Sobre el final, Almagro consiguió la victoria y se ilusiona

El Campeonato de Primera Nacional se puso en marcha, con un formato atractivo y con cierta complejidad, pero que les permite a muchos equipos la posibilidad de pelear por uno de los dos ascensos a la categoría mayor del fútbol argentino. Esto es, hay dos zonas llamadas “Campeonato”, de las que los primeros de cada grupo juegan una final por el primer ascenso a la Liga Profesional. Los segundos de cada grupo se suman a las semifinales de la etapa eliminatoria por el segundo ascenso, donde se encuentran con los que llegaron del 3º al 8º puesto, sumados a los dos primeros de los dos grupos de las zonas “Reválidas”. Esto significa que todos tienen la chance de soñar con subir de categoría, en tanto tienen la tranquilidad de que no habrá descensos por esta temporada.

Almagro, que está en la Zona “B” de abajo, de la “Reválida”, puso en marcha una ilusión, porque con un plantel renovado, con muchas variantes y modificaciones de la última plantilla, encaró con su muy buen DT, Gastón Esmerado, este sueño de buscar lo máximo.

Y se topó con un rival duro, complicado, que salió a jugarle de igual a igual, sobre todo en el primer tiempo. Un equipo que se apoyó en el trabajo de Ivan Ortigoza en la mitad de la cancha junto a Perez Guedes, Martín Prost y la potencia de Quinteros en ataque junto a la habilidad de Ivan Bella.

Pero Almagro se afirmó con el correr de los minutos, y así tuvo una buena posibilidad con un remate cruzado de Facundo Suárez que el arquero visitante, Di Fulvio, controló muy bien. Luego tuvo otra posibilidad el centrodelantero local, incluso tras superar al arquero de Gimnasia de Jujuy, pero le quedó un ángulo complicado y no pudo definir.

Sin embargo, la visita tuvo una oportunidad clara sobre el cierre cuando iban 43′ y Quinteros se fue por izquierda, lanzó un centro cerrado y Prost apareció libre, pero el arquero local Horacio Ramìrez tiró un manotazo para desviarla con la ayuda del travesaño.

Almagro salió mejor en el complemento. Más decidido. Adelantó sus líneas y buscó apretar a Gimnasia de Jujuy contra su valla, que había hecho una variante en el inicio: Morales por Ivan Bella. La visita tuvo una chance a los 54′ cuando Quinteros habilitó a Perez Guedes y el remate de este fue bien tapado por la rápida salida de Ramírez.

Y a partir de allí fue todo del local. A los 61′ salió Santiago Rodríguez, de buen partido e ingresó el experimentado juan Manuel Martínez. A los 66′ Hernández entró por Lambert y a los 76′ Esmerado dispuso de las últimas tres modificaciones, las que a la postre le iban a redituar con la victoria. Brian Ferreyra ingresó por J.J. Ramirez; G. Blanc entró en lugar de Rueda y G. Morales reemplazó a Facundo Suarez.

Y en esos cambios iban a estar las soluciones, porque el triunfo llegó a los 85′ cuando vino un corner de Morales, desde la derecha al corazón del área chica y Ferreyra se elevó para meter un tremendo frentazo y señalar el 1 a 0 para Almagro.

El equipo de Jujy hizo tres variantes para intentar un volantazo. A los 87′ G. Lencina ingresó en reemplazo de W. Altamirano; A. Torres lo hizo por D. Lopez y U. Virreyra entró en lugar de Cosaro. Pero ya casi no había tiempo. incluso Almagro tuvo una chance más a los 90+2′ cuando Ferreyra entró solo al área y sacó un remate cruzado que se fue cerca del palo izquierdo de Di Fulvio.

Con paciencia y fútbol elaborado, Almagro logró una victoria importante y sumó tres puntos para darle hilo al barrilete de su ilusión.

Hernán O’Donnell

El Aleti de Simeone ganó en Valencia y se subió a la punta

Que difícil es volver a ver un partido de fútbol; con todo lo que nos gusta, con todo lo que nos apasiona y con todo lo que significa en nuestra vida, siempre detrás de una pelota. Sin embargo, el dolor inmenso por haber perdido a Diego Armando Maradona, el símbolo de este deporte en nuestra vida, empieza a dejarle un espacio a la melancolía, al recuerdo y a las ganas de honrarlo con este juego, el más hermoso del mundo.

Tras la despedida Diego se nos hacía muy duro poder ver un partido. Y sin embargo, aquí estamos. Con la pasión y las ganas heridas, pero con la fuerza de saber que su deseo sería el de que la pelota no pare. Que no se manche. Que el fútbol viva por la eternidad.

Y así lo entendió el planeta que respira a través de este deporte. Homenajes de los más sentidos. Un DT brasileño, Renato Portaluppi, que dirigió con una camiseta del seleccionado argentino número 10; minutos de silencio en cada partido. Las palabras de otras organizaciones, como la NBA, o el conmovedor gesto del seleccionado de Nueva Zelanda de rugby, los famosos All Blacks, quienes ofrendaron una camiseta negra con el “10” y el apellido Maradona debajo un segundo antes de comenzar su célebre “Haka”. Para que el mundo lo apreciara.

En medio de tantas emociones vimos el choque entre el Valencia y el Atlètico de Madrid, por la Liga española. Un encuentro entretenido, donde el conjunto de Diego pablo Simeone fue superiro en los primero cuarenta y cinco minutos, a partir de la conducción de Angelito Correa, acompañado por Saúl, Thomas Lemar, Koke y las subidas de Renan Lodi y Trippier. Valencia tuvo dificultades para meterse en el partido en ese primer tiempo. No encontraba la pelota y se le hacía complicado llegar al arco de Oblak.

Sin embargo, la situación más propicia para el visitante ocurrió a los 45′ del primer tiempo cuando Lemar cedió a Llorente y este sacó un excelente remate desde afuera del área que salió muy cerca del palo derecho de Domenech.

