La Argentina le avisó al mundo que atacará siempre

Argentina es un equipo que ataca. Siempre. A veces de modo lento, previsible, prolijo. Otras, con más velocidad, con un ritmo más acelerado, con toques profundos, aceleración por los costados. Y siempre, también, con la magia de Leo Messi. Porque todo pasa por él, por sus gambetas, sus toques y su capacidad de conducción.

Pero la primera conclusión y lectura que deja el partido es que la selección siempre va al ataque. Se para lo más adelantado posible en el campo, con los tres defensores bien cerca del medio de la cancha y de allí trata de recuperar la pelota para ir rápido hacia el arco del adversario.

Los tres zagueros fueron firmes en esa tarea: Mascherano, Pezzella y Otamendi, en el primer tiempo cortaron y generaron salidas muy veloces. Por los costados, Salvio fue más punzante que Di María, y en el medio Kranevitter cortó y Enzo Pérez se movió con mucha dinámica.

Después llegó el momento de profundizar. Allí sumó varias chances la Argentina; de un desborde de Salvio, un centro que un zaguero ruso sacó al corner con la presencia de Messi amenazante; una entrada de Di María, bien desvaida por el arquero y una media vuelta certera del kun Agüero, que el arquero sacó de modo magnífico.

Argentina fue más, pero no pudo abrir el marcador en el primer tiempo, y en el segundo se repitió el libreto: el visitante al ataque, el local con mucha gente en defensa, para dificultarle cada avance.

El ingreso de Alejandro Gómez por Lo Celso le dió más aire al equipo; el “Papu” se asoció mejor con Agüero y con el propio Messi. Luego ingresó Diego Perotti, de buena actualidad en el fútbol italiano, por Di María, que tuvo una actuación aceptable.

La Argentina tuvo siempre la misma barrera; un equipo que acumuló mucha gente en defensa y si bien Smolov preocupó en ataque y Rausch lució en el juego aéreo.

Pero costaba mucho quebrar el cero. Y la sucesión de cambios le quitaba, como suele suceder en los amistosos, ritmo al partido y desdibujaba las intenciones iniciales.

Hasta que llegó la magia, la velocidad y la certeza en la concreción: a los 85′, Leo Messi vio a Pavón por la derecha, le puso el pase preciso, el wing, que partió un pasito adelantado, llegó al fondo y cruzó un centro para Agüero. El remate del Kun rebotó en un defensor y de cabeza, tras el rebote, marcó el 1 a 0 para la albiceleste.

Era sobre el cierre del partido. Y fue el final. 1 a 0, justo, apretado, con un gol que no debió convalidarse, pero que marcó la luz de ventaja que mostró la selección, y el paso al frente que dio ante el mundo. La Argentina avisó que ataca siempre y que empieza a perfilarse en su camino al Mundial.

 

Hernán O’Donnell 

 

Rusia y la Argentina presentan el Mundial

Es así. Es el partido presentación de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018. Los ojos del mundo están depositados en el Estadio Luzhniki, para ver el choque de rusos y argentinos, que le da un sabor muy especial, porque allí se inaugurará la Copa el 14 de junio y la despedirá el 15 del mes siguiente.

Ayer, en la casa de Rusia en Buenos Aires, donde se hizo una gran presentación del torneo, se bromeó, en varias ocasiones al decir que este encuentro podría repetirse en la gran final. Así de sencillo. En Rusia lo esperan con una expectativa desbordante. Con entusiasmo por su equipo y una declarada admiración por la estrella argentina, Lionel Messi.

El frío ya se hace sentir en Moscú. La nieve comienza a asomar su habitual presencia en estos meses, y el abrigo es parte del paisaje de cada semblante.

Allí está la selección. A la espera del encuentro, cuando ya se vive, a través de eventos y presentaciones, la Copa del Mundo. Ayer se hizo conocer el balón con el cual se va a jugar el torneo. Messi fue la estrella absoluta de la reunión, por encima de la pelota misma y de la marca que patrocina a todos: Rusia, Argentina, el esférico y el propio Leo.

“Trabajamos con dos grupos de jugadores, todavía no está confirmada la formación” dijo Sampaoli. “Las certezas tienen que ver con el funcionamiento del equipo; tenemos que evaluar a jugadores y también el rendimiento del equipo, son caminos paralelos que tenemos que ver y evaluar”, señaló en la conferencia previa al partido.

“La observación de jugadores es la misma, pero empieza a bajar para definir los que integrarán el grupo; en marzo vamos a tener más claro los jugadores que irán al Mundial. dos por puesto y los tres arqueros. En ese momento va a estar más claro quienes van a integrar la lista del Mundial”, respondió por la consulta sobre los jugadores que irán al torneo.

“Lo Celso puede establecer un vínculo en el juego con Leo; de alí pueden surgir pases y calidad en movimiento para progresar en ataque. Pueden estar cerca o lejos; además hay que encontrar otro tipo de vínculo para que no dependa todo de Leo; él puede ser neutralizado en algún momento y necesitamos tener otras variantes”, respondió sobre el ex volante de Central.

Sobre Higuaín: “La presencia de Gonzalo (un delantero top) en el momento de clasificarnos, en el corto plazo, no era conveniente, pero ahora será seguido como todos, tendrá la mirada nuestra sobre él y ojalá pueda estar en una próxima convocatoria”. Ya lo había comentado en una conferencia anterior: Higuaín ya pasó todas las pruebas, no es un jugador a evaluar. lo lleva o no lo lleva al Mundial.

Es que después de estos partidos, la convocatoria estará basada en su rendimiento en los clubes, su actualidad, pero también con la relación que puedan establecer con sus compañeros. Higuaín, en el momento que está y por el conocimiento de sus compañeros, es, creemos, indispensable llevarlo.

“Disfruto y a veces me genera una responsabilidad y una obligación dirigir al mejor del mundo, representando a la Selección de mi país como lo es Messi”, se sinceró en la fría Moscú.

