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El enorme futuro de Ryan García que el mundo empezó a valorar

Nació en Victorville, California, el 8 de agosto de 1998. El destino le tenía guardado su futuro: su papá, Henry había soñado con ser boxeador, pero no pudo realizar esa meta y  su camino en el deporte se desarrolló como entrenador. Y empezó a trabajar con su hijo cuando Ryan tenía apenas 7 años. Henry y su esposa Lisa tuvieron 4 hijas mujeres y dos varones: Ryan y Sean, quien también es pugilista. Ryan aprendió rápido los secretos del boxeo y muy pronto empezó su carrera amateur, donde se observaron sus progresos y sus enormes habilidades para esta disciplina. Su padre trabajaba con él de modo permanente, y el garaje de su casa era su gimnasio, al cual acudía muchas horas por día. Allí comenzó a alimentar sus sueños de campeón: “Siempre creí en mí mismo, siempre creí en que puedo llegar a ser campeón; la confianza es lo más importante que uno pueda tener”, afirmó cuando comenzó a tomar notoriedad. “Pase lo que pase, siempre debes creer en ti mismo”.

El 9 de junio de 2016 hizo su debut profesional con un KOT a Edgar Meza en Tijuana, California. Ryan es estadounidense pero siente mucho la patria de sus padres y en varias oportunidades ha ingresado al ring con la bandera de México, y ha hecho honores a dicho país.

A partir de esa victoria, empezó una carrera fructífera, jalonada de triunfos y con un número de fanáticos creciente. “No sólo quiero ser campeón” afirmó en la TV. “Me gustaría poder ser un ejemplo para los jóvenes, para mis seguidores. Que no tomen, que no fumen, que se cuiden y lleven una vida sana”. Y tiempo más tarde, agregó más contenido  esa filosofía de vida: “Quiero aprovechar el boxeo para ofrecer otras cosas; siento que Dios me ha bendecido, y estoy listo para usar lo que El me dio por un cambio, para mejor. Mucha gente quiere decir cosas pero no se les escucha porque no son populares. Dios me ha bendecido para hacerlo. Quiero ayudar a cambiar el mundo y quiero ser Campeón Mundial muy pronto”.

Su manager Roger Ruiz sintió que estaba ante un diamante en bruto apenas lo vió por primera vez: “Apenas lo vi me di cuenta que era diferente. Que podía ver una pelea pero en sus ojos estaba el deseo de estar arriba del ring, listo para boxear”, le señaló a la TV de México.

Se sumó a las huestes de Oscar de la Hoya y Golden Boy Promotions tomó su representación. “Oscar es un boxeador que yo admiraba cuando era chico; pero hay algo que yo siempre sentí. A los 7 años ya sabía que quería ser boxeador”.

Su carrera sumó éxito tras éxito; cuando llegó a su 11ra victoria consecutiva ante Miguel Carrizoza logró el título Liviano Jr de la NABF (North American Boxing Federation), un organismo que otorga títulos de boxeo regionales. Es una federación de boxeo dentro del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Allí se hizo conocido en el ambiente. Y sumó muchos seguidores, pero como todo éxito siempre está acompañado de un precio elevado, también aparecieron los detractores: muchos sostuvieron que no tenía grandes nombres enfrente, que no había peleado con figuras de cartel, que los humos se le habían subido a la cabeza antes de ser campeón del mundo…Ryan siguió y los triunfos también siguieron. Multiplicó los seguidores en las redes sociales, Facebook, Instagram y Twitter, pero también se sumaron voces críticas.

Tiene habilidades increíbles que se observan no sólo en sus combates, sino en sus entrenamientos. Los videos que sube a YouTube contienen escenas llamativas, espectaculares. Su habilidad y velocidad son para destacar. Mide 1,78 m y pesa 78 kilos. Se prepara para las grandes contiendas. Además de esas imágenes que sube a  YouTube, tiene una vida activa en las redes sociales. Es algo que le enorgullece: sus seguidores en Twitter e Instagram aumentan día a día. Incluso tuvo mucha repercusión un “like” que le dio el famoso futbolista Sergio “Kun” Agüero a una imagen suya donde le pegaba a la bolsa en un entrenamiento. Eran los días de julio, mes de vacaciones o comienzos de pretemporada para los jugadores de fútbol que actúan en Europa, y el delantero se hizo un tiempo para destacar la foto de la joven promesa del boxeo.

El gran público del boxeo espera un choque ante Teófimo López. Lo han pedido los fanáticos en las redes sociales, se lo comenta y mucho en los medios de prensa mexicanos. Sin embargo, Teófimo le ha bajado el precio a su rival. “Sé que se habla de esa posibilidad”, dijo López, pero “yo siento que estoy en otro plano, no veo esa chance”. 

Pero Ryan no se distrae. Sigue su camino, con orgullo y ansiedad. Llegó a un récord de 20-0 tras su triunfo ante el nicaragüense Francisco Fonseca en el Honda Center de Anaheim, California, Estados Unidos de América. Todo sucedió en 1’20” del primer round, para demostrar por qué se ganado en buena ley el apodo “The Flash” y también para generar una locura y una expectativa enorme por el futuro de un pugilista que tiene el crédito abierto para ser la gran estrella de los próximos años.


Hernán O’Donnell

 

La historia de Alexis Argüello, el ídolo de Oscar de la Hoya…

Ahora, que el boxeo profesional vuelve con una velada grande transmitida por las cadenas más importantes del mundo, en Nicaragua, en el Estadio “Alexis Argüello”, aprovechamos para recordar esta nota que refleja la vida y la muerte del gran “Escopeta” Argüello, un hombre de los más importantes de su época, el gran ídolo de Oscar de la Hoya, nada menos…La escribimos en la Revista “Ring Side” y fue publicada en julio de 2015. Nada ha cambiado de todo lo que fue Alexis Argüello en la historia del boxeo.

Aquí está la nota publicada y abajo su reproducción. Esperamos que le pueda gustar.

Cuando le preguntamos al gran Oscar de la Hoya quien había sido su ídolo, su máximo referente en el boxeo, nos sorprendió con la respuesta. No es que no lo mereciera, pero imaginábamos nombres como Muhammad Alí o Sugar Ray Leonard. Sin embargo su respuesta fue contundente: “Todos ellos han sido fantásticos boxeadores, pero mi ídolo siempre fue Alexis Argüello”. Una leve sorpresa recorrió el salón del hotel del centro de Buenos Aires. Oscar hacía referencia a un boxeador notable, inmenso, muy grande, sí, pero que salía de esa galería imaginada de las 5 o 6 celebridades de todos los tiempos: Joe Louis, los mencionados MuhammadAlí y Sugar Ray Leonard, Roberto Durán o Marvin Hagler. Argüello fue un verdadero artista en el ring y un caballero fuera de él. En la década del ’70 y en los muy tempranos años ’80 fue uno de los pugilistas más cautivantes que quizás no fue apreciado en toda su dimensión.

Para un hombre como Oscar, que comenzó a boxear a los 5 años, que toda su familia está ligada al deporte y que vio a grandes campeones durante muchos años (hasta convertirse él en uno de los más grandes de la historia) nombrar a Argüello era toda una definición: ¿Cuan grande pudo ser Alexis para cautivar al joven de la Hoya? ¿Quién fue, entonces, Alexis Argüello, el ídolo de quien años más tarde sería uno de los ídolos más inmensos de este deporte?

Alexis Arguello nació en Managua el 19 de abril de 1952. Fue un boxeador completo, fino, elegante y agresivo. Lo llamaron “El flaco explosivo”. Sus inicios no fueron demasiado claros, pero el 23 de noviembre de 1974 tuvo su oportunidad y no la desaprovechó: en el Forum de Inglewood, en Los Angeles, California Alexis tuvo un muy duro combate con el mexicano Rubén Olivares, quien supo dominarlo y hasta el 13er round (en aquel entonces, los combates eran a 15 asaltos) llevaba ventaja en las tarjetas. Pero un gancho de izquierda de Alexis en ese 13er round envió al mexicano a la lona. Con mucha dificultad, logró levantarse y fue en busca del nicaragüense. Grave error. En el intercambio propuesto, un uppercut de Arguello lo envió a la lona de modo definitivo.

Alexis Arguello se consagraba Campeón Mundial Pluma de la Asociación Mundial de Boxeo.

