En esta serie de notas, donde presentamos los diferentes equipos que jugarán la Copa del Mundo, el grupo E aparece como uno de los menos comentados en los análisis previos.
Porque no tiene la paridad del B, ni la historia del D, donde se encuentran tres campeones mundiales. Sin embargo, no es tan fácil de clasificar esta zona, ni es un grupo que tenga un perfil marcado.
En ese contexto, Suiza puede aspirar a sacar alguna ventaja y a luchar por la clasificación. No es descabellado pensar en ella. Francia sería el máximo candidato y luego Suiza bien podría imponerse a Honduras y Ecuador.
Tuvo una gran eliminatoria, se adueñó de su zona con una amplia ventaja sobre el segundo, y ya adquirió suficiente experiencia en el campo internacional, pues ha jugado las dos últimas Copas del Mundo, amén de organizar la EURO 2008 junto a Austria.
Suiza cuenta con jugadores de cierta experiencia. Ayudado por su entrenador, el alemán Ottmar Hitzfeld, uno de los entrenadores europeos con más títulos, el equipo se nutre de futbolistas que militan en clubes punteros del Viejo Continente y llevan años en lucha en distintas batallas.
Entre ellos, Diego Benaglio, arquero de primer nivel que en 2009 se adjudicó la Bundesliga con el Wolfsburgo. Tranquilo Barnetta, Goekhan Inler y Philippe Senderos son jugadores con cierta trayectoria, sumados a los jóvenes Fabian Schaer, Granit Xhaka y Valentin Stocker.
Un equipo duro, complicado, que supo dar el gran batacazo en el Mundial de Sudáfrica 2010 cuando derrotó en el primer partido a España por 1 a 0.
Es cierto que aquella noche el gol llegó de contragolpe, en medio de un error compartido en la salida apurada de Casillas y la indecisión de Piqué. Y también es cierto que la “roja” tuvo muchas chances para igualar el marcador; y que a la postre fue campeona del mundo, mientras que Suiza no avanzó demasiado lejos.
Pero la garra, la voluntad, la férrea defensa y la actitud helvética le hacen pensar que es posible. Será clave y determinante el primer partido ante Ecuador. Y a partir de allí, soñar que las agujas funcionen como un reloj suizo…
Hernán O’Donnell