“En algún momento tuve miedo de no poder clasificar, traté de mostrar calma y convencimiento en mis ideas, y ahora tenemos que vivir el momento, disfrutar y llevar el camino hacia la Copa del Mundo. El disfrute tiene que ser mayor que el peso de la responsabilidad, eso le digo a los jugadores y también yo lo tengo que aprender”, afirmó el entrenador.

“A Leo lo veo muy maduro, se puede establecer un diálogo bueno de jugador a entrenador, y si tenemos la posibilidad de sacarle algún partido, porque tenga fatiga muscular o alguna cosa, lo vamos a hacer. El que propuso sacarlo del segundo partido fui yo, porque Leo siempre quiso jugar; soy yo el que le da libre el segundo partido”, dijo Sampaoli.

“Icardi me dijo que estaba lesionado, y el club entiende que debe recuperarse allí. Hay que interpretar lo que quiere el club. No le pedí a Mauro que venga porque tampoco se lo pedí a Mercado, Acuña ni Biglia, que fueron casos similares y titulares en los últimos partidos, Mauro no lo fue” expresó sobre la ausencia de Icardi.

También habló del adversario de mañana: “Lo hemos visto a Rusia, lo conocemos. Es un rival duro, con un entrenador rígido y tiene buenos delanteros. El estadio es espectacular.”

Habló de los rivales en la Copa, del poderío de Francia, España, Alemania, lo que pueda dar Bélgica. De los jugadores que puedan sumarse, de la jerarquía de los futbolistas argentinos; no esquivó ningún tema y se fue tranquilo con la cabeza puesta en el partido de mañana y en la fantasía de volver a este lugar el 15 de julio del año que viene.

 

Hernán O’Donnell

 

La selección empieza a mostrar su alma

En unos días jugará un partido que es algo más que un amistoso. Es el encuentro que marcará el inicio a la cuenta regresiva de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018. Tiene aroma a presentación del Mundial, a la apertura de las puertas de Rusia hacia el mundo. El equipo local, el que inaugurará el torneo el 14 de junio del año que viene en ese mismo escenario, el Estadio Luzhniki, ante uno de los conjuntos más poderosos de la Tierra, con el jugador más cotizado y célebre de estos tiempos: Leo Messi.

Este partido es más que un amistoso. Es la entrega de la selección argentina ante el mundo: la presentación de un gran candidato, que sufrió para llegar, pero ahora dice presente y voy por mucho más.

Este partido es el que comienz a mostrar el alma de la selección albiceleste. El que empieza a definir el juego, la forma y los intérpretes. Es el inicio del sueño. Comenzar a desandar el camino.

La Argentina lo toma como lo que es: la presentación en el “Teatro de los Sueños” de 2018. Allí se jugará el partido inaugural, y allí se disputará la gran final del domingo 15 de julio.

Por eso la preparación intensa y el trabajo dividido por sectores: La defensa trabajó en Acortamiento de espacios; postura de línea defensiva; balones cruzados y corridas transversales.

El ataque se entrenó en demarcación combinada, a través del juego, amenaza al marcador central con movimiento y, lo más importante para nosotros: Definición.

Hoy se repite el doble turno, igual que el jueves 9 y el viernes 10.

Pero el frío de Moscú dejó un tiempo para algunas confesiones de invierno; en una larga y jugosa entrevista con la señal de TV TyC Sports, Lionel Messi habló de muchos temas, en un clima de intimidad que hacía tiempo no se le veía.

“Se demostró que todo lo que se dice es mentira. La última es que decíamos que no queríamos a Mauro (Icardi). Jamás puse y saqué un jugador, esas no son mis formas”.

“Sufrimos las críticas, pero las que más sufre es la familia, ellos quieren más que nosotros que ganemos; creo que merecimos, por lo menos, ganar dos de las tres finales perdidas. Y si ganamos el Mundial camino de Arroyo Seco hasta San Nicolás”.

“Jorge Sampaoli es una persona muy inteligente, que sabe bien lo que quiere de sus equipos. Di María, Agüero, Higuaín , Mascherano son todas figuras en los equipos más importantes del mundo. es una falta de respeto hacia ellos y hacia mí que se diga que juegan porque son mis amigos.”

“Quisiera evitar a España en el grupo del Mundial, porque es un rival muy díficil; ellos, más Alemania, brasil y Francia son los candidatos a la Copa del Mundo”.

Habló de la familia, de los amigos, de que con Dybala no tiene que aclarar nada y entendió lo que quiso decir, de los campeonatos de truco, la convivencia en las concentraciones con el Kun, el deseo de tener una hija para completar la familia, de las historias de mate y la vuelta feliz de Quito…

Lionel Messi abrió el alma de la selección. Cuando se viene un partido que es mucho más que un amistoso: es el comienzo del trabajo hacia la conquista del Mundial.

 

Hernán O’Donnell

Argentina llega a Rusia para empezar a vivir el Mundial

El equipo que comanda Jorge Sampaoli ya llegó a Moscú; ya está en Rusia, para jugar un partido que, si bien tiene el carácter de amistoso, es esperado por el mundo entero, porque tiene todos los condimentos para significar algo así como el puntapié inicial del camino hacia el inicio de la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018.

Porque se presenta Leo Messi, una suerte de Dios futbolístico adorado por millones de personas que siguen a este deporte en todo el planeta, sin distinción de nacionalidades ni banderas; porque visita Rusia, un país que lo idolatra desde su Presidente Putin hasta el más humilde de los trabajadores; porque juega el local, Rusia; y porque se reinaugura el mítico Estadio Luzhniki

Este escenario que se construyó en 1956, en pleno dominio de la Unión Soviética. Hoy se lo conoce como el Gran Estadio Deportivo del Complejo Olímpico Luzhnikí, pero nació bajo el nombre de Estadio Central Lenín.

Luego de la construcción, 20 años después, hacia 1976 comenzaron las obras de aconidionamiento para los Juegos Olímpicos Moscú 1980. Fue el escenario principal de esas competencias deportivas, tal es así que allí se realizaron las ceremonias de Apertura, Clausura y las competencias de Atletismo.