Se iniciaba así una etapa de gloria y honor que lo llevó a conquistar tres Títulos Mundiales. Su figura creció y defendió su corona con cuatro éxitos resonantes.  El paso del tiempo le sugirió que era necesario subir de categoría: El 28 de enero de 1978 derrotó al portorriqueño Alfredo Escalera y logró su segundo título Mundial, en esta ocasión el de la categoría superpluma del Consejo Mundial de Boxeo. Fue una pelea sangrienta, dura, en la que se llamó “La Batalla de Bayamón”. Escalera le había hecho daño en un ojo, en la boca y la naríaz, pero Alexis acabó con él en el 13er asalto. En esta categoría tampoco tuvo rivales; uno a uno cayeron todos los desafiantes.

Su crecimiento físico lo condujo a subir de categoría; el 20 de junio de 1981 venció a Jim Watt en Londres, Inglaterra y se consagró Campeón Mundial Ligero también por el CMB.

El 3 de octubre de 1981, en Atlantic City, le ganó a Ray “Boom Boom” Mancini, en uno de sus triunfos más valorados, considerado por “The Ring” como el combate del año. Dos boxeadores en excelente forma y con un alto nivel de pugilismo sin amarres, sin cortes, con un boxeo franco y ofensivo. Era la gran pelea que el mundo esperaba y lo catapultó a Argüello a la galería de los elegidos.

Cuando llegó 1982 empezó el declive. Ese año cayó ante el estadounidense Aaron Pryor, lo que marcaría su inevitable declive. De ese combate quedó una sospecha de consumo de estimulantes por parte de Pryor. Este, para acallar las críticas, le ofreció el desquite y volvió a vencerlo.

La estrella de Arguello comenzaba a apagarse. Se alejó de los rings . Regresó en 1984. Se fue y volvió a combatir en 1995, con más de 40 años. Ya no era aquel boxeador letal ni los días de gloria lo acompañaban.

Tapa de “Ring Side”, Nº 193, Julio de 2015

Las adicciones envolvieron sus días de retirada. Argüello flaqueba, caía y cuando parecía enderezarse, otra vez caía en el vacío del flagelo.

Se volcó a la política. Fue vice-alcalde de Managua entre 2005 y 2008. Comenzó a trabajar en proyectos sociales y deportivos, “quería devolverle al país algo de lo que el país le había dado”, dijo un tiempo después. El 9 de noviembre de 2008 gana las elecciones municipales y ese año asume como Alcalde de la Capital de Nicaragua. Pero las cosas no funcionaron como pensaba. Comenzó a tener divergencias con la gente de su partido, el Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) y no dejó de expresar en forma pública esas diferencias.

La madrugada del miércoles 1º de julio de 2009, Nicaragua despertó sacudida por la noticia triste, cruel, inesperada: Alexis Arguello, el Alcalde de Managua, el Gran Campeón Mundial de boxeo había muerto. Poco se supo entonces qué había sucedido. La Policía informó que la causa fue suicidio y poco tiempo después se archivó el expediente del caso. El informe oficial señaló que durante la investigación del hecho, se halló en su habitación un arma 9 milímetros que pertenecía a él, que tenía un solo disparo y presentaba las huellas digitales de Argüello. Al día siguiente, el jueves 2 de julio el director del Instituto de Medicina Legal (IML), Doctor Zacarías Duarte en una concurrida conferencia de prensa, anunció que el ex boxeador sólo presentaba un disparo a la altura del tórax. “No hay ningún signo que indique que haya habido violencia, que haya habido lucha o que haya habido defensa; su cuerpo está totalmente indemne de cualquier otro tipo de lesión”, dijo Duarte. Se informó que el disparo mortal se habría producido entre las 3 y las 3.30 am de ese día 1º de julio.

Una multitud lo lloró en su despedida el viernes 3 en el Palacio de Cultura.

Sin embargo, algunas voces se levantaron para manifestar sus sospechas.  Dora Argüello, hija del célebre campeón, sostuvo y aún sostiene que no cree en la versión oficial. Que vio el cuerpo de su padre golpeado, con la cara marcada, como si hubiera sufrido una una golpiza antes de morir. Con algunas fotos como prueba, la primogénita sostiene que tiene golpes en la cara, en un ojo, en el labio superior y una marca en un nudillo, debajo de un anillo, como si hubiera golpeado para defenderse. Para ella, a su padre lo mataron y responsabilizó al gobierno.

Varios testigos indicaron que se escuchó una detonación en su cuarto y sólo había un orificio de entrada y otro de salida. La mujer de Alexis confirmó en varios medios periodísticos la versión del suicidio. Pero los hijos creen otra cosa.

Las versiones se reprodujeron, contradictorias, durante todos estos años. Aún hoy se mantienen. El gran campeón fue llorado por una multitud durante los días posteriores a su fallecimiento. Y la discusión no se acaba. Hay quienes aún se señalan sus contradicciones con el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), su discrepancia con el partido, las contradicciones de representar al Frente alguien como él, que en su apogeo boxístico fue acusado de simpatizar con el gobierno de Anastasio Somoza. Otros comentan que sus diferencias con el orden cerrado del partido gobernante lo llevaron a una situación delicada, que pensaba renunciar a la alcaldía y ofrecer una amplia conferencia de prensa para aclarar todo.

Han pasado muchos años y poco se aclaró de la muerte de Alexis Argüello. Aquel flaco desgarbado, potente, lúcido, con una pegada durísima, aún es un enigma en su final. Pero también es el ejemplo de miles de nicaragüenses que ven a una figura estelar, humilde, trabajadora y exitosa. Se convirtió en la leyenda del deporte más importante de Nicaragua. Una leyenda que trascendió tiempos y fronteras. Y su fama aún crece. Hace muy poco tiempo, el entrevistador Larry King le preguntó a Floyd Mayweather con quien le hubiera gustado pelear, con que boxeador aunque ya hubiera fallecido. Y Floyd lo sorprendió con sus respuesta: “Alexis Argüello” Ante el desconocimiento del reportero, “Money” le aclaró: “Era un luchador increíble. Un boxeador increíble”.

 “El boxeo de mi época era más místico que el de hoy –dijo poco antes de morir- Nosotros nos preparábamos, tirábamos combinaciones: jab, recto derecha, golpe cruzado, uppercut, recto izquierda. Hoy se ven boxeadores con 3 golpes: jab, recto y gancho. Jab, recto y gancho…”. En esa nota hablaba de sus proyectos sociales, del fomento del deporte, del boxeo de cada época. Todo tuvo un abrupto final.

Nicaragua aún lo llora, pero también lo venera. Como aquel muchachito, Oscar de la Hoya, que en su camino triunfante en el boxeo lo vio como un faro que iluminaría su camino.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side, Julio de 2015)

Marcos Maidana, Floyd Mayweather y los caminos del boxeo

¿Habrá una tercera versión? ¿Existirá la chance de que vuelvan a enfrentarse? ¿Se juntarán otra vez los caminos de Floyd Mayweather y Marcos Maidana?

La vida está llena se sorpresas y difícil es predecir el futuro. Nadie sabe que puede suceder, y si bien existen tendencias, probabilidades y factibilidades, en el boxeo, casi como en ningún otro deporte, los combates, las idas y vueltas, las chances de ver una pelea inimaginable, siempre existen.

“El Chino” Maidana mantuvo una conversación, a través de Instagram Live, con el presidente de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Gilberto Jesús Mendoza. Y dejó en claro sus ganas de volver al boxeo y retirarse como campeón.

Por eso tiene prevista una pelea ante Jorge “Acero” Cali, en la cual analizará su presente para evaluar su regreso total a la actividad. Y su sueño es volver a medirse con el célebre “Money”…

En aquel 2014 nadie imaginaba que sería el año del Chino; porque más allá de los resultados, parecía difícil que pudiera combatir contra Mayweather, la estrella mundial del momento. Y su manager, Sebastián Contursi, lo consiguió. El 3 de mayo en el MGM Grand Garden Arena, Las Vegas, Nevada, USA, Maidana realizó una grandísima pelea, donde descolló en los primeros asaltos (ganó el 1,3,4 y 5) y fue el dueño de la primera mitad de la pelea. Luego se recuperó Floyd y se llevó el resto de los rounds. Además de haber ganado el segundo, “Money” tuvo una diferencia de 8-4, pero la imagen del “Chino” en el inicio de la contienda lo llevó a ganarse todos los aplausos y obtener una revancha para ese mismo año, que se desarrolló en el mismo lugar el 13 de septiembre, con resultado favorable, otra vez, para el norteamericano.

De esa rivalidad quedó un respeto mutuo que se tradujo en elogios. Cuando Floyd llegó al final de su carrera, y tras el mediático choque con Connor Mcgregor, hizo un análisis de su trayectoria, no dudó en poner al “Chino” como uno de los rivales más duros que hubiera enfrentado. “Maidana es una leyenda, de los más fuertes que me tocó enfrentar”, señaló en su cuenta de Instagram. “Es un pelador increíble, fuerte y aguerrido”, agregó.

