Otro año perdido…Y ya van 32…

Thomas Berdych, héroe de la serie, celebra la victoria ante Berlocq

Desde aquella semifinal de 1980, cuando Guillermo Vilas y José  Luis Clerc nos hicieron creer que el viejo trofeo que, en cien años de competencia se habían repartido las tradicionales potencias de estos países, se podía alcanzar, las frustraciones se sucedieron de modo constante, casi al compás de la formación de grandes equipos y del surgimiento de muy buenos tenistas.

Aquella primavera encontró a los aficionados envueltos en la gran ilusión: se jugaba de local ante Checoslovaquia, y ya se pensaba en una hipotética final ante la accesible Italia de Adriano Panatta.

Sin embargo, en la intimidad se desataba una batalla de egos que derivó en unclima insoportable de enfrentamientos internos que desembocaron en la derrota frente al equipo del joven Ivan Lendl.

32 años después, la historia, como tantas otras veces, se repitió. Con otros matices, otras formas, pero el mismo argumento: Un equipo resquebrajado por diferencias internas, desmembrado, con lesiones inoportunas frente a un conjunto unido (había que ver a Stepanek como alentaba a Berdych) con un jugador que se llevó el protagonismo de la serie. Thomas Berdych ganó los tres puntos que jugó.

Tuvo una gran reacción el viernes para derrotar a Mónaco tras ir dos sets auno abajo, y 2-4 en el cuarto; se sobrepuso, ganó 8 games consecutivos para llevarse 6-4 el cuarto y ponerse 4-0 en el quinto, que ganó, al final, por 6-4.

Fue importantísimo en el dobles, que ganaron a voluntad. Y una maravilla en la jornada final del domingo, en el punto decisivo ante Berlocq. Dominó a voluntad, se mostró solido, concentrado, casi sin errores, excepto una muy pequeña laguna en el tercer set, cuando Charly logró quebrarlo. “Es increíble llegar a la final; estamos muy felices, contentos por la gente que nos acompañó hasta Argentina -dijo Berdych- y esperamos seguir así”

Pero el drama se vivía en el otro vestuario. Ya habían circulado muchos rumores, desde muy temprano de la mañana del domingo. Algunos, incluso, hasta aseguraban cambios drásticos en el equipo.

Lo cierto es que el ambiente venía mal desde el comienzo de la semana de la Davis. Juan Martín Del Potro no tuvo la mejor relación con el grupo, ni pasó un buen momento en general. Algunos se molestaron porque recién se incorporó a los entrenamientos en el estadio Mary Terán de Weiss el miércoles; porque no estaba decidido a hacer la foto oficial ni a la cena de camaradería de ese miércoles; sin embargo, la armonía grupal no depende de un sólo jugador. Se cosntruye entre todos; incluso, los que no están.

Por eso, las “fuentes” se ponen de uno u otro lado. El bueno (o el malo, según quien lo comente) es Del Potro, o el malo (o el bueno) es Nalbandián. O Jaite, o Zabaleta o el resto de los jugadores. Y la verdad es que esta historia tiene muchos matices.

El capitán Martín Jaite explicó sus sensaciones: “A nadie le gusta perder. Estoy triste; si pensamos como fue la preparación de cada uno de los equipos ellos no tuvieron inconvenientes y nosotros tuvimos algunos obstáculos. Pero nos tocó perder porque ellos jugaron mejor, sabíamos que era una serie difícil, tuvimos nuestras chances, no las pudimos aprovechar”.

Y continuó: “Buscaremos el camino en 2013; ahora quedamos entre los cuatro mejores paises, no es poco. Teníamos las ganas y la esperanza de llegar a la final; lo buscaremos el año que viene”.

“Creemos que estamos en la formación de un grupo. Nos puede llevar un tiempo, un grupo no se forma de modo muy rápido. Confiamos en que podamos armar un gran grupo; la Copa Davis es un juego de conjunto, y estamos en camino de hacer un buen grupo. Así tenemos más oportunidades de ganarla”.

Y sus palabras sobre el proceder de Del Potro fue muy claro: “Sabíamos como estaba desde su regreso de Estados Unidos; tenía permiso para entrenarse aparte, luego jugó su partido, lo ganó que es lo más importante y después ya no pudo continuar”.

Vaya a saber si por ese conjunto de motivos, porque no pudo contnuar en la serie o por algún dolor propio no resuelto, parte del público silbó y reprobó a Del Potro cuando se retiraba tras observar la derrota de Charly Berlocq. “Me pareció injusto -dijo Mariano Zabaleta”; lo mismo refrendó Jaite: “Sí, fue injusto con Juan Martín. El público puede expresarse como quiere, y cada uno decir lo que quiere, pero es injusto con él”.

Juan Mónaco, de indudable calidad humana y factor de unión de cualquier grupo, fue muy claro en la conferencia de prensa: “Se está armando el grupo, y hay que seguir adelante. No sirve revolver lo que sucedió; tal vez no fue lo ideal desde el primer minuto, pero lo bueno es que de esto se puede aprender. Se perdió, bueno, hay que aceptarlo. Creo que Juan Martín hizo lo que pudo. Llegó el miércoles, y tendrá sus motivos. Pero vino, ganó, nos dio un punto y eso es muy importante. Ahora lo mejor es mirar para adelante. Si tomo la experiencia de Serbia o España me indican que la Copa la gana un buen grupo, que esté formado y unido.Pero eso es para cualquier deporte; Messi no te va a ganar un Mundial sólo. Necesita de Aguero, Gago, el arquero, todos..

Ese es el camino que debemos tomar, los jugadores nos llevamos bien y estoy convencido que vamos a armar un buen grupo”.

Entre tanto rumor, chisme, algún rencor, y varios malentendidos, vale tomar la reflexión de un jugador que aporta mucho dentro y fuera de la cancha: Aprender de lo que sucedió, reflexionar, unirse y armar un buen grupo. No es lo único, porque también se requerirá de un buen nivel tenístico. Pero son condimentos fundamentales para poder darle forma a esa ilusión de alzar la Copa Davis, que ya lleva tantos años…

 

Hernán O’Donnell