Después tuvo un uso mayoritario en el fútbol. Las grandes potencias del país supieron utilizarlo; el Lokomotiv, CSKA y el Spartak han actuado allí en numerosas ocasiones. también se lo recuerda por ser la sede de la final de la UEFA Champions League de 2008, entre los conjuntos ingleses de Chelsea y Manchester United.

Ahora es el momento de ver a las estrellas argentinas que comanda Leo Messi. Allí va la Argentina; allí estará presente en unos días para conocer el estadio que el próximo 14 de junio albergará a Rusdia para la presentación de la Copa del Mundo, y soñará, la albiceleste, con volver a presentarse el domingo 15 de julio para jugar la gran final.

 

Hernán O’Donnell 

Sangre irlandesa

El boxeo moderno tuvo su origen en Inglaterra, hacia el siglo XVIII, a puño limpio y con unas pocas reglas fundamentales que se mantuvieron hasta 1838. De a poco, se sumaron algunos puntos que modificaron el reglamento original: Duración de las peleas, utilización de guantes acolchados, elevación del ring para que los auxiliares no ayudaran a levantarse al caído.

Podremos profundizar la historia, detallar cada uno de los aspectos reglamentarios, ser puntillosos en cada detalle y precisos en las fechas. Pero lo que esta nota les va a contar es que detrás del origen de este deporte en Inglaterra, hubo (y hay) otra historia: la de la Sangre Irlandesa, esa que fluye en la isla que domina Dublín y se enfrenta al Reino Unido, en un combate eterno, que divide a la República de Irlanda de su vecino poderoso.

La sangre irlandesa se vio reflejada en heróicos boxeadores nacidos en esas tierras o de lazos muy familiares. Y la emigración hacia otras lugares, sobre todo Estados Unidos, hizo que la pasión por el boxeo se desarrollase. Irlandeses inmigrantes llevaron el box que conocieron en las islas a Norteamérica. Y una larga lista de ellos marcó la historia del boxeo mundial.

Uno de los pioneros fue Paddy Ryan, quien nació en in Thurles, Tipperary, República de Irlanda, el 14 de marzo de 1851. Llegó a ser Campeón del Mundo en mayo de 1880 cuando le ganó el título a Joe Goss. Y perdió la corona el 7 de febrero de 1882 ante el célebre John L. Sullivan. Nacería, allí, una leyenda, una celebridad que se mantiene hasta nuestros días.

John L. Sullivan, hijo de Michael Sullivan y Catherine Nelly, dos inmigrantes irlandeses, nace en Boston, Estados Unidos el 15 de octubre de 1858. Fue un mito del boxeo. El último campeón a puño descubierto. Un hombre que realizaba combates de exhibición y por el dinero que podían ofrecerle. Que tuvo una victoria memorable ante Jake Kilrain, que duró ¡75 rounds! cuando la esquina del contrincante decidió el retiro, en la última pelea que se realizó sin guantes.

Había llegado el tiempo de la gloria para un hombre que, hasta el momento de su encumbramiento en el boxeo, parecía destinado a ser un jugador de Baseball.

Luego, los excesos, los placeres y el alcohol mermaron su físico, hasta llegar a perder su título cuando cae frente a James Corbett en 1892.

Para los argentinos decir Jack Dempsey es algo así como decir Luis Angel Firpo. O El Combate del Siglo. Lo cierto es que este hombre que salió vencedor aquella noche del 14 de septiembre de 1923, había nacido en el estado de Colorado de Padré irlandés y madre inglesa. Su reinado duró hasta que se topó ante otro americano de orígen irlandés: Gene Tunney lo venció en septiembre de 1926. Era hijo de irlandeses John Lydon Tunney y su esposa Mary habían llegado de Irlanda en busca de construir un futuro mejor.

James Braddock también era hijo de inmigrantes irlandeses. Nacido en Nueva York, su historia fue muy conocida a partir de la película que refleja su vida: “Cinderella man”,

el hombre cenicienta. Su campaña en el boxeo había sido interrumpida por la Gran Depresión de 1929 y debió trabajar como estibador para poder llevar dinero a su hogar. Cuando menos lo esperaba, le llegó la chance para pelear por el título mundial ante Max Baer. Y sorprendió al mundo con una indiscutida victoria. Luego, cedió ante el gran Joe Luis.

Tom Sharkey nació en Dundalk, Irlanda. También dejó su tierra natal para arribar a Nueva York. Muy pronto se unió a la Armada de Estados Unidos. Allí aprendió a boxear y luego desarrolló una interesante carrera profesional.

Y si hablamos de sangre irlandesa, hasta el mismísimo Muhammad Alí tiene ascendencia de esa generosa sangre guerrera. Un estudio demostró que un bisabuelo del Más Grande Boxeador de todos los tiempos había nacido en Ennis, al oeste de Irlanda, para luego emigrar hacia los Estados Unidos donde se casó con una mujer afroamericana.

En 2009, el magnífico Alí realizó un viaje a Irlanda para vistar la tierra de sus antepasados. Cuando llegó a Ennis, el pueblo entero salió a vitorearlo. Era sangre irlandesa que llegaba a conocer su tierra de origen. Lo recibieron con los honores más puros y francos de un pueblo: banderas en las calles, carteles en todos los comercios, y una caravana que lo paseó por las principales calles donde miles de habitantes saludaron su paso. Su esposa, Yolanda, afirmó allí que la sangre irlandesa de Alí podría explicar su legendaria habilidad para apabullar a sus adversarios.

El tiempo siguió su camino y surgieron boxeadores de sangre irlandesa que alumbraron por distintos sitios. Un caso muy famoso fue el de Barry Mc Guigan. Uno de los grandes boxeadores irlandeses, fue campeón europeo, representó a la Irlanda del Norte en los juegos de la mancomunidad británica y titular mundial del peso pluma al vencer al panameño Eusebio Pedroza. Solo perdió tres veces en 35 combates. Ganó 28 de sus 32 triunfos por nocaut. Católico y casado con una mujer protestante. Alguna vez le preguntaron: ¿Por qué te has hecho boxeador? Y respondió: “Porque no puedo ser poeta. No se escribir historias…”

Mc Guigan había nacido en Monahan, era católico y se destacó por sus valores humanos. Siempre buscó entregar un mensaje de paz, en un tiempo en que Irlanda del Norte se debatía en luchas constantes entre católicos y protestantes. Inspiró la película “The Boxer”, con la actuación de Daniel Day Lewis.