Era 2017. El “Chino” agradeció los elogios y empezó a soñar con una vuelta de tuerca más. Retomó los entrenamientos y en Enero de 2019 publicó un video en el que se lo veía en un entrenamiento a fondo y en un momento miraba a cámara y decía: “Floyd, la primera te la gané; en la segunda, te volé un diente…falta la tercera”. Todo un desafío.

Ahora parece que podría ser el tiempo de pensar en un tercer combate. No es fácil, porque el tiempo pasa y el mundo sigue en cuarentena, a la espera de una solución para el COVID-19. Y Mayweather tiene 43 años y Maidana 36, es decir que el tiempo no está de su lado. Pero no hay que descartar nada.

Desde la promotora de Floyd, publicaron un mensaje en las redes sociales con una imagen de un pasaje de una de sus peleas y la frase rimbobante “¿Aún creen que pueden descifrar el código MayVinci?”, en un juego de palabras con el código Da Vinci.

La respuesta de Maidana no se hizo esperar. “El mundo del boxeo sabe quién ganó. Si @FloydMayweahter tiene alguna duda, tenemos disponibles febrero o marzo de 2021…”, en otro desafío declarado.

Hace más días atrás, Mayweather había escrito en sus redes personales que su futuro podría ser como entrenaddor. “Soy nuevo y hasta ahora trabajé con gente sin experiencia en los rings, con lo cuál empezamos a crecer juntos. Pero les prometo que seré el mejor entrenador del mundo”, aseveró. Y afirmó que quería seguir el camino de su tío Roger, quién falleció hace poco más de un mes. “Por mi tío, me he sentido inspirado a ayudar a boxeadores en su carrera, tal como él lo hizo conmigo, junto a tanta gente”, señaló Floyd.

¿Que pasará en el futuro? ¿Habrá una tercera versión?

Los dos combates de aquel 2014 fueron de los más productivos en lo económico y de los más espectaculares en lo deportivo. Fueron, sobre todo la primera, las mejores peleas del año. Y aún permanecen en el recuerdo. Si habrá una tercera batalla será una cuestión de que los misteriosos caminos del tiempo y de la vida ofrezcan esa oportunidad.


Hernán O’Donnell

Boxeo con sangre irlandesa

Allá por 2014 publicamos en la Revista Ring Side, magazine especializado en Boxeo que dirige Carlos Irusta y sale desde 1995 de manera ininterrumpida, una nota que hacía referencia a un estilo, una forma, una tradición en el boxeo: la de la sangre irlandesa. Aceptamos que nos estimulaba el escribirla el peso del apellido y la ascendencia, pero también esa larga tradición de guerreros que regaron con sangre, sudor y valentía los rings del mundo a lo largo de la historia. Por eso nos pareció una linda oportunidad el repetirla ahora, cuando el deporte ha entrado en un paréntesis, y la actividad se extraña mucho. Para combatir la melancolía, repasemos entonces esta larga historia de batalladores de sangre irlandesa.

El boxeo moderno tuvo su origen en Inglaterra, hacia el siglo XVIII, a puño limpio y con unas pocas reglas fundamentales que se mantuvieron hasta 1838. De a poco, se sumaron algunos puntos que modificaron el reglamento original: Duración de las peleas, utilización de guantes acolchados, elevación del ring para que los auxiliares no ayudaran a levantarse al caído.

Podremos profundizar la historia, detallar cada uno de los aspectos reglamentarios, ser puntillosos en cada detalle y precisos en las fechas. Pero lo que esta nota les va a contar es que detrás del origen de este deporte en Inglaterra, hubo (y hay) otra historia: la de la Sangre Irlandesa, esa que fluye en la isla que domina Dublín y se enfrenta al Reino Unido, en un combate eterno, que divide a la República de Irlanda de su vecino poderoso.

La sangre irlandesa se vio reflejada en heróicos boxeadores nacidos en esas tierras o de lazos muy familiares. Y la emigración hacia otras lugares, sobre todo Estados Unidos, hizo que la pasión por el boxeo se desarrollase. Irlandeses inmigrantes llevaron el box que conocieron en las islas a Norteamérica. Y una larga lista de ellos marcó la historia del boxeo mundial.

Uno de los pioneros fue Paddy Ryan, quien nació en in Thurles, Tipperary, República de Irlanda, el 14 de marzo de 1851. Llegó a ser Campeón del Mundo en mayo de 1880 cuando le ganó el título a Joe Goss. Y perdió la corona el 7 de febrero de 1882 ante el célebre John L. Sullivan. Nacería, allí, una leyenda, una celebridad que se mantiene hasta nuestros días.

John L. Sullivan, hijo de Michael Sullivan y Catherine Nelly, dos inmigrantes irlandeses, nace en Boston, Estados Unidos el 15 de octubre de 1858. Fue un mito del boxeo. El último campeón a puño descubierto. Un hombre que realizaba combates de exhibición y por el dinero que podían ofrecerle. Que tuvo una victoria memorable ante Jake Kilrain, que duró ¡75 rounds! cuando la esquina del contrincante decidió el retiro, en la última pelea que se realizó sin guantes.

Había llegado el tiempo de la gloria para un hombre que, hasta el momento de su encumbramiento en el boxeo, parecía destinado a ser un jugador de Baseball.

Luego, los excesos, los placeres y el alcohol mermaron su físico, hasta llegar a perder su título cuando cae frente a James Corbett en 1892.

Para los argentinos decir Jack Dempsey es algo así como decir Luis Angel Firpo. O El Combate del Siglo. Lo cierto es que este hombre que salió vencedor aquella noche del 14 de septiembre de 1923, había nacido en el estado de Colorado de Padré irlandés y madre inglesa. Su reinado duró hasta que se topó ante otro americano de orígen irlandés: Gene Tunney lo venció en septiembre de 1926. Era hijo de irlandeses John Lydon Tunney y su esposa Mary habían llegado de Irlanda en busca de construir un futuro mejor.

Y fueron en busca de él.

James Braddock también era hijo de inmigrantes irlandeses. Nacido en Nueva York, su historia fue muy conocida a partir de la película que refleja su vida: “Cinderella man”, el hombre cenicienta. Su campaña en el boxeo había sido interrumpida por la Gran Depresión de 1929 y debió trabajar como estibador para poder llevar dinero a su hogar. Cuando menos lo esperaba, le llegó la chance para pelear por el título mundial ante Max Baer. Y sorprendió al mundo con una indiscutida victoria. Luego, cedió ante el gran Joe Luis.  

Tom Sharkey nació en Dundalk, Irlanda. También dejó su tierra natal para arribar a Nueva York. Muy pronto se unió a la Armada de Estados Unidos. Allí aprendió a boxear y luego desarrolló una interesante carrera profesional.

Y si hablamos de sangre irlandesa, hasta el mismísimo Muhamad Alí tenía ascendencia de esa generosa sangre guerrera. Un estudio demostró que un bisabuelo del Más Grande Boxeador de todos los tiempos había nacido en Ennis, al oeste de Irlanda, para luego emigrar hacia los Estados Unidos donde se casó con una mujer afroamericana.

En 2009, el magnífico Alí realizó un viaje a Irlanda para vistar la tierra de sus antepasados. Cuando llegó a Ennis, el pueblo entero salió a vitorearlo. Era sangre irlandesa que llegaba a conocer su tierra de origen. Lo recibieron con los honores más puros y francos de un pueblo: banderas en las calles, carteles en todos los comercios, y una caravana que lo paseó por las principales calles donde miles de habitantes saludaron su paso. Su esposa, Yolanda, afirmó allí que la sangre irlandesa de Alí podría explicar su legendaria habilidad para apabullar a sus adversarios.

El tiempo siguió su camino y surgieron boxeadores de sangre irlandesa que alumbraron por distintos sitios. Un caso muy famoso fue el de Barry Mc Guigan. Uno de los grandes boxeadores irlandeses, fue campeón europeo, representó a la Irlanda del Norte en los juegos de la mancomunidad británica y titular mundial del peso pluma al vencer al panameño Eusebio Pedroza. Solo perdió tres veces en 35 combates. Ganó 28 de sus 32 triunfos por nocaut. Católico y casado con una mujer protestante. Alguna vez le preguntaron: ¿Por qué te has hecho boxeador? Y respondió: “Porque no puedo ser poeta. No se escribir historias…”

Mc Guigan había nacido en Monahan, era católico y se destacó por sus valores humanos. Siempre buscó entregar un mensaje de paz, en un tiempo en que Irlanda del Norte se debatía en luchas constantes entre católicos y protestantes. Inspiró la película “The Boxer”, con la actuación de Daniel Day Lewis.