En el segundo tiempo Joao Félix ingresó por Renan Lodi. Un cambio ofensivo, para intentar doblegar al local. para forzar aún más lo que había hecho en el primer período. Y el Aleti empujó, con buen trato de balón, circulación y movilidad, aunque le costaba perforar la defensa de Valencia.

Los cambios modificaron la escena: a los 56′ Mangal entró por el lesionado Guillamon en el local, mientras que en Aleti salieron jugadores importantes. Primero, a los

Los cambios modificaron la escena: a los 56′ Mangal entró por el lesionado Guillamon en el local, mientras que en Aleti salieron jugadores importantes. Primero, a los 59′ Yannick Ferreira Carrasco reemplazó a Saúl Ñiguez, y más tarde a los 64′ Vitolo entró por Angelito Correa y G. Kondogbia ingresó en lugar de Thomas Lemar; una movida arriesgada, pues salían jugadores de peso en el desarrollo del partido, aunque el “Cholo” también pensaba en un cambio de aire.

Valencia también modificó su esquema: a los 70′ T. Correia ingresó en lugar de Y. Musah y R. Sobrino reemplazó a M. Vallejo.

Parecía que el partido se cerraba con la igualdad, pero la fe del Atlético de Madrid lo llevó a lograr los tres puntos; iban 78′ cuando llegó una jugada de derecha a izquierda, el desborde por la banda, el centro rasante y Lato que se encuentra con la pelota y no puede evitar que pegue en una de sus piernas y se meta en su propia valla. Gol en contra y el “Colchonero” que se ponía 0-1 en el partido.

Tuvo un par de chances la visita; un remate de Joao Félix y una carrera de Ferreira Carrasco que no logró concretar.

Un sábado melancólico, cuando la pelota quiere secar sus lágrimas y continuar su camino, bajo el cielo de Valencia, el Aleti de Diego Simeone, compañero de mil batallas del Diego más famoso del mundo, sumó otra victoria y se arrimó a la punta.

Hernán O’Donnell

Gracias por haber jugado al Fútbol

Ahora, que pasaron alguna horas, que el shock inicial, el temblor y el estado de conmoción cedió a la pena y a la resignación. Ahora, que el velorio multitudinario, caótico y sentido terminó. Ahora, que las voces se empiezan a acallar y las expresiones fueron manifestadas, ahora que Diego descansa en paz y el revuelo del último adiós cede a la congoja de la pérdida. Ahora que todos, en mayor o menor medida, expresaron su sentimiento, su idolatría y su devoción, ahora es cuando encontramos el momento y el lugar para expresar nuestro sentimiento por Diego Armando Maradona, quien acompañó nuestra infancia, adolescencia y vida adulta. Nuestra vida. Mi vida. Ligada al fútbol, una pasión irrenunciable, un sueño hecho deporte, juego y profesión desde el ángulo en que se lo pueda abrazar. Ahora es cuando siento que puedo escribir este legado por lo que fue, hizo y significó Diego Maradona en la vida de un periodista de fútbol que abrazó este juego a comienzos de 1970, cuando veía los primeros partidos en la cancha y por TV, mientras Diego ya deslumbraba en “Los Cebollitas” y soñaba con jugar un Mundial y poder ganarlo.

Para quienes creemos que Bill Shankly resumió con exactitud que “el Fútbol no es cuestión de vida o muerte, sino algo más importante que eso”, Maradona fue, y siempre lo será, el símbolo más puro, genuino y auténtico de ese sentimiento. Diego fue todo pureza. Todo potrero. El que mejor lo jugó, el que más lo amó, el que más lo defendió, el que más lo respetó.

Porque si algo hizo Diego por el fútbol fue eso: amarlo y respetarlo. Siempre. “Yo me equivoqué y pagué; pero la pelota no se mancha”. Mis errores los asumo y los acepto. También las sanciones. Pero no castiguen al fútbol por ello. Un acto de lealtad y nobleza hacia el deporte que supo amar.

Fue en esos años cuando nació la leyenda. Fines de los ’60, comienzos de los ’70. El pibe que hacía “jueguitos” en el entretiempo para entretener a los hinchas, primer concepto de marketing y show en nuestras canchas, lo que luego veíamos con asombro como en los estadios de Estados Unidos se usaban las porristas o el “Half time show” del Superbowl. En la Argentina se hacía en esos años, cuando un grupo de bajitos entraba al centro de la cancha y hacía malabares con la pelota para entretener a la gente durante los quince minutos que duraba el descanso entre el primer y segundo tiempo. Hasta en eso Diego fue un adelantado.

Llegó el debut a los 15 años, cuando Argentinos Juniors jugó con Talleres de Córdoba el 20 de Octubre de 1976 y el DT Juan Carlos Montes le pidió que hiciera “un caño” como única indicación al ingresar en el segundo tiempo.

Después vino la película conocida. El debut en la selección argentina en febrero de 1977, con apenas 16 años, ante Hungría en la cancha de Boca. La etapa esplendorosa en Argentinos, cuando las redes se inflaban seguido en su carrera determinante y goleadora. La frustración de quedar al margen del Mundial de 1978, el dolor y la bronca que le quitaban las ganas de seguir, las palabras prometedoras de Enrique Omar Sívori, figura señera de nuestro fútbol, ídolo de la Juventus: “Pibe, usted tiene la verdad del fútbol y toda una vida para demostrarla”.

Después llegó el pase a Boca Juniors y el año donde se selló el amor eterno. 1981, con el campeonato ganado con angustia al final, tras el encuentro decisivo ante Ferro, la caída preocupante ante Central en Rosario con un penal fallado y la consagración frente a Racing en una Bombonera desbordante de entusiasmo y alegría.

El Nacional fue su despedida, con una expulsión ante Vélez por los cuartos de final que pondría puntos suspensivos al romance con la Ribera.

