Una noche de lluvia, barro y emociones

Fue el reencuentro con la victoria y con la satisfacción del deber cumplido. Los Jaguares elaboraron un triunfo amplio y merecido, y se reencontraron también con su gente, que fue reducida por las inclemencias del tiempo, pero fiel en la presencia y en el apoyo a los jugadores.

Los Jaguares hicieron pie en el barro del Estadio “José Amalfitani”. Sobrellevaron el penal en contra y muy rápido Nico Sánchez puso el 3-3 con un penal. Después llegó el try convertido para ponerse 10-3 y el try de Creevy donde todos empujaron para establecer el 15-3 parcial. Descontaron los Bulls con un penal y nos fuimos a refugiar de la lluvia y el viento tras un primer tiempo auspicioso: 15-6

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El segundo tiempo se jugó con más ritmo y fiereza. Crecieron los argentinos por la garra de Creevy, el empuje de Lavannini, el talento de Sánchez, la capacidad de Tuculet y la audacia de Cordero.

Un penal de Nico Sánchez, y 18 a 6. Buen momento para desarrollar las facetas del juego. Tackle y creatividad. Y garra y corazón. Otro empuje coordinado, otra avalncha de peso en una banda y otro try del capitán Agustín Creevy, muy parecido al del primer tiempo: 23-6, ante un rival duro y peleador.

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Un try de Bulls achicó la diferencia a 23-11 y otro penal de Sánchez la volvió a estirar a 26-11.

Enseguida, otra vez el tucumano Sánchez acertó un penal a los palos y los argentinos se adelantaron 29-11.

Llegó el momento del rugby desplegado, abierto, duro e intenso. Los Bulls no se achicaron y pelearon el partido. Con más vergüenza que rugby fueron a buscar el descuento. Los locales contestaron con tackles y propuestas de contraataque. Fueron cinco minutos, los finales, donde se vio un rugby de nivel, jugado con honor e intensidad.

Y con toda la alegría de volver a cantar victoria, ante un público fiel y una tormenta permanente que regó de esfuerzo y sacrificio la victoria de los Jaguares.

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Hernán O’Donnell

Una Copa que perdurará en la memoria

Para bien o para mal, esta Copa América Centenario USA 2016 perdurará en la memoria de los aficionados al fútbol; es decir, a una inmensa población que lo sigue y lo respira en Sudamérica, en Centroamérica, en México y, cada vez más, en Estados Unidos. Una Copa que se jugó a lo largo y ancho de un territorio inmenso, que tuvo partidos por todos lados, repartidos en la superficie que equivale a un continente y que constó de buenos partidos, goles vibrantes, sorpresas, decepciones, grandes figuras y dos equipos que sobresalieron del resto y se encontraron en la final.

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Perdurará en la memoria de la gente de Panamá, que hizo una buena Copa, le ganó a Bolivia, sufrió con Argentina y siempre desplegó un fútbol vistoso. Perdurará en las intenciones de Colombia y la madurez que empieza a alcanzar Venezuela.

Perdurará en Perú, que se acomodó a lo que pretende Gareca y crece. También quedará en la memoria de Brasil; un fracaso rotundo, porque más allá de golear a Haití por 7 a 1, quedó afuera en la primera ronda. Y eso es grave para un seleccionado de tamaña riqueza e historia.

Quedará en la memoria de los amantes del fútbol nacidos en Estados Unidos, que aún son minoría en el país, pero que crecen y cada vez, de a poquito, suman más. Una encuesta reciente publicada por The Wall Street Journal, dice que entre los jóvenes de 12 a 24 años, el “soccer” ya es el segundo deporte.

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Quedará en la memoria de Ramón Díaz: el primer partido, ante Costa Rica en Orlando, le quitó todo el aire y buena parte de las chances de clasificación. Empató 0-0 bajo el calor sofocante de la tarde de la Florida y tras esos dos puntos perdidos el equipo no pudo recuperarse y Ramón dejó su puesto.

