México lindo y querido

Las Copas del Mundo tienen estas sorpresas, o no tanto. Están llenas de historias, de novedades, de curiosidades y de imprevistos; sobre todo para los más neófitos. Porque los que llevan muchos Mundiales en sus espaldas (mucho fútbol en la vida), saben que pueden ocurrir resultados inesperados, o que el crecimiento de un equipo, aunque no sea visible, genera igualdades.

México es un seleccionado que hace rato sale a jugar de “tú a tú” los partidos; que busca atacar, que respeta el balón y que inicia cada movimiento con cuidado y con destino asegurado. desde la raya del fondo o desde cualquier lugar de la cancha. Ese planteo lo mantiene desde que Ricardo La Volpe se hizo cargo de su fútbol, hace ya más de 15 años; México juega a la posesión y al ataque. Siempre.

Alemania asomaba, para muchos, como el favorito. Porque es el actual Campeón del Mundo, porque mantiene una base y un estilo desde hace muchos años, y porque ha sabido promover la renovación de la plantilla.

Pero tuvo una mala tarde, con actuaciones individuales muy bajas ( el caso de los centrales Boateng y Hummels fue el más llamativo, aunque hubo varios que estuvieron por debajo de su nivel) y se encontraron con un rival atento, rápido y concentrado. México se sostuvo a partir de la serenidad que irradia Guillermo Ochoa desde el arco. El portero debe ser de los mejores del mundo cuando juega con los pies, y siempre transmite una imagen de seguridad que se contagia a la defensa, donde lucieron Moreno y Salcedo, el medio campo bien guiado por Andrés Guardado y Herrera, y un ataque veloz y atrevido con Hernández, Loyún (que alternó buenas y malas) y Lozano.

Carlos Vela fue el gran conductor; se hizo cargo de las maniobras de cada ataque, que a veces no pudieron ser bien resueltas, pero que a los 35′  encontaron su premio cuando Hirving Lozano aprovechó la contra para enganchar ante Kimmich y Boateng y derrotar a Neuer con un remate rasante.

El 1 a 0 sorprendía a Moscú y al planeta que lo seguía por TV. México derrotaba al Campeón del Mundo.

En el complemento, el desarrollo tuvo otro libreto. Alemania al ataque, con su esquema de pases y rotación permanente, pero con una pared teñida de verde que cortaba cada intento. Y si bien el paso de los minutos lo metían al “Tri” cada vez más cerca de su arco, no tuvieron los europeos chances de concretar. Muchos centros, remates que pasaban cerca y combinaciones dentro del área que morían en un despeje o en las manos de Ochoa, una de las grandes figuras de la tarde.

México lindo y querido dice la canción. Parecía imposible derrotar al Campeón. lo logró con armas nobles, serenidad y convicción. Un paso muy grande en esta historia, que siempre puede traer sorpresas y “traiciones”. México quiere soñar, y su equipo le dio un argumento bárbaro para hacerlo.

 

Hernán O’Donnell

 

 

¡Movete, Argentina, movete!

Iban alrededor de 60′ de juego, la Argentina mantenía su forma y su manera de enfrentar a Islandia, el ritmo lento con toque laterales y progresiones cautelosas en cada movimiento progresivo, hizo estallar el coro típico de las canchas nuestras, cuando el equipo necesita ganar y se intuye que el rival, por más entusiasta y voluntarioso que sea, es inferior y se le debe doblegar, entonces, como en cualquier partido de entrecasa, el grito, mezcla de pedido y exigencia tomó forma en Moscú: “¡Movete, Argentina, movete!”…

La albiceleste no encontraba los caminos. Se había ido un primer tiempo donde el gol llegó rápido, apenas transcurrían 19′ cuando Marcos Rojo pateó al arco, en el camino Aguero detuvo la trayectoria del balón, enganchó hacia atrás y sacó un tremendo zurdazo que decretó el 1 a 0.

Creíamos que el gol le daría serenidad a la selección. No pasó nada de eso; al contrario, los desacoples defensivos que se habían insinuado en el inicio del encuentro quedaron evidenciados cuando a los 23′, enseguida digamos, una serie de rebotes en el área albiceleste encontró a Finnbogason sólo en el punto del penal y sacudió el tiro para sellar el 1 a 1. Ni tiempo tuvo la Argentina; la ventaja en el marcador se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

Entonces se empezó a tejer el relato del partido con un libreto que no se alteró en todo el desarrollo: Argentina con la pelota, a ritmo lento, seguro, prolijo, pero sin profundidad. Islandia que lo esperaba bien agrupada atrás, con poco espacio entre sus líneas y con una atención especial dedicada a Leo Messi cada vez que encontraba el balón: fuera la zona que fuera, había siempre tres hombres dispuestos a rodearlo, encimarlo y hasta hacerle falta para detener su participación.

