¡Bravo, Talleres!

60.000 almas una noche fría de otoño. 60.000 corazones que se juntaron para darle un marco espectacular a un equipo y una camiseta que vibra y hace vibrar. 60.000 cuerpos que saltaron y bailaron, 60.000 gargantas que cantaron y gritaron…

Talleres de Córdoba regresó al Nacional B. Una categoría un poco más acorde a su historia y popularidad, luego de 4 años de oprobio y ostracismo en el Argentino A, un torneo hermoso para ver y disfrutar, para que sueñen aquellos que empiezan a crecer, pero no propio de semejante institución.

Una multitud acompañó a Talleres
Una multitud acompañó a Talleres

Y volvió Talleres. A  fuerza de empuje y de trabajo. A fuerza de acompañar al equipo en cada cancha del Argentino A, un torneo aún más complicado que el Nacional B, pues los viajes son constantes, los campos de juego más chicos y desparejos, y la condición de visitante se siente.

Ese recorrido le llevó 4 años. 4 años de peregrinación y sufrimiento, una prueba de fuego para los hinchas y los jugadores. Porque no fue un jardín de rosas, los sinsabores se hicieron presentes en cada una de sus frustraciones. Pero el equipo debía regresar. Porque así lo marcaba su historia.

Talleres III

La noche del 6 de mayo quedará en los libros como la jornada del regreso. La victoria sobre San Jorge (Tucumán) por 1 a 0 entrará en la galería de los mejores recuerdos. Pero es un eslabón más de una gran cadena de gloria deportiva.

Que comenzó allá por 1974, cuando de la mano de Angel Labruna, el cuadro cordobés sorprendió al país en un histórico desarrollo de los viejos y míticos “Nacionales”. Talleres contaba con Pablo Comelles, Héctor Artico, el “Hacha” Ludueña, el arquero Quiroga, Luis Galván, Ocaño…Y siguieron los años felices hasta el Nacional 1977. Un cuadrazo en el que brillaban el mencionado Galván, Miguel Angel Oviedo, José Daniel Valencia (los tres, campeones mundiales con la selección en 1978), y se sumaron el “Mono” Guibaudo, Bocanelli, la “Pepona” Reinaldi, Víctor Binello, Antonio Rosa Alderete, entre otros. Un campañón lo llevó a la final del campeonato. Enfrente, un grande continental: Independiente de Avellaneda. El primer partido fue empate, 1 a 1, en el viejo estadio de la Doble Visera. El desquite se jugaría en la Boutique. Por desajustes del calendario, los partidos finales se jugaron en Enero de 1978. Y la noche del 24, la que prometía ser una fiesta inolvidable, terminó en una de las peores pesadillas inimaginadas: Talleres ganaba 2 a 1, a Independiente le habían expulsado tres jugadores (Rubén Galván, Larrosa y Enzo Trossero) por protestar el segundo gol local, que había sido convertido con la mano por el wing Bocanelli.

Con todo eso a favor, parecía que el título se quedaba en Córdoba. Pero ingresó un duende del fútbol que tejió una vez más una historia de fábula: Ricardo Enrique Bochini construyó una jugada formidable, con Biondi y Bertoni, y marcó el gol del empate. Y por tener mayor cantidad de tantos en condición de visitante, el título cambiaba de manos: Ahora se lo llevaba ( y se lo llevó) Independiente.

Cuentan que la tristeza en la ciudad, en la provincia toda, fue infinita. Que la pena se apoderó de sus corazones, y más allá del ingreso definitivo a los torneos de la AFA por la resolución 1.309, en 1980, en el pueblo de Talleres la congoja duró mucho tiempo…

Pasaron grandes figuras: Alberto tarantini, Héctor Baley, Juan José López, se arrimó a una semifinal del Nacional de 1982, regresó Labruna como DT, surgieron futbolistas como Angel Comizzo, Mario Bevilaqua, Julio Buffarini…

Talleres IIEn todos ellos estuvo la fuerza del regreso. Y en ese peregrinar constante de su gente, el pueblo “Tallarín” que le dio sentido al esfuerzo y apoyó y acompañó durante 4 años ignominiosos para terminar en 60.000 almas, cuerpos y gargantas que se juntaron para acompañar, saltar y cantar por el retorno del gigante, una inolvidable noche de otoño.

 

Hernán O’Donnell