Perdurará en la memoria de Chile. Empezó de menos a más. Fue superado por Argentina en el primer partido, pero el gol que marcó en el descuento para cerrar la derrota por 1-2 le dio un empuje que se tradujo en la seguidilla de victorias siguientes ante Bolivia (con un penal discutido y un arbitraje polémico), Panamá, la goleada 7-0 a México, la victoria en semis ante Colombia 2 a 0 bajo el diluvio de Chicago y el triunfo por penales ante la Argentina por 4 a 2.

Chile llegó como candidato y tuvo la madurez y la claridad para respaldar esa candidatura.

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Quedará, como un martillazo doloroso, en la memoria de la Argentina futbolera. El torneo que se construía de a poco, que enhebraba victorias y buenas actuaciones, que edificaba la ilusión de cortar 23 años de sequía, se derrumbó como un castillo de arena en la tanda de los penales de la gran final.

La Argentina jugó por momentos bien, pero siempre estuvo muy encima de sus adversarios (hasta las semifinales) más por la jerarquía de sus futbolistas que por el rendimiento colectivo. No fue una maquinaria de fútbol. Fue, más bien, la supremacía de sus futbolistas por encima de los jugadores rivales. Luego de vencer a Chile, le ganó en fila a Panamá, Bolivia, Venezuela y Estados Unidos. Todos equipos entusiastas, con algunas virtudes más destacadas en unos que en otros, pero ninguno tiene la estatura futbolística que pueda exigir a una selección de primerísimo nivel. Y el equipo de Martino los superó más con superioridad técnica que con juego colectivo.

Ante Chile, la selección mereció ganar. Ahí tiene razón el “Tata” Martino. Tuvo varias situaciones que le pudieron dar la ventaja. Pero no mostró superioridad de conjunto. Y hasta sufrió algunas contras que salvó “Chiquito” Romero.

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No pudo la Argentina. No pudo convertir en 120 minutos, no pudo doblegar la férrea defensa chilena, no pudo entrar el cabezazo de Agüero al final, no pudo en los penales…

Perdurará en la memoria porque se perdió en otra noche triste, porque no se cristalizó lo que se veía tan factible y porque luego de la caída llegó un golpe más fuerte y contundente: Leo Messi declaró que el seleccionado se había terminado para él. Y duele, claro porque aún tiene muchísimo para dar. Puede ser una declaración “en caliente” y que pasado un cierto tiempo, más frío y sereno, revea esa decisión. Pero perdurará esta Copa América Centenario USA 2016, también por eso: porque a la pena por la caída en la final, se le sumó una despedida que, de concretarse, será mucho más dura de sobrellevar.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a New York City, New York, USA)

Un nuevo golpe a la ilusión

Los fuegos artificiales de New Jersey iluminan un cielo que estuvo tan cerca y quedó tan lejos. La Argentina se hunde en las lágrimas del desconsuelo y la derrota. La tanda de penales ha pasado y ya no hay nada que hacer. Si hubo una última esperanza, se acabó en esa definición. No alcanzó con la alegría efímera de Sergio Romero y el penal que le contuvo a Arturo Vidal, una de las figuras del partido. La otra, Claudio Bravo, se iba a encargar de contener el penal a Lucas Biglia y de esa forma encaminar el triunfo de Chile.

En el medio de esa tanda, el penal que desvió Messi ante la sorpresa e incredulidad generalizada. La Argentina perdió otra vez. Otra final, la tercera consecutiva. Cayó en la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014 ante Alemania; en la Copa América Chile 2015 ante el local. En la Copa América Centenario USA 2016 frente a Chile otra vez. Tres finales seguidas en tres años. Un sabor amargo que se profundiza cuando se empiezan a revisar algunas casualidades: tres partidos con alargue, 120 minutos de cada juego, 360 minutos en total y ningún gol.