Todo siguió igual, con una Argentina que empujaba cada vez más al arco de Halldorsson, y una Islandia que se replegaba con mucho sacrificio.

Hubo un penal por mano de Salvio que el árbitro no advirtió y una entrada fuerte sobre Meza que se transformó en el penal que Halldorsson le atajó a Messi.

Allí pareció quedar golpeada la Argentina. Iban 64′, se había cambiado el grito-exigencia por el aliento esperanzador y el equipo iba a contar con algunas situaciones más.

El ingreso de Banega le dió más profundida que la que tenía con Biglia (aunque creemos que Dybala era el hombre a hacer ingresar); Pavón entró por Di María y soltó amarras por la izquierda, en un para de desbordes productivos. Higuaín ingresó mucho más tarde de lo que debería haberlo hecho: apenas quedaban 7 minutos por jugarse, más los 5 que se agregaron al finalizar el tiempo reglamentario.

Pero Argentina estaba en shock y no pudo salir. Islandia se refugió en su campo, se abrazó al empate y hasta sueña con algo más en el torneo. No asustó ni de contraataque, tenía muy claro su plan y y su idea para llevar a cabo en este partido.

La selección quedó golpeada y no pudo salir del pantano que le propuso el rival. Quedó golpeada pero debe salir rápido. El torneo sigue y es el momento, tal como dijo el entrenador Jorge Sampaoli en la conferencia posterior, de unirse, serenarse y creer muy fuerte en el equipo y sus posibilidades. Es el momento de hacerse fuerte y reaccionar. Por eso vale escuchar el grito-ruego de la gente: “Movete, Argentina, movete!”.

 

Hernán O’Donnell

Uruguay acertó la última bola de la tarde

Se preveía un partido de ajedrez atlético. Esto es, movimientos estudiados, cuidadosos, cautelosos. Dos equipos serios, uno lleno de historia, el otro novel en esto de los Mundiales. Pero con una actualidad parecida, semejante. Dos estilos similares. El “Maestro” Tabárez y Héctor Cuper pensaron un partido táctico, con mucho cuidado en cada movimiento y avances elaborados a pie seguro. Sin despilfarrar ni una jugada. En ese contexto, se esperaba, algo más de Uruguay. Aunque sea por historia.

Pero se vio muy poco. Por lo menos en lo que hace a emociones y sobresaltos. La celeste estudió a su adversario durante 20 minutos. Recién cuando identificó todos sus movimientos, se decidió a salir un poquito. Así contó con la situación más clara del primer tiempo, que Luis Suárez no pudo aprovechar.

Y se fue cerrado en 0 esa primera parte.

El segundo tiempo comenzó con la misma tónica. Cautela y avances seguros. Uruguay se soltó más y encontró a un Cavani más incisivo, con los ingresos de Carlos Sánchez y “Cebolla” Rodríguez, que le de dieron más presencia a las bandas. Egipto se sostenía en el orden táctico y la solidez de su arquero, además de la gran labor del lateral izquierdo Abdelshafy.

Suárez tuvo una clarísima, pero el arquero Elshenawy supo esperarlo, atorarlo y arrebatarle la pelota. Era un aviso claro, tal como la jugada de la primera etapa.

Y sumó más volumen de juego, Uruguay. Empujó y empujó, frente a un equipo que supo armarse en defensa pero le faltó profundidad y pimienta en el contraataque.

Parecía que la tarde de Ekaterimburgo se cerraba con el marcador en blanco. Más cuando se acercaba el final y Cavani estrelló un tiro libre en el poste izquierdo de Elshenawy. Ahí, todos pensaron que no había mucho más para hacer ni esperar.

Hasta que llegó la última bola de la tarde. Minuto 89, tiro libre de Carlos Sánchez desde la derecha del ataque y el cabezazo limpio, potente y bien direccionado de Giménez se metió en el ángulo izquierdo del arquero egipcio. 1 a 0 y explosión celeste.

Comenzó como un partido de ajedrez, terminó con la explosión y la algarabía celeste. Porque los peones se sacrificaron, los alfiles que entraron por las bandas le dieron profundidad y una de las torres de la defensa supo acertar la última bola de la tarde.

