Ecuador va con fe y esperanza. Sabe que tiene una oportunidad inmensa en un grupo que es duro, pero no de los más complicados. Que puede abrirse una puerta y entrar a la segunda fase del torneo. El conjunto sudamericano va a pelear por una plaza, ante adversarios como Suiza (más peligroso de lo que muchos suponen) y Francia (el candidato natural a ganar la zona), mientras Honduras no asoma como candidato.
El último partido amistoso, además, le agregó más leña al fuego de la ilusión: ganó un partido que parecía perdido, pues caía ante Australia por 0-3, y lo remontó en la segunda parte para lograr el triunfo por 4-3. Hasta los 61´ Ecuador había logrado descontar por 1-3; pero allí cambió el desarrollo del partido. La jugada que lo cambió todo fue el penal que le costó la expulsión al arquero australiano Langerak y que propició el gol de penal de Castillo, que puso en ese momento un 2-3 que generó la expectativa de dar vuelta el marcador.
Es un equipo que ha crecido en los últimos tiempos. Que ya no es fácil para sus rivales. Que complica, de local y de visitante. En casa, porque la altura de Quito es un aliado importante. Afuera, porque ha ganado experiencia y roce internacional. El entrenador Reinaldo Rueda le ha dado confianza y estimulado para creer.
Ecuador tuvo una noche para soñar. Ocurrió en Londres, aguarda que se prolongue en Brasil.
Hernán O’Donnell