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El Met Life Stadium que el día anterior estaba poblado de periodistas del mundo que esperaban (esperábamos) la consagración de Messi con su selección, quedó poblado de asombro. El festejo genuino de Chile no podía ocultar la tristeza generalizada, que trascendía a los argentinos e invadía a los que se han sumado al amor por Messi, sean del lado que sean.

La Argentina perdió otra chance. Se escapó al minuto, cuando el tiro de Banega se fue muy cerca del palo derecha de Bravo. Se fue en el minuto 20, cuando el remate de Gonzalo Higuaín se escapó por un centímetro.  Se fue cuando el cabezazo de Agüero que entraba en el ángulo, encontró la mano de Bravo y la descolgó cuando el gol parecía inevitable.

Chile se defendió bien. Supo cerrarse para evitar llegadas. Rodeó a Messi cada vez que recibí la pelota. Y le hizo infracciones cada vez que fue necesario. Así se fue expulsado Díaz, pero no cambiaron la estrategia. Por esa ley de las compensaciones, se fue expulsado Rojo y el partido equilibrado.

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Se fue el partido sin que se pudiera torcer el rumbo. La firmeza de los centrales con Mascherano de “6” y Funes Mori al lateral. La voluntad de Banega, que se suelta a partir del ingreso de Kranevitter, por el apagado Di María.

Y el ingreso tardío de Lamela, que en el suplementario le dio aire y frescura a la Argentina.

Pero no hubo caso. Y además, Chile contó con un par de situaciones bien claras que detuvo Romero y una salvada providencial de Funes Mori.

Pero estaba escrito que la tarde-noche de East Rutherford sería triste y melancólica. La tanda de penales llegó con los mismos presagios que el año anterior. Pero no está allí la causa de la derrota. La razón, las razones, pasan por los 90 minutos y la prórroga. Argentina no pudo conformar un equipo. No tuvo demasiado vuelo en lo futbolístico, y además no le acertó al arco.

Habrá que serenarse, reflexionar y ver como se sigue. En caliente, Leo dijo “la selección se terminó para mí”. Bueno, es una frase en caliente. Habrá que serenarse y pensar. Enfriarse, saber que se hizo bien y que cosas hay que corregir. Incluso Leo. La Argentina perdió una hermosa chance en East Rutherford, y la pena se expande por toda la patria futbolera. Un nuevo golpe a la ilusión. Pero no hay que destruir todo. Hay que construir sobre lo bueno que ya está. Por que en el deporte, como en la vida, siempre hay que levantarse y empezar de nuevo. Se gane o se pierda. Vamos, que la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 nos espera a la vuelta de la esquina, más cerca y más rápido de lo que nos imaginamos.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a East Rutherford, New Jersey, USA)

El candidato dio un paso al frente

Se va a hablar mucho de este partido. Del rendimiento del seleccionado argentino, de su ímpetu, de su ataque constante, de su presión alta y su capacidad de goleo; se va a hablar también de la lesión de Pocho Lavezzi; del infortunio del ex jugador de San lorenzo, que estaba encaminado a hacer una gran Copa; se va a hablar mucho de la seguridad de Sergio Romero y sus defensores…

Pero nada va a superar al gol de Leo Messi. de este se va a hablar por los siglos de los siglos. Un poema que se originó en una falta violenta y un gesto de desagrado de Lio, que cuando lo hace transforma la rabia en una acción talentosa. Tal como le sucedió ante Panamá, Leo se levantó con un gesto adusto, se sacudió el polvo de la caída tras la aparatosa y fuerte infracción y midió el remate.

Vio que se levantaba la barrera. Que de por sí era muy alta. Vio que el arquero daba el pasito hacia el medio, se volcaba un poco al palo de su barrera. y tomó la decisión: el mejor lugar para poner el remate era ahí. Ahí. En el ángulo superior izquierdo de Guzán. Para clavar un golazo. Y meter el 2 a 0 parcial que definía el partido. Porque todos supimos que ya nada habría por hacer. Que ese gol marcaba una tendencia definitiva en el match.