 

Hernán O’Donnell 

Otra vez la fiesta del Fútbol conmueve al planeta

Pasan los años, pasan las sedes, cambian los países y sin embrago, cada vez que comienza una Copa del Mundo, el planeta se conmueve como si fuera la primera vez. Han pasado muchas ediciones y no cambia la capacidad de asombro y sensibilidad. Al contrario, cada Ceremonia de Apertura nos despierta la misma emoción, los mismos sentimientos, la misma mezcla fatal de alegría, recuerdos, ilusiones y esperanzas. Cada Mundial es único, cada Mundial se lo vive de la manera que cada uno encuentra: en grupo, en familia, con amigos, en el estadio, en el fan fest o en soledad. Pero siempre los sentimientos embargan y desbordan, no importa donde uno lo vea o esté presente. No influye si es en el lugar de los hechos o por televisión. Si lo ve rodeado de gente en un bar, en el clima estudiantil que se arma en cada oficina o en el medio del campo.

El Mundial es único y este de Rusia 2018 abrió con sus propias carcterísticas.

Un video corto y emotivo, la actuación estelar de Robbie Williams, el desfile de las banderas de los equipos participantes y a jugar!

Rusia salió decidido. Con ímpetu, dinámica y velocidad, intentó llevarse por delante a Arabia, que si bien se mostraba liviano en defensa, a partir de la mitad de la cancha se movía con cierta cadencia y elegancia. Pero no sostenía la vertical cuando debía defenderse y enseguida llegó la apertura del marcador por parte del local. Centro desde la izquierda, la entrada solitaria de Gazinsky y el cabezazo cruzado a los 12′ ponía el 1 a 0.

 

Después se movió con comodidad el local. Tuvo atención en la marca y se manejó de contraataque. Así llegó el segundo gol cuando transcurrían 43′. Salieron desde el área por el lateral derecho, el pase en diagonal para Somolov, la salida desguarnecida de los centrales de Arabia Saudita y el pase final que deriva a Cherishev que conquista el 2 a 0 tras una buena maniobra individual en la que aplica el freno, para que pase de largo Osma Hawsawi que intentaba el último cierre, y define de zurda al primer palo.

El segundo tiempo acentuó las diferencias entre los dos equipos. Rusia atacó un poco más, sumó mas gente al ataque y no permitió que Arabia saliera. Le cedía la pelota cuando debía salir de su arco, pero enseguida, en tres cuartos de cancha, lo apretaba. Conseguía el balón y sumaba mucha gente al ataque. Llegó, en consecuencia, el tercer gol: Dzyuba a los 71′ señaló el 3-0

Allí se terminó el partido. Quedaban algo así como 20′ de juego, pero nada diferente podía esperarse. El dominio del local era sofocante y cuando parecía todo cerrarse en ese marcador, ya en tiempo de descuento llegaron dos gritos más que dejaron un resultado muy abultado, pero que, al cabo, reflejó las distancias entre uno y otro equipo. Pasados los 90′, cuando ya se jugaban 50” de descuento, un tremendo zapatazo de Cherishev se coló al ángulo izquierdo de Almuiaouf, que nada pudo hacer a pesar de su largo vuelo. Y a los 90’+3′ Golovin ejecutó un tiro libre desde la derecha, abierto y por afuera. Un golazo al ángulo que selló el resultado en 5 a 0.

Rusia abrió su campeonato con una goleada impensada, pero justificada. Le dio rienda suelta al ataque, apostó por la victoria y se llevó 3 puntos y una buena diferencia de gol para mirar el futuro con una sonrisa.

 

Hernán O’Donnell 

 

 

El Mundial se pone en marcha

Faltan algunas horas. La cita máxima del deporte más lindo del mundo está por empezar. El telón comienza a levantarse y la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 despliega sus alas. Ya estamos en la parte final de la cuenta regresiva. El reloj parece apurar sus agujas. Los preparativos se aceleran y todas las sedes ya cierran los últimos detalles.

En unas horas saldrán a la cancha el anfitrión, Rusia y Arabia Saudita, para jugar el primer partido del torneo. Un rato antes habrá una fiesta, como es tradicional en cada una de las Copas del Mundo. Una fiesta no demasiado larga, pero plena en el sentimiento, en la emoción, en el mensaje. Es posible que tenga puntos en común con todas y cada una de las ceremonias anteriores, pero la emoción que se siente, la alegría, los recuerdos que se juntan, se amontonan y brotan de distintas maneras: lágrimas, sonrisas, guiños, carcajadas…

El Mundial llegó a Rusia. El Mundial se convirtió en el acontecimiento social más importante, más observado, más seguido, para la humanidad. El Mundial conmueve a amantes del fútbol y a detractores; el Mundial está en todos los rincones del planeta. El Mundial no deja a nadie indiferente. El Mundial es el único tema de conversación. El Mundial está omnipresente en la vida diaria de cualquier país, de cualquier estado, de cualquier ciudad o pueblo. El Mundial nos abre sus puertas. En cualquier lugar que estemos, donde podamos verlo y compartirlo, entremos a disfrutarlo.