Era sangre irlandesa guerrera en el ring y pacifista en la vida cotidiana. Ahora entrena a Carl Frampton, nacido en Belfast, Irlanda del Norte, un boxeador de enorme proyección y muy buenas cualidades,  que quiere emular a su mentor. Protestante é, se ha casado con una mujer católica. Y afirma su mensaje de paz en una zona que siempre está latente la división.

Se podrán enumerar muchos ejemplos más. Podremos recorrer otros nombres, de otros tiempos y más cercanos. La pasión por el boxeo de actores como Liam Nelson, quien si bien nació en Irlanda del norte, para los del sur hay una sola. Historias que inspiraron películas, libros, obras de teatro.

Pero esta historia está centrada en la Sangre Irlandesa, la que inspiró a tantos pugilistas y regó con nobleza los cuadriláteros del mundo.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side, Diciembre de 2014)

Juan Carlos Cárdenas, o cuando el “Chango” fue boxeador…

Esta nota se realizó en Abril de 2011 y se publicó en la Revista “Ring Side” en el número de Mayo de ese año. Aquí está la versión original y fidedigna, un perfil desconocido de Juan Carlos Cárdenas, El “Chango”, el inolvidable goleador del Racing Campeón de los años 1966, 1967.

Aprendió a vivir del gol. Desde que llegó de Santiago del Estero, con sólo 16 años, hasta el momento cumbre, aquel el del golazo al Celtic de Escocia, que le permitió a Racing consagrarse Campeón del Mundo. El primer Campeón del Mundo que tenía la Argentina futbolera. Aprendió a quererlo, a buscarlo, a conquistarlo: El gol, ese compañero inseparable, de por vida. Han pasado más de cuatro décadas y ese gol (ese golazo) aún lo festejan los fieles racinguistas. Es eterno, el remate, la concreción, el festejo de un muchacho que abrazaba entonces, y para siempre, la gloria, pero que nunca perdió el amor por otro deporte, tal vez porque lo descubrió de muy niño: El Boxeo.

-¿Cómo nace tu amor por el boxeo, Juan Carlos?

– Mirá, Hernán, el amor por el boxeo lo tengo desde muy chico. Es parte de mi cultura. Yo tenía un tío que se llamaba Distinguido Barraza, que era un enamorado del boxeo. Lo practicaba y entrenaba a jóvenes. Yo vivía a una cuadra de su casa, que era cómo muchas de aquel Santiago del Estero, de 40 x 10 metros, y en el fondo hizo un ring. Y a los 9 o 10 años, él ya me enseñaba a practicar box, con guantes y todo. Claro que a mi mamá y mi papá no les gustaba, pero yo ya me había entusiasmado con el boxeo.

-¿ Y cuando llegaste a Buenos Aires, a jugar en las inferiores de Racing, seguiste en contacto con el boxeo?

-Sí, sí. En el año ’62, me aceptan en Racing y sabía que me iba a quedar acá. Mi anhelo era conocer el Luna Park, entonces fui a ver como entrenaban. Conocí a Tito Lectoure, que era muy joven, y algunos boxeadores: Pascualito Pérez, que ya no peleaba pero tuve el honor de hablar con él; nada menos que el primer Campeón Mundial que tuvo la Argentina! También conocí a Horacio Acavallo, que es especial porque es hincha de Racing. Y cuando fue Campeón Mundial, tenía en la bata un escudito de Racing. Tuvo un homenaje en la cancha de Racing, por allá por el ’67, y tuvo una ovación increíble, fueron años muy buenos para nosotros.

Con Nicolino Locche tuvimos una anécdota increíble: Nosotros habíamos ido de gira por Brasil, y en una escala en el aeropuerto de San Pablo, caminábamos y hacíamos un poco de tiempo para esperar la salida del avión, y de pronto vemos a lo lejos una figura que caminaba medio “chaplinesco”, así, viste? Y con los muchachos, creo que estaba el “Panadero” (Díaz), el “Coco” (Basile), dijimos: ´Mirá a Nicolino!´ fuimos, lo abrazamos y le pregunté: ¿Y Nicolino, como estás para la pelea´. Y me contestó: Éstoy espectacular, pero ahora que los veo  a ustedes, no tengo dudas: Voy a ser Campeón del Mundo. Si fueron ustedes campeones y me los encontré acá, quiere decir que voy a ser campeón del Mundo´. Fue premonitorio, Nicolino siguió viaje a Japón y logró el título.

Me quedó un gran recuerdo de él, era un tipo simple y ganador.

-Y seguiste ligado al boxeo…

-Sí, te cuento otra anécdota. En el ´67 estábamos concentrados en el Hotel Savoy, un viernes a la noche y vemos entrar a un flaquito…Y enseguida lo saludamos, : ´Hola Carlitos!´ El nos reconoció enseguida: ´Úh, la banda de Racing, como están?´; enseguida se armó una ronda de café. Al otro día lo fuimos a ver al Luna y ganó el Título Argentino contra Fernández. Le veías el físico a Monzón y no te decía nada, pero en el ring parecía un gigante. Creo que Carlitos Monzón fue, quizás, el más grande boxeador argentino. Era simple, natural y te mostraba que en el box se ganaba de esa manera. Su historia fue brillante. Con él nos hicimos amigos, nos encontrábamos a comer, se armó un grupo de jugadores que nos juntábamos a ver boxeo con “Coco” Basile, Carlitos Babington, el “Bambino” Veira, Daniel Wellington, el “Toti” Veglio, Pedrito González…salíamos juntos…Venía Bonavena también, que era muy amigo del Bambino. Era una linda época, porque también nos encontrábamos con artistas como el “Gordo” Porcel, Alberto Olmedo…Nos sentábamos en una mesa y hablábamos de todo: de fútbol, de teatro, de box. Cualquier deportista se sentaba y se integraba al grupo. Había mucho respeto. Hoy también, entre los deportistas siempre existen esos códigos de ayuda. Nosotros sabemos lo que es tener gloria, aunque eso no te da motivos para cambiar como persona.

– Vos viviste en México ¿Como definirías la pasión del mexicano por el boxeo?

– Es parte de su cultura. El boxeo es natural para el mexicano. Tuve la suerte de ver la pelea de “Mantequilla” Nápoles y mi amigo la “Pantera” Saldaño. Fue brava, Mantequilla fue uno de los grandes boxeadores que yo vi; estilista, con una claridad de movimientos…Fue un orgullo haberlo conocido. Yo vivía en Puebla y cuando íbamos a jugar al Distrito Federal, me juntaba con “Mantequilla”, que ya se había nacionalizado mexicano, a tomar un café.

-¿Qué boxeadores te gustaron, “Chango”?

– Para mí, el máximo fue Muhammad Alí. Fue extraordinario, el manual del boxeo. Fue el “Summun”. Me hubiese gustado conocerlo personalmente. Hablaba con una seguridad, con una fe ganadora…Era un “bocón” espectacular, él hacía su juego, excitaba a la gente para que lo vayan a ver. Fue lo más fantástico que yo vi. Por su técnica, por sus movimientos, por sus piernas, porque pegaba cuando retrocedía, de costado…Sabía en que momento iba a atacar, desgastaba a los rivales. Fue tan brillante, que hasta tenía un don especial con su físico: Por ahí se entrenaba 5 días y ya estaba bien.

Lo increíble era ver sacar el golpe cuando retrocedía…

-Y noqueaba retrocediendo! Cuando pegás para adelante tenés toda la potencia en el golpe. El podía noquear cuando retrocedía, eso parecía imposible

-De los argentinos, además de los que me nombraste, ¿Quiénes te gustaron?

– Mirá, yo vi a “Látigo” Coggi cuando le ganó a “Pajarito” Hernández en el Luna Park, cuando nadie daba nada por Coggi y “Pajarito” era un “boom”. Coggi era uno de los que peleaba y ganaba en cualquier lado, como Monzón, Nicolino…yo siempre digo que lo mejor que dio, este país, fue el deportista: Tuvimos a verdaderos número uno: De Vicenio, Fangio, Vilas, jugadores como Maradona, que fue el mejor del mundo, Sívori, Di Stéfano, y tantos otros. Vos fijate que en casi todos los deportes nos hemos destacado, Las Leonas, Los Pumas, y no tenemos la infraestructura que necesita un deportista. Casi todo lo hacemos a pulmón. Y qué deportistas! Por supuesto que también tuvimos grandes escritores como Borges, Sábato, o Músicos como Piazzolla, Salgán, DÁrienzo, “Pichuco” (Aníbal Troilo) que han llevado al mundo nuestro arte.