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Messi. El dueño de la noche de Houston. El dueño del partido. El hombre que se apropió del fútbol. Decidió liquidar el partido con un golazo en un lugar imposible, impensado. Conmovió, una vez más, al planeta futbolero. Sacudió la credulidad. Asombró hasta al más escéptico.

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El que le dió un paso adelante a la selección. El que marcó el gol del que se hablará por siempre.

El candidato dio un paso al frente. Ya está en la final. Y tiene un jugador que parece que siempre puede hacer posible todo. Hasta lo imposible.

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Hernán O’Donnell

Un póker, para definir a los finalistas

Hoy se juega una de las semifinales, hoy se define un finalista. Y mañana, otro. Hemos llegado a la semana final de esta hermosa Copa América Centenario USA 2016, un torneo que lo tuvo todo, una gran fiesta de Apertura, partidos emocionantes, un buen nivel técnico y goles sorprendentes.

Ahora es tiempo de ver la definición; de repasar a los protagonistas y expresar, que más allá de favoritos y acompañantes, es fútbol, siempre hay lugar para las sorpresas, y han llegado a este lugar los mejores 4 del torneo.

Es un detalle que no hay que dejar pasar por alto: los cuatro semifinalistas llegan de sólo dos grupos; incluso han jugado entre sí su primer partido: Estados Unidos se supo reponer al debut complicado ante Colombia, asimilar la justa victoria de los “cafeteros” y recuperarse con una goleada ante Costa Rica y una clara victoria ante el Paraguay de Ramón Díaz. Se clasificó bien y derrotó a Ecuador con un buen primer tiempo y un complemento para defenderse y aguantar. Sufrió, pero logró una ajustada victoria.

Colombia fue a paso firme todo el certamen. Venció a Estados Unidos en el debut, le ganó a paraguay un partidazo y cayó, en un encuentro lleno de sobresaltos, ante Costa Rica. En cuartos de final se topó con un Perú complicado, que lo llevó a definir por penales, pero logró una merecida clasificación.

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Chile cayó ante la Argentina, pero el gol que consiguió sobre la hora, para sellar un 1-2, le dio el impulso que necesitaba para reafirmar su idea y su convicción: está para esperar en tres cuartos de cancha y atacar, y así aniquilar a sus rivales, tal como lo hizo en el match ante México por los cuartos de final: Lapidario y terminante 7 a 0.

La Argentina de Leo Messi es el gran favorito. Venció en el debut a Chile, otro semifinalista, y marcó un camino a todo ritmo: goleó a Panamá, liquidó a Bolivia en un tiempo, le ganó 4 a 1 a Venezuela…Parece indestructible. Es el mejor de todos, deberá demostrarlo en estos partidos, que nunca son fáciles. Pero la Argentina tiene todo para descubrir y ganar. Un equipo armado, jugadores de élite, un goleador impresionante y el mejor jugador del mundo. Nada debería fallar. Veremos.

Los equipos están listos. El póker de ases quedó armado. Ya salen a la cancha. La gran final de New York los espera…

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Hernán O’Donnell

 

El candidato marcha firme

Es el candidato indiscutido. Porque tiene al mejor jugador del mundo. Porque juega con mucha seguridad. Porque se lo ve entero desde lo físico. Se lo observa veloz. Porque tiene un arquero sobrio y seguro, una defensa firme, un mediocampo de marca y juego, delanteros rápidos y un goleador temible.

La Argentina liquidó a Venezuela por 4 a 1 con dos goles de Gonzalo Higuaín, uno de Messi y el cuarto de Erik Lamela, y se medirá en una semifinal con el local, Estados Unidos, en Houston. Un partido más complicado por la localía y el envión de los hombres de Klinsmann que por lo que podría ofrecer cada conjunto. Es un match decisivo, como lo fue el encuentro ante Venezuela.

