…Y fue mejor de lo esperado

Martín Jaite, el capitán del equipo argentino de Copa Davis había anticipado una serie equlibrada: “No imagino que se resuelva el sábado; es una serie muy pareja, donde las posibilidades están dadas para los dos equipos”. A fuerza de ser sinceros, era un poco el pensamiento general; casi nadie se animaba a vaticinar una victoria argentina así de clara. Tampoco de Alemania; los pronósticos, los análisis previos, hablaban de un equilibrio entre los equipos y un final abierto imposible de adelantar.

Bueno, los muchachos argentinos lo hicieron. Lo lograron. Adelantaron al sábado lo que prometía ser un domingo tenso y cerrado. Consiguieron los primeros 3 puntos y avanzaron a cuartos de final, donde se medirán con Francia.

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Jugó con determinación y ganó con autoridad; mostró un sosten firme en Horacio Zeballos, quien tuvo el timón del partido. Así, se llevó el primer set por 6-1, en poco más de 24 minutos de juego.

El segundo set fue parecido, si bien Kas creció en su juego, el aliento ruidoso del público y la movilidad de Zeballos le permitieron llevarse la manga a los locales por 6-4.

Creció Alemania, decayó Argentina y el tercero fue para los visitantes: 5-7. Y volver a empezar.

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Pero allí apareció lo mejor de Argentina: Quiebre al servicio de Kas en el primer juego, rápida ventaja de 3-1, vuelta a quebrar a Kas y una ventaja que aumentó a medida que crecía el doble local mientras se mostraba errático el visitante. Tuvo dos match points a favor que no pudo aprovechar por errores de Nalbandián. Pero en la tercera oportunidad que apareció, surgió Zeballos, el más destacado del partido, para conseguir el punto ganador. Ahí aparecieron los gritos, los cantos y la alegría contenida se desató con los clásicos festejos mezclados con champagne…

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…Y si hablamos de champagne, ahora viene Francia. Un rival temible, con una generación de jugadores que imponen respeto: Tsonga, Monfils, Gasquet, Llodra, Benneteau, Simon, Chardy…A la hora del festejo aparecieron algunas palabras de revancha por todo lo que se habló en la serie; también dedicatorias implícitas. Viejos rencores que deberán olvidarse para poder seguir adelante. Creer que esta victoria implica alcanzar la Copa es, cuanto menos, peligroso. E indica un alto nivel de confusión. Y eso es lo que hay que evitar: que ganar una serie no nos confunda. Se dio un pasito, faltan muchos más.  

Si las palabras surgieron con la temperatura alta, con la euforia aún viva por la reciente victoria, se puede entender y disculpar. Si la soberbia y el revanchismo se acentúa, no será más que otro típico tropezón que muchas veces conllevan los triunfos. En el deporte, como en la vida misma, lo más difícil es ganar. O mejor dicho, saber ganar. Alguien dijo alguna vez que el éxito y el fracaso son dos impostores que nos hacen desviar la atención. Que nos confunden. Saber cosechar esta victoria será la tarea de todos. Jugadores y, sobre todo, del Capitán. Tomarla con humildad, sin soberbia ni emborracharse de vanidad. Jaite dio una muestra del camino: le abrió la puerta a Del Potro. También vale como mensaje para todos. Porque si de este triunfo sólo aparecen las voces de la revancha, en el fondo, habremos perdido todos.

 

Hernán O’Donnell