Barcelona lo esperaba. Con César Luis Menotti en el banco, tras la gran frustración del Mundial de España 1982, al que llegó con una gran expectativa y se fue, otra vez, con una expulsión en el último encuentro. Si el debut con Bélgica fue un cachetazo, el segundo partido ante Hungría fue una de las mejores presentaciones de la Selección Argentina en los Mundiales y tal vez en su historia. Para este cronista es uno de los mejores partidos que vio de un elenco nacional, sino el mejor, en más de 50 años de ver y de seguir al seleccionado argentino por el mundo. 4 a 1 y una actuación excepcional, convincente, inolvidable. Dos goles de Diego, para dejar en la memoria. El triunfo apretado contra El Salvador y la golpiza sufrida ante Italia, para cerrar una actuación con Brasil que la expulsión final y el resultado adverso opacó un gran segundo tiempo del equipo de Menotti.

Surgieron las dudas, las críticas. El apoyo ya no era masivo y el respaldo quedó sólo para los más fieles. Vinieron las lesiones en Barcelona, una hepatitis inoportuna y un nuevo ciclo con el seleccionado y la nueva dirección técnica de Carlos Salvador Bilardo, quien proponía una nueva forma de jugar, otros métodos de entrenamiento y un sistema diferente al de su antecesor. Y Diego fue su bandera. Se la jugó por él. Por el equipo. Sintió que tenía una nueva empresa por delante y fue como siempre iba él. A fondo, sin guardarse nada, comprometido con el responsable del equipo y con sus compañeros.

Al principio faltaron resultados y sobraron críticas. Duras, muchas de ellas. Y cuanto más los señalaban, más se comprometía con la causa. Más se emperraba. Más adhería. Barcelona quedó atrás, entre sinsabores y desencuentros y en Nápoles halló la redención. Un lugar en el mundo. Un amor a primera vista, incondicional. Y empezó la reconstrucción.

Les confieso que esos fueron los años donde más apoyé a Diego, donde más lo seguí y donde más confié en sus condiciones. Donde ocupo un lugar sagrado, en los que tenía una foto autografiada de él pegada en una de las carpetas de las materias del colegio secundario. Una sola foto en la tapa de una carpeta, de las muchas que tenía. Todas las demás estaban vacías, sin cobertura ni nada. Y hasta comencé a firmar como él; con mi apellido y el (10) por debajo. Esos fueron los años donde fui “maradoneano”. 1983, 84, 85…

Vi la Copa Amèrica de 1983 con mis amigos del secundario; algunos amistosos del año siguiente. Todos los partidos de local en ese parto que fue la Competición Preliminar de la Copa Mundial de la FIFA-México 1986; ese mes de Junio del ’85 cargado de angustia que recién se liberó con la corajeada de Daniel Passarella, la arremetida de Ricardo Gareca y el empate agónico con Perú para llegar al Mundial y al año siguiente dar la vuelta olímpica en el Estadio Azteca, en una historia que de tan contada ya parece haber sido vivida por toda la humanidad. Una historia de la que se sabe el final, pero que pocos recuerdan el principio. La poca fe de la mayoría de la gente, la despedida casi en silencio de Ezeiza dos meses antes del inicio del Mundial con el único apoyo de Oscar Dertycia, quien se había quedado afuera de la lista a último momento, la indiferencia de gran parte de los futboleros y ni que hablar de aquellos que despreciaban a este deporte porque “distraía” de los temas importantes. Pero mi fe estaba y le pedí a mi mamá que comprarámos un televisor a color para ver el Mundial, que algo bueno iba a pasar. Y allí fuimos, a la Avenida Boedo a comprar un “Talent”, porque Diego había hecho un aviso publicitario: “Acompañenos al Mundial con un toque de talento”, y se apoyaba sobre una tele de aquella marca.

El Mundial de Italia 1990 fue la experiencia más grande de mi vida como Periodista deportivo. Tal vez por ser la primera excursión grande en un acontecimiento de tamaña magnitud a mis 23 años; tal vez porque el país era una invitación a descubrir la historia, porque se respiraba fútbol en todas sus calles, o porque la Argentina llegó remendada e hizo de cada partido una proeza, hasta llegar a la final de un modo impensable. Porque los penales de Goyco le dieron ese tinte de épica deportiva siempre necesaria; o porque Diego demostró su amor incondicional por la Argentina, aún a costa de enfrentarse con el país que lo había cobijado y le había dado trabajo. Porque fue más Maradona que nunca, en la victoria ante Brasil y con las lágrimas frente a Alemania. Y, sobre todo, porque estaba con la camiseta puesta las 24 horas del día. Pudo haber elegido ser un especie de rey del mundo, de embajador de todos…prefirió ser la bandera de su patria.

Esos fueron los años donde fui “maradoneano”. Después, crecí. En la vida y en la profesión. Algunas cosas las empecé a tomar con más frialdad, más profesionalismo, más serenidad. Diego ya no era sólo de los que creíamos en él. Diego ya era de todos, los de antes y los de ahora. De los amigos del Campéon. De millones que habían disfrutado a una Argentina campeón del mundo; de millones que gritaron los goles a Inglaterra, de millones que lo acompañaron en la “batalla” de 1990. Diego ya era el Rey, y su vida fue otra. La que usted conoce o imagina.

Ahora que llegó el momento del Adiós, ahora que ya no está en este mundo, ahora que los gritos y los empujones y el dolor genuino y el tironeo político de quienes quisieron usarlo hasta el último instante se empieza a apagar; ahora que la realidad nos golpea, que es dura y lacerante, que nos empezamos a dar cuenta que nos quedamos sin él, que el dolor es un intruso que no nos abandona, que caemos en la dura verdad…

Ahora que todo se ha apagado, ahora que la leyenda se escribe para la eternidad, pero que la figura se ha ido. Ahora que sabemos que ya no lo tendremos más con nosotros, sólo queremos decirle lo que él se hubiera dicho: “Gracias por haber jugado al fútbol”. Gracias, Diego.