Era sangre irlandesa guerrera en el ring y pacifista en la vida cotidiana. Ahora entrena a Carl Frampton, nacido en Belfast, Irlanda del Norte, un boxeador de enorme proyección y muy buenas cualidades,  que quiere emular a su mentor. Protestante é, se ha casado con una mujer católica. Y afirma su mensaje de paz en una zona que siempre está latente la división.

Se podrán enumerar muchos ejemplos más. Podremos recorrer otros nombres, de otros tiempos y más cercanos. La pasión por el boxeo de actores como Liam Nelson, quien si bien nació en Irlanda del norte, para los del sur hay una sola. Historias que inspiraron películas, libros, obras de teatro.

Pero esta historia está centrada en la Sangre Irlandesa, la que inspiró a tantos pugilistas y regó con nobleza los cuadriláteros del mundo.

 

Hernán O’Donnell

 

Juan Manuel Márquez y Wladimir Klitschko le dicen adiós al boxeo

En un año de grandes carteleras y de muy buenos combates, hombres que supieron regar de gloria los rings del mundo, ahora en cuentran su momento para decirle adiós a los cuadriláteros.

Los dos tuvieron un origen disímil, bien distinto, hicieron un recorrido similar, lleno de gloria y dignidad, y alcanzaron un final con la misma repercusión positiva.

Este año, cargado de noticias impactantes en el mundo del boxeo, se ve, otra vez, sacudido por dos informaciones que llegan para cerrar el círculo de dos guerreros del ring, muy cotizados, respetados, y que llenaron de adrenalina las noches de sábado con actuaciones resonantes y televidentes desbordantes en todo el mundo.

Pero el origen de ambos fue bien diferente; llegaron de dos mundos alejados, con pocas cosas en común. Uno representa al “macho” latino, la sangre caliente y la pasión sobre el ring. El otro es un cabal representante de los “Hombres del Este”, tantas veces nombrados en Revista Ring-Side. Esos boxeadores que llegaron de los países del este de Europa, desmembramientos de la vieja Unión Soviética, que prodigaron pugilistas que cambiaron el mapa de los rankings. Y no sólo dominaron en la máxima categoría (reservada por historia, para los estadounidenses, y de color), sino que hicieron presencia en todos los pesos.

Uno surgió en las categorías más chicas, el otro dominó en los pesados…

Juan Manuel Márquez y Wladimir Klitschko han anunciado el final de sus carreras. Tras años de noches de lunas llenas, han apagado las luces que los acompañaban en cada presentación.

Tuvieron una trayectoria destacada. El ucranio Klitschko logró la medalla de Oro en los juegos de Atlanta 1996 y luego se consagró campeón mundial de peso pesado de la FIB, la OMB , la OIB y la AMB y durante más de una década permaneció en el dominio del boxeo. Tuvo un récord de 64 triunfos (53 KO) y 5 derrotas.

El mexicano debutó en forma rentada a los 19 años y su presentación no fue nada auspiciosa: una caída ante Javier Durán por descalificación. Pero sería sólo un mal comienzo; luego desarrollaría una enorme carrera tras lograr 29 triunfos consecutivos.  En septiembre de 1999 logra su chance de pelear por el título del mundo categoría pluma ante Norwood, pero cayó por puntos en una controvertida decisión. En 2003 tendría una segunda oportunidad de combatir por un cinturón y no la desaprovecharía:  conseguiría el título pluma por la FIB ante Manuel Medina. Y luego lograría un reinado envidiable: Campeón Mundial de peso Pluma, Superpluma, Ligero y Superligero.

El ucranio haría una carrera prolija y exitosa hasta convertirse en una figura importante en Europa y Estados Unidos. Llevó un invicto de 24 peleas antes de sufrir la primera derrota. Se hizo fuerte en Alemania, donde paseó sus cualidades por los escenarios de Hamburgo, Stuttgart, Frankfurt, Offenburg, Munich, Colonia, Hannover. Fue protagonista de las carteleras del mítico Madison Square Garden (“The most famous arena of the world”) de New York, del Mandalay Bay y el Caesars Palace de Las Vegas,  del Boardwalk Hall de Atlantic City, del Barclays Center de Brooklyn y su última presentación fue nada menos que en Wembley, otra leyenda de los estadios deportivos, en las cercanías de Londres. Siempre tuvo una relación marcada con su hermano Vitaly, de hecho al principio lo llamaban el “hermano de…”, y lo acompañó al mayor en sus incursiones políticas, con la idea de aportarle ayuda y respuestas a las necesidades de su nación, Ucrania. Se hizo su propio nombre, pero mantuvo la promesa hecha a su madre de no enfrentarse (los hermanos) en un cuadrilátero. Construyó un modelo admirable, detrás del célebre Joe Louis, fue el campeón que durante más tiempo retuvo el cinturón de Campeón mundial de todos los pesos.  Fue una década de oro, entre 2006 y 2015, donde logró las fajas de la FIB (Federación Internacional de Boxeo), CMB (Consejo Mundial de Boxeo), AMB (Asociación Mundial de Boxeo) y OIB (Organización Internacional de Boxeo)

Las caídas ante Tyson Fury y Anthony Joshua marcarían la melancolía de un final que no se mancha por esos traspiés: Klitschko es un grande aún en la derrota.

“Dinamita” Márquez tuvo noches estelares ante muy destacados rivales, pero nada se compara con sus memorables duelos ante Manny Pacquiao, cuando el filipino era una de las máximas atracciones del pugilismo.

En mayo de 2004 fue el primer episodio. Manny parecía resolver todo en el primer round, cuando atropelló a Márquez y lo derribó tres veces, tal como atacaba a cada uno de sus adversarios. Pero el mexicano se levantó, se recuperó y le planteó un combate durísimo que terminó en un empate en las tarjetas.