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La selección nacional tuvo una jornada importante y destacable. A los 8 minutos Higuaín le marcó el pase a Messi; Leo le envió una asistencia genial y “Pipita” definió con un remate cruzado. 1 a 0 y a sacarse las preocupaciones de encima; el partido se encaminaba.

Luego llegó el error de la defensa de la “Vinotinto”; Higuaín estuvo rápido y atento, gambeteó al arquero Hernández y definió de modo suave al arco vacío: 2-0.

Ahí vino lo mejor del equipo de Dudamel. Se animó Venezuela y tuvo sus oportunidades: Un cabezazo en el poste, un remate que Romero desvió con el pecho, otro que sacó con esfuerzo por encima del travesaño y una cuarta posibilidad, la más clara: el penal que Seijas intentó convertir con una “picada” y Romero contuvo con seguridad, parado en el medio del arco.

En el segundo tiempo se intensificó la presión argentina. Llegó el tercero, cuando Nico Gaitán apretó combinó con Messi y Leo derrotó al arquero con un remate de caño. Y si Venezuela tuvo alguna esperanza con el descuento de Rondón y el 1-3 que lo podía ilusionar, enseguida llegó el gol de Lamela para liquidar el partido.

Argentina ganó 4 a 1. Derrotó a todos sus oponentes. Luce firme y dominante. Ahora le toca Estados Unidos, que llegó con justicia pero con cierto sufrimiento ante Ecuador. Y por el otro lado, Colombia espera al vencedor de México-Chile.

La Copa América Centenario USA 2016 ingresa en su semana decisiva. Es fútbol, y todo puede pasar, pero el candidato de todos cada vez deja menos lugar para las sorpresas.

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Hernán O’Donnell

 

 

 

 

La leyenda de Muhammad Alí

Cuando el desenlace era inminente, cuando el final triste e inevitable se acercaba, las cadenas de TV de los Estados Unidos de América anunciaron que interrumpirían su transmisión (ya sea películas, series, programas políticos) para comentar las últimas novedades de Alí, el hombre que supo modificar el rumbo de una sociedad desde un ring.

Esa noche del viernes 3 de junio fallecía Muhammad Alí, el hombre que desde el boxeo y sus logros deportivos, lanzó gritos de rebeldía y libertad. El hombre que había nacido el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky, y que había entrado en este duro deporte a partir, casi de un hecho fortuito. A los 12 años había ido al Service Club de su ciudad natal para tomar un helado gratis, pues allí lo servían a los niños. Pero en un descuido le robaron la bicicleta, y al comentarle a un policía que golpearía al ladrón, este hombre, Joe Martin lo llevó a un gimnasio: El boxeo tendría una nueva estrella…

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Hacia fines de los ´50 comenzaría un camino lleno de éxitos y resonantes apariciones públicas. En 1960 ganó la medalla dorada de Peso Semi-Pesado en los Juegos Olímpicos de Roma. Allí se iniciaba el camino a la fama.

Luego llegaría el debut profesional, el encuentro con Angelo Dundee y una sociedad entrenador-boxeador que daría muchísimos frutos. En el gimnasio de Miami se forjó al hombre que iba a derrotar a Sonny Liston en 1964 y se consagraba, a los 22 años, como nuevo Campeón Mundial de los Pesos Pesados. El planeta se había sacudido con la aparición de una estrella que destronaba al favorito Liston.

Por entonces, aún se llamaba Cassius Clay. Pero había escuchado hablar de Elijah Muhammad, y se había acercado a un líder Malcom X. Decidió cambiarse el nombre.

Decidió que su identidad debía ser otra. Distinta. Dejó atrás su nombre (“Era el de un esclavo”, sostuvo siempre) y fue rebautizado como Muhammad Alí.