Hernán O’Donnell

Los Pumas, ante el desafío de volver a medirse con los All Blacks

Fue uno de los hechos deportivos del año. Quizás, el más importante del deporte nacional para este complicado y difícil año 2020. Los Pumas lograron hace unos días lo que parecía imposible: vencer al seleccionado de rugby de Nueva Zelanda. Un hecho histórico para el deporte argentino. A la altura de las grandes hazañas. Una jornada que será difícil de olvidar, que permanecerá en la memoria colectiva de los amantes del rugby y del deporte en general.

Pero no termina aquí el camino de Los Pumas. El torneo “Personal Tri Nations” continúa y, tras el muy importante empate ante Asutralia 15-15 en la última jornada, el sábado próximo la Argentina volverá a verle la cara a los All Blacks. El desquite de aquel encuentro, la tercera presentación de los “Albicelestes” y el desafío de repetir una actuación similar, de consolidar lo que se hizo en el debut, la confirmación de que el camino es el correcto y el sueño de entreverarse con las más grandes potencias de este deporte es posible. La idea loca de pelear el Torneo…

Crédito: Prensa Los Pumas

“Cada uno sabe cual es su rol, en cada movimiento, en cada scrum, en cada line, cada tiene claro lo que tiene que hacer en su puesto; Eso es fundamental para que conectemos, y le demos unidad al equipo y podamos funcionar bien todos juntos”, afirmó Nahuel Tetaz Chaparro, primera línea del equipo argentino.

Y agregó: “Debemos ser constantes los 80 minutos, hacernos fuertes con los forwards. La defensa va a ser fundamental porque nos van a querer jugar de todos lados y por eso tenemos que estar muy conectados para que no nos pasen, poder hacer pie ahí y después generar juego”.

“La verdad que todos estamos todos enchufados, con muchísimas ganas y esa energía nos ayuda a llegar al fin de semana de la mejor manera; entrenamos con muchísima energía, con muchas ganas, se hizo una práctica muy linda, con alta intensidad. Todo el grupo tiene muchas ganas de jugar, así que vamos por buen camino”, finalizó Tetaz Chaparro.

Crédito: lospumas.com.ar

El equipo, tras el encuentro frente a Australia en Newcastle, regresó a Sydney para preparar el partido ante Nueva Zelanda a jugarse el sábado 28 a las 5.45 hs de la Argentina. El lunes se trabajó en forma moderada, el martes fue una práctica de de alta intensidad como señaló Tetaz Chaparro, este miércoles es un día de recuperación, el jueves están previstos todos los trabajos tácticos y el viernes el equipo viajará a Newcastle, para instalarse en la ciudad y reconocer el terreno de juego del McDonald Jones Stadium.  

También habló el asistente técnico, Nicolás Fernández Miranda: “Estamos contentos por estas dos primeras semanas que pasaron. De lo que pasó adentro y afuera de la cancha. Vivimos buenas sensaciones y trabajamos mucho para mejorar en cada detalle, en cada entrenamiento, en cada charla. Con el desafío de que se note en estos dos partidos que restan”, señaló.

Ya pasamos la mitad de la semana; por la diferencia horaria con Australia, Los Pumas están cada vez más cerca del segundo encuentro con los All Blacks. Y el enorme desafío de ratificar el trabajo realizado.

Hernán O’Donnell

PSG logró una sufrida victoria y continúa con su sueño de Champions League

RB Leipzig tiene un estilo definido, una forma de jugar que sostiene desde hace mucho tiempo y que lo llevó a destacarse en el fútbol europeo; tercero en la última Bundesliga, detrás de los gigantes Bayern Münich y Borussia Dortmund, y semifinalista en la última UEFA CHampions League. Allí, tras eliminar al Atlético de Madrid, se ganó la consideración del planeta fútbol y lo vieron aquellos que creen ver todo pero sólo ven a los que desfilan por la pasarela más llamativa. Lo que está en las grandes luminarias, no los que hacen el recorrido.

Ante París Saint Germain tuvo un inicio de partido bueno, con su clásica disposición ofensiva, sus zagueros bien adelantados, hasta que en la primera llegada a fondo, tras un error de Upamecano (un central joven de gran futuro, pero para aquellos que lo “descubrieron” hace un par de meses aún le falta rodaje, saber cuando arriesgar y cuando no, y tener mayor cuidado en la marca, pues la vehemencia a veces lo lleva a cometer infracciones que cuestan penales o tarjetas amarillas o rojas), la perdió Sabitzer y Di María fue derribado cuando entró al área.

El penal lo ejecutó Neymar, y a los 10′ París Saint Germain se adelantó 1 a 0 en el marcador.

La visita salió decidida a remontar el resultado y a los 11′ Sabitzer sacó un buen remate que se desvió y salió al corner; de ese tiro de esquina llegó el cabezazo de Upamecano que Keylor Navas sacó otra vez al corner.

Se armó un partido peleado, disputado. Con pierna fuerte y muchos roces. Allí se prendieron Haidara, Sabitzer, Leandro Paredes, Pereira, herrera y hasta el propio Neymar, que se mezcló en varios entreveros. Picante, como se dice por estas tierras.

RB Leipzig buscaba y PSG amenazaba de contraataque. Tuvo un tiro libre a favor el local y a los 45+1′ Llegó la visita con un centro al corazón del área que recibió Forsberg y su remate se fue apenas arriba del travesaño.

En el segundo tiempo el equipo local se atrasó un poco más en el campo. Intentó cerrar los caminos con la línea de defensores y el trabajo de los tres volantes para abrir espacios grandes y aprovechar la velocidad de Mbappé, Neymar y Di María, y poder meter un contragolpe que definiera el pleito. Pero se encontró con un rival que sostuvo el balón, se acomodó bien a esas circunstancias y no le dio aire para que aprovechara el amplio terreno a espaldas de sus defensores.

Creció Upamecano; empujó desde el fondo con jerarquía, en tanto Angeliño se mostró más activo por la banda izquierda. A los 50′ una buena jugada de Dani Olmo derivó en un pase para Sabitzer y el disparo del austríaco se fue cerca del palo derecho de Navas.

