Imposible no comenzar por el reconocimiento y la gratitud a un grupo de tenistas que realizó el mayor esfuerzo, ante el mejor rival posible, de visitantes. Se sabía que la empresa iba a resultar muy difícil. España era el amplio favorito y cumplió con todos los pronósticos. Quizás la caída de Juan Martín el viernes ante Ferrer marcó el rumbo definitivo de la serie. Porque se sabía que los puntos de Nadal y el último de Ferrer serían muy complicados.
Sin embargo, la tarde del domingo encendió una ilusión que se mantuvo durante más de 4 horas.
Juan Martín Del Potro entendió lo que se jugaba. El respaldo enorme de un público que no paró nunca de alentar le mostró que el camino era luchar y jugar. Y lo hizo. Salió muy concentrado y logró ganar el primer set. A pesar de lo que reflejaba el marcador, el 6-1 era más ajustado que lo imaginado.
Y el sueño se prolongó en el comienzo del segundo set. Pero después llegó la realidad. Nadal encendió los motores y se volvió una dura máquina de jugar. Y ganó. De modo incuestionable. Y la última esperanza se fue en el Estadio de La Cartuja, en esta hermosa Sevilla que vio a la Argentina perder otra final…
Hernán O’Donnell
(Enviado Especial a Sevilla, España)