Otro paso atrás de la Selección

El seleccionado nacional entró en una escalera descendente, en un tobogán largo y que, a pesar de las palabras de algunos jugadores (“tocamos fondo”), aún puede ser más profundo y preocupante. El equipo argentino está mal, lleva cuatro partidos sin ganar y dos derrotas consecutivas. luego de vencer a Uruguay por 1 a 0 en Mendoza en el debut de la era del entrenador Edgardo Bauza, la Argentina ingresó en un declive en el rendimiento que lo llevó a obtener magros resultados: Empate 2 a 2 ante Venezuela, igualdad en 2 tantos frente a Perú, derrota contra Paraguay 0-1 en Córdoba y esta pálida actuación en Belo Horizonte, donde la goleada por 3-0 de Brasil pudo haber sido más amplia.

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Tras unos correctos veinte minutos iniciales, en un encuentro que presumía ser equilibrado, el golazo de Philipe Coutinho a los 24 minutos pareció sentenciar el juego. Faltaba muchísimo aún, y sin embargo, la imagen de una Argentina vencida, caída, golpeada en lo anímico se percibió apenas sacó del medio: en dos pases perdió la pelota y a partir de allí se vio un equipo superado por el rival y las circunstancias que rodean su mal presente.

La selección no tuvo respuestas futbolísticas ante el dominio del rival, tampoco mostró rebeldía ni personalidad para pelear el partido. Y aquí uno rescata algunos nombres, que más allá de la actuación técnica, y la crítica feroz de las voces de las redes sociales, al menos mostraron un poco de entusiasmo y ganas de revertir la situación. Se escucha y se lee mucho. Se escribe mucho para criticar a Mascherano, por ejemplo. Pero en medio de la pobre actuación global del equipo, el volante central muestra temperamento y esfuerzo. Caracter para “pelear” el partido aunque sea. También Sergio Agüero ingresó con ganas e intentó torcer el destino. No decimos que hayan jugado bien. Afirmamos que mostraron voluntad y esfuerzo, características importantes y necesarias cuando el rendimiento futbolístico decae.

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También hubo esfuerzo por parte de Higuaín, de Biglia, de Enzo pérez en el tiempo que le tocó jugar. Pero no alcanzó, y es posible que no le alcance a ningún equipo del mundo si no hay un funcionamiento colectivo que eleve al equipo. Correr y meter es destacable. La rebeldía futbolística es necesaria, tal como la tuvieron varios jugadores. Contagia. Pero no es la base ni el fundamento principal para ganar un partido.

La Argentina fue un híbrido, que no supo atacar ni contraatacar. Y no mostró seguridad defensiva. El gol (golazo) de Neymar que cerró el primer tiempo mostró como en dos pases Brasil podía sortear a una defensa poblada con 4, 5 o 6 jugadores. Gabriel Jesús aprovechó un error en el medio campo, avanzó ante Otamendi, Funes Mori, el retroceso de Biglia y a espaldas de Zabaleta, le puso una asistencia fenomenal a Neymar que definió con total serenidad ante la salida de Sergio Romero.

2 a 0 y cierre del partido, aunque restaban 45 minutos. La imagen de la Argentina ya estaba, a esa altura, por el piso. Se podía imaginar un milagro. Eso, un milagro. Una reacción de las individualidades, las ganas que mostró Agüero y que se encendiera Leo Messi, que esta claro no es del estilo rebelde de Maradona, sino el genio que finaliza las maniobras de un equipo, o el artista que deslumbra en una orquesta afilada. Se podía esperar que Hugaín desbordara a dos centrales macizos como Miranda y Marquinhos y a pura potencia convirtiera; o que se ilumine Di María y zurcara su banda como un rayo para penetrar una defensa, que está visto desde que llegó Tité está muy bien trabajada.

Se podía soñar con eso, con que los jugadores se iluminaran y revirtieran lo que equipo por equipo era un dominio total del local. Y soñar eso era aguardar por algo parecido a un milagro…

No sucedió. Al contrario, se mantuvo la tesitura y Brasil llegó al tercero con un centro cruzado de izquierda a derecha, que de allí  volvió al centro, y Paulinho sentenció con un fuerte remate.

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Allí se terminó la última esperanza. 58 minutos de juego y todo concluído. Porque lo que vino después fue casi un suplicio: Argentina desdibujada, apenas con la voluntad de ir para adelante, con un juego muy simple y previsible casi no inquietó a un equipo que trabaja muy bien en defensa. Sólo un tiro libre de Messi, que llegó tras una intersante manionbra combinada en tre Leo y El “Kun” Agüero. Mientras, Brasil llegaba de contraataque con mucha facilidad y desperdició varias posibilidades para aumentar el marcador.

Tendrá que trabajar mucho el entrenador. Hablar claro con los jugadores. Proponerles un estilo definido, invitarlos a comprometerse con su idea de juego y si alguno no está convencido, plantear su desacuerdo, proponer una alternativa o bajarse del barco. Todo tiene que ser clarito. La Argentina necesita de la unión y el compromiso de todos. Es la hora de jugarselá. Pasan las fechas y el equipo cada vez da un paso más atrás. No se puede seguir así, porque, aunque duela, la selección aún no tocó fondo. Se puede estar peor, aunque quede mal decirlo. Todavía los resultados de los otros partidos acompañan y no se está tan lejos de la zona de clasificación. Pero hay que reaccionar ya mismo. Porque aún quedan fechas por jugar y todo depende de la Argentina. Todavía es así. Despierte Argentina, que ya se empieza a hacer tarde…

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Hernán O’Donnell