 

Hernán O’Donnell 

Una leyenda llamada Bernard Hopkins

Dolió mucho verlo caer así. De un golpe, un zurdazo violento que lo sacó del  ring, abatido, con una derrota dura por la vía del Knock Out, que nunca había sufrido en su carrera. La catarata de golpes de Smith y el peso de la juventud resultaron demasiado para el veterano Bernard Hopkins, Rey de los Medianos durante una década, hombre récord de defensas exitosas cuando llegó a las 20…dolió mucho ver el final tan categórico, superado y lejos de lo que fue su trayectoria. Pasó más de un año, pero es buen momento para repasar la trayectoria de un gigante que paseó su fiereza por los rings de todo el mundo.

Atrás quedaron los días difíciles del comienzo, la infancia dura y los delitos cometidos. Muy lejanos en el recuerdo se perdieron los tiempos confusos, donde la violencia lo dominaba y la cárcel fue su destino cuando apenas contaba con 17 años y nada hacía prever la carrera que desarrollaría. Parecía que la delincuencia y la marginalidad serían su destino.

Luego vino la conversión religiosa y su apego al boxeo para darle un vuelco a su vida. El muchacho de Philadelphia encontró en el deporte una salida a la vida ilegal y una entrada a momentos de gloria y éxitos.

Así pasaron adversarios de renombre: Danny Mitchell, Wayne Powell, Roy Jones Jr, Felix Trinidad, Carl Daniels,  Oscar de la Hoya, Jermain Taylor, Joe Calzaghe…

Supo hacerse un nombre grande entre los medianos y los medio pesados; un hombre que construyó un recorrido impecable durante décadas y se metió en la galería de los grandes de todos los tiempos. Su estilo defensivo, eficaz, habilidoso y contragolpeador, moldeó un pugilista ganador, destacado por su capacidad estratégica y experiencia para manejar los combates, con los amarres y el corte de ritmo de cada combate.

Armó un camino lleno de victorias, que lo llevaron a batir todos los récords de defensas. Y para convertirse en el boxeador campeón del mundo más longevo.

Lo dicho, una carrera para enmarcar y para destacar.

Toda una película con un final indeseado y doloroso. Dos años atrás, había caído ante el ruso Sergei Kovalev y ese parecía el final del ciclo. Pero hubo más, y fue un verdadero desencanto. Porque la trayectoria se veía diáfana hasta este sábado 17 de diciembre de 2016, cuando se topó con Joe Smith Jr y arribó el desenlace que ya es parte de la historia del boxeo.

Caer fuera del ring es algo que puede suceder. Le pasó a Hopkins como les sucedió a muchos otros antes (desde el recordado Dempsey cuando Firpo lo “voló” del cuadrilátero hasta Tommy Hearns cuando lo desbordó Sugar Ray Leonard y Tommy quedó con más de medio cuerpo afuera en el 13er round del primer combate entre ambos, el 16 de septiembre de 1981)  y le pasará a muchos pugilistas en el futuro. Pero esta caída fue espectacular y dramática, pues pudo haber tenido consecuencias peores de las que tuvo, mucho más graves. Hubiera sido una tragedia imperdonable, para un hombre que está en la pasarela de los más grandes de esta actividad.

Además de ese derrumbe, la imagen  del match es lo que queda en la retina y en la memoria. Deslucido Hopkins, sin poder detener los avances de Smith Jr, sin su conocida versatilidad defensiva, sin poder dominar los ataques y con mucho castigo sufrido.

Hopkins quiso seguir hasta donde pudo. Intentó ganarle al tiempo. Subió al ring con 51 años y buscó un último combate que le permitiera cerrar la historia con un final feliz. Lógico, es tan difícil decirle adiós a la profesión (cualquiera sea ella) y más a una que regala aplausos y es bien recompensada en lo económico. Es muy difícil llenar el vacío luego de alejarse de los escenarios y las grandes ovaciones. Y es fácil criticar cuando no es uno mismo el que vive esa situación.