En  2008 se realizó la segunda pelea, y allí Márquez perdió el campeonato de peso superpluma ante el filipino, en decisión dividida y también controvertida. Se encontraron por tercera vez en Las Vegas, el 12 de noviembre de 2011; volvió a ganar Manny y otra vez a partir de un fallo polémico y discutido. La cuarta versión del duelo fue la más explosiva, vibrante y espectacular. Fue el 8 de diciembre de 2012 en Las Vegas, Nevada. El duelo fue tremendo, dramático, con caídas de ambos, pero en el sexto round un terrible derechazo de Juan Manuel Márquez entró de lleno en el rostro de Manny cuando este atacaba y daba el paso al frente: la consecuencia fue una caída espectacular del filipino, quien el paso siguiente lo dio rumbo a la lona, de frente, totalmente inconsciente. Un K.O. demoledor, contundente, histórico, que ingresó en la galería de los más impactantes y que aún hoy es recordado, en una contienda que ya entró en la historia como una de las más grandes batallas del pugilismo.

En esa extraordinaria saga se encuentra un relieve de la brillante carrera de “Dinamita”; porque protagonizó 4 choques con uno de los pugilistas más fuertes y temibles de su época, Manny Pacquiao, y en todos salió bien parado, más en el último con ese triunfo categórico y colosal.

Pero en su camino desfilaron rivales de todos los estilos, gustos y prestigios. Julio Gamboa, Orlando Salido, Floyd Mayweather, Marco Antonio Barrera, Joel Casamayor, Timothy Bradley, Mike Alvarado…Nunca rechazó un duelo, ofreció su corazón en cada combate, y cuando cayó, siempre tomó impulso para volver a ponerse de pie. Se ganó el afecto de su pueblo, el de México que lo tiene como uno de los grandes ídolos, ahí muy cerquita de Julio César Chávez (Padre).

“Luego de mi última pelea contra Anthony Joshua me tomé un  tiempo necesario para pensar mi futuro. Logré todo como amateur y profesional y ahora puedo comenzar otra carrera, después de haber terminado mi carrera deportiva anunció Klitschko hace unos días.

“No pensaba que sería posible tener un camino deportivo tan extenso y exitoso. Les agradezco de corazón a quienes siempre me han apoyado. Sobre todo a mi familia, mi equipo y el público”.

“Dinamita” lo dijo en el programa “Golpe a golpe” de la señal internacional ESPN su despedida de la actividad. Se paró frente a la cámara y anunció: “Bien, señores, quiero anunciarles mi retiro, ya que las lesiones no me han permitido continuar, han frenado mis entrenamientos y me da mucha tristeza dejar, pero también una nueva ilusión por comenzar un nuevo camino: vienen otros retos. Agradezco a mi equipo de trabajo, a mis fans que son la clave de los deportistas y sobre todo a mi familia que me apoyó durante 22 años”.

El ucranio amplió su decisión en un video dirigido a sus fanáticos. “Logré todo lo que había soñado y ahora es el momento de empezar mi segunda carrera fuera del deporte. Hace 27 años tomé una decisión y fue la mejor opción que pude elegir, porque esta actividad me permitió viajar por el mundo, aprender idiomas, crear empresas y pude ayudar a gente que lo necesitaba. Llegué a ser científico, emprendedor, motivador, entrenador y muchas otras cosas. Y todo lo que hice fue por la repercusión mundial que tiene el boxeo, por mi propio talento y por ti, mi aficionado leal. En este punto de mi carrera necesito hacer un alto, y estar preparado para un nuevo capítulo. ”

“Todo el mundo quiere desafíos nuevos y yo no soy la excepción; quiero nuevos caminos, para los que he trabajado y planeado en los últimos años, y tener aún más éxito que en el boxeo. Más que decir gracias o adiós, quiero que estés conmigo en este nuevo viaje”, dijo Klitschko en un video dirigido a los fanáticos.

 El mexicano también le dejó una carta a sus seguidores, con estos párrafos más destacados:Al iniciar mi carrera hace más de 20 años, soñé con representar a mi país, con pelear en grandes festivales, entonar el Himno Nacional en una arena, dar satisfacciones y alegrías. Era una de mis grandes motivaciones, un sueño hace más de 20 años; hoy puedo decir que cumplí mi sueño, me siento satisfecho y feliz de mi carrera, pues siempre di todo como deportista en cada pelea…

“Mi intención era regresar al ring en estos últimos años, cada día me levantaba a las 4 de la mañana para correr y a la tarde asistir al Romanza con el mismo entusiasmo que comencé. Las lesiones se presentaron cada vez con mayor frecuencia pero nunca se perdió mi deseo de brindarles una última pelea en mi México. Entiendo que es el momento para bajarme del ring, pienso en mis facultades y con la satisfacción de haber logrado mis metas en este hermoso deporte que me dio todo.

“Agradezco a todos ustedes el apoyo que siempre me dieron, en las buenas y en las malas, ustedes fueron uno de mis motores para levantarme en cada caída. También quiero agradecer a mi familia, mi esposa, mis hijos que siempre me apoyaron en cada momento de mi vida dentro y fuera del ring, a mi manager, Ignacio ‘Nacho’ Beristáin, mi equipo de trabajo Raúl de Anda, Doctor Gatica y a todos los que formaron parte de mi carrera, no me queda más que decir gracias por todo su apoyo”, publicó Márquez en su página de Facebook el 4 de agosto último, cuyo epílogo se lo dedicó a una frase del escritor Paulo Coelho: “La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante”. De esa publicación han surgido miles de comentarios y respuestas, donde la casi totalidad de la gente vuelca en palabras su afecto, admiración y agradecimiento por la nobleza de un boxeador que regó de valentía y dignidad cada cuadrilátero que pisó. Las palabras emocionan y el sentimiento de su público quedó intacto, aunque todavía muchos de ellos esperaban verlo una vez más en un festival de boxeo.

¿Qué será de la vida de estos dos guerreros?

