La explosión final de los “tifosi”, la alegría en los boxes de la Scudería Ferrari, la emoción incontenible de Charles Leclerc en la vuelta de gloria, tras superar la bandera a cuadros…Toda la felicidad resumida en un momento, en dos horas que se volvieron rápidas y eternas a la vez. El circuito de Monza volvía a celebrar una victoria local, un triunfo de Ferrari, un hecho deportivo que motiva para la gran fiesta que se desató en el circuito, en los alrededores y en toda Italia.

Leclerc fue el conductor del día, de principio a fin. Tuvo una serie de clasificaciones muy buena, largó en el primer lugar y supo manejar la carrera a lo largo de toda la competencia. Pudo superar a los Mercedes, una amenaza constante y no soltó el acelerador nunca, ni cuando la cosa se había complicado al final.
Mientras los Renault hacían un buen Grand Prix a partir del trabajo destacado de Daniel Ricciardo, Vettel se quedaba atrás tras un trompo con su Ferrari y los Mercedes intentaban acercarse a Leclerc. Pero la tarea era muy comprometida, incluso Hamilton le advertía a los boxes de su equipo que la Ferrari andaba más rápido que ellos, cuando iba la vuelta 20 de las 53 programadas.
Ferrari también supo manejar la estrategia de paradas; Leclerc se detuvo una vuelta después de Hamilton y sin embargo pudo salir unas décimas adelante y pelear así por la primera posición, en una lucha dura contra el inglés.

La carrera no daba tregua. Y mientras el monegasco defendía muy bien su posición, Hamilton se pasaba un poco en la recta, Valteri Bottas aporvechaba y podía superarlo hasta llegar a la segunda posición. Para Lewis, las cubiertas habían dado lo suficiente y optó por cambiar para buscar con las gomas blandas la posibilidad de batir el récrod de vuelta y llevarse el punto extra. Lo logró.

Y el final llegó con un combate a pleno entre Leclerc y Bottas. Desde boxes, alentaban a Valtteri: “Es tu carrera”, le decían. Y la Ferrari que no se rendía. Que no aflojaba. Que manetnía la ventaja de 1″ y 2 décimas, a veces hasta casi 7 décimas…En ese tiempo fluctuaba y sostenía Leclerc.
Hasta que llegó el final, tras 6 vueltas agotadoras, pero que levantaron las tribunas, sacudieron a los boxes de Ferrari, desbordaron la alegría del piloto, que volvió a ganar tras una semana y ya enhebró sus primeras dos voctrias en la Fórmula 1.
Toda una alegría para Ferrari, para Italia y para Leclerc que empezó a demostrar las razones de su llegada a la Fórmula 1.

Hernán O’Donnell