El pugilista vive de la retribución económica, pero también del reconocimiento del público. En los rings y en la calle. Y alejarse de esa repercusión no es sencillo. Para nadie lo es. Y para nadie que le tocara vivirlo, lo sería. Hay que comprender esto. Y también entender que es difícil retirarse cuando uno se siente pleno, aún joven y con ganas. Aunque haya más jóvenes que aparecen, y tienen más fuerza, más velocidad, más resistencia. Mientras sentimos que podemos, seguimos. Esto es así. Hopkins sintió que podía. ¿Por qué habría de irse?

La última pelea le mostró una realidad, que hasta que no nos pasa, no la aceptamos. O no la queremos ver. O, sencillamente, no la vemos. A todos nos sucede. Tuvo que venir un joven con nuevas luces para comprobar que el tiempo había pasado.

Bernard Hopkins tuvo una historia fantástica, llena de éxitos y grandes. Nada la empañará. Ni siquiera esta caída conmocionante y espectacular que una noche de diciembre le anunciaba que su tiempo había finalizado.

 

Hernán O’Donnell

El esfuerzo y el sacrificio que siempre impone Suecia

Es uno de los tradicionales equipos que se catalogan como “incómodos”. O “peligroso”. Suecia es siempre un rival complicado para las potencias, para los candidatos. Es difícil que se lo ubique entre los favoritos al título, no parece un equipo que pueda llegar a la instancia final, pero tiene un espíritu de juego, una concentración y una contracción a la garra que siempre lo ubica como un rival que es mejor evitar. porque te puede dar un dolor de cabeza.

Lo puede confirmar Italia, que se quedó afuera de la Copa del Mundo de la FIFA-Rusia 2018 por haber tropezado con un conjunto sólido y con un enorme espíritu de sacrificio colectivo. Suecia ganó 1 a 0 en Sölna con el tanto de Johansson y ese resultado lo defendieron con uñas y dientes en el desquite en Milano. Los escandinavos se refugiaron en su arco, se cerraron bien atrás y sostuvieron esa ventaja con una defensa heróica a lo largo de los 90 minutos. El resultado quedó sellado en blanco y la alegría de la clasificación de Suecia se mezcló con el estupor y la sorpresa mundial que se generó con la eliminación de Italia, cuatro veces Campeón del Mundo.

No fue la única hazaña de los nórdicos a lo largo de la historia; este equipo que representa a una nación donde los deportes de invierno (como el hockey sobre hielo) son los más populares, se hace un lugar para que el bendito fútbol siempre esté entre los más comentados en sus calles.

Suecia cuenta con una historia significativa: fue Subcampeón en la Copa que organizó en 1958 (cayó en la final 5 a 2 ante el Brasil que conquistaba su primer tñitulo de la mano de un joven Pelé), había sido tercero en Brasil 1950 y repitió ese tercer lugar en la Copa del Mundo de la FIFA-USA 1994, tras haber llegado a una semifinal muy dura ante Brasil (que luego sería otra vez Campeón) en un choque muy parejo en el Rose Bowl de Passadena, California, que sólo se destrabó en los minutos finales tras la injusta expulsión del aguerrido volante central Jonas Thern. Recién en ese momento Brasil pudo sacar la ventaja del 1 a 0.

Igualó con Dinamarca en el último amistoso con el marcador cerrado. Juega este sábado en Gotemburgo ante Perú y luego aguardará por su presentación en una zona que parece complicada  por la presencia del vigente campeón, Alemania, pero en la que quiere dar el golpe si sortea a dos adversarios complicados como México y Corea del Sur.

No contará con su máxima celebridad, Zlatan Ibrahimovic, de buena performance en Los Angeles FC en la MLS, pero el entrenador considera que lo mejor para el grupo es tener un conjunto de individuos homogéneos, sin veleidades ni divismos.

Se sostiene en la seguridad del arquero Olsen, la firmeza de la defensa que componen Krafth (Bologna), Lindelöf (Manchester United), Granqvist (FC Krasnodar) y Olsson (Norqich City); los volantes Hiljemark (Palermo), Ekdal (Hamburgo), Forsberg (Leipzig) y los delanteros Berg (Panathinaikos), Toivonen (Toulouse), Guidetti (Celta) y Durmaz (Toulouse).

Es un equipo dinámico, ordenado y con mucha contracción al sacrificio. Una piedra en el zapato de los poderosos que se repite en cada Copa del Mundo.

 

Hernán O’Donnell 

 

Terence Crawford, el nuevo ídolo de América

El juego de dados transcurría en calma; como toda competencia lúdica, cuando el dinero está en juego y el alcohol levanta temperatura y caldea los ánimos, el ambiente empieza a transformarse, y la serenidad le deja lugar a una atmósfera más espesa, donde el aire se vuelve tenso y cualquier chispazo es una excusa para alterar los ánimos.

