Boca fue el dueño de los penales y salió Campeón de la Copa Argentina

Fue una noche intensa, vibrante, con más nervios y especulaciones que juego. Con la tensa calma que siempre se refleja en una final de campeonato. Boca ganó por penales, 5-4, la Copa Argentina ante Talleres de Córdoba en una final que tuvo un marco extraordinario en el Estadio Único “Madre de Ciudades” de Santiago del Estero, pero que careció de juego, por lo menos de lo que se aguarda de una final, o de dos equipos finalistas.

El equipo del “Cacique” Medina tuvo un poco más de protagonismo, a partir de la tenencia en la mitad de la cancha. Apoyado en una clásica línea de cuatro, con Tenaglia, Komar, Rafael Pérez y Enzo Díaz. Rodrigo Villagra y Juan Méndez como volantes internos, por delante Valoyes, Carlos Auzqui y Angelo Martino, y Michael Santos como referencia de ataque.

A los 7′ llegó por intermedio de Rafael Pérez, quien tomó un balón de un corner, enganchó ante Advíncula y sacó un remate que tapó Carlos Izquierdoz casi de rodillas. El conjunto de Sebastián Battaglia también presentó un esquema definido. La seguridad de Agustín Rossi en el arco, Luis Advíncula, Izquierdoz, Marcos Rojo y Frank Fabra en la zaga. Agustín Almendra, Campuzano, Juan Ramírez en la línea media. Edwin Cardona como volante de enlace con los delanteros, Sebastián Villa y Luis Vázquez. Y el equipo dio pelea, aunque le costó armar jugadas de peligro. Su llegada principal fue a los 38′, con un disparo lejano de Cardona.

Crédito: @afa

Pero Talleres era un poquito más incisivo, así Valoyes sacó un buen remate a los 41′ que Rossi despejó al corner.

En el segundo tiempo hubo un momento que cambió el rumbo del partido. Carlos Auzqui, que hizo un gran esfuerzo por jugar, salió, agotado, a los 63′ y en su lugar ingresó Héctor Fértoli. Y a los 65′ se fue expulsado Juan Ramírez, de Boca Juniors, lo que modificó el dibujo del equipo de Battaglia; 4-4-1, con Cardona por izquierda y Villa por derecha, mientras que Almendra jugaba de interno junto a Campuzano y Luis Vázquez quedaba de llanero solitario.

A los 70′ Talleres tuvo una llegada clara, con un centro de Enzo Díaz y Héctor Fértoli no llegó a conectar. Y enseguida, las ventanas de los cambios. A los 71′ entró Esquivel en lugar de Angelo Martino, en el equipo cordobés. Y en Boca, Diego González reemplazó a Almendra, en tanto Medina ingresó en lugar de Cardona.

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A los 81′ se lesionó Luis Vázquez y lo reemplazó Sandez, quien se ubicó como lateral izquierdo y Fabra se adelantó a la línea media. El partido se jugaba en la mitad de la cancha. Talleres tenía la pelota, la trataba con respeto y procuraba llegar con limpieza al arco rival, pero Boca se había ordenado bien en el campo y contenía los avances cordobeses.

A los 90+1′ Francis Mac Allister reemplazó a Villagra, y Mateo Retegui ingresó en lugar de Tenaglia, en Talleres, mientras que a los 90+2′ Eduardo Salvio entró en lugar de Villa y Cristian Pavón reemplazó a Fabra.

La última del partido fue para Boca, en un tiro libre a la olla que cabeceó Marcos Rojo y salió apenas desviado. Fue la imagen final, para darle paso a los penales.

Se ejecutaron en el arco de la hinchada de Boca, y ese plus de aliento pareció surtir efecto. Mateo Retegui abrió la serie para Talleres, igualó Marcos Rojo y en la segunda tanda, falló Fértoli. Ahí empezó a volcarse la serie para Boca, porque ya no falló. Desniveló Izquierdoz y la ventaja, 1-2, se mantuvo hasta el final.

Méndez para Talleres, Pavón para Boca; Enzo Díaz le dio esperanza a Córdoba, Sandez se sacó la angustia del joven que asume una gran responsabilidad. Toda la presión recayó en Michael Santos, quien empató el partido y la pelota quedó a disposición de Eduardo “Toto” Salvio. No falló. Lo ejecutó con frialdad, sabiduría y experiencia, arriba, al ángulo superior izquierdo de Herrera y desató la locura, la alegría, el festejo, el desahogo.

Boca había ganado por penales, pero la alegría no se la quitó nadie. La Copa Argentina estaba otra vez en sus manos.

Hernán O’Donnell