Su historia es conocida. Renunció al ejército, se negó a ser combatiente en la guerra de Vietnam, le sacaron el título y luego volvió a ser Campeón del Mundo.

Gritó por la libertad. Fue perseguido, pero también escuchado. Vendió sus peleas con promociones que rondaban lo espectacular y lo provocativo. Fue una estrella especial del Madison Square Garden, el estadio deportivo más famoso del mundo

Nunca se calló. Hizo y dijo lo que sentía. Sin especulaciones. Le levantaron las sanciones y fue dominante otra vez en el boxeo. La gente lo comprendió. Tuvo su premio: Fue el abanderado de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y aún tembloroso por el mal de Parkinson que ya hacía tiempo lo aquejaba, encendió la llama olímpica y recibió, una vez más, una grandísima ovación de su gente.

Tuvo un funeral con todos los honores. Se acercaron ilustres y desconocidos. Habló Bill Clinton, uno de los Presidentes más importantes en la historia de Estados Unidos. Habló su amigo, Billy Cristal, uno de los actores más afamados de Hollywood. Hubo una procesión desde su casa de la infancia, pasaban por el Centro Cívico Muhammad Alí y lo despedían en el cementerio de su ciudad natal.

En todo el camino lo acompañó el sincero reconocimiento de su gente. Cartas y muñecos en el jardín de su casa. Guantes de boxeo y globos adornaron la puerta de entrada. Pétalos de rosas en el ingreso al cementerio. Una multitud lo despidió con una mezcla de desconsuelo, pena y admiración. Mucha admiración.

El hombre gritón, el desafiante, el provocador, era, comprendimos todos, un ser humano que pedía libertad, igualdad. Que pudo hacerlo a partir de la fama construída y ganada en los rings. Y que, como pudo, se hizo entender. Y se hizo querer. Por eso la Nación lo despidió con los máximos honores y hoy se inundan las calles con sus murales, su imagen, revistas y diarios que publican ediciones especiales.

Murió Muhammad Alí, pero la leyenda había nacido hace muchos años.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a New York City, New York, USA)  

El esplendor de New York en su apertura

En realidad, estuvimos en East Rutherford, New Jersey, a unas millas de la encantadora New York City. La exactitud del estadio MetLife así lo indica; y el día de ellos llegó con mucha expectativa, con muchas ansias, con un partido atractivo a partir de la propuesta de Ecuador y una multitud de 49.438 espectadores que le dieron un buen marco a un escenario al que pueden ingresar alrededor de 80.000.

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Una fiesta que se vivió desde temprano, con la llegada de miles de personas desde Manhattan, a través del subway la combinación con la NJ Transit y el tren hacia el complejo de Meadowlands; otros tantos lo hicieron desde Queens y Brooklyn, y muchos residentes arribaron con sus vehículos. Era toda amarilla la tarde del Met Life, que abrió sus puertas con mucha hospitalidad y orgullo. Un estadio inmenso, moderno, majestuoso. de los más imponentes que tiene el mundo, con un palco de prensa de excelencia y una comodísima disposición para la gente en las plateas.

Después llegó la hora del fútbol. Ecuador fue devastador para Haití. Lo maniató, lo empujó contra su arco y elaboró una victoria incuestionable: a los 10 minutos abrió el marcador Enner Valencia; a los 20 aumentó Jaime Ayoví. Clasificación asegurada,

Y siguió a todo ritmo. Desde el inicio fue el dueño del partido amén de un cabezazo en el travesaño de Haití, en su única llegada.

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En el complemento se iba a mantener el relato. Ecuador dominaba y creaba situaciones. Aumentó a los 56 Noboa, 3 a 0 y a esperar cuantos fueran. Antonio Valencia marcó el 4-0 y cerró la cuenta.