En ese mundo estaba Terence Crawford, en pleno juego de dados cuando una bala fue directa a su cabeza, rozó su cráneo y rebotó. Pudo ser el final, pero el hombre está hecho de sangre y coraje, y se subió enseguida a su automóvil para ir a un centro hospitalario a hacerse atender.

“En el año 2008 me pegaron un tiro en la cabeza, tras un juego de dados. La bala rebotó en mi cráneo y cayó. La ventana modificó el recorrido de la bala, que giró en lugar de ir derecho y me subí al auto y conduje hasta el hospital, no me iba a quedar quieto” recordó un tiempo después.

Ya había hecho su debut profesional y contaba con unas cuatro peleas. Pero ese altercado, en medio de los códigos nunca del todo claros del mundo pandillero lo hizo reflexionar.

Pudo ser el fin. Pero, fue el principio de todo. “A partir de allí, la vida ha sido muy buena conmigo”, aseveró. El camino sería algo similar a un sendero de rosas, con espinas por supuesto, pero lleno de éxitos, que lo llevarían a un sitio reservado para elegidos.

Su carrera amateur fue corta y sin mayores distinciones, pero el camino profesional que se abrió a partir de ese incidente fue más que interesante.

Debutó el 14 de marzo de 2008 y noqueó en el primer round a Brian Cummings en una presentación estelar en el Athletic Club de Denver, Colorado. Admirador de Sugar Ray Leonard y el propio Floyd Mayweather, comenzó a delinear un estilo propio, sin un entrenador fijo en su esquina. “Tengo un entrenador para los movimientos de piernas, otro para los golpes de ataque, otro para la defensa. Creo que es lo más conveniente. Si tienes un solo entrenador, se le pueden perder muchas cosas” afirmó con naturalidad. Las variantes fueron una característica en su carrera. Siempre se mantuvo en el B&B Boxing Academy en Omaha, Nebraska. “Siento que aquí estamos todos en el mismo camino; cada entrenador merece una oportunidad y yo creo en ellos como ellos confiaron en mí”, explicó sobre su permanencia en su ciudad natal.

A partir de aquel debut, enhebró una serie de victorias que no se interrumpieron aún. Cuando llegó a su triunfo número 20, ante Breidis Prescott en Las Vegas, el mundo empezó a posar los ojos sobre él. Había logrado una victoria importante, en una cartelera llamativa y en una ciudad boxística por excelencia. Hasta ese momento, sus victorias se encadenaban en silencio, lejos de las grandes luces y los célebres escenarios.

Eso fue en 2013; al año siguiente consiguió su primer título Mundial: fue en Glasgow, Escocia, ante el local Ricky Burns y obtuvo el título Mundial ligero de la Oragnización Mundial de Boxeo (OMB).

En su primera defensa noqueó al boricua Yuriorkis Gamboa, y ya las primeras planas comenzaron a ocuparse de él.

En 2015 vence a Thomas Dulorme y obtiene el Título Mundial Superligero de la OMB; sería el primero de los cuatro, lo que lo ubicaría en un pedestal difícil de alcanzar. En esa actuación lució veloz, fuerte y muy eficaz en los contragolpes. Cada intento de Dulorme era replicado enseguida con combinaciones muy bien elaboradas.

Comenzaría aquí la seguidilla que lo encumbraría en lo más alto del orden internacional. “Bud” Crawford se metería en las grandes carteleras y desafiaría récords que lo llevaran a donde se ubica hoy: en la cúspide del boxeo internacional.

Luego de dos defensas, vendría una de sus más resonantes victorias: ante el ucraniano Viktor Postol, quien había logrado un gran triunfo ante Lucas Matthysse y se había consagrado ante el gran público.

“Bud” se tomó muy en serio ese desafío: “Es un honor pelear en Las Vegas, una ciudad de tantas peleas históricas, y tantos pugilistas que dejaron su firma. Siento la misma emoción que sentí cuando me presenté en el Madison Square Garden. Me gané esta posibilidad. Trabajé mucho para obtenerla, pero debo estar muy concentrado para poder ganar”, afirmó cuando llegó el momento del combate.

Esa noche ante Postol, Crawford conquistó el título Mundial Superligero del Consejo Mundial de Boxeo, sumándolo al que ya tenía de la OMB, y también logró el de la Revista The Ring.

Fue una actuación consagratoria, ante un oponente de jerarquía que dejó el invicto en ese combate. Fue inteligente para el planteo, se movió con rapidez y supo armar los contragolpes. Tuvo por el suelo al europeo en el quinto asalto y se llevó el pleito por decisión unánime.

