El partido, en sí, duró 45 minutos. Lo que se esperaba, todo lo que se había hablado, el marketing desarrollado, la promoción de un duelo sin igual, los dos jugadores que dominan el deporte rey. Messi y Ronaldo estuvieron en la cancha sólo los primeros 45 minutos. Hicieron un buen partido, aunque el argentino se destacó más, a partir de su buen trabajo como wing derecho y su provechosa asociación con Facundo Roncaglia. En ese primer parcial, la Argentina se paró un poco mejor, tuvo la iniciativa y redondeó una aceptable tarea. Porque además del buen tándem que se armó por derecha, Javier Pastore se destacó por el costado izquierdo.
Argentina hizo una etapa correcta. A los 4 minutos, un buen remate de Angel Di María se fue muy cerca del poste derecho de Beto, el arquero portugués que actúa en Sevilla. A los 10 fue Messi el que desequilibró por derecha y su disparo cruzo todo el arco. Luego, un cabezazo de Pastore fue controlado por Beto. Y a los 29 llegó Portugal, con un remate de Cristiano Ronaldo, tras varios amagues.
La primera parte se fue después de esos buenos momentos. Y la expectativa marketinera se apagó con la salida de las dos superestrellas. El ritmo decreció y los cambios, como siempre sucede en los partidos amistosos, donde se producen 5 variantes por equipo, le quitaron intensidad al encuentro.
De a poco, todo se desinfló. Sólo el ingreso del “Apache” Carlos Tévez sacudió la monotonía. Pero tampoco alcanzó a brillar. Ni él ni Lamela.
La salida de Messi y Ronaldo habían dejado un vacío difícil de llenar. La gente se volcó a hacer la “ola” inequívoco signo de aburrimiento y desinterés por el juego.
Todo se acababa, transcurrían los primeros segundos del tiempo agregado, un remate al arco que se desvía, la pelota que se abre a la derecha, el centro atrás, la defensa argentina que no logra reaccionar y la aparición fantasmal de Raphael Guerreiro para marcar de cabeza. 1 a 0 para Portugal cuando se jugaban 24 segundos de los dos minutos de tiempo agregado.
Una lástima, porque el marcador quedó sellado con una derrota cuando la Argentina había hecho un buen partido y, por momentos, había logrado plasmar lo que el entrenador intenta transmitirle al equipo.
Hernán O’Donnell