Una tarde magnífica, inolvidable, preciosa. Una sede que arrancó más tarde pero que espera por la final. Un partido atractivo y un estadio imponente, de los mejores del planeta en este momento, y que lucha por ganarse un lugar como el mejor con espectáculos deportivos (Fúbol, Super Bowl, etc) y recitales.

Una Copa América Centenario USA 2016 que ya vibra en todo el país.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a East Rutherford, New Jersey, USA)

New York levanta su telón

Abre sus puertas, majestuosa, imponente, fascinante. Como siempre. La ciudad más atractiva, mas cautivante, más famosa. New York, con toda su fuerza y su tremenda personalidad, le abre sus brazos a la Copa América Centenario, USA 2016 para que jueguen Ecuador y Haití, y de esa forma se suma a todo el país. Estados Unidos vive la Copa América, aunque su gente sigue más pendiente, en materia deportiva de las finales de la Stanley Cup, la Copa que se entrega en la National Hockey League (NHL) y las finales de la National Basketball Association (NBA), que encuentran, ahí sí, el fanatismo de su población.

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La Copa está escondida para la mayoría; es un tema de los latinos y de un porcentaje menor de locales que se han sumado a la fiebre mundial del “soccer”; pero hay que decir que en esta parte del mundo, la gente no palpita detrás de la pelota. Más aún, todo Manhattan parece no estar enterado de lo que sucede. Su oferta múltiple de todo tipo de espectáculos y atracciones relegan al fútbol a un lugar lejano. Habrá que ver como responde hoy la noche de East Rutherford, en New Jersey, aunque es posible que el estadio tenga un muy buen marco. Pero no hay fiebre futbolera en las calles de los condados; ni Brooklyn ni The Bronx, Queens, Staten Island se desbordan por el deporte que gobierna al resto del mundo.

Mientras, los amantes de este deporte, viven la fiesta. La Copa trae ilusiones y sueños. En esta Ciudad, donde al cabo se jugará la gran final, todo parece poder hacerse realidad.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a New York City, New York, USA)

 

 

 

El continente se llena de fútbol y emociones

Faltan un par de horas para que Brasil y Haití se presenten en Orlando y con su partido cierren esta sede, que dejará de ser protagonista de la Copa América Centenario USA 2016 para observar como este maravilloso juego se desarrolla en otras ciudades de Estados Unidos.

Orlando nos recibió con un calor sofocante, que fue muy fuerte en el primer partido jugado en esta sede entre Costa Rica y Paraguay y 48 horas más tarde ofreció un temporal de lluvia intensa, vientos fuertes y un partido muy entretenido entre Panamá y Bolivia. Hoy cierra con Brasil y Haití en un clima caluroso, pesado y con nubarrones que presagian lluvia. Toda una combinación.

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Pero la experiencia fue hermosa. Porque tuvimos fútbol en continuado, y porque el resto de las sedes nos ofrece también un menú variado. Hay partidos, jugadas, futbolistas, sistemas tácticos, goles y polémicas para todos los gustos.

El primer partido que ofrecía la sede, Costa Rica y Paraguay, parecía el más atractivo. Fue una decepción. Pocas jugadas elaboradas, un calor tremendo y emociones con cuentagotas.

 

Después, el temporal del lunes 6 de junio, cuando la tormenta “Collin” amenazó con suspender el partido. Al cabo, se jugó Panamá y Bolivia, y nos brindaron un lindo espectáculo en medio del temporal. El equipo del “Bolillo” Gómez fue toda una grata revelación. Audaz, ambicioso y rápido, se llevó una justa victoria.

Además, hemos visto el buen fútbol de Colombia, la recuperación de Estados Unidos, la candidatura natural de la Argentina, la garra de Paraguay que aún no se rinde, el rendimiento óptimo de México, un Uruguay que no se resigna…

Hay una Copa en marcha y un continente que se llenó de fútbol. Disfrutemosló, el torneo luce apasionante.

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Hernán O’Donnell

(Enviado Especial a Orlando, Florida, USA)