Pero no se detendría allí el camino ascendente. Todavía habría más escalones para ascender. Luego de dar cuenta de John Molina Jr y Félix Díaz, la prensa especializada internacional lo llenó de elogios. Lo subieron muy rápido a la galería de los mejores libra por libra y reclamaron gustosos un enfrentamiento con Manny Pacquiao.

Sin embargo, Crawford les tendría reservada una sorpresa. Tenía una noche más para gritar un nuevo record. Sería una noche consagratoria: el 19 de agosto pasado ante Julius Indongo sumaría a los dos títulos que tenía, dos cinturones más: el de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y el de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Cuatro cinturones de una categoría. Hay que retroceder hasta la época de Bernard Hopkins para encontrar una maravilla semejante.

“Me siento muy afortunado de llegar a esta posición”, señaló Crawford, tras ese combate. “Le agradezco a Bob Arum y Top Rank. Siento la bendición y la humildad de ser el campeón indiscutido del mundo. Significa todo para mí. Soy el único que puede decir que es el campeón indiscutido del mundo, y eso es grandioso. Ningún boxeador puede afirmar que no tiene rival en su división de peso”.

Pero no se quedó en esas declaraciones. A poco de vencer, se dirigió al “Nebraska Medical Center”, uno de los hospitales más renombrados de su tierra natal, para visitar a enfermos y brindarles un mensaje de esperanza y motivación, que le valió el reconocimiento de las autoridades.

Esas victorias le llenaron de elogios tras un 2017 plagado de éxitos. La revista Forbes, en su versión digital, lo consagró como el boxeador del año. Unificó la categoría welter junior, agotó entradas, fue un caballero fuera del ring, se perfila para ser la estrella de 2018. Todos los argumentos que estableció la publicación para destacarlo.

El triunfo ante Díaz, ex medallista de oro olímpico, fue determinante. Y si bien los cronistas de la publicación tienen muy en cuenta a Vasyl Lomachenko, el peleador de Nebraska se ha ganado un sitio de privilegio.

También lo elogió el gran Floyd Mayweather, tanto que sobre el fin del año 2017 afirmó que era el mejor libra por libra: “Para mí, no hay dudas”, dijo Mayweather. “Es el mejor libra por libra; me recuerda a mí cuando era joven. Es un infierno de boxeador”, completó.

También la Organización Mundial de Boxeo (OMB) supo distinguirlo, y lo destacó como el peleador del año. En la jornada final de la 30 Convención Anual de la entidad, que se desarrolló en un crucero por el Caribe, le dieron la distinción.

Crawford recibió la placa de manos del portorriqueño Francisco “Paco” Valcárcel, presidente de la OMB, y anunció que pasaría a las 147 libras. Así sería el primer retador del australiano Jeff Horn, en una pelea que le abre un nuevo camino.

Crawford está ahora primero en el ranking, y Pacquiao que bajó al segundo lugar parece más volcado a su carrera política y su oportunidad de ser electo Presidente de Filipinas, que a las novedades boxísticas.

Un desafío que lo tienta y ve accesible: “Jeff Horn hizo lo que correspondía para derrotar a Gary Corcoran, pero yo soy distinto. Tengo más rapidez y pegada. La historia será diferente. Creo que seré más fuerte y más grande que en mi categoría anterior. Vengo de un gran año, con triunfos importantes ante Díaz y Julius Indongo, y el 2018 lo espero con muchas ganas, creo que va a ser un año exitoso. Creo que mejoro cada vez que subo al ring y que seguiré por ese camino”, afirmó Crawford.

Ese es el reto que le espera a ahora a Terence Crawford. Poder doblegar en las opiniones esa “batalla” dialéctica que lo enfrenta con Vasyl Lomachenko. Porque el ucraniano ha tenido un año formidable, ha logrado resonantes triunfos y acabó con una amenaza latente llamada Guillermo Rigondeaux.

 

Será para Bud el gran desafío. Poder establecerse como el mejor libra por libra. En las 140 ya demostró que no hubo oponente que pudiera destronarlo. Y todavía puede crecer aún más. Subir de categoría es una posibilidad y un desafío. Ir a las 147 libras, donde aparecen figuras de la talla e importancia de Keith Thurman, o Danny García, es algo que se presenta como una nueva motivación.