Y todo eso en un país que siempre estuvo complicado en lo económico, en lo político, etc.

Chango, ¿Vos como estás? ¿Cómo convivís con el “mito”?
– Vivo muy bien, tengo una familia espectacular, mi mujer Beatriz, mis hijas Bárbara y Brenda y mi hijo Juan Carlos. Tengo tres nietos brillantes, Juan, Micaela y Sol. Aprendí a vivir porque la vida me premió y me dejó ser exitoso en mi profesión, en el deporte. Soy un agradecido, a Racing, que me dio la posibilidad de poder jugar y destacarme. Yo venía de mi provincia con muchos anhelos, y Racing me dio la chance de poder cumplirlos.

Lo dijo con una sonrisa franca, amistosa, humilde. Una sonrisa que siempre provoca convertir un gol.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista “Ring Side”, Mayo de 2011)

La pasión de Guillermo Vilas por el boxeo

Septiembre de 2008. Conferencia de prensa en el club Vilas Racquet, presentación de un torneo de tenis de los denominados “Challenger”, un escalón debajo de los torneos ATP. El certamen que les permite a los jóvenes progresar, dsarrollarse, y al público en general, ver a los futuros grandes jugadores. En el estrado se ubicaron los organizadores, patrocinadores, y entre otros, Guillermo Vilas. El periodismo presente, en su mayoría, especializado en tenis. Algunos que cubren deportes en general. La información del torneo que comenzará en pocos días, el ambiente que respiraba e irradiaba puro tenis. En medio de ese ámbito de raquetas y “puntos de quiebre”, Guillermo Vilas, la máxima leyenda del tenis argentino, utilizó un ejemplo del boxeo para que se acerquen a ver a los tenistas del futuro: “Yo una vez me perdí de ver a Hollyfield – afirmó para ejemplificar por qué había que acercarse a ver torneos menores de tenis- No le di importancia, pensé que era un paquete, un flacucho que no valía nada, y no fui a una pelea que se hacía en Estados Unidos, en el mismo hotel que yo paraba…con el tiempo me arrepentí, me perdí de ver a un fenómeno en sus inicios”.

En aquel lejano septiembre de 2008, cuando terminó la rueda de prensa, le propusimos una nota para hablar de boxeo. Aceptó de inmediato. Y esto es lo que se publicó en la Revista “Ring Side” en octubre de aquel año.

Un mediodía cálido en su club, en medio de un verde inmenso y la sensación de tranquilidad que transmite la zona que mezcla los bosques de Palermo con el Bajo Belgrano. La  rueda de prensa que termina, y enseguida el gesto de entusiasmo y ganas ante el mano a mano con Ring Side; cuando la propuesta fue hablar de boxeo, Guillermo postergó el partido de tenis que iba a jugar y con mucho agrado aceptó: “Dale, dale, charlemos de box que me gusta mucho…

-¿Y desde cuando te gusta el boxeo, Guillermo?

A mi me gusta el boxeo desde siempre; Lausse venía a ver mis partidos cuando jugaba en el Náutico Mar del Plata. Aparte lo conocía a Selpa, iba a ver a Páez al estadio Bristol. Bonavena (Oscar) vino varias veces al club Náutico…

-A Sacco lo conociste…

-Sí, claro, a Uby lo conocí en Mar del Plata, lo fui a ver entrenar en el Luna Park; al padre también, Don Ubaldo. Siempre me gustó el box, es la defensa natural que tiene el ser humano, el hombre se defendía a puños. Es el primer deporte natural que hubo. Un poco a ver quien era más fuerte. Es el arte de la defensa, la gente cree que es sólo ataque, pero no, es protegerse para poder vencer…que en definitiva es un poco lo que es la vida. No todo es cosa heróicas sin ningún sentido, no. Uno tiene que saber defenderse para poder durar más tiempo y preparar un buen ataque. El box siempre me gustó, lo sigo de cerca y veo cuanta pelea pueda.

-¿Cómo ves al boxeo argentino?

– Ahora lo veo como muy defensivo. Con sistemas, que están mejor, pero que todavía no me convencen. Mucho esquive, mucho cuerpo a cuerpo, mucha amistad a veces, me parece, entre los boxeadores…

En Estados Unidos a veces también pasa, pero a mi esa parte no me gusta. Prefiero más acción; el boxeo argentino era bueno e importante cuando era “europeo”, pero ahora que es más “norteamericano” no me parece…tiene que aparecer un nombre como Paquiao, que cuando surge su nombre todos lo van a ver, o cuando se enfrentan dos mexicanos todos sabemos que se van a entregar el todo por el todo…creo que al boxeo argentino le hizo un poquito mal el descontrol o la vida divertida, que está bien, pero es más para el rock’n roll que para el box. Vos te podés bancar un tipo que toque la guitarra borracho porque va a tocar mejor, pero en boxeo…me gustaría que haya árbitros que obliguen a jugarse más en las peleas. Reconozco que últimamente vi peleas mejores que hace tres años, es verdad, pero todavía llega un momento que uno por ahí, cambia de canal.

Bueno, vos conociste la época de oro, los ’70 con Monzón y Galíndez, entre otros…

– Y en esa época no se pasaba mucho box, hoy sí se pasa mucho box. El mensaje mio hacia los pugilistas argentinos es: Acuérdense que hay mucha gente que los está viendo, y si uno ve una buena pelea por televisión, lo van a contratar enseguida. Hoy en día el boxeo ya no está tan criticado, no es que la gente lo censura o critica. Se entiende que el box es parte de nuestra sociedad, porque así es como nació: a los golpes.

-¿Cuál fue el mejor boxeador que viste en tu vida?

-A mí siempre me gustó ver a Muhamad Alí, porque me parecía fantástico. Me gustaba ver a Monzón por la manera en que calculaba sus golpes…cuando a vos te gusta alguien, te bancás cualquier cosa, viste?  Mirá, a mi me encanta el box, y veo todo lo que hay, pero a veces, hay peleas malas y el “Vale Todo” está tomando un poco su lugar, porque con tanta pelea tibia, aburridita, que nadie te puede hacer nada, si estoy acá no me van a pegar nunca…en cambio, en el “Vale Todo” ocupó un lugar que el box abandonó. Y creo que el box tendría que volver, recuperar terreno, para que el “Vale Todo” quede más como una cosa exótica, asiática, que no ocupe el lugar del boxeo, que en definitiva es el padre de la cosa.

El “Vale Todo” es el paddle, y el boxeo es el tenis. Entonces, me gustaría que el boxeo recupere ese lugar y que la gente vaya. El público aprecia el buen boxeo, es lo que yo siempre aprecié. Aunque tengas que comerte una piña y te sienten, la gente valora lo que hacés. Te aprecian el coraje, yo no aprecio un boxeador que reciba treintamil trompadas y esté con los ojos abiertos, por que se que ese hombre va a sufrir dentro de unos años. Prefiero ver a un tipo doblado con un golpe al hígado que diga “no doy más”, que a un tipo que sale con la cara desfigurada, porque se que ese hombre no va a estar bien.

-¿A tu padre le gustaba el boxeo?

– A mi papá le gustaba, sí, me llevaba a ver box en el Piso de Deportes, en Mar del Plata. Durante mucho tiempo, los viernes había box. Y nosotros íbamos. Estaba muy bueno. Soy un amante del box porque creo que cuanta más gente haga box, más se va a saber proteger. Hoy en día hay muchos accidentes de auto que la gente, por no tener precauciones, los sufre. Cuando recibís un par de “piñas”, te ponés el cinturón de seguridad; aprendés, no querés recibir más golpes. Bueno, a veces las piñas te preparan para cuidarte más en la vida, no?

-¿Qué figura de hoy  te gustan, te seducen?

-Manny Paquiao siempre me gustó mucho. Cuando lo vi me impactó. Mayweather me gusta también; Hopkins me gustaba, también. Hoy, hay un recambio muy grande y muy rápido, que a veces no te permite seguirlos…

Claro, antes había dos campeones por categoría, ahora hay mínimo cuatro, más unas cuantas más que están dando vueltas…

– Sí, una cosa increíble. Y uno los ve aparecer y de pronto son grandes campeones. Cuando apareció Holyfield era flaquito, y luego creció. Mike Tyson tuvo un comienzo impresionante, su calidad al principio y sus reflejos eran impresionantes. Después los perdió, con tanto accidente de auto…Por eso al cerebro hay que cuidarlo como a un jardín, porque si no, a la primera helada se te marchita y sonaste.

