridad a sus oponentes como local. 

De esta manera, fue anunciado como el nuevo Head Coach del seleccionado nacional. Se volvieron a renovar las ilusiones del equipo, con la esperanza de que se trasladaran los buenos resultados de Jaguares a Los Pumas.

En el primer desafío, el Rugby Championship, se logró un cambio de imagen al triunfar con claridad ante Sudáfrica en Mendoza y ante Australia como visitante, un resultado histórico aunque con un marcador más ajustado que ante Springboks. Luego hubo altibajos, el más notorio fue la derrota ante Wallabies en Salta, cuando parecía que la victoria estaba en el bolsillo. 

La ventana de noviembre volvió a traer incertidumbre, ya que no se consiguieron triunfos. Cayó ante Irlanda, un adversario que fue de los mejores equipos del año: se consagró en el Seis Naciones y derrotó a Nueva Zelanda.

El resultado ante Francia volvió a generar dudas, ya que en la previa se apuntaba como un encuentro a ganar, dado que será rival de grupo en la Copa del Mundo de Japón 2019. Luego estuvo cerca de llevarse una alegría de Edimburgo, pero entre fallas a los palos y errores de manejo de balón, Escocia dejó con las manos vacías al seleccionado argentino. 

El último partido del año fue ante Barbarians en Twickenham. En esta ocasión participaron jugadores que habían tenido pocos minutos en el año o incluso ninguno. Similar al partido ante Australia en Salta el pasado Rugby Championship, a pesar de tener una ventaja favorable en el marcador, no pudo conservar esa diferencia y volvió a perder. 

Aún así, en el balance uno no debe quedarse con la imagen de las últimas derrotas. Hay que tener en cuenta el cambio que hubo en el equipo, que supo estar a la altura de rivales importantes y que por detalles se quedó en el camino en partidos de jerarquía. El seleccionado tiene con qué ilusionarse. Es cuestión de tomar los cambios positivos que hubo este año, para encarar el próximo con el gran desafío que nos espera: la Copa del Mundo Japón 2019. 

Martín O’Donnell

Este año, Francia fue el dueño de la pelota

Se termina el año 2018 y algunos análisis empiezan a tomar forma, a salir a la luz. En estas fechas, donde la actividad deportiva se focaliza en el Norte, en Europa y Estados Unidos, el fútbol en particular queda, casi con exclusividad, limitado a las ligas de Inglaterra, Italia, España y Francia. Por supuesto que a varias otras del viejo mundo, pero lo cierto es que el concierto internacional se reduce y en este receso son habituales los balances que sintetizan lo más importante del año.


 Francia es el dueño de la pelota. En los años de los Mundiales, el país que se lleva el premio mayor se queda con la muchacha. Como los héroes de las películas de cow boys. Como los galanes de las telenovelas. Francia fue el Campeón del Mundo y en sus valores se cimentó la conquista.

Un equipo que tuvo un líder inteligente y sobrio fuera del campo, como el DT Didier Deschamps, quien logró ser campeón como jugador (y capitán) en la Copa del Mundo de la FIFA-Francia 1998 y repitió como entrenador en Rusia 2018. Fue inteligente para conducir al grupo, sagaz y pragmático para plantear los partidos.

Contó con jugadores hábiles, rápidos e inteligentes. Fue solido en la defensa con una actuación superlativa de Benjamin Pavard en el lateral derecho. Firme y seguro Raphael Varane en la zaga central, expeditivo Umtiti y positivo Hernández.

En el medio se destacó la ubicuidad de Kanté, la plasticidad de Pogbá, la dinámica de Matuidí.

Y el desdoblamiento entre el medio y el ataque de sus principales figuras: Mbappé, un cañón lanzado, veloz y hábil, talentoso y escurridizo; Antoine Griezmann, atrevido y desfachatado, inteligente y sacrificado.  Y Olivier Giroud, la inteligencia táctica al servicio del equipo.

Francia demolió a todos sus adversarios. Con algunos tuvo más dificultades. El debut ante Australia fue duro y peleado, ganó con un 2 a 1 apretado y sin tregua. Lo mismo le sucedió ante Perú, al que batió por 1 a 0 con mucho sudor y sacrificio. Ante Dinamarca cerró la primera fase con una igualdad en 0, que definió un grupo muy apretado.

En octavos superó con claridad a la Argentina de Sampaoli, más allá del 4-3 final, producto de algunos cambios apresurados cuando transcurría la segunda etapa y nada estaba definido, al márgen del 4 a 2 parcial que parecía cerrado.

A Uruguay le ganó por 2 a 0 sin atenuantes ni discusiones; lo superó a lo largo de todo el partido.

Con Bélgica tuvo un 1 a 0 que fue más tranquilo de lo que sugiere el resultado. Siempre controló el juego y el desarrollo.

En la final con Croacia tuvo la dósis de fortuna necesaria en cada competición. El gol en contra de Mandzukic le abrió el juego cuando el equipo croata empezaba a dar una mejor impresión. Y luego del empate de Perisic, llegó el penal fortuito que Griezmann transformó en 2-1 y luego, sí, aparecieron las estrellas para darle forma a la victoria final: Pogbá, con una doble intervención marcó el tercero y Mbappé con el cuarto gol cerró las anotaciones galas. El erro de Lloris le permitió a Croacia llegar a su segundo tanto y sellar el marcador con un decoroso 4 a 2.

Pero la obra estaba terminada, el crimen estaba consumado. Francia tuvo sangre fría para liquidar a su último adversario y quedarse con el premio mayor, como los héroes de Hollywood.

 

Hernán O’Donnell