A Klitschko se lo ve decidido. Tiene muchos emprendimientos por delante, quiere llevar una vida nueva y ni siquiera se motivó tras las últimas derrotas, sobre todo con Joshua, para tomarse un desquite. Al hombre de acción le ha ganado el ejecutivo de traje y corbata, el hombre de negocios y de acciones beneficencia. Paralelo a su carrera ha construido una actividad vinculada a los emprendimientos comerciales y a la filantropía, y parece sentirse muy cómodo en ese nuevo traje.

Márquez tampoco ha dado muchas señales. La política podría ser un camino. Siempre le ha gustado, En el tercer enfrentamiento con Manny Pacquiao lució el logo del PRI en su pantalón. Y manifestó su apoyo a Peña Nieto.

El propio entrenador, Ignacio “Nacho” Beristáin alguna vez señaló que la política es su vida: “A Juan Manuel la política le gusta y le da tiempo. A mí, la política, cero. No me interesa para nada”.

Cuales quiera que sean sus nuevos caminos, hay algo que ya han hecho, y muy bien. Construyeron, desde un inicio muy diferente, un camino similar de gloria y leyenda.

 

Hernán O’Donnell

André Ward se despide de los cuadriláteros

Y un día, el “hijo de Dios” decidió poner fin a su carrera…

Nació en San Francisco, una de las ciudades más bellas del mundo, allí donde California abre una de sus ventanas más hermosas al Océano Pacífico. La bahía de San Francisco, alimentada por los ríos Sacramento y san Joaquín, con aguas que bajan desde las montañas de Sierra Nevada, es protagonista y testigo de miles y miles de historias, que se vieron reflejadas en el arte, en el cine, en el deporte…

Allí nació Andre Ward. Fue un 23 de febrero de 1984, cuando el invierno empieza a doblar el codo para darle lugar a temperaturas más benignas. El país era gobernado por Ronald Reagan y la guerra fría estaba en uno de sus puntos máximos. El joven André hizo una vida parecida a la de millones de chicos de Estados Unidos: escuela y fútbol americano. El boxeo llegaría después.

Tuvo una infancia dura, complicada. Hijo de madre de color sudafricana y un padre blanco, su primera lección que tuvo que aprender fue la mezcla de su identidad, y lo complejo que eso era.

“Los blancos me consideraban negro –dijo en un documental de HBO- mientras que para la gente negra yo no era como ellos de modo total, no era negro de manera suficiente”.

Fue su padre, Frank, un pugilista amateur quien lo inició en la actividad cuando era pequeño.

En la preadolescencia ingresó en un gimnasio en Oakland y ya no se iría nunca más de ahí. Empezó a moldear su carrera. A los 9 años ingresó a un gimnasio y su mundo cambió para siempre: “Fue un amor a primera vista; vi el ring y me dije a mí mismo: esto es lo que quiero hacer!”.

La vida no era sencilla. Recordaba a su padre regresar del trabajo muy cansado, encerrarse en su cuarto y al cabo de un rato salir. Pero ya era otra persona. Diferente. Como si un efecto causara cambios en su conducta…

Conoció a Virgil Hunter, su coach a partir de ese momento y hasta ahora. Allí comenzó sus entrenamientos, a los 17 comenzaba a definir su perfil, y a los 20 años ganó la medalla dorada de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

El fallecimiento de su padre, Frank, lo llevó a aferrarse más al gimnasio y a Hunter, que ya no sólo fue entrenador, sino que a partir de ese entonces, se convirtió en tutor y consejero.

Su debut profesional llegó el 18 de diciembre de ese año 2004 y venció por KOT 2 a Chris Molina, en el mítico Stapless Center de Los Angeles. Y sería el primer paso de una fructífera carrera, que se vio interrumpida casi por tres años, ya que un conflicto con su ex promotor, Dan Goosen lo llevó a una larga inactividad: entre septiembre de 2012 y junio de  2015 realizó apenas un combate.

Antes, hilvanó triunfos en cadena hasta llegar a la noche del 20 de junio de 2008 ante Jerson Ravelo para ganar el título semi pesado de la OMB.

En septiembre de 2014 falleció su ex promotor  y un tiempo después llegó a un acuerdo con los familiares, que manejaban la empresa Goosen Promotions. Era el momento de empezar a recuperar su carrera y su libertad.

“Maduré mucho en ese tiempo. No fue divertido. Aprendí a valorar lo que hago porque se siente un tremendo vacío cuando no puedes hacer lo que sabes para ganarte la vida y lo que te gusta hacer”.

Fueron 19 meses de inactividad, y en ese lapso se deterioró su carrera deportiva. Estuvo mucho más ocupado en los trámites legales que en su entrenamiento físico y sus días pasaron más cerca de oficinas y tribunales que en los gimnasios.

En ese tren de la recuperación, siguió con su costumbre: Sólo conoció victorias. En una trayectoria impactante, extraordinaria, incomparable, con el triunfo ante Sergei Kovalev, añadió un eslabón más de una cadena invicta que ya lleva 23 años: comenzó cuando tenía 14 y pesaba apenas 60 kilos.

Y aunque su carrera se desarrolló en los supermedianos, el salto a los semipesados lo condujo al combate del año: ese enfrentamiento con Sergei Kovalev fue largo, duro y esperado. Se habló mucho en la previa, y Ward afirmó antes del combate que “Tendré que cuidarme, mantener la distancia y trabajar durante cada asalto. Mi trabajo será mantener la guardia arriba y estar muy concentrado.” Tras los años de conflicto, el californiano afirmó que llegaba al desafío en el mejor momento de su carrera.

El 19 de noviembre de 2016 empezó a dar sus pasos definitivos hacia la galería de los más grandes, de los mejores (aunque él se considera el mejor), libra por libra. Fue la primera de sus dos victoria ante Sergei Kovalev, quien no había quedado conforme con el primer fallo: “El público vio lo que sucedió en el ring. El (Ward) era local y los jueces son localistas…” También la crítica especializada fue dura en su análisis: se destacaron los amarres, los cabezazos, bloqueos con los codos y otras acciones poco claras. El combate tuvo mucho de pelea callejera y Kovalev, que había logrado derribarlo y tuvo el control del match en su inicio, luego también se vio enredado en esa situación. Y la segunda parte Ward la trabajó con todos sus recursos. Está claro que fue una pelea estrecha, tal vez difícil de puntuar, amén que quedó la sensación que los rounds que ganó el ruso parecieron más claros, más amplios, mientras que los que ganó Ward, desde el sexto en adelante, lucieron por un estrecho margen.