Esta charla tuvo un prólogo; porque antes hubo una conferencia de prensa, cuando el tema único, dominante, era el tenis, y Guillermo dejó escapar una referencia al boxeo, una actividad a la que siempre le prestó atención y siguió con verdadero fervor: “Yo una vez me perdí de ver a Hollyfield – afirmó para ejemplificar por qué había que acercarse a ver torneos menores de tenis- No le di importancia…vengan a ver estos torneos de tenis porque aquí estarán las estrellas del futuro”.

Se mostró como siempre: amable, locuaz, entusiasmado cuando el tema lo atrae. Como cuando habla de tenis, Guillermo Vilas dejó todo lo que tenía por hacer y se prendió en una charla pura y apasionada de boxeo.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side, Octubre 2008)

Rubén Darío Insúa entre los botines de fútbol y los guantes de boxeo

Esta nota se publicó en la Revista Ring Side, que dirige Calos Irusta, allá por 2007. Era la primera de mis notas en dicha publicación y también la primera de una serie de hombres del deporte, el arte, la cultura en general, que tenían un gran amor por el pugilismo. Rubén Darío Insúa jugó en San Lorenzo, Independiente, Barcelona (Guayaquil, Ecuador) y la selección Argentina, entre otros. Y aceptó un café y una larga charla de boxeo, que aquí reproducimos:

En los años 80, Rubén Darío Insúa se destacó como mediocampista de San Lorenzo, Estudiantes e Independiente. De gran dinámica, habilidad y personalidad, sus características lo llevaron a jugar en el seleccionado nacional y en Europa.

Luego trazó una interesante carrera como entrenador: Barcelona de Ecuador (fue subcampeón de la Copa Libertadores de América), Ferro Carril Oeste, San Lorenzo (fue campeón de la Copa Sudamericana 2002), Barcelona de Guayaquil estuvieron bajo su mando.

Pero a la pasión por el fútbol siempre le adosó un enorme gusto por el boxeo. En cuanto surgió la propuesta de hablar de boxeo su cara se iluminó y aceptó entusiasmado compartir un diálogo que dejó comentarios, opiniones y muchos recuerdos.

P: Rubén, ¿cómo nace tu gusto, tu afición, por el boxeo?

RDI: Siempre me gustó; después del fútbol es el deporte que más me gusta. Y siempre lo he seguido. Cuando era jugador y tenía posibilidades iba al Luna Park. Veo todas las peleas que puedo…el boxeo es un lugar que permite que mucha gente a la que la vida no la trata bien, pueda incorporarse. Es un lugar que puede recibir gente humilde, darle un buen nivel de entrenamiento, mejorar su capacidad física y competir a altos niveles. Quizás, lo que no le da la vida, se lo da el boxeo…y le permite integrarse a la sociedad.

P: ¿Practicaste boxeo?

RDI: Sí, aficionado…ahora ya estoy viejo y me cuesta mucho, pero me gusta el boxeo.

P: ¿Qué boxeadores te gustaban?

RDI: Los dos mejores boxeadores que tuvo la Argentina fueron Carlos Monzón y Nicolino Locche. Muy distintos entre sí, pero fueron dos boxeadores de primer nivel. Después, yo siempre fui muy hincha de “Mano de Piedra” Durán. Que era un peleador callejero, pero cuando estaba en el plano físico 10 puntos y con mucho gimnasio encima, era casi imbatible. También me gustaba Leonard…

P: Aquella fue una época de oro, con Durán, Leonard, Hearns, Cuevas, Hagler…

RDI: Uuuhh!!…Wilfredo Benítez, Tommy Hearns, sí…la década del ’80 fue una época espectacular. Yo creo que Durán, en 66 kilos era imbatible. El le ganó a Leonard, bien, en Montreal, y en la revancha se enojó y se fue. No porque se haya asustado ni nada de lo que se dijo…el que sabe boxeo sabe que ese dia se enojó porque no lo encontraba, se movía, y él llegaba al lugar para hacer la descarga y Leonard ya no estaba…entonces, me parece que le dio un poquito de vergüenza, se enojo y se fue.

El boxeo es un deporte muy exigente, hay que cuidarse mucho, ir al gimnasio, llegar 10 puntos a cada pelea. Y es un deporte donde todo lo que vos recibís lo vas acumulando. No es para cualquiera. Y volviendo a la Argentina siempre tuvo muy buen boxeo: Galíndez, Palmita que cada tanto tenemos la suerte de compartir una cena y hablar de boxeo; también hablo mucho con “Látigo” Coggi, que fue un gran campeón.

P: ¿En algún momento dudaste? ¿Pensaste que ibas a ser boxeador en lugar de futbolista?

RDI: Yo siempre quise ser jugador de fútbol e hice todo lo que estaba a mi alcance para llegar. Creo que si no hubiese triunfado como jugador de fútbol, hubiese probado ser boxeador.

P: De los últimos tiempos, ¿qué boxeador te llamó la atención?

RDI: Y, Marcos “El Chino” Maidana es un proyecto muy interesante. Es un boxeador que tiene la velocidad que se necesita a nivel internacional, buena combinación de golpes, se lo ve fresquito, con ganas. Ojalá que se entrene, que se cuide mucho. Yo creo que ahí la Argentina tiene un futuro campeón. Y en los últimos tiempos, sin llegar al nivel que se tenía hace unos veinte años, la Argentina ha tenido buenos campeones. Narváez es un buen campeón. Me gustaría que tenga mayor continuidad, que pelee más veces por año. Pero es un buen campeón…A mí me gustan, esencialmente, los boxeadores que tienen coraje. El Roña Castro, si bien es cierto no fue un ejemplo de cómo un boxeador tiene que llegar a cada pelea,  cuando uno ve que fue campeón del mundo, la forma en que ganó y la cantidad de peleas que tiene…Se ve que tiene mucho coraje. Y hay que respetarlo.

P: ¿Cual fue el mejor boxeador que viste en tu vida?

RDI: El más completo fue Leonard. Pero yo era hincha de Durán. A mi me gustaba esa mezcla que tenía de peleador callejero y lo que le daba el gimnasio.

Y me gustaban esos boxeadores como Durán, Hearns, Leonard, Hagler que cuando el rival sentía una mano, no se le escapaba. Viste, como cuando al cazador la presa no se le escapa…O sea, un boxeador que sentía una mano de Durán, perdía la pelea. Y lo mismo pasaba con Leonard, con Hearns, con Hagler…no se le escapaban. Una de las mejores peleas que yo he visto, y duró menos de 9 minutos, porque terminó en K.O, en el segundo minuto del tercer round, o sea que duró 8 minutos, pero un nivel de boxeo extraordinario, de ataque, defensa…fue la pelea de Hearns-Hagler. Allí Hagler sorprendió a todos con una estrategia de pelea que nadie esperaba. Todos creíamos que iba a ser el  ataque de Hearns  y el contraataque de Hagler. Pero Hagler hizo todo al revés: lo fue a buscar en la corta distancia, y lo terminó demoliendo. Y a mi me quedó grabado que Hagler recibió siete u ocho manos de Hearns, que cualquier otro boxeador hubiese caído. Y a Hagler ni lo movió y terminó dándole una paliza. A mi no me gustan los boxeadores que cuando se caen nunca se levantan. Cuevas no tenía capacidad de absorción, lo mismo que Tyson. El gran campeón es el que se cae y se levanta.

P: O al que no lo movés…

RDI: Ese es el ideal. Pero volviendo a Tyson, parecía imbatible, pero nunca tuvo enfrente un Cassius Clay, un Larry Holmes en su mejor momento, un Frazier…cuando le tocó un boxeador de jerarquía como Evander Holyfield pasó dos papelones…Ahí está la diferencia entre el gran campeón y el normal.

P: ¿Lo viste a Muhamad Alí?

RDI: Sí, en videos…era un peso pesado diferente al resto. Dos piernas prodigiosas, técnico, muy guapo…un boxeador de lujo. Al mejor Alí lo vi por videos, ese pibe joven, atrevido, con piernas y manos que no tenía ningún peso pesado. La pelea que le gana  a Liston, a Archie Moore lo agarra grande. Las tres con Frazier, aunque ya era el post Alí que estuvo tres años sin pelear. La que le ganó a Foreman en Zaire la vi muchas veces, con una estrategia espectacular: Yo creo que hasta el sexto round Alí no sacó ni una mano. Yo veía la pelea y decía que le pasa a Ali, que le pasa a Alí…y después dijo que se dedicó esos seis rounds a cansar a Foreman. Y Foreman, después del sexto, no podía levantar las manos. Lo terminó noqueando. No puedo decir que fue el mejor que he visto porque, por ejemplo vi a  Sugar Ray Leonard, que fue el único boxeador que le pudo ganar al tiempo. Estuvo casi cuatro años sin pelear, y cuando vuelve y gana todos sabemos que eso fue increíble, porque tres o cuatro años sin pelear, en boxeo es mucho tiempo…

Un tiempo que se fue volando entre café y recuerdos. Rubén Darío Insúa dejó, por un momento, la pelota y se metió de lleno a hablar del boxeo que vio, vivió y, desde siempre, lo apasiona. 


