Ferrer conquistó Buenos Aires

Había estado muy cerca en 2010, cuando llegó a la final y su compatriota Juan Carlos Ferrero le quitó la chance en un encuentro muy equilibrado. Había llegado varias veces muy lejos en éste ya célebre Torneo de Buenos Aires que cerró su 12da edición.

Pero esta vez, no falló. Tuvo una semana perfecta, con grandes victorias y rendimientos superlativos, que lo convierten en uno de los mejores jugadores en polvo de ladrillo, quizás de los mejores del mundo junto a Rafael Nadal, y tal vez Nicolás Almagro.

Lo cierto es que “Ferru” tuvo un paso conquistador por Buenos Aires. Demolió a Fernando González, en el sprint final del chileno, por 6-2 y 6-4. No le dio oportunidades a Nalbandián en semifinales. Y derrotó sin atenuantes a su compatriota Almagro en la final.

Comenzó con un primer set equilibrado, donde en el quinto juego Almagro comenzó a sacar ventajas. Fue sólido desde la base y lo ayudó su servicio. Parecía que podía revertir su historia negativa en resulatdos ante el valenciano. Su drive era potente, y no mostraba fisuras. Se llevó el parcial por 6-4.

En el segundo, parecía que la tendencia iba a continuar: tuvo Almagro un par de chances de quiebre. Sin embargo, apareció todo el talento y la garra de Ferrer; ganó su primer servicio, quebró y se adelantó por 3-0. Mantuvo el juego y ganó la manga por 6-3.

A medida que crecía Ferrer, se acentuaba la caída de Almagro. El campeón de Copa Davis dominaba con su servicio y se adelantaba muy rápido, 15-0, 30-0, 40-0, game…Ferrer imponía su juego, y Almagro no hallaba respuestas: caía por 1-5, 0-30 con su servicio. Logró revertir ese juego y estirar por uno minutos el partido.

Ferrer sacaba 5-2; no podía fallar y no falló. Un error no forzado, revés paralelo ancho, de Almagro, cerró la tarde de Buenos Aires. David Ferrer alcanzaba un 4-6, 6-3 y 6-2. Un triunfazo, para festejar como lo hizo, con alegría y también con una destacada educación y respeto, por el rival, el público y una Buenos Aires que pudo admirar todo su talento.

 

Hernán O’Donnell