Julian Nagelsmann abrió la ventana de reemplazos a los 62′ cuando W. Orban ingresó por N. Mukiele y J. Kluivert lo hizo por Dani Olmo en el equipo visitante, en tanto en el local Rafinha ingresó en lugar de Angelito Di María.

El partido tomó un curso definido. RB Leipzig dominaba y empujaba, pero le faltaba imaginación para abrir a la defensa local. Tampoco cambiaba el ritmo en tres cuartos, es decir no aceleraba para desequilibrar, entonces Marquinhos, Diallo, Florenzi, se sentían cómodos para clausurar los caminos.

Crecieron los roces, eso sí. El partido, que empieza a tener una rivalidad, se volvió más luchado que en el primer tiempo, más caliente, incluso con algún golpe de más y la tarjeta roja que merodeaba por la noche de París.

El tercer cambio de Nagelsmann fue arriesgado pero a la larga no resultó. Iban 73′ cuando dispuso que el delantero noruego A. Sorloth reemplazara al volante creativo sueco E. Forsberg. Pero no salió bien la disposición; el sueco había hecho un buen partido, en tanto Sorloth lució estático y tuvo poca influencia en el juego.

PSG se aferró al resultado. Tuchel, su entrenador alemán, determinó que la lucha se acentuara en la mitad de la cancha y así dispuso las modificaciones finales. A los 82′ M. Verratti entró por A. Herrera, y se sumó muy rápido a todos los roces y conflictos; a los 89′ P. Sarabia entró por Neymar y M. Kean lo hizo en lugar de K. Mbappe.

Lo mejor del local se vio al final, cuando el tiempo agregado de 6′ le abrió una ventana de respiro y asomó con algunas llegadas. También pasó un sofocón al final, cuando Leipzig metió algunos centros desde la izquierda y el susto merodeó la valla de Navas.

Fue todo. Un partido europeo parecido a un clásico sudamericano. Con varios roces, piernas fuertes y algunas discusiones. Y un ganador que obtuvo la diferencia muy temprano y se aferró a ella con uñas y dientes.

Hernán O’Donnell

Dallas acertó en los penales y avanzó en la Conferencia Oeste de la MLS

Había promesa de buen fútbol, pero sobre todo de cierta paridad, de un previsible equilibrio. Dos equipos que habían tenido un rendimiento parejo en la fase regular, Portland Timbers y Dallas FC, se encontraron por los cuartos de final de la Conferencia Oeste. Y a poco de comenzar, el local comenzó a imponer condiciones. Con el buen trabajo de Diego Valeri en la mitad de la cancha, y una disposición ofensiva, el partido se jugó en campo visitante.

A los 10′ tuvo una buena llegada, producto de una intensa presión en zona ofensiva, fue el ex jugador de Lanús quien recuperó el balón y habilitó a Polo, quien sacó un remate fuerte y preciso que el arquero visitante pudo contener.

Le costaba a la visita acomodarse al juego; era sostenida la presión local y cuando se hacía del balón terminaba con pelotazos largos a Franco Jara, para que peleara con los centrales y pudiera generar algún peligro. Poco para un Portland que se arrimaba siempre con mucha gente en zona de ataque. A los 26′ sumó otra posibilidad con un corner de Valeri y el cabezazo de Mabiala que se fue muy cerca del palo izquierdo del arco visitante.

Dallas mejoró con el correr de los minutos y hacia la media hora le dio un susto al local; una jugada que terminó en la red, a los 29′, pero que el VAR desestimó por posición adelantada de Jara; había nacido en un pase verticla y profundo de Bressán a Nelson, este giró la transportó y habilitó a Jara, ya en posición fuera de juego, pero que continuó y convirtió; el VAR anuló la acción y el encuentro continuó 0 a 0.

Portland, que había hecho un mejor primer tiempo al inicio, finalizó la etapa con un cambio obligado por la lesión de su volante Williamson y el ingreso de Paredes en su reemplazo.

Dallas salió en el complemento con la misma vocación con la que había finalizado el primero: intentar equilibrar el juego, hacerlo parejo como se preveía antes de comenzar. Buscó mayor tenencia de balón y llevarlo ya con juego corto, sin abusar de pelotazos largos a Jara.

Portland buscaba los espacios y tuvo una ocasión con un remate de Paredes a los 54′ que el arquero visitante Maurer sacó al corner. A los 59′ Dallas movió el banco; adentro Tessmann, volante de marca, por Ferreira.

El encuentro se volvió equilibrado y los cambios le dieron otra dinámica. A los  79′ E. Twumasi ingresó en lugar de A. Ricaurte en Dallas FC y el cierre del encuentro trajo las emociones; a los 82′ llegó el gol del local, a través de Villafaña. 1 a 0 y parecía que todo estaba resuelto, pero en la agonía, a los 90+2′ llegó el empate de Pepi, quien había entrado por J. Nelson, tras una entrada libre por el medio, el primer remate en el palo y el rebote le quedó justo para convertir, y el partido concluyó 1 a 1.

Pasó de largo el tiempo de prórroga, con más cambios de jugadores que emociones. A los 93′ M. Farfan ingresó en lugar del lesionado P. Bonilla, M. Loria entró por Y. Chara y a los 105′ B. Bodily reemplazó a A. Polo en el local; en Dallas, a los 109′ R. Ziegler ingresó en la posición de F. Picault, que salió lesionado. Y el juego se definió por la lotería de los penales.

Comenzó Dallas en la ejecución, algo que creemos que siempre es una pequeña, tal vez pequeñísima ventaja, pero ventaja al fin, porque siempre le permite una chance más al que inicia. Puede errar, pero después el otro está obligado a convertir. Y se le dio a Dallas nomás; la serie inicial de 5 terminó igualada pues todos convirtieron, luego llegaron al 6-6, 7-7 y en la octava ejecución convirtió Ema Twumasi, Maurer le atajó a Jorge Villafaña y Dallas FC festejó su clasificación a las semifinales de la Conferencia Oeste.