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side Octubre 2007)

Shelly Finkel, una vida dedicada al boxeo

Cuando entró al mundo del boxeo, ya tenía un largo recorrido en el mundo empresarial. Tenía años de trabajo comercial, había desarrollado una larga carrera en el mundo de la música, manejado grupos, conjuntos y solistas y allá por 1978 comenzó su trabajo en la actividad pugilística con la organización de algunos combates amateurs y un apoyo explícito al “Golden Gloves”, nombre de los torneos anuales amateurs que se organizan en Estados Unidos.

Nació el 27 de junio de 1944 en Brooklyn, Nueva York bajo el nombre de Sheldon Finkel, pero muy pronto su apodo “Shelly” le ganó la popularidad a su nombre real. En ese condado pasó su infancia, y más tarde se mudó al Upper East Side de Manhattan, donde estableció un feliz hogar junto a su esposa Beth Rosenthal, con quien se casó en 1976 y tuvo tres hijos.

Se dedicó a la promoción de grupos musicales como Vanilla Ice y tuvo años dorados en el negocio de la música. Comenzó a trabajar en el famoso festival de San remo, y pronto se ganó un lugar importante en la música. En 1973 organizó el “Summer Jam” en Watkins Glen, donde reunió a 600.000 personas. En este concierto tuvieron lugar bandas como The Allman Brothers y The Grateful Dead. Ingresó al Libro Guinness de los Récords por tener la convocatoria más grande en un festival pop». Lo hizo en asociado a Jim Koplik. 

Con el tiempo, sumó a grupos de gran celebridad como The Doors, The Who, Jimi Hendrix y Janis Joplins.

Pero siempre tuvo un amor inocultable con el boxeo. Su infancia se había alimentado con las historias de grandes campeones: Sugar Ray Robinson, Gene Fullmer, Carmen Basilio, entre muchos otros, eran grandes protagonistas de las peleas que solía ver con su padre, los viernes por la noche. La pérdida de su progenitor lo llevó a tener empatía con los jóvenes que atravesaban la misma situación, el mismo dolor. Por entonces, Shelly tenía sólo 13 años y debió abordar la vida solo, hacerse fuerte y emprender la supervivencia como un “self made man”, denominación que se usa tanto en Estados Unidos para definir a los emprendedores, a los luchadores, a aquellos que forjan un destino a base de sacrificio y esfuerzo.

Pero esa situación lo había marcado mucho. Sentía empatía por los niños que perdían de muy chicos a sus padres; aún cuando tenía sus tres hijos pequeños, se hizo amigo de un vecinito que sólo tenía 7 años y había perdido a su padre. Esa fue la llave del ingreso de Shelly al mundo del boxeo.

Comenzó a llevarlo a los festivales de los Golden Gloves, y allí advirtió a Alex Ramos, quien cambiaría su vida, pues con él ingresó al mundo del boxeo, tras algunos años de apoyo y promoción al mundo amateur. Tomó la conducción de Alex Ramos, su primer pugilista en el campo rentado. Eso fue en 1980, cuando decidió incursionar en un mundo alto competitivo. Ramos había sido cuatro veces campeón de los Golden Gloves a fines de los ’70, donde reinó en el peso mediano, lo que le permitió ingresar en el hall de la Fama de Nueva York de los Guantes de Oro.

Con él, Finkel comenzó su carrera de manejador. Luego sumó a Tony Ayala, Jr., Johnny Bumphus y ​​Mitch Green y Tony Tucker.

En 1984 fundó la empresa “Main Events” junto a Lou Duva, y sumó boxeadores de alta jerarquía: Mark Breland, Evander Hollyfield, Pernel Whitaker, Tyrell Biggs, Manny Pacquiao, Robert Guerrero, Fernando Vargas, Lamont Peterson y Meldrick Taylor. Pero su gran estrella fue Mike Tyson, el hombre más importante que haya conducido en una época de oro para el hombre de Brooklyn.  

Unos años después sumó a la estrella de fines de los ’80 y gran parte de los años ‘90: Mike Tyson; con él organizó muchos festivales que dieron inicio a al fenómeno de los eventos por pago, cuyo crecimiento en esos años fue muy marcado. La pelea más grande fue la de  Mike Tyson vs Michael Spinks, celebrada el 27 de junio de 1988, que alacanzó a ser la pelea de mayor recaudación en el sistema per pay view por esos días. En 1990 fue elegido como el Manager del año por la Asociación de Periodistas de Boxeo de Estados Unidos, premio que volvió a recibir en 1993, en un reconocimiento a su larga década en ese entonces ligado al mundo del pugilismo profesional. Y en 2010 fue introducido en el Salón de la Fama del Boxeo de Canatosta.

Se alejó, o así lo había anunciado, del boxeo en junio de 2010, para dedicarse al manejo del mundo del deporte a través de la Compañía The Empire, empresa que además promovía espectáculos musicales y otra clase de entretenimientos. Pero no había dejado de todo el pugilismo, su amor de la infancia pues continuó ligado a la promoción de las carreras de los hermanos Klitschko. Tiempo después, dejó la compañía The Empire para continuar en el boxeo, donde sumó a Deontay Wilder a su larga cadena de grandes estrellas del cuadrilátero.

Ingresó al Salón de la Fama y expresó su emoción de semejante reconocimiento: “Me siento honrado de compartir este privilegio con grandes del deporte”.

Siempre se mostró cercano a los boxeadores. No siguió el consejo de trabajar pero no “enamorarse” de ellos, de tomar con frialdad una simple relación comercial y profesional; no, para Finkel, el pugilista siempre le despertó una sensación de admiración y empatía que nunca ocultó ni evitó mostrar. Para graficar su admiración por el luchador, solía contar una historia escrita por Jimmy Cannon, en la que relataba la vida de un personaje que trabajaba como mecánico de motores, pero en los ratos libres boxeaba. Y este hombre, cada vez que le preguntaban por su oficio o trabajo, siempre respondía: “Boxeador”.  Nunca decía que era mecánico. Eso es lo que más admira y respeta Finkel: el orgullo del luchador.

Así está hoy en plena actividad. Con el boxeo en la sangre, con las ganas de siempre, con las ilusiones intactas. Vive el presente y el futuro, que indica la planificación del combate desquite entre su boxeador, Deontay Wilder y Tyson Fury. Será el 22 de febrero, y para Shelly será un combate favorable a su boxeador. “No tengo dudas que será para Deontay”, afirmó al Daily Mirror. Después vendrá el combate tan esperado ante Anthony Joshua, pero eso llevará otros tiempos, largas negociaciones, muchas diferencias a limar, resolver la ciudad, el país, el continente…Pero para eso habrá que esperar. Primero está el examen de Las Vegas. Y el manager ya se frota las manos con el nuevo desafío que está muy próximo, en el inicio del año que se acerca.

Porque para Shelly Finkel el mundo no se detiene y lo mejor está por venir.


 Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side)  

 

Saúl “Canelo” Alvarez y Gennady Golovkin van por el tercer episodio

La pandemia que azota a la humanidad, que ha detenido sus actividades y que produjo muerte y dolor, aún está en el planeta y todo parece suspenderse. Se han postergado para el año que viene los Juegos Olímpicos Tokio 2020; lo mismo sucedió con la Copa América Argentina-Colombia 2020, y la UEFA EURO 2020. Todos mantendrán sus nombres, sus marcas, pero se harán efectivas el año que viene, 2021. El deporte se ha detenido, pero empiezan a haber señales que planifican su futuro. El show, en algún momento, se retomará. El show continuará.

Así, la pelea que Saúl Alvarez tenía planificada en el mes de Mayo ante el británico Billy Joe Saunders, quedó suspendida. Tal vez podría hacerse en Junio. Pero ya se piensa en lo que vendrá después del comienzo del segundo semestre del año. Por eso, se habla de un gran combate, algo que rompa las expectativas y sacuda al mercado. Que mejor que una nueva vuelta de tuerca entre Alvarez y Golovkin, un tercer combate que aclare un poco este clásico moderno del boxeo, en el que ya hubo dos episodios con resultados polémicos. La primera contienda fue empate y compartimos esa decisión de los jueces; entendimos que Canelo había ganado los tres primeros asaltos y los últimos tres, mientras que el kazajo dominó durante el medio de la pelea, del cuarto al noveno round. La segunda pelea también fue equilibrada, pero los jueces la dieron a favor de Alvarez por decisión mayoritaria. Muchos vieron ganar a Golovkin, incluso también en el primer combate, por eso un tercer episodio es aguardado con ansiedad por los fanáticos del boxeo.