Se caía de maduro que habría un segundo encuentro. Y las apuestas parecían favorecer al ruso. Parecía que esta vez, sí. Ganaría. Y no dejaría dudas.

Nada de eso sucedió. Otra vez el californiano sorprendió al mundo. En el Mandalay Bay, Las Vegas, Nevada, el último 17 de junio, Ward volvió a derrotar a Kovalev. A pesar de la queja por los golpes bajos, materia discutible, pues estuvieron sobre el cinturón, el equipo de Kovalev no debería desconocer que el octavo round comenzó con una tremenda derecha de Ward que impactó en el rostro del ruso, lo llevó a retroceder y comenzó el calvario del round definitivo. Cuando Kovalev se recostó sobre las cuerdas, su imagen era confusa. Podría interpretarse que sintió un golpe bajo, pero el árbitro Tony Weeks entendió que no estaba en condiciones de seguir y detuvo el combate.

Otra vez, la esquina del derrotado alzó la voz para quejarse y encendió la polémica.

Pero nada de todo esto parece perturbar a Ward. Sabe que es criticado, que le subrayan su estilo defensivo, que lo comparan con Mayweather para decir que sin atacar pueden dominar una pelea (y ganar), que siempre está a la espera del error del oponente para meter un contragolpe, que ofrece poco…Nada le afectó. Hizo pocos combates, sólo 6 peleas desde 2011, pero pudo rearmarse. Y se mantuvo invicto. Aún en las dos peleas más exigentes de su carrera, que algunos todavía discuten,  salió adelante.

André Ward ganó la primera pelea ante Kovalev porque tuvo la inteligencia para obtenerla, esquivar golpes y lanzar su mano izquierda para dominar. Supo pensar el combate. Y llevárselo.

“Si tres jueces me vieron ganar, quiere decir que gané el combate. 100 por ciento lo gané”, aseguró tras el primer encuentro.

Y tras la segunda cita, afirmó: “Si hablamos de golpes bajos, vamos a hablar de golpes de conejo. No podemos hablar de uno sin el otro. Y creo que fue intencional de su parte, porque él  no sabe cómo pelear adentro. Yo no quise pegarle abajo. Las cosas pasan. No estaba yo en problemas ni necesitaba cometer algo ilegal; él intentó venderle eso a Tony Weeks. Cuando gané por puntos dijeron que fue aburrido y ahora ganó por K.O.T. y dicen que hay controversia…”

Ahora es tiempo de mirar al futuro y disfrutar el presente. Cerró su campaña en su mejor memonto y con una carta dirigida a todos los relacionados con el mundo del boxeo.

“Al deporte del boxeo: te amo”, escribió Ward. “Has estado a mi lado desde los 10 años, me has enseñado muchísimo, me hiciste humilde y me promoviste. He sacrificado mucho por ti pero me diste mucho más de lo que pensé posible”.

“Desde el fondo de mi corazón, gracias a todos los que se relacionaron con mi carrera. Ellos saben quiénes son. No pude haber hecho esto sin ustedes”, agregó el boxeador. “Y quiero aclarar algo, me voy porque mi cuerpo no está dispuesto a soportar los rigores de este deporte y mi deseo de pelear ya no está ahí. Y si no puedo darle a mi familia, mi equipo y mis fans todo lo que tengo, entonces no puedo permanecer más peleando”, apuntó.

Se refugia en su familia y en su actividad social. Casado con Tiffinney, padre de tres varones y una niña, André Ward es muy religioso y visita a menudo las iglesias. Intenta llevar un mensaje de paz y de recuperación a la gente; también se contacta con cárceles, reformatorios e institutos juveniles, consciente de los peligros y los males que traen las drogas, que lo han hecho sufrir en su hogar y en su comunidad de pequeño. De ahí el apodo S.O.G., Son Of God (Hijo de Dios) que lo acompaña como su propio nombre.

 

Hernán O’Donnell

 

 

 

 

La noche mágica de Leo Messi lleva a la Argentina al Mundial

Cuando Ibarra marcó el tanto de Ecuador y el reloj no había marcado aún un minuto de juego, un escalofrío recorrió las espaldas de cientos de argentinos en Quito, y millones en el país y muchos desparramados por todo el mundo.

Apenas la gente se acomodaba para ver el partido crucial, y ya se empezaba a sufrir. Había un aliciente; el reloj. Porque si bien la cosa empezaba complicada, quedaban 89 minutos y el descuento para revertir el marcador.

Y apareció Messi. En toda su dimensión. Para ponerse el equipo al hombro, para decir (gritar) ¡Presente! en la noche que más se lo necesitaba.

A los 11´ armó una jugada bárbara, se fue por izquierda, combinó con Di María y, tras recibir la pared del rosarino, definió seco, con un cachetazo rasante y contundente.

A los 19´ desniveló el juego para la selección: fue a apretar al zaguero, se quedó con el rebote y cuando entraba al área sacó un zurdazo al ángulo derecho del arquero ecuatoriano.

Con el 1-2 a favor del visitante, el partido tomó otro ritmo. Y hasta pareció, ya, en ese momento, que no se modificaría el resultado. Quiero decir, que podía haber más goles, pero que no variaría el ganador. Nos invadió una sensación de seguridad, de confianza y de tranquilidad que la Argentina tenía el partido controlado. La imagen era la de un seleccionado que mandaba con absoluta autoridad.

Sostenido por la jerarquía de Messi y el despliegue de Enzo Pérez, la Argentina se mostraba como dueña del juego. No retrocedía. Estaban firmes los defensores, corrían Salvio y Di María, se multiplicaba Lucas Biglia en el esfuerzo. No era menor la tarea de los argentinos.