Hernán O’Donnell

Liverpool vence con clase y altura al Leicester City

Por la novena jornada de la Premier League, Liverpool recibió al Leicester City en un partido crucial para la búsqueda del segundo título de ambos equipos en dicha competencia. Liverpool se enfrentaba a dos rivales, el primero ya fue mencionado, y el segundo era el efecto moral en el equipo tras una racha de lesiones en su plantilla.

Con un equipo alterno, sacudido por las bajas de jugadores estelares en el equipo dirigido por Jürgen Klopp, los “Reds” recibieron a los “Foxes” en Anfield y demostraron su insaciable hambre de gloria y mentalidad de campeones. Ante la ausencia de estrellas consolidadas como: Virgil Van Dijk, Trent Alexander-Arnold, Thiago Alcántara, Jordan Henderson y Mohamed Salah (este ultimo dió positivo de covid-19 durante su estadía en Egipto y tras asistir a una boda familiar), Liverpool no utilizó excusas y plasmó un alto nivel de juego en el verde césped de Anfield.

Evans allanó el camino al triunfo para Liverpool

Con el comienzo del encuentro, Liverpool se hizo dueño del balón y acorraló a la visita en su campo. Lo asedió y encontró el primer gol del partido tras un yerro de Evans, quien se compenetró en la marca de Mané en la pelota parada pero se olvidó de lo mas importante, el balón, y este rebotó en su parietal izquierdo antes de contactar con la red de su propio arco. 1-0 a los 21 minutos del primer tiempo. Liverpool aprovechó el envión anímico y embistió contra el arco de Kasper Schmeichel quien ya había salvado su valla previamente ante las llegadas constantes de Mané y Jota. Sin embargo, a los 41′ y tras una excelente jugada colectiva, Liverpool obtuvo su segundo gol de la noche. Robertson recibió junto a la banda y dejó en el camino a su marcador, levantó la cabeza y colocó un excelente centro para que con suma calidad, y a la carrera, defina Diogo Jota cabeceando la pelota e imposibilitando al experimentado arquero danés.

Así, cerró una gran primer mitad el equipo local. Un primer tiempo en el que controló los hilos y no le dió protagonismo a la visita, Vardy pasó desapercibido, cosa que rara vez ocurre en estos encuentros de gran magnitud. Todas las llegadas fueron controladas por Alisson Becker y la defensa alternativa, conformada por Robertson,Fabinho,Matip y Milner.

Jota y una temporada impecable

En la segunda mitad, Liverpool también tuvo las ocasiones mas claras pero si cedió un poco mas el balón a su rival, sin embargo, Leicester no generó mucho peligro. Liverpool casi encuentra el tercero en dos ocasiones y en ambas a los dirigidos por Brendan Rodgers los salvó el poste. La segunda ocasión fue milagrosa. A los 73′, Firmino ingresó al área y definió pero el palo le negó el gol, en el rebote definió con dificultad y su disparo fue despejado en la línea de gol. El peligro no se esfumó, ya que el rebote cayó en pies de Mané quien remató y tras un rebote dado por Schmeichel, el balón impactó contra el travesaño, finalmente el arquero de la selección danesa contuvo el balón y el partido permaneció 2-0 para el local.

Parecía que la suerte le era esquiva al delantero brasileño, Roberto Firmino, pero a los 86′ conectó un gran cabezazo tras un tiro de esquina y lo colocó pegado al poste del arco rival. 3-0 para decretar otra gran noche de fútbol, un partido en el que Liverpool buscaba probarse a si mismo y demostrar que es posible vencer y ser competitivos incluso con todas las bajas ya mencionadas.

Formidable definición de Firmino para el 3-0

Liverpool no necesita tener a todas sus estrellas en cancha para hacer grandes actuaciones frente a grandes rivales. El mismo Leicester que vapuleó 5-2 al Manchester City como visitante, fue borrado del mapa en su visita a Anfield. Un partido perfecto en el que brillaron los jugadores que habitualmente lo hacen: Jota, Mané, Fabinho, Robertson, solo por nombrar algunos.

Los 3 tantos fueron en el juego aéreo y dos provenientes de la pelota parada. Sin dudas, una paliza táctica a un equipo dificil como lo es Leicester. Liverpool parece tener descifrado al equipo de Rodgers, al que ya venció 4-0 la temporada pasada en otro partido bisagra para los Reds. Liverpool es puntero, junto al Tottenham de Mourinho y no baja los brazos frente a la adversidad. Ya lo ganó todo y esta temporada busca volver a hacerlo, lidera también su grupo en la UEFA Champions League en la que no concedió goles, aún.

Liverpool aplastante, como de costumbre , continúa sembrando victorias y planta una posible dinastía en el fútbol europeo y mundial.

Federico O’Donnell

El espíritu de Atlético de Madrid venció a un Barcelona sin rumbo

En el último instante del primer tiempo llegó una de las mejores jugadas y la emoción más grande de esa etapa. Piqué perdió un balón en campo rival, partió el pelotazo largo para Ferreira Carrasco y cuando se iba sólo por la banda izquierda burló la salida lejana de Ter Stegen con un sutil toque de taco que pasó entre las piernas del arquero de Barcelona, para irse solo con la pelota y rematar desde una larga distancia para poner el 1 a 0 a favor de Atlético de Madrid cuando ya se jugaban 45+2′ del primer tiempo.

Hasta ese momento, el encuentro tenía cierto equilibrio, aunque Barcelona nos había dejado una impresión superior, a partir de su juego adelantado, la posesión del balón y un par de ocasiones bastante claras. La primera de ellas estuvo en los pies de Griezmann, quien recibió desde la derecha y tocó por encima del travesaño, en una acción bastante clara.

La otra estuvo en los pies de Messi, quien entró habilitado casi hasta el área chica, pero su disparo fue rechazado por Jan Oblak con los pies. Así impidió otra chance para la visita, que en esas ocasiones había estado un poco más cerca.

