La grandeza de Martino

A veces sucede. Que el que perdió se llena de gloria. Que el que cae derrotado se pone de pie pleno de hidalguía. Que deja un ejemplo. Que dan ganas de aplaudirlo y felicitarlo. Y hacerlo acreedor al más genuino reconocimiento.

Gerardo Martino se despidió de Barcelona con una grandeza admirable, mucho más fuerte y reconocido de como había llegado. Tuvo una temporada dura, cargada de críticas y observaciones permanentes. Siempre estuvo en el “ojo de la tormenta”. Por no ser catalán, ni siquiera español. Por no representar a la escuela holandesa. Por ser un “recomendado” de Messi. Por mil y una razones, o sinrazones, sobre el “Tata” parecía caer una carga adicional.

Gerardo MartinoY cada partido de Barcelona estaba bajo la lupa. Si mantenía el estilo Guardiola, si jugaba de la misma manera, si el equipo había perdido porcentajes de posesión del balón…Todo servía para cuestionarlo.

Martino sabía las reglas de juego. Entendió, siempre, que se había incorporado a uno de los clubes más exigentes del mundo, a una institución que había sido dominante en los últimos años. Y que la exigencia sería la mayor.

Intentó manejarse con seriedad. Con respeto. Con la mayor honestidad. Y no le alcanzó para obtener resultados en las dos mayores competencias: La UEFA Champions League y la Liga Española. Cayó ante el mismo adversario. Estuvo cerca en el partido final del campeonato local. Pero tampoco pudo.

“No ayudé a alcanzar los obejtivos”, declaró con hidalguía. Y, con el inmenso dolor del empate que fue derrota tuvo la grandeza de agradecer al club, a los jugadores a los dirigentes y a la afición. También a la prensa. Y no se olvidó de felicitar a los vencedores.

Martino se fue mucho más grande que como había llegado al Barcelona. Más íntegro, más digno. Fue un ganador en la derrota. Su paso por Barcelona deja eso: un hombre cabal que dignificó la profesión, un entrenador ejemplar. Ese fue su éxito, crecer en una temporada agotadora. Lo demás, se lo lleva el tiempo.

Hernán en el Sánchez Pizjuan

 

Hernán O’Donnell