En la segunda parte, el equipo se tiró un poquito más atrás. Pero siempre sostuvo el control. No perdió las riendas ni pasó sobresaltos.

Y hubo tiempo y lugar para una nueva joya de Messi. La paró con el pecho de espaldas al arco, rival, giró, aceleró y cuando comenzaban a rodearlo defensores, picó el remate para sellar el 1-3.

Todo lo que quedaba era para gozar; para emocionarse, para disfrutar, para dejar caer las lágrimas de un equipo que siempre ofrece una nueva oportunidad. Un grupo de muchachos que contagió emoción con el festejo final, con los abrazos y el desahogo manifestado en cada canto, en la entrega de las camisetas a los fieles que los acompañaron, en la sensatez de dejar atrás la veda con la prensa y retomar el diálogo en paz, sin rencores y con la mirada sincera.

Un equipo que dejó el alma en el partido crucial, pero que fundamentalmente se reencontró con su fútbol, con su capacidad, con el desequilibrio que siempre genera Messi y con el arco.

Un seleccionado que hizo honor a su historia, rica y envidiable, esa que habla de presencias constantes en la Copa del Mundo, que levantó dos veces el máximo trofeo, jugó cinco finales, y puso en marcha, de cara a Rusia 2018, una nueva ilusión.

 

Hernán O’Donnell

 

Millones de sensaciones ante un encuentro crucial

Sólo se habla de EL partido. De Ecuador y la Argentina; del encuentro  que sostendrán dentro de unas horas, del partido que puede dejar a la Argentina clasificada (o en carrera) para participar de la Competición Preliminar de la Copa del mundo de la FIFA-Rusia 2018, o afuera de la cita máxima del fútbol mundial, en un escenario que nadie quiere imaginar.

Pero esto es lo que nos toca. Sumar y restar; hacer cuentas y responder una y otra vez “que si ganamos, como mínimo vamos al repechaje; ¿seguro? ¿no depndemos de si Paraguay gana o…? No; si Argentina gana, tiene el repechaje asegurado y puede clasificar directo; lo mismo si empata. Y puede ir al repechaje, aún con una derrota.”

Bueno, esto lo repetimos hasta el cansancio en cada diálogo en los bares, la Universidad, los colegios, las oficinas. En todos lados se habla del partido. Y más que del partido, se habla de los resultados, las combinaciones y las posibilidades. No se conversa sobre el equipo, cómo está, quienes van a jugar, como será el planteo en un escenario complicado por la altura sobre el nivel del mar…todo eso está casi en el olvido.

Al márgen de todas las especulaciones, la Argentina tiene que jugar un partido de fútbol, en la altura de Quito que alcanza los 2850 metros sobre el nivel del mar. Un adversario que cuenta con Jorge Célico, entrenador argentino que estuvo en las inferiores de Huracán, dirigió a la primera y obtuvo un resonante triunfo en el Monumental por 2 a 1 sobre River y cayó 4 a 0 en el estadio Pedro Bidegain en un clásico ante San Lorenzo.

Ese Ecuador, que arrancó muy bien este ciclo de clasificación al mundial, luego tuvo un corte en su desarrollo, y los problemas internos derivaron en una caída que lo llevó a perder puntos, sobre todo de local, que lo alejó de la posibilidad de llegar al mundial de Rusia 2018.

La salida de Quinteros, el recambio generacional, y la incógnita sobre como va a actuar un equipo nuevo, que es posible quiera lucirse ante su público son los puntos que se observan en este conjunto.

Ecuador ha sentido esta eliminación con mucha frustración; estuvo en tres de los últimos cuatro Mundiales y le duele no estar ahora. Querrá dejar una buena impresión ante su gente.

La altura es un factor adicional que no hay que descuidar ni dejar de lado; no es lo mismo para el futbolista que siempre juega en el llano, adaptarse a  casi 3000 metros de elevación.

Pero Sampaoli sabe del tema; conoce el país, el medio, el jugar en la adversidad de los efectos que produce la altura. Sabe que habrá que tener tenencia de balón, cuidado en los traslados y regular muy bien las energías.

Después, es fútbol, con todo lo que esa frase implica. Tan repetida y tan meneada, es una forma simple de resumir todos los imponderables, las vicisitudes y las sorpresas que en cada partido aparecen.

 

Hernán O’Donnell

 

Ganar en Quito…¿Hazaña o utopía?

La Argentina sólo una vez pudo ganar en la altura de Quito. Fue bajo la conducción del entrenador Marcelo Bielsa, por la Competición Preliminar de la Copa del Mundo de la FIFA-Corea-Japón 2002. Fue por 2 a 1, con goles de Hernán Jorge Crespo y Juan Sebastián Verón. Antes y Después, no se consiguieron victorias.

En total jugó 6 partidos y sólo consiguió la victoria mencionada; empató por la Copa América 1983, 2 a 2 con goles de Jorge Luis Burruchaga, y para la clasificación a la Copa del Mundo de la FIFA-Brasil 2014, 1-1 con tanto de Sergio Aguero.

Perdió 2 a 0 por las eliminatorias Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. En la primera de esas derrotas nació la célebre frase “En la altura, la pelota no dobla”, del entonces entrenador albiceleste, Daniel Alberto Passarella.

Por eso, a toda la presión, la psicosis, y la necesidad imperiosa de conseguir los tres puntos, se suma un dato de la realidad que es insoslayable. La altura es un factor de peso que condiciona a los equipos argentinos.

Los limita, les impone un ritmo de juego distinto, más lento, más pausado. Argentina deberá jugar con la cabeza puesta en regular energías, atacar sin desgastarse y buscar el aire permanente para no llegar al ahogo.

Y encomendarse a todos los ángeles posibles, a la inspiración de Leo Messi, el temperamento de Mascherano, el acompañamiento de todo el equipo y los duendes que iluminaron a la albiceleste aquella jornada feliz del 15 de agosto de 2001, cuando se logró la esperada victoria en la altura de Quito.

 

Hernán O’Donnell