Pero el conjunto de Simeone también tenía su mérito. En el sacrificio habitual, en su conocido espíritu de juego, de juntarse y pelear el partido en todos los sectores de la cancha.

Con la conducción de Angelito Correa, la movilidad de Joao Félix y todo lo que insinúa el talento de Ferreira Carrasco, el equipo local demostró sus cualidades y en el cierre del período inicial sacó una ventaja.

En el complemento Barcelona intentó meter al Aleti en su campo; tuvo un inicio de período interesante, porque Messi encontró un poco más la pelota, sus compañeros supieron ubicarlo y de sus pies nación una clara posibilidad. Iban 56′ cuando enganchó por la zona izquierda, metió un buen centro de derecha y Lenglet sacó un cabezazo muy fuerte, pero al medio del arco, justo la posición donde aguardaba Oblak, quien controló el balón.

Phlippe Coutinho entró por Pedri y se esperaba una sociedad con el argentino. Luego se fue lesionado Piqué, a los 61′ y fue reemplazado por Sergiño Dest, quien pasó al costado derecho y De Jong al fondo para hacer zaga con Lenglet.

Tuvo ese momento en el segundo tiempo Barcelona; con más ganas que fútbol, y a los 64′ Dembelé encontró un balón que derivó a su posición y sacó un remate que pasó cerca. Después, se acomodó otra vez el local.

Porque el equipo de Diego Pablo Simeone entendió bien como jugar el segundo tiempo; una línea de cinco en defensa, bien ancha para contener todos los posibles ataques del adversario; tres volantes para cortar y jugar, y dos delanteros, Correa y Joao Félix para amenazar de contra. Y entre los setenta y ochenta minutos se animó y dominó el partido.

Incluso el cambio de Diego Costa por Llorente a los 72′ denunciaba la intención del “Cholo” de querer ampliar la diferencia.

Barcelona tuvo una nueva chance con un tiro libre que supo “inventar” Messi y su remate pegó en la barrera y fue al corner a los 80′ de juego. A los 81′, un centro perfecto de Messi fue conectado de cabeza por Griezmann y Oblak contuvo sobre su derecha.

Más tarde, los cambios de cierre del partido; a los  82′ Trincao entró por Antoine Griezmann y M. Braithwaite lo hizo por M. Pjanic en Barcelona, mientras que en el conjunto local a los  83′ Thomas Lemar ingresó en lugar de Joao Felix y G. Kondogbia reemplazó a Angelito Correa.

Ya casi no hubo más nada que hacer; sólo un remate de lejo de Sergi Roberto que se desvió en un defensor y pudo haber complicado a Oblak, quien no quiso ni mirar donde iba a terminar esa pelota. Hubiera sido tal vez injusto para el Aleti, que puso alma, corazón y esfuerzo para vencer a un Barcelona que entró en un tobogán que parece no tener fin.

Hernán O’Donnell

La batalla entre Los Pumas y Wallabies no tuvo vencedor

La primera parte en el McDonald Jones Stadium fue exigente para Los Pumas. El local impuso condiciones desde el kick-off y tuvo cierto control en el desarrollo del juego. Los Wallabies tuvieron la posesión, pero chocaron ante la barrera visitante, cuya resistencia ante la voracidad ofensiva del rival fue su punto más destacado en los 40′ iniciales. Aparte de ello, Argentina tuvo falencias para poder hacerse cargo de la pelota, y también mostró muchas imprecisiones en el line.

Sin embargo, aunque Los Pumas incomodaron poco en ataque, supieron reducir al adversario a la hora de defender y también lograron sumar 6 puntos gracias a los aciertos de Nicolás Sánchez. El anfitrión del Tres Naciones, que saltó al campo con mucha concentración y sin pretensiones de permitirle a la visita obtener otro triunfo histórico, también marcó dos penales a través de Reece Hodge y por varios minutos el encuentro estuvo igualado.

Australia y Argentina desataron una batalla en el primer tiempo. Crédito: @lospumas

Los Wallabies ya habían encendido las alarmas más temprano en el partido, con una jugada en la que el segundo centro Jordan Petaia apoyó en el ingoal pero con un pie sobre la línea al final de la cancha. Cerca del cierre, también estuvieron a poco de festejar con un ensayo de Marika Koroibete, que luego fue anulado por un penal previo. En la jugada siguiente, Australia prosperó en su búsqueda por sumar más y con un nuevo penal se puso en ventaja 9-6 justo antes de marcharse al vestuario. Un partido, hasta entonces, muy parejo entre ambos pero en el que el local tenía más comodidad y control de la pelota.

Al inicio del complemento, Australia volvió a ganar terreno y a apretar cerca del ingoal del visitante. Otra vez, con un penal a favor, Hodge estiró la diferencia por tres puntos más para los locales.

La reacción de Argentina llegó en la salida siguiente, pero sin eficacia. Una nueva infracción le abrió a Sánchez la posibilidad de reducir la desventaja, pero su disparo no fue exitoso. El duelo fue combativo y de cada lado sólo intentaron anotar de a tres unidades. Ni los Wallabies, que tuvieron mayor control de la ovalada, ni Los Pumas, pudieron doblegar a la férrea defensa contraria.

Pero el local no se lamentó por esa dificultad, y continuó con una sobria cosecha de puntos desde los penales que su rival cometió. Hodge volvió a acertar entre los postes y llegó a poner a su equipo a nueve de diferencia, 15-6. Argentina tuvo una buena iniciativa para encontrar el ingoal contrario, desperdició una ocasión por knock-on pero con el scrum consiguió un nuevo penal a favor, traducido en tres puntos más a favor gracias a Sánchez. El ping-pong de conversiones tuvo lugar desde temprano en el juego, y se mantuvo durante todo su desarrollo.

El apertura argentino volvió a cortar diferencias con un excelente lanzamiento que permitió una pelota pescada por Facundo Isa. 15-12 y el encuentro, que jamás dejó de ser competitivo en el campo, volvió a encontrarse ajustado en el marcador.