Es lo que le depara el año nuevo que se inicia; un camino duro, pero atractivo. Un desafío para un valiente. Un duro con el corazón de oro, un hombre que siempre tuvo un gesto para los más necesitados, que descubrió valores en Africa, que sobrevivió a un duro ataque, que se acercó a su comunidad, que estuvo cerca de los enfermos y convalecientes, que donó pavos para las fiestas, que logró el reconocimiento de las autoridades, que fue varias veces candidato a boxeador del año, que no ha parado de crecer…

Terence “Bud” Crawford no teme. Al contrario, el hombre que batió los récords de audiencia televisiva, que despertó al público norteamericano y encendió una nueva esperanza, cree que lo mejor de su repertorio está por venir.

 

Hernán O’Donnell

Brasil, más candidato que nunca

Volvió, después de una noche breve pero profunda. Regresó. Está otra vez el gigante ante nosotros, una de las potencias más importantes del planeta fútbol, el eterno candidato que vivió una pesadilla en su propia casa pero supo resurgir de sus cenizas y convertirse otra vez en el equipo temible, en el candidato natural de las grandes mayorías, en el favorito de los desposeídos y de aquellos que ven el Mundial como una experiencia ajena y lejana.

Brasil está otra vez en la galería de las celebridades. Pasó la tormenta de no poder cumplir la expectativa máxima en la Copa que organizó en 2014, pasó el momento de dudas cuando la clasificación a algún Mundial no fue muy cómoda, pasaron los cambios de técnico y las dudas sobre su identidad futbolística.

Tité tomó las riendas y Brasil volvió a ser Brasil. El del jogo bonito con la dinámica y la intensidad de estos tiempos. El del respeto por la pelota y el peso de su camiseta “verdeamarelha”. El del peso de sus individualidades…

Ha completado una fase preliminar clasificatoria impecable, que coronó con un triunfo ante Chile por 3 a 0. Mostró un semestre previo a la Copa del Mundo en franco crecimiento: empató en Londres con Inglaterra 0 a 0; venció a Rusia, el anfitrión del Mundial por 3 a 0, y derrotó nada menos que a Alemania, en Berlin, por 1 a 0.

Tiene un plantel repleto de figuras: Los arqueros Alisson, Edersson y Cassio, los defensores Thiago Silva, Filipe Luiz, Marcelo, Danilo, Marquinhos, Joao Miranda, Geromel, los volantes Renato Augusto, Casemiro, Fernandinho, Fred, Willian, Philippe Coutinho, los delanteros, Roberto Firmino, Gabriel Jesús, Douglas Costa y un tal Neymar… Sobran los nombres y las figuras.

Allí está Brasil. Uno de los grandes favoritos. Con toda la carga de la historia: Las copas ganadas en Suecia 1958, Chile 1962, México 1970, USA 1994, Corea-Japón 2002. Nada menos que ¡5 Mundiales! lo respaldan. Y un presente próspero y alentador.

Brasil va por la sexta. Tiene plantel, juego colectivo, individualidades y un entrenador capacitado que respaldan su objetivo. Brasil va por el premio mayor, está convencido que esta es una nueva oportunidad para ser más grande y se quiere aferrar a ella.

 

Hernán O’Donnell

 

 

El respeto de Costa Rica por su fútbol

Pertenece a los países de Centroamérica que respetan el fútbol, la pelota, el toque y las buenas intenciones. Tiene la influencia de la cadencia del Pacífico que representa Colombia, busca asimilar el toque de Brasil y se inspira en el espíritu de la Argentina.

Costa Rica tiene una joven presencia en la historia de los Mundiales, pero desde que lo hizo en Italia 1990, en general no decepcionó ni desentonó.

En aquella Copa sorprendió por su arrogancia y su audacia. Llegó a octavos de final, en una clasificación de primera fase que pocos auguraban. Luego dijo presente en Corea-Japón 2002 y en Alemania 2006 tuvo una agradable actuación en el partido inaugura, donde el mundo conoció a Paulo Wanchope, autor de dos goles, más allá de la victoria de los alemanes por 4 a 2.

En Brasil 2014 fue uno de los cucos en el grupo “de la muerte”. Le ganó a Uruguay por 3 a 1 , a Italia por 1 a 0 y empató con Inglaterra. ¡Invicto contra tres seleccionados campeones mundiales!

Hoy el mundo conoce a Kaylor Navas, Francisco Calvo, Matarrita, Bryan Oviedo, Celso Borges, Bryan Ruiz, Rodney Wallace, Joel Campbell…futbolistas que brillan en Europa y en la liga de Estados Unidos, la creciente MLS.

Costa Rica se metió en la historia hace unos 30 años; y ya no quiere bajarse. Le costó mucho entrar a la galería de los Mundiales y no piensa en retirarse sino todo lo contrario: el futuro le promete crecer y soñar.

 

Hernán O’Donnell