La pelea sería el 12 de septiembre en el AT&T Stadium, en Arlington, Texas, Estados Unidos, la casa de los Dallas Cowboys, equipo que compite en la National Football League (NFL).

El boxeo, como todas las industrias, necesitará una fuerte reactivación cuando finalice la cuarentena que los países afrontan. Es una realidad que a la emergencia sanitaria y a todos los problemas que trae y traerá el coronavirus en materia de salud, le continuará una crisis económica importante por lo que significa esta recesión en materia económica, en cuánto a la producción de elementos de todo tipo y a la detención de los sistemas económicos y financieros que sostienen a las naciones. Tras la emergencia sanitaria, vendrá la emergencia económica. En muchas organizaciones deportivas piensan como recuperarse pronto de la crisis que ya se empieza a sentir.

Aún se especula con que Canelo pueda pelear con Saunders en Junio y en Septiembre con Golovkin. También con que GGG tenga una pelea antes, pues tenía previsto enfrentar a Kamil Szeremeta el 11 de abril en defensa de su título Mediano de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), pelea que se realizaría el sábado 6 de junio en Inglewood, California, Estados Unidos.

Sería, de esa forma, el cronograma previsto para que ambos lleguen con una suerte de preparación previa y un combate anterior, para tener entrenamientos y timming de peleas acumulado.

Son los primeros esbozos; una programación posible, con ambos frente a la posibilidad de efectuar un match antes de la tercera cita. El de Golovkin está cerrado, el de Canelo aún por resolverse. Si la fecha ante Saunders se pasara para Julio o principios de Agosto, será imposible hacer el gran choque de Septiembre. Todos aguardan que se pueda llegar a buen puerto.

El mundo espera. Por el fin de la pandemia y por la vuelta a la normalidad. Porque el show debe seguir.


Hernán O’Donnell

El año de Josh Taylor, el escocés que abrazó la gloria

Nació en Prestonpans, muy cerca de Edimburgo, Escocia, el 2 de Enero de 1991. Su primer deporte fue el Tae Kwondo, donde se destacó y llegó a ser campeón junior, aunque a los 15 años descubrió el boxeo y ya no se despegó de él.

 Se crió en medio de  adversidades, donde de joven encontró un amor grande por las motos y la adrenalina que despiertan sus carreras. Practicó moto-cross, una especialidad de alto voltaje en el mundo de las carreras. También allí se empezó a moldear el boxeador, pues era blanco de burlas o agresiones verbales de chicos más grandes que él, pero a Taylor no le importaba el tamaño ni la talla: se peleaba con quien estuviera enfrente. Después, ya no le temería a nadie.

Muy rápido se convirtió en uno de los proyectos más importantes de Escocia; lo hizo bajo la tutoría de Terry Mc Cormack en el Lochend Amateur Boxing Club y participó en los Juegos de la Commonwealth, la Comunidad de Naciones que reúne a todos los países soberanos, independientes y semi independientes, que mantienen o tuvieron un vínculo histórico y político con el Reino Unido. Y en los Juegos, se reúnen cada cuatro años para desarrollar distintas competencias en un símil de Juegos Olímpicos o Regionales, donde participan deportistas de los países que forman la Mancomunidad de Naciones.

En Nueva Delhi, India,  Taylor alcanzó la medalla de plata en la categoría ligero (hasta 60 kg) tras perder la final frente a Tom Stolker en 2010. “No fue fácil, para nada”, dijo Taylor después de su participación. “He corregido mis errores y mi forma ha mejorado todo el tiempo”.

Después llegó el tiempo de los Juegos Olímpicos Londres 2012. En esos años, sus peleas amateurs, incluso antes de participar en los Juegos de la Comunidad o los olímpicos, cautivaban a un público que ya lo advertía como alguien especial. En los Juegos de la Comunidad 2014 en Glasgow, alcanzó el oro en la categoría superligero.

Cuando entró al mundo del profesionalismo, empezó un camino ascendente. Un eslabón de victorias que se enhebró con prolijidad y aciertos, y que fue coronado con una actuación estupenda en el World Boxing Super Series. Entonces el tiempo empezó a ser dedicado en exclusividad a los entrenamientos y a la familia; adiós a otras actividades, adiós a las motos, a las que puso en venta a través de su página de Facebook, donde destacaba las virtudes de las máquinas, su perfecto estado de mantenimiento, la calidad de los repuestos y las piezas originales, y su necesidad de venderlas sólo por la falta de tiempo para utilizarlas, no porque ellas tuvieran algún problema mecánico.

A eso le agregó un cuidado especial en las comidas y la alimentación. Trabajó con un nutricionista, Mark Ellison, que ideó un plan para mantenerlo fuerte, bien alimentado,  para mantenerse en su peso y no subir, como es natural a través de los años.

Su debut en el campo rentado fue el 18 de julio de 2015, y desde allí creció sin pausas hasta este presente.

Lo bautizaron “The Tartan Tornado”. En pocas peleas, le vieron un destino de estrella. Sus virtudes comenzaron a destacarse: buen jab, poder de fuego con las dos manos, buenos movimientos de cintura y cabeza, trabajo rápido de piernas. De a poco se metió en la piel de los fanáticos.

El triunfo con Víktor Postol lo catapultó a la cima, a las primeras marquesinas, mientras progresaba en la Serie Mundial de Boxeo. Contra Barnchyk ganó el título mundial superligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y después llegó la pelea consagratoria ante Regis Prograis, en la que para muchos fue “la pelea del año” y la que le permitió ganar el Trofeo Muhammad Alí de la Super Serie Mundial de Boxeo, un hermoso trofeo esculpido por el mismo autor de la Copa del Mundo de la FIFA.

“Los últimos tres asaltos los peleé con un ojo cerrado, sin visión de ese lado y apelé al corazón, al instinto, al temperamento. Fue un triunfo inolvidable, aún no lo puedo creer”, dijo tras el combate.

“Atravesé situaciones que me impulsaron durante la pelea; no había manera de perder por lo que sentía en esos momentos”, dijo y se refería al fallecimiento del padre de su novia y de la hermana de su entrenador, Shane McGuigan. “Me gustaría ser el único campeón en la división”, señaló, “Esto no ha pasado en Escocia desde Ken Buchanan en 1971, fue el último campeón indiscutido”.

En su página de Facebook tiene miles de fans que se conectan para intercambiar opiniones y preguntas; también tiene sus cuentas en Instagram y Twitter, pero a veces le resulta imposible poder responder todos los mensajes, las muestras de afecto, y hasta confiesa “sentirse abrumado por el aluvión de comunicaciones”, y por eso agradece a todos en general en su propia web. En las redes, se descubre la vida de un chico agradecido y comunicativo. No tuvo problemas en sacarse fotos con quienes admiraba; tiene una, de sus inicios profesionales, con Freddy Roach, a quien llamó uno Ede los mejores entrenadores de boxeo del mundo”, o con el magnífico tenista Andy Murray, escocés como él y dueño de una trayectoria extraordinaria en su deporte.

 No disimula su amor por su pareja y el agradecimiento a su familia. Tiene un apego incondicional por ellos y ante la definición que le pide Facebook sobre sus “intereses personales”, contesta Familia y boxeo, sin agregar ningún otro tema. Entre los videos de su hogar, hay uno que tuvo mucha repercusión y es la imagen de sus dos perros que se abalanzaron sobre él tras el regreso al hogar después de haber vencido a Prograis. Ellos son parte de su familia, de su círculo íntimo, de aquellos que siempre están.

De hecho, en su página de internet, el encabezado está dedicado a mencionar a su padre, madre, su hermana Finch y su novia Danielle, como los promotores de este gran momento, igual que su primer entrenador, Terry Mc Cormack y el equipo del gimnasio “Lochend Amateur Boxing Club”. Después a los amigos de siempre, y por último agradece a la empresa promotora, “Ciclone Promotions”, que guía su carrera profesional.

Hoy es el tiempo del reconocimiento, de la fama mundial y las luces de las grandes carteleras que se abren, luego de una victoria dura, trabajosa, donde estuvo en peligro y con el corazón y el apoyo sostenido de su familia logró llevarla a su favor, a pesar de la falta de visión, las dificultades y la incógnita que podía despertar el fallo. Josh Taylor se sobrepuso a todo, mostró su enorme corazón y tiene el futuro en sus manos.


Hernán O’Donnell

(Publicada en Revista Ring Side)