Fue una final tensa, dura y emotiva. Con algo de fútbol al principio, algunas llegadas claras, dominios alternados, un segundo tiempo deslucido y la emoción, el drama, y la epopeya que siempre significan los penales. Barracas Central fue más certero en los remates desde el punto del penal, tuvo serenidad y la dosis imprescindible de suerte, festejó el 5-4 final y se abrazó en un grito para celebrar su llegada a la Liga Profesional de Fútbol, la vieja y querida Primera División, en la que estuvo por última vez hace casi un siglo.

El primer tiempo tuvo mucho ritmo. Comenzó con los dos equipos bien intensos; trataban de presionar y conseguir el balón de manera rápida para intentar construir ataques, pero las defensas también estuvieron atentas y cerraron con audacia los caminos. Barracas se paró mejor que en el encuentro ante Tigre. Más adelantado, más audaz, con una vocación ofensiva más clara. Maxi Gagliardo en la valla, una línea de cuatro en la que sobresalió el segundo central, Fernando González, bien ayudado por el lateral derecho, Axel Bordón, el primer central Bruno Cabrera, y el lateral izquierdo, Gonzalo Paz, de peramente subida al ataque. Tres volantes, Iván Tapia por derecha, Carlos Arce en el medio y Dylan Glaby volcado a la izquierda y adelante Lucas Colitto, Mauro Albertengo y Juan Vazquez.

Quilmes propuso al gran arquero Rodrigo Saracho en la valla. Línea de cuatro con Rafael Barrios, Pier Barrios, Agustín García Basso y Bindella. Otra línea de cuatro con Camilo Machado, Facundo Silva, Adrián Calello y Julián Bonetto; y en el ataque, Facundo Pons y el “Tanque” Mariano Pavone.
A los 4′ llegò Barracas con una trepada de Gonzalo Paz que finalizó en un tiro de esquina. A los 22′ llegó la primera emoción cuando Pavone clavó un derechazo tras recibir una habilitación de Machado, pero la jugada no estaba validada por offside de Machado al recibir el pase.

Respondió “El Guapo” a los 25′ con un tremendo cabezazo de Paz que se estrelló en el travesaño. Y a los 31′ lo pudo tener Quilmes, con un tiro libre peinado hacia atrás por la defensa de Barracas, el rechazo de Gagliardo y Rafael Barrios desvió el tiro final. Pero lo mejor llegaría a los 35′ cuando Machado ejecutó un tiro de esquina desde la izquierda del ataque de Quilmes y Mariano Pavone cabeceó con buena orientación pero el poste derecho de Gagliardo le negó la oportunidad.

En el segundo tiempo el arranque nos hizo ilusionar con una final intensa. a los 46′ un tiro libre de Facundo Silva se fue alto. Luego respondió Barracas con una buena jugada colectiva. Pero, de a poco, el partido se diluyó. Los cambios frenaron los impulsos, y los equipos se empezaron a alejar de los arcos rivales.
A los 65′ Fernando Valenzuela ingresó por Mauro Albertengo, en el equipo de De Paoli. En el conjunto de Facundo Sava, a los 66′, Federico Anselmo reemplazó a Pons, mientras que Tomás Bottari ingresó en lugar de Facundo Silva, quien estaba amonestado.

Leonel Buter entró en reemplazo de Juan Vazquez en Barracas, cuando iban 68′ de juego. Poco pasaba porque las defensas superaban a los ataques. Sava volvió a meter mano en su equipo, y a los 77′ Tomás Blanco reemplazó a Mariano Pavone, y Martín Ortega ingresó por Julián Bonetto.
A esa altura el partido parecía caminar de modo inexorable hacia la definición por tiros desde el punto del penal. A ambos les costaba llegar hasta las áreas rivales, mucho más generar situaciones de gol. El empate era inmodificable. Ni siquiera las últimas variantes cambiaron el panorama. A los 88′ Emanuel Moreno entró por Adrián Calello en el “Cervecero” y a los 90+2′ el delantero Estigarribia reemplazó al zaguero Bruno Cabrera, en Barracas. Dylan Glaby ocupo el lugar de Cabrera en la zaga, en una muestra más de versatilidad del lateral que juega en muchas posiciones.

Y así se fue el partido. Llegó el turno de los penales, el drama y la epopeya que siempre encierran estas definiciones. Convirtió Anselmo para Quilmes. Igualó Iván Tapia con un remate suave y sereno. Luego, el remate de Martín Ortega estuvo cerca de ser rechazado por Gagliardo, pero el palo lo ayudó a convertir. Lucas Colitto puso el 2 a 2. García Basso puso el 3 a 2 para Quilmes, e igualó en 3 Estigarribia. Se acercaba la etapa de definiciones. Emanuel Moreno colocó el 4 a 3 a favor de Quilmes y Gonzalo Paz le agregó emoción a la zona de fuego: 4 a 4.

Así se llegó a la última serie de los primeros cinco remates, con aciertos de todos los ejecutantes. Y Rafael Barrios fue para Quilmes, pero su tiro salió desviado. Explotó la gente de Barracas. Todo quedaba en los pies de Fernando Valenzuela, su jugador de mayor categoría. Y no falló. 5 a 4 para Barracas Central. Todo el júbilo y la alegría viajó en tiempo y espacio hacia esa zona de Buenos Aires que se emparenta con su nacimiento, su formación, sus sueños y sus ideales. Ese barrio que se acerca al Riachuelo y los albores de la gran ciudad. Esa zona de arrabaleros y desafiantes, que van ahora a la conquista de un sueño tantas veces postergado, pero que el tiempo no lo borró del horizonte, y hoy lo encuentra otra vez en la vieja y querida Primera División.

Hernán O’Donnell