La fricción que hubo en el cotejo no dejó de provocar infracciones, Los Pumas se vieron favorecidos por ello y Nico Sánchez volvió a convertir para igualar el resultado. A menos de 10 minutos para el final Argentina se encontró con una confianza mucho mayor a la de cualquier otro momento de la noche. A puro tackle, disputas e ida y vuelta, el partido entró en sus minutos finales con el mismo carácter combativo que estuvo presente durante los 80 minutos.

Cuando Australia volvió a tener un penal a su favor, y el panorama se oscureció para la visita, Hodge erró su primer intento en el juego a menos de tres minutos para el final.

Como durante todo el segundo tiempo, las patadas de un lado a otro para ganar terreno continuaron y un final emocionante, con suspenso, reflejó lo que fue el partido desde el primer minuto. Los Wallabies y Los Pumas se enfrentaron con todas sus fuerzas, cometieron errores, no lograron quebrar a la defensa contraria, resistieron cualquier ataque rival y, sin lugar para los tries, igualaron 15-15 en la segunda fecha del Tres Naciones.

Fue otro buen capítulo de Argentina en tan solo su segundo partido del año. Pudo resistir a la ofensiva local y recortó una desventaja de nueve puntos para empatar y añadir dos unidades en la tabla de posiciones. Una batalla sin ganador entre dos seleccionados que sueñan en grande en esta competencia.

Martín O’Donnell

Los goles de Orsini y las atajadas de Morales fueron las claves del triunfo de Lanús

No lo habían acompañado los resultados a Lanús en el inicio de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol. Había caído de local ante Boca Juniors, empatado en Córdoba con Talleres y llegaba con una dura derrota por goleada ante Newell’s en la “Fortaleza”. Por eso no tenía más alternativa que jugarselá e ir a la “Bombonera” a buscar la victoria.

Por eso el equipo de Zubeldía salió con determinación a jugar el partido. Con la línea de fondo adelantada, Facundo Quignon suelto por el medio para tomar y distribuir; Di Plácico para trepara por la banda derecha, Lautaro Acosta para incomodar por todo el frente de ataque con su movilidad, De la Vega para imprimirle dinámica y dos hombres bien de punta para preocupar: Orsini y el eterno “Pepe” Sand.

Boca se vio sorprendido y maniatado. Con pocos circuitos de juego, sin elaboración en el medio, redujo sus recursos a los pelotazos largos para Sebastián Villa, y que este intentara desbordar para que aprovecharan Abila o Mauro Zárate. Muy poco y muy escaso el argumento del local.

Así se lo vio mejor a Lanús en el inicio. Y a los 14′ avisó con un ataque que derivó en un centro a De la Vega, pero su remate, desde buena psoción, se fue afuera.

A los 27′ llegó la apertura del marcador. Arrancó la jugada con Di Plácido, este abrió a la derecha para Pedro De la Vega, este le ganó la corrida a Más y largó un centro al área que aprovechó Orsini para tocar el balón, anticiparse a Esteban Andrada y marcar el 0-1 para la visita.

Reaccionó Boca y tuvo unos minutos de dominio; siempre con la apertura a Villa como argumento fundamental. En una maniobra colectiva tuvo una chance, cuando el remate final de Mauro Zárate se fue muy cerca del palo izquierdo de Lautaro Morales, cuando se jugaban 36′ del primer tiempo.

Y sobre el cierre, Lanús amplió el marcador. Un balón largo que parecía iba a dominar el zaguero peruano Carlos Zambrano, pero la pelota le picó, se le fue alta, cuando giró para dominarla la perdió de vista y Orsini se la robó, para quedar sólo ante Andrada y someterlo con un disparo cruzado: el encuentro quedaba 0-2 a los 44′ del inicio.

Boca empezó el segundo tiempo con dos modificaciones y Lanús, con una. En el local entraron Cardona por Maroni y Capaldo por Diego González, en tanto en la visita ingresó Bernabei por Pedro De la Vega. Enseguida, apenas comenzado el segundo tiempo, a los 49′ se lesionó el lateral izquierdo de Lanús, Brian Aguirre, y lo reemplazó Pablo Aranda.

Boca reaccionó en el segundo período. Con la conducción de Cardona, la presencia amenazante de “Wanchope” Abila y la velocidad permanente de Villa, empezó a apretar a Lanús contra su arco. Así sumó muchas chances, en tanto crecía la figura de Morales, el arquero de la visita que apareció una y otra vez para solucionar los inconvenientes.

Así, tapó una entrada peligrosa de Zárate, un remate alto y potente de Capaldo, y un centro de Villa. A los 70′ Buffarini entró por Jara, mientras que a los 73′ se lesionó Nicolás Orsini y fue sustituído por Facundo Pérez.

Boca apretó más aún en los quince minutos finales. Fue encima del arco visitante, en tanto Lanús casi no tuvo llegadas en el segundo tiempo. Pero el local continuó su camino de modo sostenido.

Iban 75′ cuando Abila tuvo un buen cabezazo que se fue apenas desviado; a los 79′ un tremendo cabezazo de Lisandro López fue desviado al corner por Morales. Ahí Zubeldía dispuso que Cristian Torres entrara por Lautaro Acosta.

Pero era todo del local y llegó el descuento; centro de Villa desde la derecha, rebote en el área y Ramón Abila puso la punta del botín para vulnerar a Morales y colocar el esperanzador 1-2 a los 85′ del partido.

Insistió Boca y tuvo una última oportunidad, muy clara por cierto, con una llegada de Lisandro López, y otra vez desvió Morales, a los 90+2′ del juego.

Lanús se abrazó a la victoria. la supo construir a partir de una buena actitud en el primer tiempo, la potencia goleadora de Nicolás Orsini y el sacrificio de todos en el complemento para que las manos mágicas del arquero Lautaro Morales hicieran el resto.

Hernán O’Donnell