En medio de su laberinto, San Lorenzo celebró una victoria

El Ciclón está en un laberinto. Enredado en una crisis institucional, con diferencias entre los principales dirigentes que se reflejan en una conducción errática, desordenada, con un equipo que no encuentra el funcionamiento y ha hecho un campeonato muy bajo, con los socios e hinchas perplejos y enojados, con el futuro incierto.
Un panorama sombrío, con muchas dificultades, con problemas económicos y financieros muy marcados y con una gran incógnita sobre el futuro.

Ante Sarmiento de Junín se vivió un clima caldeado, con reproches a los jugadores, cánticos contra los dirigentes y muchos cuestionamientos al juego. La hinchada decidió no llevar las banderas, aunque el aliento fue sostenido y constante, como siempre alentó la hinchada de San Lorenzo a lo largo de su historia. Pero el clima general fue de un nerviosismo permanente que no se calmó con el gol de Nicolás Fernández en el primer tiempo, tras recibir el centro de Julián Palacios, cuando iban 33′ de juego.

Después, el equipo tuvo un andar correcto hasta el final de la primera parte, más allá de que Sarmiento también tuvo algunas posibilidades, la mejor de ellas rechazada por Torrico con los pies tras un tiro de esquina.
En el segundo tiempo San Lorenzo tuvo una excelente oportunidad con un tiro libre de Sabella que pegó en el travesaño, a los 50’ del partido.
Luego, se quedó el “Ciclón”. Se retrasó en el campo y la visita se apoderó de la pelota y el territorio. Tuvo mayor protagonismo y comenzó a generar situaciones ante la valla de Sebastián Torrico.

Sarmiento de Junín se animó. Sintió que si arriesgaba, podía alcanzar la paridad. Soltó a los laterales, adelantó líneas y apretó al local, que se sostuvo en las atajadas de Torrico, el enorme sacrificio de Gordillo y los quites de Cristian Zapata, muy criticado por la gente por su lentitud, pero de buen partido en la tarde del último Martes de Noviembre, con buen “timming” para cruzar, técnica para jugar e inteligencia para varios anticipos. Fue el mejor defensor, aunque es notoria su lentitud y falta de estado físico. Se notó en un par de proyecciones, en las que le costó mucho volver a la defensa con rapidez, y en sus movimientos en el área. Con todo, fue el mejor de la defensa y uno de los mejores del equipo, porque suplió con calidad e inteligencia la merma física que evidencia.
San Lorenzo no pudo encontrar juego. Se defendió con la calidad de Zapata, el sacrificio gigante de Gordillo y algunos destellos de Sabella. No tuvo mucha participación Andrés Herrera, mostró voluntad Gonzalo Luján cuando le reemplazó, a Francisco Flores todavía le falta consolidarse en Primera y Gaby Rojas tuvo un partido sin demasiadas luces.
Julian Palacios tuvo un aprobado, “Uvita” Fernandez fue reconocido por el gol y Franco Di Santo tuvo que jugar contra los rivales, los defensores, los nervios y la reprobación de su público. No se escondió, dio la cara, alternó aciertos y errores, pero dijo presente. Lo culpan de todos los males, y eso es injusto. No se le puede caer a un solo futbolista por los desaciertos del equipo, o por la mala campaña en general.
Es un laberinto complejo el que vive San Lorenzo. En la cancha, el equipo puso voluntad y sacrificio para enmendar errores, corrió mucho y aguantó los embates de Sarmiento, que tuvo un remate claro a los 72’ que desvió Torrico, una llegada a los 85’ que elevó Jonathan Torres con un remate alto y, la más clara, a los 90+2’, cuando un centro de la derecha fue conectado por Rodrigo Salinas de cabeza y Sebastián Torrico contuvo con los pies y luego la terminó de atrapar.
Era el final para un equipo que necesita los puntos como agua en el desierto, que busca recuperar el juego y encontrar un estilo mientras afuera, en la institución, la gente se pregunta cómo seguirá el futuro.

Hernán O’Donnell